“Loado seas, mi Señor, también por los medios de transporte” es el lema de este año con el que se quiere invitar “a bendecir y loar al Dios de la creación, por tanta belleza como nos regala y por la oportunidad que nos brinda de contemplarla”, según señala el obispo presidente del departamento de Pastoral de la Carretera de la CEE, Mons. José Sánchez, en su mensaje para esta Jornada.
Loado seas, mi Señor, también por los medios de transporte
2 de julio de 2017
(Fiesta de San Cristóbal)
MENSAJE
Jornada de Responsabilidad en el Tráfico
Fiesta de San Cristóbal, patrono de los conductores
2 de julio de 2017
Loado seas, mi Señor, también por los medios de transporte
Queridos hermanos y amigos:
Como todos los años, con ocasión de la celebración de la fiesta de San Cristóbal y al inicio de las vacaciones del verano, la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, desde el Departamento de Pastoral de la Carretera, os hacemos llegar nuestro cordial saludo a todos los que estáis relacionadas con la movilidad humana: camioneros, transportistas, taxistas, conductores de autobuses, de autocares, de ambulancias, bomberos, Guardia Civil y Policía de tráfico, cofradías de san Cristóbal, asociaciones de transportistas, escuelas de conducir… Nos dirigimos también a las personas que cada día pasáis buena parte de vuestro tiempo al volante por razones de trabajo, por necesidad o por vacaciones o turismo. No olvidamos a los motoristas, ciclistas y peatones que, de una u otra manera, hacéis uso de las vías públicas. A todos os deseamos la salud, paz, alegría y la bendición del Señor.
«Loado seas, mi Señor, también por los medios de transporte». Este es el lema que hemos elegido este año para la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico 2017. Con él queremos alabar y bendecir a Dios por la creación, obra de sus manos, según leemos en la Sagrada Escritura: «Al principio, creó Dios el cielo y la tierra» (Gén 1, 1), y al hombre, creado a su imagen y semejanza (cf. Gén 1, 26). «Y vio Dios todo lo que había hecho y era muy bueno» (Gén 1, 31). Desde entonces, podemos decir con el salmista: «El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje» (Sal 19, 2-5).
Loado seas, mi Señor, y seguimos con el salmista: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies» (Sal 8, 4-7). «¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!» (Sal 8, 10).
El papa Francisco, en su encíclica Laudato si’ escribe: «Cuando insistimos en decir que el ser humano es imagen de Dios, eso no debería llevarnos a olvidar que cada criatura tiene una función y ninguna es superflua. Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios» (n. 84).
La Jornada de Responsabilidad en el Tráfico de este año y la fiesta de nuestro patrono, san Cristóbal, queremos que sean una invitación a bendecir y loar al Dios de la creación, por tanta belleza como nos regala y por la oportunidad que nos brinda de contemplarla. Y queremos hacerlo con la sencillez de san Francisco en su Cántico de las criaturas.
Qué bien suenan las palabras de san Francisco alabando al Señor, por todas sus criaturas: por el hermano sol, por la hermana luna y las estrellas; por el hermano viento, por las nubes, por el agua, por el hermano fuego y por nuestra hermana, la madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna y produce diversos frutos, con hierbas y flores de color.
Pero también san Francisco alaba al Señor por aquellos que perdonan por su amor y soportan enfermedad y tribulación. El Cántico termina invitándonos a todos a loar y bendecir al Señor, dándole gracias y sirviéndolo con humildad.
Si San Francisco hubiera conocido en su tiempo los maravillosos medios actuales de transporte, exclamaría también y nosotros con él: «Loado seas, mi Señor, también por los medios de transporte», así lo ha hecho un padre franciscano en el libro titulado Alabado seas, mi Señor, por el hermano coche, donde nos ayuda a rezar y a alabar a Dios por cada una de las partes del coche y demás medios relacionados con la movilidad.
Sobre el hermoso paisaje del cartel de la Jornada de este año 2017 hemos colocado los iconos de algunos medios de transporte, obras de las manos e inteligencia del ser humano, que tanto bien han hecho y siguen haciendo a la humanidad.
Si al contemplar la creación loamos y bendecimos a Dios por las obras de sus manos, justo es que también agradezcamos y valoremos el trabajo de todas aquellas personas que, a lo largo de la historia, han inventado y fabricado los más variados medios de transporte, tanto de personas como de mercancías, tan útiles a nuestra sociedad.
