Reflexiones sobre el papel de la Virgen María en la vida cristiana, al hilo de los dos últimos Papas y del Concilio Vaticano II y más allá de su ciclo festivo y principales celebraciones

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Aunque las principales citas del ciclo festivo y celebrativo en honor de la Virgen María haya ya pasada, mientras aguarda a la llegada del mes de octubre, el mes del Rosario, y a los cultos de preparación y fiesta, en diciembre, de la Inmaculada Concepción, María Santísima, la Madre de Jesús y la Madre de la Iglesia y de todos los hombres, continúa presente como una de las principales fuerzas y tesoros de la vida del cristiano y de la comunidad eclesial.

María es la madre que siempre permanece, guía, intercede y ama.  Y en este sentido, recuperamos hoy su figura mediante textos de los dos últimos Papas y del Concilio Vaticano II, que ofrecemos tras hacer un recorrido por los doce meses del año para comprobar cómo en todos ellos está muy presenta la Virgen María.

 

Todo el año celebra a María Santísima

Y es que todo tiempo, todo el año cristiano está salpicando de su presencia. Así, por recorrer los doce meses del año, en enero nos encontramos, ya su día primero, con la fiesta de Santa Madre de Dios. El 2 de febrero es la Virgen de las Candelas, festividad litúrgica de la Presentación del Niño Jesús en el templo y de la purificación de su santísima madre. El 25 de marzo es la Anunciación a María de la encarnación en sus purísimas entrañas.

En abril, al hilo de la Pascua de resurrección, emerge con fuerza la figura de María la virgen de la Alegría y de la Pascua. Mayo es el mes de las flores a María y son numerosas las advocaciones locales que celebran fiesta en este mes, al igual que en junio, en honor de Ella.

 En julio destaca la fiesta de la Virgen del Carmen (día 16). En agosto, el día 15 es la Asunción de María, amén de tantas y tantísimas celebraciones locales, bajo distintas y numerosas advocaciones. Lo mismo que acontece en septiembre, con cuatro grandes citas en el calendario de la Iglesia universal: día 8, Natividad de María; día 12, Dulce Nombre de María; día 15, Virgen de los Dolores; y día 24, Virgen de las Mercedes.

Octubre es el mes del Rosario de María Santísima y el día 12 es la fiesta de la Virgen del Pilar. El 21 de noviembre es la memoria litúrgica de la Presentación de la Virgen María (la Virgen Niña) en el templo. Y en diciembre, el día 8 es la Inmaculada Concepción y el 25, la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, su Hijo.

 

 

María en 10 pinceladas del Papa Francisco

1.- Bajo su guía maternal nos conduce a estar cada vez más unidos a su Hijo Jesús.

2.- María nos da la salud, es nuestra salud. María es madre y una madre se preocupa sobre todo por la salud de sus hijos, sabe cuidarla siempre con amor grande y tierno.

María es la mamá que nos dona la salud en el crecimiento, para afrontar y superar los problemas, en hacernos libres para las opciones definitivas; la mamá que nos enseña a ser fecundos, a estar abiertos a la vida y a ser cada vez más fecundos en el bien, en la alegría, en la esperanza, a no perder jamás la esperanza, a donar vida a los demás, vida física y espiritual.

3.- Es una mamá ayuda a los hijos a crecer y quiere que crezcan bien, por ello los educa a no ceder a la pereza -que también se deriva de un cierto bienestar – a no conformarse con una vida cómoda que se contenta sólo con tener algunas cosas. Es la mamá cuida a los hijos para que crezcan más y más, crezcan fuertes, capaces de asumir responsabilidades, de asumir compromisos en la vida, de tender hacia grandes ideales. La Virgen hace precisamente esto con nosotros, nos ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la tentación de ser hombres y cristianos de una manera superficial, sino a vivir con responsabilidad, a tender cada vez más hacia lo alto.

