Por José Ramón Díaz-Torremocha

(de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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¿De Dios o de Disney?

 

Oigo con desafortunada frecuencia, las explicaciones más peregrinas sobre temas eclesiales e incluso de pura Fe. En general sobre la vida de la Iglesia. Me sorprendo con las afirmaciones más asombrosas, enunciadas y defendidas con ardor como la mayor verdad. Otro día escribiré a mis amigos, algún párrafo de las historias inventadas sobre las relaciones personales en el Vaticano. Alguna experiencia me acompaña, como para poder escribir con referencia a las noticia-patraña que con tanta frecuencia nos acompañan de ese pequeño Estado. Pero, vuelvo al tema de este mes: sobre lo que se afirma como verdades.

A veces, tengo mis dudas. ¿Somos hijos de Dios e intentamos seguir a Jesucristo o a Disney?  ¡A Disney, sí! No se asombre el amigo lector. ¿Cuántas veces no nos fabricamos nuestra propia imagen de Dios y la soltamos y defendemos a capa y espada? ¿Cuántas veces no oímos auténticos disparates como si realmente estuvieran recogidos en la Biblia, en la Doctrina de la Iglesia o en la Tradición?

En la mayoría de las ocasiones, son disparates “coloridos” de “buen rollito”, simpáticos como, nos dicen ahora: “el Señor debe ser simpático” Normalmente se nos pone cara de bobo y pensamos qué bueno es Dios y cuánto sabe sobre Él, el que nos lo está revelando ya sea personalmente o por escrito. Descuiden que no preguntarán por las dudas que se presenten a un sacerdote católico próximo. ¿Para qué si Dios es tan bueno, que nos acoge a todos y nos perdona siempre?

Esta afirmación sobre la bondad de Dios en la que creo firmemente y que sin la menor duda es cierta, insisto, lo es con el muy importante matiz, que casi nunca oímos, de que aceptemos de verdad en nuestro corazón la propia existencia de Dios, como una realidad al margen de convenciones sociales, e intentemos vivir de acuerdo a sus enseñanzas. Eso no parece tener importancia.  ¡Dios es tan bueno! Y volvemos a la cara de bobo.

Me recuerda, cuando presencio alguna conversación en la que se vierte alguna barbaridad dicha con mucha seriedad, a “Bambi”, aquella inolvidable película de mi niñez, donde alrededor del nacimiento y vida de un pequeño cervatillo, se teje toda una historia en la que aquel formidable Director-Productor de cine norteamericano, hace hablar desde a una vieja lechuza o a un búho, ya no recuerdo bien, hasta a multitud de animalitos del campo. Con todo el respeto del mundo, me parece que con mucha frecuencia nos creemos Disney y ponemos en boca de Dios y como verdades, sólo productos de nuestra imaginación y buena fe de la que no dudo. Incluso coloridas versiones, pero……. exentas de cualquier grado de verosimilitud. Disparatadas en relación a la verdadera Fe recibida.

En definitiva, a veces, hacemos un Dios a nuestra imagen. Igual que Disney ponía voces a los dibujos que nos iba presentando en sus películas, así nosotros, con frecuencia, hacemos un Dios a nuestra imagen, como si fuéramos Disney y estuviéramos creando el guion de una películas simpática, colorida, cómoda de ver, pero anodina, nada exigente para con el prójimo, teológicamente hablando. Esto es: no como Dios quiere que sean las relaciones entre los seres humanos. Olvidándonos de las reales tensiones, de los necesarios esfuerzos que se nos exigen, si de verdad queremos amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Un amor, más allá del que representan los simpáticos conejitos de “Bambi” o el viejo y simpático búho.

Un amor que ha de superar barreras muy difíciles para con el hermano y prójimo cercano y fuera del colorido y el buenismo de la pantalla. El ser real tantas veces atormentado y siempre complejo.

A ese ser real, tan alejado del buenismo del cervatillo de Disney, a su servicio, es al que debemos ponernos los miembros de las Conferencias como auténticos cristianos, para hacernos perdonar, como nos recuerda San Vicente, el poco bien que les hagamos.

Con Cristo a través de María

 

José Ramón Díaz-Torremocha

de las Conferencias de San Vicente

Guadalajara, España

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PLEASE FIND BELOW THE TEXT IN ENGLISH

 

Of God or of Disney?

