Por Javier Bravo

(Delegación de Medios de Comunicación Social)

 

 

 

"/Una vez más nos encontramos, queridos amigos, en el artículo dedicado a la evangelización en el mundo de la internet y las redes sociales.

En esta ocasión os traigo una nueva aplicación de uno de los lugares más conocidos de la diócesis y también de España, el Monasterio de Buenafuente del Sistal. Es el primer monasterio diocesano que dispone de una aplicación para móviles.

Si eres uno de los que visita con frecuencia Buenafuente, la aplicación es de gran utilidad para participar en el rezo de la liturgia de las horas sin necesitar conexión a internet para su uso (solo para instalarse).

La aplicación incluye Breviario ePrex (del que hablamos hace tiempo), Himnos y Salmodia Complementaria. Además, información sobre la ermita, Vía crucis y acceso a las publicaciones de don Ángel Moreno en Religión Digital, al canal de Youtube y a la página web de Buenafuente del Sistal, aunque según la propia indicación, es solo durante la estancia allí.

En mi opinión tiene lo que debe tener. Se trata de una aplicación para usar en el rezo de la liturgia de las horas con las monjas, lo que no quita para tener otros contenidos. Es una aplicación que ocupa poco espacio en el móvil y que carga rápidamente. Es muy intuitiva (su manejo es sencillo)

Una apreciación que yo veo es que solo está disponible para dispositivos Android. No está para IOS (iPhone), por lo que recomendaría su apertura a este sistema operativo. Una segunda apreciación sería que las publicaciones de don Ángel Moreno estuviesen disponibles, esté o no en Buenafuente el usuario.

"/Para descargártela en tu teléfono Android (versión 7.0 o superior) entra en Google Play y busca “Buenafuente”. También puedes descargar la aplicación escaneando el Código QR de la derecha.

Esperando os haya sido de utilidad el artículo, hasta una próxima ocasión.

Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

ATENCION: Al finalizar el artículo que sigue en español, está su traducción al idioma inglés. Si alguno deseara que se le enviaran estos artículos a algún otro consocio, en cualquiera de los dos idiomas, indíquelo a la dirección electrónica Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. facilitándome la dirección electrónica del consocio. Al igual que aquellos que no quieran seguir recibiéndolos. Muchas gracias por su atención.

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UN CONSOCIO REFLEXIONA ANTE EL CORONAVIRUS

 

Leía hoy, en mi lectura diaria del Evangelio, “cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: chaparrón tenemos, y así sucede, cuando sopla el sur decís; va a hacer bochorno, y lo hace, ¡Hipócritas!, si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y el cielo ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis vosotros mismos lo que se debe hacer?” (Lucas 12, 54-59)

Esto me daba qué pensar ante las circunstancias que nos rodean en estos días: el coronavirus, la obligación de recluirnos en nuestras casas, de respetar las distancias, de aumentar nuestra higiene...

¿Estamos sabiendo interpretar, como Él nos dice, lo que está sucediendo?

Esta pandemia debería hacernos pensar a todos en el defecto de solidaridad que nos acucia, en el olvido de la caridad y el descuido de nuestro amor al prójimo que tanto nos separa, a pesar de vivir tan juntos y de depender tanto los unos de los otros.       

Ahora que una relativa soledad, en la obligada reclusión, nos dejará tiempo para reflexionar en lo que somos y en lo que nos necesitamos, en lo que pasaría si la enfermedad nos ataca y no encontramos a quien recurrir o con quien compartir las dificultades que se nos planteen, ¡ahora pensamos en el prójimo!

En ese prójimo al que hemos olvidado, ese compañero de humanidad, de vida, de sociedad, de cultura y de fe en Nuestro Señor, se asoma a nuestro egoísmo desde la distancia con la que le hemos excluido largamente; todo ello me exige “juzgarme a mí mismo ante lo que debo hacer”.

No hemos sabido prever lo que puede acontecer en nuestras vidas: demasiado vivir el presente y poco prepararnos para lo que el futuro puede depararnos.

¡Me pongo en marcha! Soy miembro de Las Conferencias; he de acercarme (con las debidas precauciones que la obligación sanitaria exige) a buscar a mis hermanos en la fe para ponernos a trabajar por los que sufren, por los que van a tener que soportar el dolor de haber perdido a un ser querido, por los que no tengan quien les acerque la comida, medicamentos o necesiten una mano en lo doméstico.