4.- Es una mamá además que piensa en la salud de sus hijos, educándolos también a afrontar las dificultades de la vida. No se educa, no se cuida la salud evitando los problemas, como si la vida fuera una autopista sin obstáculos. La mamá ayuda a los hijos a mirar con realismo los problemas de la vida y a no perderse en ellos, sino a afrontarlos con valentía, a no ser débiles, y saberlos superar, en un sano equilibrio que una madre "siente" entre las áreas de seguridad y las zonas de riesgo. Y esto una madre sabe hacerlo.

5.- Es una madre que lleva al hijo no siempre sobre el camino “seguro”, porque de esta manera no puede crecer. Pero tampoco solamente sobre el riesgo, porque es peligroso. Una madre sabe equilibrar estas cosas. Una vida sin retos no existe y un chico o una chica que no sepa afrontarlos poniéndose en juego ¡no tiene columna vertebral!

6.- María ha vivido muchos momentos no fáciles en su vida, desde el nacimiento de Jesús, cuando para ellos "no había lugar para ellos en el albergue" y hasta el Calvario. Y como una buena madre, está cerca de nosotros, para que nunca perdamos el valor ante las adversidades de la vida, ante nuestra debilidad, ante nuestros pecados: nos da fuerza, nos muestra el camino de su Hijo.

7.- Jesús en la cruz le dice a María, indicando a Juan: "¡Mujer, aquí tienes a tu hijo!" y a Juan: "Aquí tienes a tu madre”. En este discípulo todos estamos representados: el Señor nos confía en las manos llenas de amor y de ternura de la Madre, para que sintamos que nos sostiene al afrontar y vencer las dificultades de nuestro camino humano y cristiano.  A no tener miedo de las dificultades. A afrontarlas con la ayuda de la madre.

8.- Una buena mamá no sólo acompaña a los niños en el crecimiento, sin evitar los problemas, los desafíos de la vida, una buena mamá ayuda también a tomar las decisiones definitivas con libertad.

9.- María es maestra de la verdadera libertad. Donde reina la filosofía de lo provisorio, ¿qué significa libertad? Por cierto, no es hacer todo lo que uno quiere, dejarse dominar por las pasiones, pasar de una experiencia a otra sin discernimiento, seguir las modas del momento. Libertad no significa, por así decirlo, tirar por la ventana todo lo que no nos gusta. La libertad se nos dona ¡para que sepamos optar por las cosas buenas en la vida!

10.- Toda la existencia de María es un himno a la vida, un himno de amor a la vida: ha generado a Jesús en la carne y ha acompañado el nacimiento de la Iglesia en el Calvario y en el Cenáculo.

 

El Magníficat de María en 7 apuntes de Benedicto XVI

(1) Después de la Anunciación, cuando el Ángel desapareció de su presencia, María se encontró con un gran misterio en su seno; sabía que algo extraordinariamente único había ocurrido; se daba cuenta de que había comenzado el último capítulo de la historia de la salvación. Pero todo, junto a Ella, había permanecido como antes y, para el pueblo de Nazaret, todo lo que le había acontecido a Ella, lo desconocía completamente.

(2)  Antes de preocuparse de Ella misma, María piensa en la anciana Isabel, que ha sabido estaba encinta de manera avanzada, y, empujada por el misterio de amor que apenas había acogido en sí misma, se pone en camino a prisa para ir a ofrecer su ayuda. ¡He aquí la grandeza sencilla y sublime de María!

(3) Cuando llega a la casa de Isabel, ocurre un hecho que ningún pintor podrá jamás retratar con la belleza y la profundidad de lo ocurrido. La luz interior del Espíritu Santo envuelve a sus personas. E Isabel, iluminada de lo Alto, exclama: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, el niño saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!”.

(4) Las palabras de Isabel encienden en su espíritu un cántico de alabanza, que es una auténtica y profunda lectura teológica de la historia. Una lectura que nosotros debemos aprender continuamente de Ella, cuya fe está libre de sombras y es inquebrantable: “¡Proclama mi alma la grandeza del Señor!”.

(5) María reconoce la grandeza de Dios. Este es el primer e indispensable sentimiento de la fe, el sentimiento que da seguridad a la criatura humana y la libera del miedo, incluso en medio de los avatares de la historia.