 

Unfortunately, I hear frequently the weirdest explanations about ecclesial topics and even about the faith itself. In general about the life of the Church. I am surprised by the most astonishing claims, vehemently stated and defended as the greatest truth. Another day I will write some paragraphs to my friends, about the made-up stories concerning personal relationships in the Vatican. I think I have some experience, which allows me to write about the tall tales we hear so often about this small state. However, I go back to the topic of this month: what is stated as truth.

Sometimes I wonder, are we children of God trying to follow Jesus Christ or to follow Disney?  Disney, indeed! My friends and readers, you should not be surprised. How many times do we not make our own image of God, release it, and fight tooth and nail to defend it? How many times do we not hear utter nonsenses as if they were actually contained in the Bible, the Doctrine of the Church, or in tradition?

In most cases, they are "colourful" cool nonsense of "good vibes", as they tell us now, "The Lord must be nice".  We usually get a dumb face and think how good God is and how much he knows about Him, he the one who is telling it either personally or in writing. Do not expect them to ask the nearest Catholic priest to clarify the possible doubts! What for, if God is so good that He welcomes everybody and always forgives us?

This assertion of the goodness of God in which I firmly believe and which without doubt is true, I insist, is so with the very important nuance, which we almost never hear, that we truly accept in our hearts the very existence of God as a reality, regardless of social conventions, and we try to live according to His teachings. This does not seem to matter. God is so good! And we get again a dumb face.

When I witness a conversation in which some outrageous thing is uttered most earnestly, it reminds me of "Bambi". This was that unforgettable film of my childhood, where around the birth and life of a small fawn, a whole story is woven in which that great American film Director-Producer, makes speak from an old owl to a multitude of little animals in the forest. With the greatest respect, it seems to me that very often we think ourselves Disney and put in the mouth of God as truths, only the product of our imagination and good faith, of which I do not have any doubt. Even colourful versions, but....... devoid of any kind of plausibility. Nonsensical compared to the true Faith that we have received.

Ultimately, we sometimes create a God at our own image. Just as Disney gave a voice to the cartoons he featured in his films, so we often make a God at our image, as if we were Disney and we were creating the script of a nice, colourful, easy-to-see, but bland movie. A film that, from the theological point of view, is not demanding for the spectators. This means: not as God wants the relationships between human beings to be. Forgetting the real tensions, the necessary efforts that we are required to make, if we really want to love our neighbour as ourselves. A love, which goes beyond the love represented by the lovely little rabbits of "Bambi" or by the old, friendly owl.

A kind of love that has to overcome very difficult barriers with the closest brother and neighbour and which is outside the colourful and “do-gooder feeling” of the screen. With that real human being so many times tormented and always complex.

It is that real being, so far from the goodness of Disney’s little fawn, we members of the Conferences must serve, as true Christians, in order to be forgiven, as St. Vincent reminds us, for the little good we do to them.

With Christ through Mary

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conferences of Saint Vincent de Paul

Guadalajara, Spain

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Agustín Bugeda

(vicario general)

 

 

Parece un contrasentido hablar de alegría en una situación tan compleja como la que estamos viviendo. Puede ser un atrevimiento insistir en el gozo a tantas personas que directa o indirectamente sufren las consecuencias de esta pandemia: enfermedad, soledad, perdida de seres queridos, situación precaria, falta de trabajo… Y claramente desde el aspecto solamente humano, aunque en el horizonte esté la vacuna, sigue el dolor y muchas lágrimas en los ojos.

Ahora bien, desde la fe siempre podemos vivir felices. La fe no nos aleja de la realidad, no nos ciega, sino que la fe nos hace vivir la realidad con otro corazón, con otros ojos y por eso sí que podemos vivir alegres y hablar del gozo y la esperanza.

San José vuelve a ser un ejemplo para todos nosotros. El supo vivir en paz, contento, feliz… en medio de muchas dificultades, luchando contra innumerables circunstancias adversas como el no entender humanamente lo que pasaba, la huida a Egipto, las incomprensiones de alrededor, la normalidad de Jesús, la enfermedad…

Y él, José, vivió alegre porque sabía vivir y disfrutar del momento presente. Al saberse en las manos de Dios comprendía y hacía suyo cada acontecimiento que le pasaba, sabiendo que con ello cumplía la voluntad de Dios y por ello podía estar tranquilo y orgulloso. Todo lo hacía cuidando el mínimo detalle para que resultara lo mejor posible, porque todo es importante y de todo se puede disfrutar. Así nos enseña a vivir el momento presente como momento de gracia y, por lo tanto, dar gracias a Dios por toda circunstancia viviéndola en paz y alegres. Es esta una profunda razón para no perder nunca la alegría y la paz.

