Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

 

Aquí estoy en este huerto,

sofocado,

jugando con el cadáver

que esta vida me ha entregado,

 

con este muerto que nació

a mi lado,

vive conmigo

y es mi amigo y mi enemigo.

 

De este muerto que se afana

en matarme cada día,

que sufre y ríe,

y que se ensaña conmigo;

 

que impasible me obliga

a esta marcha

de reloj medio averiado

que es la vida.

«Transitus» es el título de la exposición, que podrá visitar, excepto los lunes, hasta el 11 de diciembre, con obras de El Greco, Zurbarán, Carmona, Mena, Morales, …

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

"/La catedral de Santa María de Plasencia acogió el miércoles 11 de mayo el acto de inauguración de la exposición «Transitus», organizada por la Fundación Las Edades del Hombre. El acto estuvo presidido por el Rey de España, don Felipe VI. La exposición permanecerá abierta hasta el próximo 11 de diciembre.

La palabra latina «Transitus» se traduce por Tránsito, un término de muy amplia gama de significados y simbolismos. Por otro lado, aunque el territorio de la diócesis pertenece, sobre todo, a la provincia de Cáceres y a la comunidad autónoma de Extremadura, más de treinta parroquias de la diócesis, la zona de Béjar, se hallan civilmente en la provincia de Salamanca y región de Castilla y León, donde, en 1988, nacieron Las Edades del Hombres. Además, en alguna ocasión, Las Edades del Hombre han salido de Castilla y León: en 1995 con destino a Amberes; en 2002, a Nueva York; y en 2005, a la catedral de la Almudena de Madrid.

Desde 1988, ha habido exposiciones en todas las catedrales de las diócesis de Castilla y León, y en otras ciudades de la región como Arévalo, Sahagún de Campos, Carrión de los Condes, Ponferrada, Medina del Campo, Medina de Rioseco, Oña, Aranda de Duero, Cuéllar, Toro, Aguilar de Campoo y Lerma. Hasta ahora y ya con Plasencia, son 27 el número total de exposiciones de Las Edades del Hombre, la iniciativa más exitosa y longeva de exposiciones culturales de las últimas décadas en España.

 

Objetivos y estructuración

 

Bajo el título de «Transitus», se muestran 180 obras señaladas del arte sacro repartido por las tres diócesis extremeñas, de las que 60 pertenecen a diócesis la placentina. Ahora se reúnen en una exposición única para hacer posible «un proyecto cultural y evangelizador de primer nivel en el que vamos a encontrar el alma de Extremadura», resume Antonio Luis Galán, comisario de la exposición.

La muestra se divide en siete capítulos y un epílogo que narran, con olores y música incluidos en un recorrido sin barreras y adaptado igualmente a personas ciegas, el devenir histórico de la ciudad y la diócesis, su desarrollo social y religioso y la importancia que tuvieron diferentes personajes en las expediciones evangelizadoras en el tránsito al Nuevo Mundo y la Edad Moderna, y el enriquecimiento en todos los sentidos que ello supuso para las dos orillas.

Estos son los siete capítulos y el epílogo, con sus obras más destacadas, de una exposición que supone para Plasencia y Extremadura una oportunidad única, la que convierte a esa ciudad y a esta región en cita cultural del año en el país.

 

Capítulo I: Tierra de paso

 

A la exposición se accede a través de la portada románica de la catedral vieja y nada más entrar el visitante encontrará el pequeño pasadizo que le llevará al origen de la ciudad y las raíces de Extremadura, las romanas, visigodas, judías, musulmanas y cristianas y su influencia en una tierra de paso como la nuestra y, por ello, lugar de confluencia entre culturas y religiones.

Entre las obras que se muestran en este primer capítulo destacan elementos de arte de esas culturas que confluyeron en Plasencia, la lápida de la libertad (anónimo de finales del siglo XV) y el Cristo de los Doctores (anónimo del siglo XIV).

 

Capítulo II: Cambio de época

 

La llegada de los Reyes Católicos conlleva una época de cambios y un cambio de época, Plasencia vuelve a ser otra vez de dependencia real y el humanismo se abre paso como expresión cultural de este cambio. De ahí, que la literatura tenga un protagonismo especial en este capítulo de Las Edades del Hombre y de la mano de joyas históricas.