(6) Su fe le ha hecho ver que los tronos de los poderosos de este mundo son todos provisionales, mientras el trono de Dios es la única roca que no cambia y no cae. Su Magníficat, a distancia de siglos y milenios, permanece como la más verdadera y profunda interpretación de la historia, mientras que las lecturas hechas por tantos sabios de este mundo han sido desmentidas por los hechos en el curso de los siglos».

(7) Volvamos a casa con el Magníficat el corazón. Llevemos con nosotros los mismos sentimientos de alabanza y de acción de gracias de María hacia el Señor, su fe y su esperanza. Su dócil abandono en las manos de la Providencia. En efecto, solamente acogiendo el amor de Dios y haciendo de nuestra existencia un servicio desinteresado y generoso al prójimo, podremos elevar con alegría un canto de alabanza al Señor.

 

María en el Concilio Vaticano II

El Concilio Vaticano II señaló y subrayó con las palabras siguientes los cuatro grandes rasgos de la verdadera devoción mariana: veneración, amor, oración e imitación.Venerar a María es reconocer y aplaudir su grandeza y los prodigios que Dios obró en ella. Es tributar culto a la “llena de gracia”, a la “bienaventurada de todas las generaciones”. Como exclamara su prima Isabel, en la Visitación, fiesta litúrgica que hoy celebramos, la visita y la presencia de María en nuestras vidas es siempre tiempo de gracia y de alabanza: “¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?… ¡Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!”

Amar a María es amar a nuestra Madre, es amar al orgullo de raza, es amar a la Madre de Jesucristo, de quien nos viene la salvación. El culto a María Santísima requiere un amor efectivo y afectivo, tierno, filial, adulto y generoso. Y es que ¿hará falta decirle a un hijo que ame a su madre?

Invocar a María es acudir en ayuda de quien nos ama y nos socorre perpetuamente. “Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído que ninguno de los que ha acudido a Vos, implorando vuestra asistencia ha sido desamparado de Vos”, exclamaba san Bernardo de Claraval. Y, por su parte, san Francisco de Asís, oraba “Santa María, valedme”. “Ora pro nobis”, “ruega por nosotros”, rezamos constantemente el pueblo fiel.

Imitar a María es la consecuencia lógica de todo lo anterior y la exigencia de nuestra condición de cristianos. Nos miramos en María. Su vida es un evangelio abierto. “¡Madre, que quien me mire, te vea!”

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 17 de septiembre de 2021

Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

“Ahora me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo, que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro” (Col 1, 24).

Yo no puedo completar la Cruz de Cristo, todo está consumado y con la ofrenda del Crucificado se ha llevado a plenitud la Redención. No falta nada para que el mundo se sepa redimido, reconciliado, transfigurado, elevado a los ojos de Dios como ofrenda grata, gracias a la oblación de su Hijo amado.

La expresión paulina: “completo en mi carne los dolores de Cristo”, no significa que yo perfeccione a Cristo, sino que Él me permite experimentar algo de lo que sufrió y padeció por mí y por toda la humanidad.

La Cruz asumida me asemeja al Crucificado, la prueba me unge, me cristifica, y me permite comprender mejor lo que el Señor ha padecido por mí. Muchos santos han pedido la gracia de compartir con Jesús sus dolores, y si uno no tiene valor para pedir la Cruz, puede, sin embargo, aceptar y trascender la prueba y abrazar los acontecimientos adversos, como el Señor los abrazó por mí.

La naturaleza huye de la Cruz, del sufrimiento y de lo que siente contrario, mas si la contrariedad se reinterpreta como privilegio de poder compartir la suerte del Nazareno, cabe, en medio del dolor, sentir el privilegio de unirse al Crucificado, y de acompañarlo en su ofrenda.

El discurso sobre el sufrimiento no puede ser especulativo, ni cabe hacer demagogia con él. El dolor es sagrado, y será el título más noble que presentemos ante Dios, cuando nos reciba, una vez atravesada nuestra existencia. La unción de la Cruz nos identifica con Cristo. Quienes puedan presentarse ante el Señor, habiendo llevado en vida las heridas y llagas de su Pasión, recibirán el título de bienaventurados, como dice el Evangelio de san Lucas: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado” (Lc 16, 25).