Pero además San José se sabía acompañado en todo momento por Jesús y la Virgen, y esa compañía le infundía un gozo que nada ni nadie le podía quitar. Una compañía cercana, física, histórica, pero también en fe. Es la misma compañía que experimentamos nosotros continuamente por el Espíritu Santo, una compañía mística, sacramental, en fe… pero tan real como la que tuvo José, por ello podemos decir ¿quién nos separará del amor de Cristo? ¿quién nos podrá arrebatar la alegría de su amor? Nada ni nadie.

Podemos pues vivir en esperanza, también en este tiempo. Podemos vivir alegres y confiados, luchando con paz contra toda inclemencia, pero sabiendo como San José que vivimos la hora de Dios, el momento de Dios para nosotros. Esa es la alegría de San José, la alegría pascual que os deseo de todo corazón y que nunca falte en nuestras vidas y en nuestras casas, en nuestras comunidades y en nuestro mundo.

 

Este viernes, 16 de abril, el Papa emérito cumple 94 años, 8 años y dos meses después de su renuncia al ministerio apostólico petrino y dedicado a la oración y al estudio en el monasterio 'Mater Ecclesiae', en los jardines vaticanos

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El 16 de abril de 1927 (aquel año, Sábado Santo), en Marktl am Inn, diócesis de Passau (Alemania), en Baviera, nació Joseph Aloysius Ratzinger, Papa Benedicto XVI desde el 19 de abril de 2005 al 28 de febrero de 2013, y desde entonces papa emérito, retirado y dedicado a la oración y al estudio, en el monasterio “Mater Ecclesiae”, creado por su antecesor, san Juan Pablo II, para que lo habitaran comunidades vida contemplativas y rezaran por el Papa y su ministerio, misión que Ratzinger desarrollado, acompañado de un arzobispo y de una comunidad de la laicas del Movimiento Comunión y Liberación.

 

Infancia, adolescencia y juventud

 

Ratzinger fue bautizado ese mismo día de su nacimiento, en la vigilia pascual, circunstancia, que según confesión propia, marcará su vida. Su padre, comisario de la gendarmería, provenía de una antigua familia de agricultores de la Baja Baviera, de condiciones económicas más bien modestas. Su madre era hija de artesanos de Rimsting, en el lago Chiem, y antes de casarse trabajó de cocinera en varios hoteles. Pasó su infancia y su adolescencia en Traunstein, una pequeña localidad cerca de la frontera con Austria, a treinta kilómetros de Salzburgo.

En ese marco, que él mismo ha definido “mozartiano”, mientras nacía y desarrollaba el horror del nazismo, recibió su formación cristiana, humana y cultural. Fueron tres hermanos: María y George, ambos ya fallecidos (este segundo, sacerdote y músico), y él, el pequeño.

Acabada ya la segunda guerra mundial, de 1946 a 1951 estudió filosofía y teología en la Escuela superior de filosofía y teología de Frisinga y en la universidad de Múnich, en Baviera. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1951. Un año después, inició su actividad como profesor en la Escuela superior de Frisinga.

 

Benedicto XVI anuncia su renuncia, 11 de febrero de 2013

 

 

El sacerdote y el teólogo

 

En el año 1953 se doctoró en teología con la tesis: “Pueblo y casa de Dios en la doctrina de la Iglesia en san Agustín”. Cuatro años más tarde, obtuvo la habilitación para la enseñanza con una disertación (como una segunda tesis doctoral) sobre: “La teología de la historia de san Buenaventura”.

Fue, sucesivamente, profesor de Teología en Frisinga, Bonn, Münster, Tubinga y finalmente Ratisbona, donde ocupó también el cargo de vicerrector de la Universidad.

De 1962 a 1965 hizo notables aportaciones al Concilio Vaticano II como “experto”; asistió como teólogo consultor del cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia. Su intensa actividad científica lo llevó a desempeñar importantes cargos al servicio de la Conferencia Episcopal Alemana y de la Comisión Teológica Internacional. Asimismo, se prodigó ya en publicaciones teológicas muy destacadas.