En cuanto a las obras destacan: las estaturas orantes de los Reyes Católicos (fechadas entre 1676 y 1678, de Pedro de Mena y Medrano); el busto de Carlos I de España y V de Alemania (del Círculo de Giovanni Angelo Montorsoli, hacia 1540); y el conjunto escultórico del Calvario (de Egas Cueman del siglo XV). Y, por supuesto, esas joyas literarias como son, entre otras, La tragicomedia de Calixto y Melibea de Fernando de Rojas (1502), La Odisea de Homero (1519) y Los cinco Misterios dolorosos de la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo en su sagrada Resurrección, de Lope de Vega (1582).

 

Capítulo III: una diócesis para una ciudad

 

En este capítulo, se incide especialmente en el origen de la diócesis de Plasencia y, por ello, cobran especial protagonismo los planos que muestran la construcción del conjunto catedralicio desde el XIII al XVI, los patronos de la diócesis y obispos destacados como Pedro Ponce de León. La diócesis entendida como un pueblo que transita en un lugar a través de los siglos, guiado por sus pastores y alentado por sus santos, especialmente relevantes en el siglo XVI.

Entre las obras que se exponen en este capítulo, destacan las figuras de san Pedro de Alcántara confesando a santa Teresa, y también las de los patronos, san Fulgencio y santa Florentina y, especialmente, el plano original de Plasencia que Luis de Toro realizó en 1573 y que es, además, el cartel de «Transitus», que es la imagen que ilustra este artículo.

 

Capítulo IV: La historia de la salvación

 

A lo largo de este capítulo, se narra el nacimiento de Jesús, su adolescencia, su vida pública, su muerte y resurrección y, con ella, el nacimiento de la Iglesia. De ahí, que la gran pila bautismal de Jaraíz de la Vera sea la primera obra con la que se encuentre el visitante nada más acceder a la sala. Y es que, es, a través del sacramento del bautismo por el que se pasa a formar parte de la Iglesia, para ir al encuentro de Dios, que ha transitado por la historia de los hombres haciéndola historia de salvación, cuyo culmen es la Pascua de Jesús.

Además de la pila bautismal, en este capítulo destacan, entre otras, el retablo para la capilla de Ginés Martínez (obra de Luis de Morales realizada entre 1565 y 1566), La última cena (de Juan Correa de Vivar, 1546-1550), Las bodas de Caná (XVI), el Cristo crucificado (de Lucas Mislata de la segunda mitad del XVI), el cuadro de la Piedad (de Luis de Morales, hacia 1565) y la escultura de la Piedad (de Alonso Hipólito, de 1559).

 

Capítulo V: La Reforma de Trento

 

Nacida de la Pascua, la Iglesia, por su condición de peregrina, está en tránsito permanente hacia la plenitud. Y es aquí donde cobra una relevancia excepcional el concilio que centra este capítulo, el que, además de rebatir las tesis protestantes, fija la doctrina de la Iglesia y pone en marcha un gran movimiento de espiritualidad de la mano de santos destacados. Se trata del capítulo más potente de Las Edades del Hombre 2022 desde el punto de vista artístico.

Entre las muchas obras destacadas que se dan cita en él, están Jesús Salvador (El Greco, 1602-1605), la Coronación de la Virgen (El Greco, 1591-1592), las ánforas para consagrar los óleos en la misa crismal, El bautismo de Jesús (de Francisco Rizi de Guevara de 1678), La asunción de la Virgen y el Cristo de la agonía o el desamparo (ambos de Luis Salvador Carmona),  y tres grandes óleos de Francisco de Zurbarán: Cristo crucificado,  Imposición de la casulla a san Ildefonso y Tentaciones de san Jerónimo.

 

Capítulo VI: Entre dos sueños

 

El visitante entrará ahora en un pequeño pasillo en el que sentirá que recorre en un barco el mar rumbo hacia el descubrimiento del Nuevo Mundo. Y podrá escuchar y ver un audiovisual para conocer la importancia de Extremadura y los extremeños en estas expediciones, esas que se llevaron a cabo en respuesta al sueño de todo hombre de ir más allá. Por eso, hombres como Hernán Cortés, Vasco Núñez de Balboa o Francisco de Pizarro cobran un protagonismo especial.

