Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

 

Cuando se oculta la luz

y los pies andan a tientas,

la profecía es anuncio

de que la verdad suceda.

 

Cuando se impone el cansancio

y es muy larga la contienda,

solo la fe da paciencia

a que aparezca la estrella.

 

Quien confía tiene fuerzas

de horadar la inmensa piedra,

que impide a los ojos ver

la verdad de la promesa.

 

Al raso y en plena noche

el lucero se averigua

y se convierte en presente

la bendición más antigua.

 

Era verdad la sentencia

de ganar los que confían,

del alba tras las tinieblas,

de la paz tras la tormenta.

 

Confieso la tentación

de haber perdido la senda.

Y de pronto brota dentro

la percepción más certera.

 

Fue recia la oscuridad.

Muy fuerte fue la sospecha.

Pero ha ganado creer

que no es vana la inclemencia.

 

Y la estrella apareció,

confirmando la esperanza.

El secreto está en la fe,

credencial de la Alianza.

 

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

 

Bosques y prados, campos trabajados,

yermos austeros, vacíos páramos.

Riberas frescas, huertos y jardines

Campos, espesuras, montes, collados,

 

Venid raudos, sumaros a la ofrenda,

que rinden los Reyes a la Señora.

¡inunde el perfume de balsameras!

No mengüéis incienso y mirra el aroma,

 

Trigales de Belén, menta oriental,

añosos encinares de Mambré.

Rosas del cantar, cedros del Líbano,

De Sión ciprés, vides de Israel.

 

Remecido olivar de Samaría,

Granados de amor y lirios en flor,

con nardo derramado de Betania,

Y dulce palmeral de Jericó.

 

Acacias del desierto, manantial

de Engadí, terebinto de Betel,

Zarzal incendiado del Sinaí,

higueras y ficus de Betfagué.

 

Sumaros a la ofrenda de Gaspar,

Al ritmo del latido de Melchor,

Baltasar rinde el oro universal.

De hinojos adoremos al Señor.

 

Rafael C. García Serrano

(Conferencia de Nª Srª de la Antigua, Guadalajara)

 

 

 

 

Por lo que pude hacer y no hice,

por lo que hice y nunca debí hacer,

perdóname, Señor.

 

Por la ignorante soberbia

de haber adorado a un dios

de barro, de mentira y sueños

y ese dios era mi egoísta yo

perdóname, Señor.

 

Porque después de conocerte

haber vivido ignorándote

y haberte hurtado mi amor,

perdóname, Señor.

 

Por haber jugado contigo

con trampas y sin pudor

creyendo que me escondía

y te engañaba mejor,

perdóname, Señor.

 

Por mirar hacia otro lado

cuando de frente venías

a enseñarme ese otro camino

de la verdad del amor,

perdóname, Señor.

 

Y por haber olvidado

a la Madre que me has dado

perdóname, Señor.

Desde 1968, por iniciativa del Papa san Pablo VI, la Iglesia católica hace coincidir el primer día del año nuevo con la jornada mundial de oración por la paz

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Litúrgicamente, el 1 de enero es la solemnidad de Santa María Madre de Dios, la maternidad divina y virginal de María, una verdad de fe que constituye uno de los cuatro dogmas marianos claves: inmaculada, concepción, maternidad divina, perpetua virginidad y asunción a los cielos en cuerpos y alma.  La ubicación de esta fiesta en la citada es por tratarse de la octava de la Natividad de Jesucristo, precisamente del seno de la María.

Además, desde el año 1968, cada primer de año, todos los 1 de enero, es la jornada mundial de la paz, por iniciativa del Papa Pablo VI, quien expresaba de este modo el objetivo y anhelo de esta celebración: "Sería nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura".

Era el comienzo de 1968, en plena guerra fría, en los albores mismos de aquel emblemático año 68, con el conflicto de Vietnam como pesadilla mundial y con un mundo dividido en dos bloques antagónicos.

 

 

La voz de la conciencia, el clamor de la paz

Ha pasado más medio siglo y, mientras la paz es tantas veces solo una aspiración -muchas veces quimérica-, el compromiso de la Iglesia en favor de la paz se mantiene inalterable e insobornable. Resulta elocuente a este respecto observar cómo todos los gobiernos del mundo y en todos los conflictos bélicos de estas cinco décadas y media, antes o después, han recalado en el Vaticano, y cómo la Santa Sede ha sido siempre una voz coherente y ecuánime para reclamar y fundamentar la paz desde la justicia, la solidaridad, los derechos humanos y el primado de la reconciliación.