Seamos nosotros, los humildes servidores del amor, quienes los acompañemos a aliviar su soledad y les llevemos, cuando se pueda, la presencia de Dios con nuestra visita, porque Él estará en medio y ayudará con la paz que su amor pone en los hombres.

Y yo estoy aquí para eso. No sé si he entendido bien lo que estaba leyendo en el Evangelio, pero siento que esas palabras, que son las SUYAS, me obligan a hacer, a entregarme más, ahora que tanta gente puede necesitar ayuda humana y la paz de Dios.

Y el consocio, no lo pensó más y se puso en marcha con la oración y preparado para cuando llegara la hora de la ayuda en contacto personal con aquellos que sufran.

Con María, siempre a Cristo por María.

 

Este domingo 30 de mayo es la solemnidad de la Santísima Trinidad, el misterio central de la fe cristiana, del cual deriva el resto de los contenidos de la fe

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Pasado mañana, es domingo 30 de mayo, solemnidad de la Santísima Trinidad. Concluidos la cincuentena pascual, precedida a su vez de los 40 días de la Cuaresma y del Triduo Pascual, esto es, los misterios centrales de la fe cristiana, la liturgia de la Iglesia nos ofrece en este domingo, ya de tiempo ordinario, una solemnidad recapitulativa sobre la verdad y la belleza de Dios, del Dios de los cristianos.

La Santísima Trinidad significa que nuestro Dios es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, como reza el catecismo, tres personas, tres realidades personales, unidas en una única realidad divina: Dios que es amor.

Este Dios de los cristianos, el Dios del amor, es Padre creador, todopoderoso, providente y misericordioso. Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Dios es Hijo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, luz de luz, engendrado, no creado, de la misma naturaleza, que por nosotros y por nuestra salvación se hizo hombre, hermano, amigo, compañero, camino, verdad, vida, resurrección, consuelo y esperanza.

Dios es también Espíritu Santo, cuya fiesta grande celebrábamos la pasada semana, el domingo de Pentecostés. Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Espíritu Santo Dios que es el motor de la Iglesia, el oxígeno vital e imprescindible de los cristianos y quien hace todo sea bueno y grande en nosotros.

Y Dios, el Dios de los cristianos, es uno y trino: tres personas y un solo, en unidad y trinidad indivisibles. Un misterio de amor inagotable, un misterio que escapa a la inteligencia humana y para cuya comprensión, siquiera en atisbo, hemos de acudir a la fe y a la oración.

 

Pilar de la fe cristiana y católica

 

1.-La fe cristiana necesita y es inseparable del encuentro personal con Jesucristo. Es una fe esencialmente cristológica. Y Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Juan 4, 14).

2.-La fe cristiana en creer en Jesucristo, con Jesucristo y como Jesucristo, Dios y hombre verdaderos, en Dios Padre y en Dios Espíritu. La fe es, de este modo, una fe trinitaria. «Profesar la fe en la Trinidad  Santa –Padre, Hijo y Espíritu Santo –equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Juan 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; y el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor» (Benedicto XVI, Porta fidei).

Es creer en Dios uno y trino: en Dios Padre creador, providente y misericordioso; en Dios Hijo, hermano, hombre, salvador, redentor, buen pastor, amigo, camino, verdad y vida. Y en Dios Espíritu Santo, Señor y Dador de vida que con el Padre y el Hijo, de quienes procede, recibe una misma adoración y gloria. Para mayor abundamiento y glosa, Dios Padre es la Sabiduría, Dios Hijo es la Palabra y Dios Espíritu Santo es la acción, el motor incombustible. Y Dios Padre, Hijo y Espíritu en su unidad y trinidad (tres personas distintas y uno solo Dios verdadero) es el Amor.

3.-La fe cristiana completa su profesión y simbólico de cada una de las tres personas de la Santísima Trinidad con otro conjunto de verdades de fe, esenciales e inherentes también a la misma.

Estas verdades de fe la expresa del siguiente modo el Credo Apostólico (o Símbolo de los Apóstoles, el más antiguo símbolo bautismal): “Creo en la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna”. Y en el Credo Nicenoconstantinopolitano (siglo IV, tras los Concilios de Nicea, año 325, y de Constantinopla, el primero de ellos, del año 381) con la siguiente formulación: “Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos, y la vida del mundo futuro”.