Entre las obras destacan la carta del Papa Alejandro VI a los Reyes Católicos en la que divide el mundo entre las coronas de Portugal y Castilla (4 de mayo de 1493), el busto de Francisco Pizarro (de Enrique Pérez Comendador) y la visita hecha por Carlos V a Hernán Cortés (de José Caballero Villarroel, de 1870).

 

Capítulo VII: La obra de la evangelización

 

El último capítulo lleva al visitante a adentrarse en la estructura de un barco para vislumbrar el proyecto evangelizador en el Nuevo Mundo porque ese era el fin de las expediciones. Aun con luces y sombras, se muestra la importante labor de los misioneros y el mayor fruto de España en esta misión, porque a diferencia de otros países hace un mestizaje, como representa santa Rosa de Lima, su padre era extremeño y se casó con una nativa. Y este mestizaje y la labor desarrollada por los misioneros y los extremeños que acudieron al Nuevo Mundo conlleva el enriquecimiento cultural que se logra en las dos orillas.

En este último capítulo, en el que figuran en grandes paneles los nombres de los hombres y mujeres que en los siglos XV, XVI y XVII partieron desde Extremadura a América y hay también una reproducción a escala de la nao San Pedro, hay obras destacadas como el Cristo de la Encina (anónimo del siglo XVIII), la urna eucarística (una joya del arte novohispano, 1673-1690) o el Cristo del Sagrario (un anónimo de principios del XVII).

 

Epílogo: Rema mar adentro

 

«Transitus» se cierra con un epílogo protagonizado por una sola obra: el retablo de la Asunción, de Jorge de la Rúa y Juan Flores (1561). Un cuadro en el que hay dos espacios, uno celestial con la Virgen rodeada de ángeles que se convierte en esperanza del pueblo creyente, y otra terrenal con los apóstoles, a los que Jesús envió a evangelizar.

Una obra con la que Las Edades del Hombre recuerdan el mensaje que Jesús transmitió a Pedro, «el que nos transmite a todos, porque todos estamos llamados a evangelizar más dentro, más lejos, en otros espacios, en otros lugares», recuerda Antonio Luis Galán. Porque «Transitus» no solo refleja el proyecto evangelizador llevado a cabo en el paso a la Edad Moderna, sino la necesidad de que el tránsito continúe, de seguir adelante con esa misión evangelizadora.

 


 

Informaciones prácticas de «Transitus» en Plasencia

 

La exposición se podrá visitar hasta el puente de diciembre de martes a viernes de 10 a 14 y de 16 a 20 horas. Los sábados, domingos y festivos, de 10 a 20 horas, de modo ininterrumpido. La admisión terminará 45 minutos antes del cierre. Los lunes permanecerá cerrada. Para reservas, se ha habilitado el teléfono: 927 041 124 y el correo electrónico Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Las entradas se adquirirán en la Casa de la Mitra, el edificio de finales del siglo XIX ubicado frente a la Casa del Deán y al lado de la catedral, que se ha reformado para hacer las funciones de oficina de Las Edades del Hombre. La entrada individual es de 6 euros y hay visitas guiadas para grupos de no más de 20 personas por 125 euros. Lo cual incluye la entrada, dura aproximadamente 70 minutos y es necesario reservar previamente. No se admiten guías de grupos a excepción de los especialistas en arte sacro de la exposición.

Toda la información de la exposición se puede encontrar en la web www.transitus2022.com

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 1 de julio de 2022

Guía para el trabajo sinodal en grupos del tema quinto, sesiones primera y segunda, del cuaderno primero, "Llamados", de nuestro Sínodo de Sigüenza-Guadalajara

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Es muy importante aclarar, aunque parezca una obviedad, que la comunión eclesial no es la recepción de la Eucaristía (aunque sí sea esta una de sus fuentes, medios, consecuencias y exigencias), sino el modo propio de ser y de vivir en la Iglesia

La Iglesia es misterio, comunión y misión. La Iglesia es para evangelizar, es misionera en su misma raíz e identidad. La Iglesia –nos lo han recordado reiteradamente tanto desde el Vaticano II como desde la enseñanza de los papas y los obispos- no es un fin en sí misma: la Iglesia es para evangelizar. Y si la Iglesia no evangelizara, dejaría de ser la luz y la sal a la que está llamada.