 

Arzobispo de Múnich

 

El 25 de marzo de 1977, el Papa Pablo VI lo nombró arzobispo de Múnich y Frisinga. El 28 de mayo recibió la ordenación episcopal. Escogió como lema episcopal: “Colaborador de la verdad” y él mismo lo explicó: “Por un lado, me parecía que expresaba la relación entre mi tarea previa como profesor y mi nueva misión. Aunque de diferentes modos, lo que estaba y seguía estando en juego era seguir la verdad, estar a su servicio. Y, por otro, escogí este lema porque en el mundo de hoy el tema de la verdad es acallado casi totalmente; pues se presenta como algo demasiado grande para el hombre y, sin embargo, si falta la verdad todo se desmorona”.

Pablo VI lo creó cardenal, con el título presbiteral de “Nuestra Señora de la Consolación en el Tiburtino”, en el consistorio del 27 de junio del mismo año.

En 1978, el Cardenal Ratzinger participó en el Cónclave, celebrado del 25 al 26 de agosto, que eligió a Juan Pablo I. En el mes de octubre del mismo año, participó también en el Cónclave que eligió a Juan Pablo II.

Fue relator en la V Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, de 1980, sobre el tema: “Misión de la familia cristiana en el mundo contemporáneo”, y presidente delegado de la VI Asamblea general ordinaria, de 1983, sobre “La reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia”.

 

Cardenal de Curia y mano derecha de Juan Pablo II

 

Juan Pablo II lo nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y presidente de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional, el 25 de noviembre de 1981. El 5 de abril de 1993, lo elevó al orden cardenalicio de los obispos, asignándole la sede suburbicaria de Velletri-Segni.

Fue presidente de la Comisión para la preparación del Catecismo de la Iglesia católica, que, después de seis años de trabajo (1986-1992), presentó al Papa el nuevo Catecismo.

Juan Pablo II, el 6 de noviembre de 1998, aprobó la elección del cardenal Ratzinger como vicedecano del Colegio cardenalicio, realizada por los cardenales del orden de los obispos. Y el 30 de noviembre de 2002, aprobó su elección como decano; con dicho cargo le fue asignada, además, la sede suburbicaria de Ostia.

 

Papa del 19 de abril de 2005 al 11 de febrero de 2013

 

El 2 de abril falleció de 2005, próximo a los 85 años,  falleció el Papa Juan Pablo II. El 19 de abril, en el segundo día de Cónclave, el cardenal Joseph Ratzinger fue elegido Papa y tomó el nombre de Benedicto XVI.

El 11 de febrero de 2013 Benedicto XVI anunció su decisión de renuncia al pontificado con efecto a partir de las 20 horas del jueves 28 de febrero de 2013.

Tras permanecer en Castel Gandolfo, residencia veraniega de los papas, dos meses, donde siguió el Cónclave que eligió al Papa Francisco, cuya visita recibió días después de la elección, el 1 de mayo se instaló en el citado monasterio “Mater Ecclesiae”, dentro del Estado de la Ciudad del Vaticano. Su actual estado de salud es delicado, pero el propio de un varón de 94 años, con problemas serios de movilidad, pero con la mente muy lúcida.

 

Benedicto XVI, ya en Castel Gandolfo, se despide como Papa, 28 de febrero de 2013

 

 

Algunos datos de su ministerio apostólico

 

Benedicto XVI presidió 44 canonizaciones. De estos cuarenta y cuatro santos, canonizados por Benedicto XVI en ceremonias celebradas entre el 23 de octubre de 2005 y el 21 de octubre de 2012, cinco son españoles. Asimismo inscribió en el libro de los beatos a 544 españoles, incluidos los 498 mártires beatificados en Roma el 28 de octubre de 2007.

Realizó 24 viajes internacionales con destinos a su Alemania natal  (tres veces; 2005, 2006 y 2011), España (otras treces veces: 2006, 2010 y 2011), Polonia, Turquía, Brasil, Austria, Estados Unidos de América, Australia, Francia, Camerún y Angola, Jordania, Israel y Palestina, República Checa, Malta, Portugal, Chipre, Gran Bretaña, Croacia, Benín, México y Cuba y El Líbano. Recorrió, pues, países de los cinco continentes.

Dentro de Italia, hizo 21 visitas apostólicas, estando dos veces en Asís (2007 y 2011), la patria de san Francisco de Asís.

Presidió tres ediciones internacionales (fuera de Roma) de las Jornadas Mundiales de la Juventud (Colonia en 2005; Sídney en 2008; y Madrid en 2011, y dejó convocada de la Río de Janeiro de 2013). También presidió tres Encuentros Mundiales de Familias (Valencia, en 2006; Ciudad de México, en 2009; y Milán, en 2012, dejando ya convocatoria la edición de 2014 con destino en Filadelfia).