 

Santísima Trinidad, parroquia de San Pedro - Catedral

 

 

Resumen de la Trinidad en el Catecismo de la Iglesia Católica (1992)

 

1.-El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Solo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

2.-La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es "de la misma naturaleza que el Padre", es decir, que es en Él y con Él el mismo y único Dios.

3.-La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Juan 14,26) y por el Hijo "de junto al Padre" (Juan 15,26), revela que él es con ellos el mismo Dios único. "Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria".

4.-"El Espíritu Santo procede principalmente del Padre, y por concesión del Padre, sin intervalo de tiempo procede de los dos como de un principio común" (San Agustín, De Trinitate, 15, 26,47).

5.-Por la gracia del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28, 19) somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. San Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios 9).

6.-"La fe católica es ésta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las Personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad" (Símbolo "Quicumque": DS, 75).

7.-Las tres Personas divinas, inseparables en su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.

 

Cinco frases en Twitter del Papa Francisco sobre la Trinidad

 

(1) La fiesta de la Santísima Trinidad nos renueva la misión de vivir la comunión con Dios y entre nosotros según el modelo de la comunión divina. (22-5-2016)

(2) La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a ser fermento de comunión, de consolación y de misericordia. (11-6-2017

(3) El misterio de la Trinidad nos invita a  vivir en la comunión, en el amor y en la fraternidad, seguros de que donde hay caridad, ahí está Dios. (27-5-2018)

(4) El misterio de la Santísima Trinidad nos dice que no tenemos un Dios solitario allá en el Cielo, distante; no, es el Padre que nos ha dado a su Hijo, hecho hombre como nosotros, y que para hacerse aún más cercano nos envía su Espíritu. (16-6-2019)

(5) La fiesta de la #SantísimaTrinidad nos invita a dejarnos fascinar por la belleza de Dios; belleza, bondad y verdad inagotable. Y también humilde, cercana, que se hizo carne para entrar en nuestra historia, para que cada hombre y mujer pudiera encontrarla y obtener la vida eterna. (7-6-2020)

 

Decálogo final

 

(1) Su fiesta es el domingo siguiente de Pentecostés, final del tiempo pascual, como culminación y recapitulación de la grandeza y belleza de nuestra fe.

(2) La Santísima Trinidad es la fiesta de Dios uno y trino, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

(3) La Santísima Trinidad es profesar nuestra fe en un solo Dios en tres personas distintas.

(4) La Santísima Trinidad es la fiesta de la renovación de nuestra fe, como expresa su síntesis, compendio y canon: el Credo.

(5) El Creo en Dios Padre, creador, misericordioso y providente.

(6) El Creo en Dios Hijo, hermano, amigo, redentor, salvador, camino, verdad y vida.

(7) El Creo en Dios Espíritu Santo, alma, fuerza, motor,  Señor y dador de vida.

(8) La Santísima Trinidad es la fiesta del Amor, de la Familia y de la Comunión en que Dios vive, se manifiesta y actúa.

(9) La Santísima Trinidad nos llama a nosotros a vivir, manifestarnos y actuar en ese amor, familia y comunión.

(10) La Santísima Trinidad supone también creer en la Iglesia, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.

 

 

Oración a la Santísima Trinidad, de santa Isabel de la Trinidad

 

«Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora».

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 28 de mayo de 2021

Este domingo 6 de junio, es el Corpus Christi, día de la eucaristía y de la caridad ya que eucaristía y caridad son las dos caras de la misma moneda del amor de Dios

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El Corpus Christi (“Cuerpo de Cristo”) o solemnidad del Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo, antes llamada “Corpus Domini” (“Cuerpo del Señor”), es una fiesta de la Iglesia católica destinada a celebrar la eucaristía y desde ella y por ella la caridad. Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de los creyentes en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, dándole públicamente el culto de adoración (latría) el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad, que a su vez tiene lugar el domingo siguiente a Pentecostés (es decir, el Corpus Christi se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección). Específicamente, el Corpus Christi es el jueves que sigue al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. En la mayoría de los países (en España, desde 1990) esta fiesta ha sido trasladada al domingo siguiente para adaptarse al calendario laboral. En algunos lugares, por arraigada tradición secular y popular, se celebra también el jueves previo.