Hoy no podemos ni imaginar por un instante lo que sería de nuestra sociedad sin los medios de transporte, tanto terrestres como marítimos o aéreos. Son una bendición de Dios puestos al servicio y bienestar del hombre, y por ellos, loamos también al Señor.
Son muchísimas las personas, como ya hemos mencionado al inicio, que trabajan en los más variados medios de transporte dedicando su vida al servicio a los demás. También por todas estas personas queremos loar y bendecir a Dios. Así se expresaba el beato papa Pablo VI: «En las largas rutas, como caballeros del volante, os ponéis en contacto con la naturaleza, y al pasar de las cumbres a los valles sois testigos de las bellezas que ha ido sembrando el Creador… Bien sabemos que en vuestra hoja de servicio figuran numerosos ejemplos de ayuda desinteresada al viajero en ruta, de caridad, de hospitalidad y de cortesía para con el prójimo. ¡Que Dios os bendiga!».
El papa Francisco, en el año 2015, en su bellísima e interesante carta encíclica titulada Laudato si’, inspirada en el cántico de san Francisco (cf. n. 10), pone de relieve «el desafío urgente de proteger nuestra casa común, que incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral» (n. 13).
El que alabemos a Dios, por los medios de transporte y sus múltiples beneficios, no quiere decir ignorar los problemas ambientales. Con el papa Francisco, decimos que «sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes, sobre todo el carbón, pero aún el petróleo y, en menor medida, el gas, necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora. Mientras no haya un amplio desarrollo de energías renovables, que debería estar ya en marcha, es legítimo optar por la alternativa menos perjudicial o acudir a soluciones transitorias» (LS, n. 165).
Asimismo afirmamos, con el papa Francisco: «El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad» (LS, n. 25).
Sin ser ilusos, soñamos el día en el cual las energías renovables no contaminantes cubran todas las necesidades y que los medios de transporte, con energía eléctrica o alimentados con otros tipos de energías no contaminantes, sean una feliz realidad.
Nuestra invitación a dar gracias y alabar a Dios por lo positivo de los medios de comunicación y de transporte no puede hacernos olvidar la posibilidad, por desgracia frecuente realidad, del mal uso de los mismos, con las graves consecuencias de no poco dolor y muerte en la sociedad moderna.
En nuestra actitud, gozosa y agradecida, de los medios de transporte, a la hora de usarles en nuestros desplazamientos, tengamos siempre presente que «¡toda vida es sagrada!» también la nuestra, de la que no somos dueños absolutos. Contribuyamos a que las carreteras, calles y demás vías de comunicación, sean seguras y que la seguridad propia y ajena, así como el respeto a las personas y a las cosas, sean una prioridad, frente a la potencia de la máquina, la velocidad, la vanidad, la prisa o la irresponsabilidad.
Loado seas, mi Señor, también por los medios de transporte. Apelamos, pues, a la responsabilidad de cada uno, para que entre todos hagamos realidad la gran utopía de cero accidentes, cero muertes en nuestras carreteras.
Terminamos nuestro mensaje con unas palabras del papa Beato Pablo VI dirigidas a los camioneros españoles en 1968: «Cuando sintáis la soledad, el cansancio, las inclemencias del tiempo, recordad que no estáis solos. Os alienta el recuerdo de vuestras esposas y vuestros hijos. Os acompaña también la Iglesia. ¿No lo dicen así también los indicadores religiosos que contempláis al borde de la carretera? Eleven vuestro espíritu los templos con sus campanarios apuntando hacia arriba que caracterizan los pueblos y ciudades que veis desfilar en vuestro recorrido. Estad seguros de que la Iglesia se preocupa también de vuestras legítimas aspiraciones».
Que la intercesión de la Virgen Santísima y de san Cristóbal, Patrono de los conductores, protejan a todos los usuarios de las vías públicas.
Feliz fiesta de San Cristóbal, con la eucaristía, la bendición de los vehículos (donde tenga lugar) y la convivencia familiar y fraterna.