Sin que quiera dulcificar el dolor ni relativizar la angustia; sin caer en el discurso evasivo ante el drama que padecen tantas personas, desde la fe es posible cargar, a manera del Cirineo, con el peso que otros llevan sin consuelo ni esperanza, bebiendo el sorbo de hiel que significa el sufrimiento mirando al Crucificado.

Si no se puede tener una interpretación del dolor tan luminosa, nunca se perderá haber participado de la Cruz de Cristo. Él mismo reivindicará como título noble haber sufrido: “Ven, bendito de mi Padre, porque tú sufriste mucho en vida”. Pero si desde la contemplación del Crucificado asumimos la prueba, además de ser un mérito para el día del encuentro definitivo con Dios, será una experiencia de gracia, al poder compartir con Jesús sus padecimientos.

No deja de ser significativo el gesto litúrgico de bendecir trazando una cruz sobre los fieles. Un cristiano reconoce en el Crucificado a su Salvador, a su Redentor, a su Señor, y desde esta certeza le agradece su ofrenda y hasta cabe que desee unirse a ella, en favor de toda la humanidad.

 

Por Pilar Arnas

(de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

 

 

 

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INTERCAMBIOS

 

En esta ocasión, con permiso de nuestros amigos Jacinto y Ramiro, os remito este correo que se intercambiaron cuando nos encontrábamos recluidos por esta pandemia y que, ahora, me reenvían haciéndome partícipe de la franca comunicación que se establece entre amigos.

 

"Querido Ramiro estoy admirado de las bondades de Dios.

La reclusión forzada que ha impuesto esta pandemia no me ha liberado de una incipiente angustia que sólo la oración ha permitido alejar.

No sé qué hubiera sido de mí si no hubiera podido participar de la Santa Misa que diariamente se me ofrecía a través de Youtube.

El Rosario lo he vivido con especial fervor pues he necesitado el acompañamiento de nuestra Santísima Madre.

He conocido el sufrimiento de amigos que han padecido la muerte de familiares en total soledad, sin poderles acompañar cuando se dispusieron a realizar su último viaje.

Sucedieron meses de parcial aislamiento y supliqué al Buen Dios paciencia, aceptación de la cruz y fortaleza para unirme, al menos espiritualmente, a tantos hermanos de cuyo sufrimiento no me faltaron noticias.

Gritaba, sin saberlo, solicitando algo de luz, pues estaba envuelto en vanos afectos de mi vida pasada y el presente me era difícil de digerir.

Mi querido Ramiro, tu amigo se ha sentido un miembro más de esta humanidad sufriente.

Ahora entiendo que la oración, suavemente, presentó sus frutos y agradezco al Señor la gracia de poder orar y sufrir con mis queridos hermanos.

Momentos de oración me han permitido conocer cómo muchos de los que partieron al definitivo hogar fácilmente supieron despegarse de las pequeñeces de nuestra existencia y se aferraron al Amor que les daba la bienvenida.

Dejé de estar angustiado. Mi encuentro personal con el Señor pasó a ser tranquilo y confiado.

Mi pobre memoria lo representaba glorioso y colmado de misericordia. El sinsentido que encontraba en esta pandemia, empiezo a vivirlo con aceptación y al sufrimiento compartido le doy la bienvenida.

Tengo que agradecer al Buen Dios que me permite ver su misericordia tanto en tiempos de bonanza como en tiempos de sufrimiento. Todo me lleva a su alabanza. Vivo, con gratitud, mi pequeñez que posibilita sentirme totalmente necesitado de Él.

Todos los días, en oración, me presento al Señor como un niño bien necesitado y Él me mima con dulzuras y luces que yo no sabría expresar.