Se trata de recordar la institución de la eucaristía, que tuvo lugar en el Jueves Santo, durante la última cena. En la mayoría de las diócesis y parroquias, las celebraciones del Corpus Christi incluyen procesiones en las calles y lugares públicos en las cuales, el cuerpo de Cristo, es exhibido y acompañado por multitudes de fieles. Este año, en razón de la pandemia, como ya aconteciera en 2020, las procesiones serán no en las calles, sino en el interior de los mismos templos, donde tiene lugar previamente la eucaristía.

En España, el Día del Corpus es el también el Día Nacional de Caridad, con colecta imperada para Cáritas.

 

Representación de la Última Cena, retablo mayor de la catedral de Sigüenza

 

El origen del Corpus Christi

 

El origen concreto de la festividad se remonta hasta el siglo XIII, en Bélgica, para ser precisos en la ciudad de Lieja, donde el obispo aceptó la solicitud de una religiosa, Juliana de Cornillon, que quería celebrar el Sacramento del cuerpo y la sangre de Cristo en una fecha ajena a la Semana Santa. Esta última, priora en el monasterio de Mont Cornillon, afirmaba que, desde su juventud, Dios le había instruido para que un día ella pudiera establecer la festividad del Cuerpo de Dios.

Así fue como el director espiritual de la santa, el canónigo John de Lausana, apoyado por numerosos teólogos, hicieron la petición al obispo, Roberto de Thorete, para celebrar la fiesta en honor al Corpus Christi. El visto bueno llegó en 1246, estableciéndose como fecha el primer jueves de la Octava de Pentecostés.

Posteriormente,  la extensión de la solemnidad a toda la Iglesia se remonta a los tiempos del Papa Urbano IV, con la bula “Transiturus Corpus Christi”, el 11 de agosto de 1264. El milagro eucarístico de Bolsena, una ciudad cercana a Roma, fue del año anterior. Aquí, un sacerdote, durante una peregrinación hacia Roma, tenía dudas sobre la veracidad de la Consagración mientras celebraba la Santa Misa. Tras partir la Sagrada Forma, salieron unas gotas de sangre que mancharon el corporal y algunas piedras del altar que aún se conservan hoy en la basílica de Santa Cristina.

Luego, según algunos historiadores, el Papa Urbano IV encargó un oficio -la liturgia de las horas- a san Buenaventura y a santo Tomás de Aquino. Cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio elaborado por santo Tomás, el “Adoro te devote”, san Buenaventura fue rompiendo el suyo en pedazos.

 

La eucaristía en el Catecismo de la Iglesia Católica

 

1.- Palabra Dios: Jesús dijo: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre [...] El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna [...] permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 51.54.56).

2.-Liturgia: La eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una vez por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia.

3.-Partes de la misa: La celebración eucarística comprende siempre: la proclamación de la Palabra de Dios, la acción de gracias a Dios Padre por todos sus beneficios, sobre todo por el don de su Hijo, la consagración del pan y del vino y la participación en el banquete litúrgico por la recepción del Cuerpo y de la Sangre del Señor: estos elementos constituyen un solo y mismo acto de culto.

4.-Memorial de la Pascua de Jesucristo: La eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, es decir, de la obra de la salvación realizada por la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, obra que se hace presente por la acción litúrgica.

5.-Presencia real de Jesucristo: Es Cristo mismo, sumo sacerdote y eterno de la nueva Alianza, quien, por el ministerio de los sacerdotes, ofrece el sacrificio eucarístico. Y es también el mismo Cristo, realmente presente bajo las especies del pan y del vino, la ofrenda del sacrificio eucarístico.

6.-Ministerio exclusivamente sacerdotal: Solo los presbíteros válidamente ordenados pueden presidir la eucaristía y consagrar el pan y el vino para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre del Señor.

7.-Signos de la eucaristía: Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero pronuncia las palabras de la consagración dichas por Jesús en la última cena: "Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros [...] Este es el cáliz de mi Sangre...".

8.-Transubstanciación: Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (Concilio de Trento: DS 1640; 1651).