La Iglesia es asamblea, reunión, congregación. La Iglesia es común unión (común-unión, comunión). La Iglesia es la familia de Dios, el pueblo santo de Dios, el cuerpo místico de Cristo, la grey de Jesucristo, el grupo estable y unido en la diversidad de los discípulos misioneros del Señor crucificado y resucitado.

 

Iglesia es comunión

 

La Iglesia es, en palabra griega y muy común en el lenguaje eclesial, koinonía, que significa comunión; como concepto teológico alude a la comunión eclesial y a los vínculos que esta misma genera entre los miembros de la Iglesia y Dios, revelado en Jesucristo y actuante en la historia por medio del Espíritu Santo”.

Y la koinonía es una de las cuatro dimensiones fundamentales de la identidad y misión de la Iglesia: (1) COMUNIÓN (koinonía), (2) TESTIMONIO (martyria), (3) SERVICIO o CARIDAD (diakonia), y (4) CELEBRACIÓN (leitourgía).

 

 

Concilio Vaticano II

 

Y para seguir aclarando y explicando lo que es la comunión eclesial, he aquí dos textos del documento del Concilio Vaticano II sobre la identidad y misión de la Iglesia. “Lumen Gentium” (LG) es el nombre de este documento, frase latina, que, en español, se traduce como “Luz de las gentes”:

«La Iglesia es en Cristo como un sacramento, es decir, como signo e instrumento de la comunión íntima con Dios y de la unidad del género humano» (LG 1).

«La comunión eclesial se difunde en todos los niveles, tanto en la dirección vertical de la comunión de la Iglesia peregrina con la Iglesia celestial, como en la dirección horizontal, hacia toda la familia humana, para quien la Iglesia constituye un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación» (LG 9).

Todo esto, que técnicamente es lo que se denomina eclesiología de comunión, no puede reducirse a puras cuestiones de organización y menos aún de ámbitos o esferas de decisión o de poder (menos aún entendido el poder al modo mundano) y conlleva una correcta relación entre la unidad y la pluriformidad en esta, y reclama la participación y la corresponsabilidad en todos los niveles.

 

La Iglesia, casa y escuela de la comunión

 

El Papa San Juan Pablo II el 6 de enero de 2001, hizo pública su carta apostólica “Novo millennio ineunte“(Al comienzo del nuevo milenio). En su capítulo cuarto, titulado “Testigos del amor”, desarrolla el tema de la comunión eclesial, y lo hace de un modo tan hermoso y completo que sus ideas son verdaderas brújulas y carta de navegación en relación con la comunión.

"Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión -afirma San Juan Pablo II-: este es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo".

"… Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado. Espiritualidad de la comunión significa, además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como uno que me pertenece, para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. Espiritualidad de la comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios; un don para mí, además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente. En fin, espiritualidad de la comunión es saber dar espacio al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos acechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias…".

La comunión eclesial se traducirá en corresponsabilidad, en que cada uno ponga sus propios dones y talentos para el bien de los demás, en que cada uno haga lo que tenga que hacer. La comunión no es confusión de carismas, de servicios y de tareas, sino coordinación y conjunción. Es unir fuerzas, es remar juntos.

La comunión no resta, sino suma, no divide sino multiplica.   Y todo ello en todos y cada uno las realidades eclesiales: el Papa es el principio y el fundamento de la comunión. Los obispos han de vivir la comunión con el Papa hacia los demás obispos y hacia cada uno de sus presbíteros y fieles laicos. La comunión, además, es un camino de ida y vuelta. Requiere reciprocidad afectiva y efectiva desde el propio carisma dentro de la Iglesia.

Los laicos encuentran su identidad y su misión en la Iglesia mediante la comunión y el servicio, como expresión de corresponsabilidad. Son Iglesia. Están en su misma entraña. Hacen Iglesia a través de su participación activa y comprometida en los consejos pastorales y de economía diocesanos y parroquiales, mediante el ministerio de la catequesis, en la prestación de servicios a las instituciones sociales y caritativas de la Iglesia, en la colaboración en coros musicales o en los distintos equipos parroquiales, en grupos de oración y de vida, en su participación en las escuelas de Teología y de sus distintas ramas para todo el pueblo de Dios, colaborando en la limpieza y en el ornato del templo y de las sedes eclesiales...