Ramiro, la edad no me impide sentirme muy niño y en esta condición participo, como nunca, de los juegos que el Señor elije para recrearse conmigo

Recibe un fraterno abrazo

¡Dios te bendiga y María te acompañe siempre! "

 

(1) Jacinto y Ramiro, son dos consocios miembros de las Conferencias de San Vicente, que ya han protagonizado algunos otros artículos publicados en esta misma página web

 

 

ENGLISH

 

 

EXCHANGES

 

On this occasion, with the permission of our friends Jacinto and Ramiro, I am sending you this e-mail that they exchanged when we were in lockdown due to the pandemic and which they have now forwarded to me, sharing with me the open communication that friends establish.

 

“Dear Ramiro, I am in awe of God's bounty.

 The forced seclusion imposed by the pandemic has not freed me from an emerging distress that only prayer has allowed me to release.

 I don't know what would have become of me if I had not participated in the Holy Mass offered to me daily via Youtube.

 I have lived the Rosary with special zeal because I needed the support of our Blessed Mother.

 I have known the suffering of friends who have endured the death of family members in total loneliness, unable to be with them as they prepared their last journey.

Months of partial isolation followed and I begged the Good Lord for patience, acceptance of the cross and the strength to unite myself, at least spiritually, with so many brothers and sisters of whom I knew the suffering.

I was shouting without knowing it, asking for some light, for I was caught in the futile attachments of my past life, and the present was hard to bear.

My dear Ramiro, your friend has felt like any other member of the suffering humankind.

Now I understand that prayer, gently, has borne fruit and I thank the Lord for the grace of being able to pray and suffer with my dear brothers and sisters.

Moments of prayer have allowed me to know how many of those who left for their final home could easily detach themselves from the pettiness of our existence and clung to the Love that welcomed them.

I ceased to be distressed. My personal encounter with the Lord became calm and confident.

My poor memory depicted Him as glorious and full of mercy. I am beginning to live the meaninglessness I found in this pandemic with acceptance, and I welcome the shared suffering.

I have to thank the Good Lord who allows me to see his mercy both in times of bounty and in times of suffering. Everything leads me to His praise. I live with gratitude my insignificance, which lets me feel totally in need of Him.

In the daily prayer, I present myself to the Lord as a child in need, and He cares for me with sweetness and with a light that I would not know how to express.

Ramiro, age does not prevent me from feeling like a child and, as such, I participate, as never before, in the games that the Lord chooses to play with me.

Receive a fraternal embrace.

God bless you and may Mary be always with you!"

 

(1) Jacinto and Ramiro, two fellow members of the Conferences of St. Vincent, have already featured in several other articles published on this website.

 

 

Al hilo de la entrevista realizada por Carlos Herrera en la Cadena COPE, en la que el Santo Padre respondió a un amplio cuestionario de numerosos temas

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El Papa Francisco inicia el nuevo curso muy bien recuperado de la operación de colon, a causa de una diverticulitis, realizada el pasado 4 de julio. Así, su agenda viajera le lleva ya un nuevo viaje del 12 al 15 de septiembre con destino a Budapest, en donde clausurará este domingo el LII Congreso Eucarístico Internacional, que desarrolla la semana previa en la capital previa bajo el lema «Todas mis fuentes están en ti»; y que le llevará después a Eslovenia.

Asimismo, el Santo Padre tiene previsto voluntad de viajar el 1 de noviembre a la apertura en Glasgow (Escocia/Reino Unido) de una cumbre mundial organiza por Naciones Unidas sobre el clima; y en la tercera semana de noviembre, su intención es visitar Grecia, Chipre y Malta.

Los próximos viajes papales fueron uno de los numerosos argumentos de la entrevista en exclusiva concedida a Carlos Herrera para la Cadena COPE, y cuyos principales contenidos espigamos ahora en este artículo.

 

 

Operación y recuperación

Refiriéndose a la operación quirúrgica del pasado 4 de julio para extirpar parte de su intestino grueso afectado por diverticulitis, el Papa confesó que un enfermero «¡me salvó la vida! Me dijo: “Usted tiene que operarse”. Había otras opiniones: “No, que con antibiótico…”, y él me explicó muy bien. Es un enfermero de acá, del servicio sanitario nuestro, del hospital del Vaticano. Es la segunda vez en la vida que un enfermero me salva la vida», pues ya le sucedió en 1957 durante una grave infección de los pulmones.