9.-Ofrenda y beneficios de la eucaristía: En cuanto sacrificio, la eucaristía es ofrecida también en reparación de los pecados de los vivos y los difuntos, y para obtener de Dios beneficios espirituales o temporales.

10.-Comunión eucarística: El que quiere recibir a Cristo en la comunión eucarística debe hallarse en estado de gracia. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la eucaristía sin haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia.

11.-Beneficios de la comunión eucarística: La Sagrada Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves. Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo son reforzados, la recepción de este sacramento fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.

12.-Recepción de la eucaristía: La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la sagrada comunión cuando participan en la celebración de la eucaristía; y les impone la obligación de hacerlo al menos una vez al año.

13.-Adoración eucarística: Puesto que Cristo mismo está presente en el Sacramento del Altar es preciso honrarlo con culto de adoración. "La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor".

14.-Prenda de salvación: Cristo, que pasó de este mundo al Padre, nos da en la eucaristía la prenda de la gloria que tendremos junto a Él: la participación en el Santo Sacrificio nos identifica con su Corazón, sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la Vida eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santa Virgen María y a todos los santos.

 

La caridad en el Catecismo de la Iglesia Católica

 

(1) Noción: La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.

(2) Mandamiento nuevo: Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (Juan 13, 34). Amando a los suyos “hasta el fin” (Juan 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: “Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor” (Juan 15, 9). Y también: “Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Juan 15, 12).

(3) Plenitud de la ley cristiana: Fruto del Espíritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: “Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor” (Juan 15, 9-10; Mateo 22, 40; Romanos 13, 8-10).

(4) Vinculo de perdón: Cristo murió por amor a nosotros cuando éramos todavía “enemigos” (Romanos 5, 10). El Señor nos pide que amemos como Él hasta a nuestros enemigos (Mateo 5, 44), que nos hagamos prójimos del más lejano  (Lucas 10, 27-37), que amemos a los niños (Marcos 9, 37) y a los pobres como a Él mismo  Mateo 25, 40.45).

(5) Himno a la caridad de san Pablo: El apóstol san Pablo ofrece una descripción incomparable de la caridad: ”La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta” (1 Corintios 13, 4-7).

(6) La caridad, la principal de las virtudes: Y añade san Pablo que “si no tengo caridad, nada soy...”. Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma... si no tengo caridad, “nada me aprovecha” (1 Corintios 13, 1-4). La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad” (1 Co 13,13).

(7) La caridad, alma de las virtudes: El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. Esta es “el vínculo de la perfección” (Colosenses 3, 14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino.

(8) Caridad y libertad: La práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, en el temor servil, ni como el mercenario en busca de un jornal, sino como un hijo que responde al amor del “que nos amó primero” (1 Juan 4,19):

(9) Frutos de la caridad: La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión: “La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos” (San Agustín).

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 4 de junio de 2021

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

 

"/Atardecer, mes de mayo,

verde mayo que triguea

en campo que parpadea

bajo el viento: es su vasallo.

 

El cielo en nubes ojea

cómo va creciendo el tallo,

que viste con verde sayo

tierra que se balancea.

Se va la tarde en desmayo

de la luz que ya planea

al ocaso. Y que jadea

mientras ve el campo al soslayo.

 

Se retira la marea         

de luz, que aún atalayo;

se oye el trote de un caballo,

un balido, una berrea.

De pronto, el último rayo

del sol que ya se ladea

resplandece y tintinea

cuanta lumbre en tierra hallo.

 

El limón amarillea

bañando en luces a mayo,

que bebe el último rayo

de luz que ya titubea.

 

Y el asombro que detallo:

Hay una ciudad que ondea

al fondo del val que arquea,

cual un brillante sin fallo.

Guadalajara clarea

por estos fines de mayo.

Despide al sol, ciudad gallo:

La noche, sola, aletea.



Juan Pablo Mañueco.

Premio Cervantes-Cela-Buero Vallejo, 2016. Junta de Comunidades, 2016

 

La estrofa se llama "octava ola o copla alcarreña". Busque en internet quien quiera saber en qué consiste y ejemplos de ella; incluso hay un libro entero compuesto en esta estrofa. Pero advierto que la sonoridad de dicha estrofa es tan grande como ya se nota con esta sola poesía. La estrofa realza cuanto se escriba en ella.

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

 

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