Convocó el Año Paulino 2008-2009, con ocasión del bimilenario del nacimiento del apóstol San Pablo; el  Año Sacerdotal 2009-2010, en el 150 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars; y el Año Santo de la Fe 2012-2013, en el cincuenta aniversario del Concilio Vaticano II.

Los principales documentos de mayor rango de su ministerio fueron tres encíclicas - Deus caritas est (enero 2006), Spe salvi (noviembre 2007) y Caritatis in veritate (junio 2009)- y dejó preparada a Francisco la encíclica Lumen fidei (junio 2013). También Benedicto XVI es autor de cuatro exhortaciones apostólicos postsinodales: Sacramentum caritatis (marzo 2007), Vebum Domini (septiembre de 2010), Africae munus (noviembre de 2011) y Ecclesia in Medio Oriente (septiembre de 2011). Nombró 90 cardenales, de ellos seis españoles, y presidió cinco Sínodos de los Obispos.

 

Diez trazos para un retrato

 

¿Y cómo, en realidad, fuera de falsas leyendas e interesadas interpretaciones este hombre, este papa? ¿Cuáles serían los trazos de este retrato? He aquí algunas pinceladas, diez, de este retrato:

(1)  Una sobresaliente y espléndida formación humanística, filosófica y sobre todo teológica.

(2) Un sello personal sencillo, humilde, familiar, tímido, reflexivo, inteligente, brillante.

(3) Suma delicadeza en su trato con las personas, su capacidad de escucha y el don de la acogida.

(4) Sin exhibicionismos de ningún tipo, Benedicto XVI posee también un talante de honda espiritualidad, bien anclada en la Palabra de Dios y en la Patrística; su piedad y su condición de hombre de oración, amante de la liturgia y buen conocedor de su esencia y sentido profundo.

(5) Sacerdote y teólogo, como las dos claves de su ADN personal y ministerial, ha sido el Papa de la palabra y de la verdad, el Papa humilde y sabio, el Papa vulnerable y fuerte, el Papa sereno y luminoso, el Papa apacible y firme.

(6) Desde los anteriores parámetros y desde su vida entera, Joseph Ratzinger-Benedicto XVI ha servido siempre al fomento y a la búsqueda del diálogo razón y fe, ciencia y religión, iglesia y cultura, ley natural y legislaciones positivas, fundamentos prepolíticos y democracia.

(7) Impagable y luminosa ha sido igualmente su contribución para una lectura adecuada del Concilio Vaticano II. Es la lectura de la hermenéutica de la continuidad, de la acogida creativa de la novedad en la continuidad y en la fidelidad.

(8) Y dígase lo mismo –esto es, continuidad, reactualización y profundización– de su aportación al magisterio de la Doctrina Social de la Iglesia.

(9) La vuelta a las raíces, a lo esencial, a centrar, en suma, la mirada en Jesucristo, el Señor de la Iglesia, el Señor del tiempo y de la historia, ha sido igualmente uno de los acentos y énfasis más reiterados durante estos años. Ello se ha traducido en un esfuerzo constante por hacer presente a Dios a un mundo que vive como si Dios no existiera y por mostrar cómo ni Dios ni su Iglesia son los enemigos de la humanidad, sino todo lo contrario. Y es que la vida del hombre tiene un origen, un camino y un destino, un pasado, un presente y un futuro en Cristo, en el Dios del Amor.

(10) La honestidad, la valentía, la fortaleza, la constancia, la humildad y la capacidad de perdón y superación para afrontar las crisis y las críticas: Y por supuesto, su último e histórico gesto de renuncia al ministerio petrino y su saber estar como papa emérito.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 16 de abril de 2021

Por Ralph Middlecamp

(Presidente del Consejo Nacional de los Estados Unidos - Sociedad de San Vicente de Paúl)

 

 

 

Nuevo artículo de nuestro consocio Ralph Middlecamp

Unimos un artículo de nuestro consocio de los Estados Unidos y con su permiso, que nos pareció especialmente interesante para los miembros de las Conferencias y para aquellos que no lo son.

New article from our fellow member Ralph Middlecamp

With his permission, we attach an article of our fellow member in the United States, which we found especially interesting both for the Conference members and for the non-members.

Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara

 

 

Queridos amigos vicentinos,

La Colecta, u oración de apertura para la Misa del Miércoles de Ceniza, dice así: “Concédenos, Señor, que podamos empezar con santo ayuno esta campaña de servicio cristiano, para que, al emprender la lucha contra los males espirituales, estemos provistos de las armas de la moderación.”

He llegado a valorar la Colecta, la cual es una oración que inicia cada Liturgia de la Palabra de Dios. Es una oración escrita para colocarnos en la posición de comprender la escritura del día. Observen que la oración de este Miércoles de Ceniza, que litúrgicamente abre la Cuaresma, denomina esta estación como una “campaña de servicio cristiano.”

Esta Cuaresma, no tengo ganas de hacer mucho ayuno. Parece que ya haya estado en el desierto y haya dado mucho. ¿Así que cuál es el valor de aún más privación? Pero esta oración me invita a considerar el ayuno como algo que me fortalecería para una campaña de servicio. Nuestro compromiso vicentino con una vocación de servicio ya ha sido ciertamente puesto a prueba este año pasado. Así que quizá esta Cuaresma es el momento adecuado para repensar esa vocación y volver a comprometernos con ella. Es posible que poner un nuevo foco de atención en la moderación y el ayuno me ayude en este viaje.

Hace algunos años, el Papa Francisco sugería algunos ayunos cuaresmales que, incluso en este año de aislamiento y privación, podrían mejorar nuestra capacidad de servir al prójimo y de ser auténticos testigos del Reino de Dios. Nuestro Santo Padre nos pedía:

  • Ayunar de palabras ofensivas y hablar con palabras amables.
  • Ayunar de la tristeza y llenarnos de gratitud.
  • Ayunar de la ira y llenarnos de paciencia.
  • Ayunar del pesimismo y llenarnos de esperanza.
  • Ayunar de preocupaciones y tener confianza en Dios.
  • Ayunar de la queja y considerar la sencillez.
  • Ayunar de las presiones y estar en la oración.
  • Ayunar de la amargura y llenar nuestro corazón de júbilo.
  • Ayunar del egoísmo y ser compasivo.
  • Ayunar del rencor y reconciliarse.
  • Ayunar de las palabras y estar en el silencia para que podamos escuchar.

– Papa Francisco (Miércoles de Ceniza de 2017)

Utilicemos esta bendita estación para renovar y reforzar nuestra creencia en la redención y en la resurrección, a fin de que podamos ser signos de esperanza para aquellos que están llamados a servir.

 

Sirviendo en esperanza,

Ralph Middlecamp

 


 

Dear Vincentian Friends,

The Collect, or opening prayer, for Ash Wednesday Mass reads, “Grant, O Lord, that we may begin with holy fasting this campaign of Christian service, so that, as we take up battle against spiritual evils, we may be armed with weapons of self-restraint.”

I have come to value the Collect, which is a prayer that begins every Liturgy of the Word. It is a prayer written to position us to understand the scripture of the day. Notice that this Ash Wednesday prayer, which liturgically opens Lent, calls this season a “campaign of Christian service.”

This Lent, I am not in the mood to do much fasting. It seems I have already gone out into the desert and have given up a lot. So what value is there to even more deprivation? But this prayer invites me to consider fasting that would strengthen me for a campaign of service. Our Vincentian commitment to a vocation of service certainly has been tested this past year. So maybe this Lent is an appropriate time to rethink and recommit to that vocation. Maybe a new focus on self-restraint and fasting will help me on that journey.

Several years ago, Pope Francis suggested some Lenten fasts that even in this year of isolation and deprivation may improve our ability to serve our neighbors and be credible witnesses to the Kingdom of God. Our Holy Father asked us to:

  • Fast from hurtful words and speak kind words.
  • Fast from sadness and be filled with gratitude.
  • Fast from anger and be filled with patience.
  • Fast from pessimism and be filled with hope.
  • Fast from worries and have trust in God.
  • Fast from complaints and contemplate simplicity.
  • Fast from pressures and be prayerful.
  • Fast from bitterness and fill your heart with joy.
  • Fast from selfishness and be compassionate.
  • Fast from grudges and be reconciled.
  • Fast from words and be silent so you can listen.
    – Pope Francis (Ash Wednesday 2017)

Let’s all use this blessed season to renew and strengthen our belief in redemption and resurrection, so that we may be signs of hope to those we are called to serve.

 

Serviens in spe,

Ralph Middlecamp

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