Francisco aseguró que «ahora puedo comer de todo, cosa que antes con los divertículos no podía. Todavía tengo las medicinas posoperatorias, porque el cerebro tiene que registrar que tiene 33 centímetros menos de intestino. Pero llevo vida normal, llevo una vida totalmente normal».

El Papa bromeó acerca de los rumores sobre su inminente renuncia por enfermedad pues «incluso me dijeron que la semana pasada estuvo de moda eso. Eva Fernández (corresponsal de COPE en el Vaticano, quien consiguió la entrevista) me dijo eso, incluso con una expresión argentina muy linda». Con excelente humor, Francisco añade: «Siempre que un Papa está enfermo corre brisa o huracán de cónclave». Asimismo, afirmó que ni le ha pasado por cabeza, en ningún momento, la idea de dimitir. Y reconoció que es imposible frenar los bulos y las malas interpretaciones deliberadas, pues «una palabra puede ser interpretada de un lado o de otro… Yo no sé de dónde han sacado la semana pasada que yo iba a presentar mi renuncia… Y dicen que fue un revuelo, cuando a mí ni se me pasó por la cabeza. Delante de interpretaciones que nacen un poco distorsionadas de alguna palabra mía yo me callo, porque aclarar es peor».

Y en relación con cuestiones personales, Francisco se mostró tranquilo y afirmó que no se cree «el Papa Superman». Y a la pregunta «¿cómo le gustaría que le recordaran?», respondió: «Como lo que soy, un pecador que trata de hacer el bien». Y acabó, como es habitual en él pidiendo oraciones «para que el Señor me siga protegiendo y cuidando, porque si me deja solo soy un desastre».

 

La situación en Cataluña

En su larga entrevista con el programa 'Herrera en COPE', emitida, durante hora y veinte minutos, el miércoles 1 de septiembre, el Papa Francisco respondió a una pregunta sobre el referéndum catalán y las tensiones independentistas invitando a los españoles a «llevar adelante la historia como hermanos y no como enemigos», cuidando «huir de las ideologías, que son las que impiden cualquier proceso de reconciliación. Las ideologías destruyen».

Dejando claro que «son ustedes los españoles los que tienen que juzgar», Francisco añadió: «Yo no sé si España está totalmente reconciliada con su propia historia, sobre todo la historia del siglo pasado. Y, si no lo está, creo que tiene que hacer un paso de reconciliación con la propia historia, lo cual no quiere decir claudicar de las posturas propias, sino entrar en un proceso de diálogo y de reconciliación».

El Papa destacó también que «la unidad nacional es una expresión fascinante, pero nunca se valorará sin la reconciliación básica de los pueblos», por lo que «cualquier gobierno, sea del signo que sea, tiene que hacerse cargo de la reconciliación y ver cómo llevan adelante la historia como hermanos y no como enemigos».

 

Visita a Santiago de Compostela

En el diálogo con Carlos Herrera, el Papa deja claro que no descarta viajar a Santiago de Compostela en el verano de 2022 para dirigir un llamamiento a Europa. Sería una mañana y se da por supuesto que sería el domingo 7 de agosto para la clausura de la Peregrinación Europea de Jóvenes organizada en la prolongación del Año Jubilar Compostelano 2021-2022.

En este sentido, Francisco reveló que en el encuentro del pasado mes de junio «al presidente de la Xunta de Galicia le prometí pensar el asunto. Para mí la unidad de Europa en este momento es un desafío. O Europa continúa perfeccionando y mejorando en la Unión Europea, o se desintegra».

Francisco reiteró que su plan consiste en seguir dando prioridad a visitar los países pequeños de Europa, de modo que esta visita no sería un viaje a España. Por eso, «fui a Estrasburgo, pero no fui a Francia. A Estrasburgo fui por la Unión Europea. Y si voy a Santiago, voy a Santiago, pero no a España, que quede claro».