? José Sánchez González
Presidente del Departamento de Pastoral de la Carretera de la CEE
SUBSIDIO LITÚRGICO
Monición de entrada
Bienvenidos, hermanos todos, a esta celebración eucarística. Hoy, en este XIII domingo del tiempo ordinario, al inicio de las vacaciones del verano y los muchos desplazamientos de vehículos que ello comporta, celebramos la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. Por ello, queremos recordar a san Cristóbal, patrono de los conductores. En nuestra comunidad parroquial, como en todos los pueblos y ciudades, aparte de peatones, quienes más quienes menos, la mayoría somos también conductores. «Loado seas, mi Señor, también por los medios de transporte»: esto anuncia el cartel de la Jornada de este año 2017. Este lema quiere ser una invitación a bendecir y alabar al Dios de la creación por tanta belleza como nos regala, y hacerlo con la sencillez de san Francisco de Asís en el Cántico de las Criaturas: Altísimo, omnipotente y buen Señor, loado seas por todas tus criaturas: por el hermano sol, por la hermana luna y las estrellas; por el hermano viento, por las nubes, por el agua, por el hermano fuego y por nuestra hermana, la madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna y produce diversos frutos, con coloridas flores y hierbas. Hoy también queremos alabar a Dios por los medios de transporte, obra de las manos e inteligencia del ser humano, que tanto bien han hecho y siguen haciendo a nuestra sociedad.
Sin duda alguna, muchos de los que estamos hoy aquí hemos llegado en algún medio de transporte. Bienvenidos, pues, a esta eucaristía, en la cual vamos a tener muy presentes a los profesionales del volante y a todos los conductores, para que, con responsabilidad, eviten toda clase de accidentes, pues, como dice el papa Francisco, ¡toda vida es sagrada! Para salvar vidas, reduce la velocidad.
Oración de los fieles (para añadir alguna a las del XIII domingo del tiempo ordinario)
- Por todos los conductores que hoy, en la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico, celebran a su patrón, san Cristóbal, para que, como él, sean portadores de Cristo y hagan que en la carretera les conduzca la prudencia y el respeto a las normas, para salvar vidas. Roguemos al Señor.
- Por todas las personas que en estos días de verano salen de vacaciones con largos y cortos desplazamientos, para que el aprecio por la vida, propia y ajena, les ayude a ser responsables en la conducción y todos lleguen felizmente a su destino. Roguemos al Señor.
- Por los profesionales del volante que necesitan conducir cada día por centros urbanos y carreteras, por los peatones, por los que investigan en los laboratorios de seguridad vial, por las autoescuelas y por cuantos velan por nuestra seguridad, para que entre todos logremos una conducción responsable y segura. Roguemos al Señor.
- Por todos los que han sufrido algún accidente, para que el Señor mitigue su dolor, enjugue sus lágrimas y les conceda incorporarse nuevamente a los quehaceres de cada día. Roguemos al Señor. • Por el eterno descanso de todos nuestros hermanos difuntos, principalmente por los fallecidos en accidente de tráfico, para que el
Señor, Padre misericordioso, les conceda su Reino y a los familiares consuele y la esperanza de encontrarlos en su reino. Roguemos al Señor.
Monición de despedida
Hemos celebrado la eucaristía, donde, sentados a la mesa con Jesús, nos hemos sentido hermanos y amigos. Salgamos contentos a la calle a cumplir con nuestras obligaciones. Que el Señor bendiga nuestros vehículos, y cuando los usemos, por trabajo, necesidad o descanso, no olvidemos las palabras del papa Francisco: «¡Toda vida es sagrada! Hagamos que las carreteras sean seguras y resulten una prioridad. Para salvar vidas, reduzcamos la velocidad».
Rito de la bendición de vehículos después de la misa
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén El Señor, Camino, Verdad, Vida, esté con todos vosotros. R. Amén.
Monición
Cristo, el Hijo de Dios, vino al mundo para reunir a los dispersos. Por consiguiente, todo aquello que contribuye a que los hombres se unan entre sí es conforme a los designios de Dios, ya que la construcción de nuevas vías de comunicación y el progreso técnico en los transportes acortan las distancias existentes y suprimen la separación que existe entre los pueblos a causa de las montañas o los mares. Pidamos al Señor que por la intercesión de Nuestra Señora del Camino y de san Cristóbal bendiga estos medios de transporte por los cuales bendecimos a Dios, y proteja con su ayuda a los usuarios.
Oremos
Dios todopoderoso, creador del cielo y la tierra, que, en tu gran sabiduría, encomendaste al hombre hacer cosas grandes y bellas, te pedimos por los que usen estos vehículos: que recorran su camino con precaución y seguridad, eviten toda imprudencia peligrosa para los otros, y, tanto si viajan por placer, trabajo o por necesidad, experimenten siempre la compañía de Cristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R. Amén Rocía con agua bendita
Conclusión del rito
El Señor os guíe en vuestros desplazamientos, para que hagáis en paz vuestro camino y un día lleguéis a la vida eterna. R. Amén, Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre +, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y sobre vuestros vehículos. R. Amén.