 

La comunión, base y expresión de la sinodalidad

 

La Comisión Teológica Internacional en el documento titulado “La sinodalidad en la vida y misión de la Iglesia(2-3-2018) nos ofrece cuatro pensamientos claves acerca de la comunión eclesial:

 

1.- La eclesiología del Pueblo de Dios destaca la común dignidad y misión de todos los bautizados en el ejercicio de la multiforme y ordenada riqueza de sus carismas, de su vocación, de sus ministerios.

2.- La fidelidad a la doctrina apostólica y la celebración de la Eucaristía bajo la guía del obispo, sucesor de los apóstoles, el ejercicio ordenado de los diversos ministerios y el primado de la comunión en el recíproco servicio para alabanza y gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo: estos son los rasgos distintivos de la verdadera Iglesia.

3.- Primaria y fundante, en la vida de la Iglesia, es la dimensión de la comunión que implica una ordenada práctica sinodal en varios niveles, con la valorización del sensus fidei fidelium (el sentido de la fe de los fieles) en intrínseca relación con el ministerio específico de los obispos y del Papa.

4.- La Iglesia participa, en Cristo Jesús y mediante el Espíritu Santo, en la vida de comunión de la Santísima Trinidad destinada a abrazar a toda la humanidad. En el don y en el compromiso de la comunión se encuentran la fuente, la forma y el objetivo de la sinodalidad en cuanto que expresa el específico modus vivendi et operandi (modo de vivir y de actuar) del Pueblo de Dios en la participación responsable y ordenada de todos sus miembros en el discernimiento y puesta en práctica de los caminos de su misión.

 

Parroquia y comunión eclesial

 

Con fecha 20 de junio de 2020, el Papa Francisco autorizó e hizo suya la publicación de una instrucción pastoral de la Congregación vaticana para el Clero, titulada “La conversión pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia”.  Recogemos algunas frases, ideas y pensamientos claves de la misma sobre la comunión eclesial:

La Iglesia, «fiel a su propia tradición y consciente a la vez de la universalidad de su misión, puede entrar en comunión con las diversas formas de cultura; comunión que enriquece al mismo tiempo a la propia Iglesia y a las diferentes culturas».

Los diferentes componentes en los que la parroquia se articula están llamados a la comunión y a la unidad.

El párroco y los demás presbíteros, en comunión con el obispo, son una referencia fundamental para la comunidad parroquial, por la tarea de pastores que les corresponde.

Los fieles laicos deben estar en plena comunión con la Iglesia católica, haber recibido la formación adecuada para la función que están llamados a realizar, así como tener una conducta personal y pastoral ejemplar, que les dé autoridad para llevar a cabo el servicio.

El sentido teológico del consejo pastoral se inscribe en la realidad constitutiva de la Iglesia, es decir, su ser “Cuerpo de Cristo”, que genera una “espiritualidad de comunión”.

La acción pastoral debe ir más allá de la mera delimitación territorial de la parroquia, para trasparentar más claramente la comunión eclesial a través de la sinergia entre ministerios y carismas e, igualmente, estructurarse como una “pastoral de conjunto” al servicio de la diócesis y su misión.

 

Texto del obispo diocesano

 

“Al contemplar el momento presente y vislumbrar el futuro con la mirada de la fe, considero que es una verdadera gracia de Dios el experimentar este momento de comunión y corresponsabilidad entre todos los miembros del Pueblo de Dios. Cada uno, desde su propio carisma, es llamado a colaborar activamente con los demás para renovar la esperanza de tantas personas heridas y para encontrar nuevas respuestas evangelizadoras, teniendo en cuenta la misión de toda la Iglesia.

La vivencia de la comunión, iluminada y alimentada por la espiritualidad de comunión, tiene que renovar en todos los bautizados “la capacidad para sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como uno que nos pertenece, para saber compartir con él sus alegrías y sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad” (NMI 43), (Carta pastoral “Con gratitud y esperanza”, página 19).

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 24 de junio de 2022

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

 

"/Ser peregrino en la Tierra de Jesús corre el riesgo de visitar únicamente los lugares más emblemáticos y dejar de conocer la vida diaria de los cristianos que integran las diversas presencias que mantienen las Congregaciones religiosas en Tierra Santa.