 

Sobre la eutanasia y el aborto

El Papa inscribió la legalización de la eutanasia en España en el marco de una lamentable «cultura del descarte (desecho). Lo que no sirve se descarta. Los viejos son material descartable: molestan. No todos, pero en el inconsciente colectivo de la cultura del descarte, los viejos, los enfermos más terminales… los chicos no queridos, también».

Consideró paradójico que esto suceda en un contexto de rápido envejecimiento pues «en Italia la edad media es de 47 años. En España creo que es mayor. O sea, la pirámide se ha invertido. Es el 'invierno demográfico' en los nacimientos».

Respecto al aborto deja claro que «a mí no me gusta entrar en discusiones» pues «es una vida, una vida humana. Algunos dicen: ‘No es persona’. ¡Es una vida humana! Ante de una vida humana yo me hago dos preguntas: ¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo alquilar un sicario para resolver un problema?».

 

Proceso judicial en el Vaticano

Tampoco eludió, en su propio terreno, el proceso al cardenal Angelo Becciu y a los funcionarios del Vaticano enjuiciados por apropiación indebida de decenas de millones de euros de fondos reservados, invertidos temerariamente en un inmueble de lujo londinense.

Recuerda que «todo empezó con dos denuncias de personas que trabajan en el Vaticano y que, en sus funciones, vieron una irregularidad. Hicieron una denuncia y me preguntaron qué hacer. Yo les dije que si quieren ir adelante tienen que presentarlo al fiscal».

Francisco espera que «estos pasos que estamos dando en la justicia vaticana ayuden a que cada vez sucedan menos estos hechos. Sí, usted usó la palabra corrupción. Y en este caso, obviamente, al menos a primera vista, parece que la hay».

En todo caso, respeta la presunción de inocencia del cardenal Becciu y desea «de todo corazón que sea inocente». Ahora bien, «es la justicia la que va a decidir». La primera sesión de este juicio fue el pasado 27 de julio.

 

La crisis en Afganistán

La crisis en Afganistán fue también abordada en la entrevista. Sin querer dar detalles de las evacuaciones y las gestiones que está realizando allí la Santa Sede, el Papa Francisco ha elogiado el papel diplomático que está desempeñando en este conflicto la Secretaría de Estado del Vaticano, encabezada por el cardenal Pietro Parolin: «Estoy seguro de que está ayudando o, al menos, ofreciéndose»; «realmente el cardenal Parolin es el mejor diplomático que yo he conocido».

No obstante, considera que se trata de una situación difícil, para la que pide una forma de oración especial: «Yo voy a tratar de invocar lo que pide siempre la Iglesia en los momentos de mayor dificultad y de crisis: oración, penitencia y ayuno, que es lo que en los momentos de crisis se pide».

 A juicio del Santo Padre, el hecho de que Occidente ponga fin a veinte años de ocupación del territorio es «lícito», aunque «el eco que tiene en mí es otra cosa». Respecto al concepto «dejar a su suerte» a la población afgana, el Papa matiza que el quid de la cuestión es «el modo de cómo renunciar, el modo en cómo se negocia una salida. Por lo que se ve, aquí no se tuvieron en cuenta -parece, no quiero juzgar-, todas las eventualidades. No sé si habrá una revisión o no, pero ciertamente hubo mucho engaño de parte quizás de las nuevas autoridades. Digo engaño o mucha ingenuidad, no entiendo. Pero yo aquí vería el modo», explicó.

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 10 de septiembre de 2021

Rafael C. García Serrano

(Conferencia de Nª Srª de la Antigua, Guadalajara)

 

 

 

 

Parece que le falta algo

a esta forma de ir muriendo,

a este cada día

con el que la vida nos premia

y nos castiga.

 

¡Nos sentimos solos tantas veces!

y no lo estamos,

solo es que no sabemos entender

lo que tenemos

y a qué nos debemos.

 

Seguramente nos falta la cordura,

esa razón de amor,

esa ansia generosa

de dar y darse, de entregarse,

para recibir el generoso don

del amor divino.

 

Seguramente dejaríamos

de sentir esa soledad

si al Señor lo sintiésemos

donde siempre está:

¡al lado nuestro!

 

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