Culminadas las etapas y tareas del Sínodo Diocesano, su clausura da paso a un nuevo tiempo en la vida de la Iglesia de Sigüenza-Guadalajara. Como primeros frutos del nuevo período, en breve tiempo llegarán las llamadas constituciones sinodales o documentos que se han elaborado en las fases de grupos y de asamblea y que ha de aprobar el prelado diocesano. Una vez publicadas, estas sinodales servirán para inspirar los planes pastorales que monseñor Julián Ruiz Martorell y su equipo de gobierno juzguen idóneos para la vida diocesana y para la nueva evangelización que han de acometer las comunidades y los fieles de Sigüenza-Guadalajara.
Al nuevo período aludió directamente don Julián Ruiz en su homilía de la misa de clausura del domingo 23 en la catedral, como testimonian estas frases: “El Sínodo no concluye. Queda por delante la vida, y esperamos que sea vida abundante, fecunda… Nos espera el mar de la misión, el mar de la evangelización, del testimonio, del compromiso”. Idéntico planteamiento reflejaba el Mensaje de la Asamblea Sinodal al Pueblo de Dios, texto leído por el secretario general del Sínodo, Ángel Luis Toledano, al terminar la eucaristía.
Cabe añadir que asistieron más de medio millar de personas a la misa de clausura, de los que cerca del centenar eran sacerdotes; que monseñor Atilano Rodríguez concelebró a la derecha de don Julián; y que el Coro Parroquial de Molina de Aragón enriqueció la liturgia con sus notable intervenciones musicales.
MENSAJE DE LA ASAMBLEA SINODAL AL PUEBLO DE DIOS
1.- Es tiempo de caminar. Tiempo para recrear la ilusión y la esperanza. El Sínodo Diocesano de la Iglesia que peregrina en Sigüenza-Guadalajara no termina con la clausura. Continúa con la fase de aplicación de las propuestas sinodales, a la que todos estamos convocados, para una mejor evangelización. Todo comenzó el 2 de diciembre de 2018 con la eucaristía de apertura del Sínodo que, oficialmente, había convocado Don Atilano Rodríguez Martínez el 8 de septiembre de ese mismo año. La diócesis acogió con ilusión y esperanza la tarea, a la que se sumó con prontitud y entusiasmo el nuevo obispo D. Julián Ruiz Martorell. Se adivinaba un camino de gracia en la diócesis y para la diócesis.
2.- En estos años transcurridos, hemos recorrido un largo camino, bajo la acción del Espíritu Santo, por el que damos gracias a Dios. Un camino compartido de oración, escucha, reflexión y discernimiento. Un camino verdaderamente sinodal. Agradecemos también la generosa e inestimable aportación de todas nuestras parroquias, comunidades eclesiales, grupos sinodales, comisiones y tantísimas personas que han colaborado con total disponibilidad. Hemos vivido la sinodalidad al caminar juntos y unidos, en comunión y corresponsabilidad, como expresión y exigencia del bautismo. Un don del Espíritu que se nos concede para enriquecernos como Iglesia, ser evangelio vivo, buena noticia para nuestra sociedad y seguir construyendo el Reino de Dios en el mundo. No obstante, también hemos sentido la dura prueba del dolor provocado por la pandemia (covid-19), sus efectos y consecuencias, principalmente con la pérdida de tantas vidas humanas. Solo contando con la fuerza del Espíritu, hemos seguido caminando. Ha sido un tiempo de gracia y enriquecimiento comunitario.
3.- Después de la encuesta realizada en toda la diócesis, tras el trabajo de los grupos sinodales, de las diversas comisiones y de las mesas de ponencia, la Asamblea Sinodal, en cuatro sesiones, ha estudiado otros tantos núcleos temáticos con los siguientes títulos: Llamados, Desafiados, Evangelizamos y Servimos. Estos núcleos temáticos constituyen todo un itinerario de reflexión y discernimiento para la renovación de la vida eclesial y la evangelización: las personas (la familia, los jóvenes, la mujer, los alejados, los laicos, los pobres...); los contextos (el mundo rural, la vida pública, la acción social y caritativa, la comunicación, la ecología...); y los fundamentos de nuestra vida de fe (la vocación, la coherencia de vida, la comunión eclesial, la celebración y transmisión de la fe...). La escucha de todos, la oración permanente y confiada, y la reflexión y el discernimiento han guiado esta experiencia sinodal.
4.- Los desafíos y retos evidenciados solo podremos afrontarlos si seguimos avanzando con la dinámica y el espíritu de la sinodalidad. Con la confianza puesta en el Señor y en la acción de su Espíritu y abiertos al futuro con esperanza, lanzamos este mensaje a todo el Pueblo de Dios, a la Iglesia que camina en Sigüenza-Guadalajara, y a toda persona de buena voluntad que quiera contribuir a la construcción de una sociedad con valores, donde el Evangelio, la Buena Noticia, llegue a todos y sea semilla de un mundo mejor. Animados por el ejemplo y los mensajes permanentes del papa Francisco, queremos ser, en medio de nuestra sociedad, una Iglesia “en salida”, acogedora y samaritana, abierta a todos. Sintámonos invitados. Todos estamos llamados, en este momento, a acoger de corazón las propuestas sinodales como la forma mejor de servir a todos “para que tengan vida” (Jn 10,10).
5.- Este mensaje al Pueblo de Dios quiere transformarse finalmente en una oración humilde y confiada a Santa María, Madre de la Iglesia y Estrella de la Nueva Evangelización. Ella interceda por nosotros, para que, iluminados por la Palabra de Dios y en espíritu de verdadera conversión, vivamos unidos y firmes en la fe, para poner en práctica cuanto el Espíritu del Señor nos ha sugerido en el camino sinodal. Que Ella sea la luz que ilumine nuestro camino y nos sostenga en la tarea emprendida.