Al visitar la piscina de Betesda, nos hemos sorprendido al ver la exposición que se mostraba el 19 de junio en los jardines del entorno de la iglesia de Santa Ana, regida por los PP. Blancos. Se  convocaban allí todos los carismas contemplativos y monásticos presentes en la tierra de Jesús.

Las monjas y los monjes de las diferentes Órdenes y Congregaciones exhibían su trabajo artesano y comunicaban su carisma. Así, se podía leer en los distintos puestos: “Monjas Carmelitas del Pater Noster”; “Clarisas de Nazaret”, “Benedictinos de la Dormición de María”, “Hermanitas de Belén”; “Hermanitas de Jesús”; “Congregación del Verbo Encarnado”. Al llegar a la mesa de las religiosas de Nuestras Señora de Matará, un religioso con su guitarra incendió nuestro grupo español, que entusiasmado daba voz a la conocida canción “¡Que viva España!”

Ha sido en Nazaret, en la visita a la capilla de san Carlos de Foucauld, donde hemos sido testigos de la presencia de un joven “Hermanito de Jesús”, quien nos introdujo en la vida de su fundador, recién canonizado por la Iglesia. El rostro luminoso, acogedor y sereno del religioso nos transmitió lo que significa desear vivir a la manera del Nazareno la vida diaria. “Dios no es solo el de los domingos, sino de todos los días”. Y al final, contemplando los últimos momentos de Jesús en la Cruz, rezamos la oración del abandono que escribió Foucauld.

Al llegar a Cafarnaúm, sabíamos de la presencia discreta, retirada, orante, que lleva Mons. José Vilaplana, obispo emérito de Huelva, que una  vez que el Papa aceptó su renuncia, se ha retirado a las orillas del Lago de Galilea para contemplar los hechos y dichos de Jesús en  el pueblo de san Pedro. D. José nos dirigió unas palabras, y resaltó el gesto de la curación de la suegra del apóstol Pedro para decir que ante la debilidad, la enfermedad y la necesidad, Jesús alarga su mano y nos levanta de la postración. Al final, subido al autobús del grupo de peregrinos de la parroquia de Nuestra Señora del Huerto de Pamplona, nos bendijo y se volvió al convento de  franciscanos, donde cada día se une a los tres frailes en sus oraciones y trabajos.

Saludar como a un amigo a Daniel en Belén, o a Dimitrios, en Jerusalén, cristianos palestinos; cruzarse por las calles de Jerusalén con religiosas que viven en la ciudad y saludarlas con afecto; hospedarse como en casa propia en las Franciscanas Misioneras de María, junto a la Puerta de Damasco; escuchar en vivo cómo se desarrolla la pertenencia de un miembro de un kibutz; abrazar al fraile Jorge, natural de Ghana, que cuida la Basílica de la Anunciación; visitar la catedral de los melquitas, inmersión icónica, y la de los armenios, donde se conmemora el martirio del apóstol Santiago, es una forma distinta de peregrinar, además de venerar los lugares del nacimiento de Jesús , el Monte de los Olivos, el Monte Sión, y el Santo Sepulcro.

Parece un sueño poder estar a las orillas del Lago de Galilea, sin prisa, mecido por sus aguas, acariciado por la brisa, sentir la templanza del clima, hacer oración con el rumor de las olas, extasiarse en el reflejo de la luz del sol al atardece… Pasan los días, y la memoria recrea la presencia del Maestro por las calles de Cafarnaúm.

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

 

Inmaculada María,

que llevó a Dios en su vientre,

propicia que yo me adentre

en divina compañía.

 

Sé mi luz y sé mi guía

hasta que con Él me encuentre.

¡Dichoso quien reencuentre

a Jesús, que da alegría!

 

Te ofrendo esta poesía

porque Dios, en ti, me encuentre

cuando el orbe en Él se centre.

 

Como el sol de mediodía

eres hacia Dios la vía.

Quien te siente su voz siente

y siente a Dios en su mente,

 

que eres la unitiva vía

hacia Cristo, realmente,

luminiscente María.

 

 

 

Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016.

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Poema del libro 'Los versos del cardenal'.

https://aache.com/tienda/es/655-cantil-de-cantos-ix.html

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

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