"Todo se pierde con la guerra; nada se pierde con la paz y con el diálogo y acciones en pos de ella", han reiterado los Papas. Bastaría citar como ejemplo la actitud  Juan Pablo II ante la guerra de Irak del año 2003; o los puntos de vista de Benedicto XVI y de Francisco tan apreciados y tan valorados en orden a la paz y a la resolución de los conflictos de estos últimos años y para educar hacia la paz,  singularmente Benedicto, y, en el caso de Francisco, introduciendo en ella nuevos caminos a recorrer como el del cuidado de la creación (ecología integral), de la educación y el trabajo y la promoción de colectivos desheredados y que no pueden vivir la paz con las personas víctimas de la trata y los migrantes y refugiados.

Francisco ha sido firme candidato en los últimos años al Premio Nobel, que inexplicablemente todavía no le ha sido concedido. Con todo, en 2016, el Consejo de Europa le concedió el Premio Carlomagno, premio que en 2004 ya le fue otorgado también a Juan Pablo II. “El Papa Francisco -se leía en la motivación de la concesión del premio– trae un mensaje de esperanza a Europa en un momento de crisis que ha puesto en segundo lugar todas las conquistas del proceso de integración”. Particularmente se citan las intervenciones del Pontífice durante su viaje a Estrasburgo el 25 de noviembre de 2014. El Papa –continuaba el acta del jurado el premio- es la “voz de la conciencia” que pide colocar al centro al hombre, “una autoridad moral extraordinaria”.

 

Potenciar la jornada

Fue la lógica del encuentro entre la Iglesia y el mundo, la que inspiró la constitución de la Jornada Mundial de la Paz, según las inspiraciones que el Concilio había expresado en su constitución pastoral Gaudium et spes. No se trataba entonces, como tampoco ahora, de una celebración exclusivamente católica, sino de una iniciativa compartida por “todos los amigos de la paz”.

La Iglesia, escribió Pablo VI en 1968, solo lanzaba una idea con la esperanza de que pudiera dedicarse un día del año a tomar conciencia de la existencia de una humanidad común que es la que exige la promoción de la paz.

Sin embargo, y desgraciadamente, ni siquiera dentro de la propia Iglesia católica, esta Jornada merece la acogida que debería. Todos los años, los Papas publican el mensaje del día 1 de enero, el mensaje de la paz. Pero, ¿qué se hace para hacer llegar esta jornada y su mensaje anual? ¿Quién lee los mensajes para la Jornada Mundial de la Paz o conoce, si quiera, a qué asunto se dedica el mensaje del año que se acaba de inaugurar?

No se trata de alterar el calendario litúrgico que dedica el primer día del año a celebrar la maternidad de María, pero tampoco de ignorar uno de los ejes centrales de la dimensión social de nuestra fe cristiana.

 

 

La paz es un valor radicalmente cristiano

La paz es, quizás, uno de los términos y conceptos más propios del cristianismo, una de las palabras más ricas y fecundas de nuestra concepción de las relaciones entre los hombres y los pueblos, así como uno de los deberes a los que con más decisión y compromiso deberíamos entregarnos los cristianos. Lejos de ser una palabra hueca o un deseo, se trata de un imperativo para la supervivencia de los pueblos.

La paz, que es mucho más que la ausencia de guerra y que solo es posible cuando se dan la justicia, el desarrollo y el perdón, “es la línea única y verdadera del progreso humano”. 

Para nosotros, los cristianos, decía Pablo VI en 1968, proclamar la paz es anunciar a Cristo y su Buena Noticia. De ahí que la iniciativa adoptada en 1968 era, y es, una oportunidad de oro para una Iglesia que al celebrar la paz anuncia la hermandad intangible y universal de todos los hombres derivada de la Paternidad de Dios, la comunión, el amor al prójimo, el perdón y la reconciliación.

        

Tema para 2022:

En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2022, dedicado al tema “Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera”, el Santo Padre comentando las palabras del profeta Isaías señala que “todavía hoy el camino de la paz, que san Pablo VI denominó con el nuevo nombre de desarrollo integral, permanece desafortunadamente alejado de la vida real de muchos hombres y mujeres y, por tanto, de la familia humana, que está totalmente interconectada”.

A pesar de los numerosos esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre las naciones, señala el Papa, el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica, mientras se propagan enfermedades de proporciones pandémicas, se agravan los efectos del cambio climático y de la degradación del medioambiente, empeora la tragedia del hambre y la sed, y sigue dominando un modelo económico que se basa más en el individualismo que en el compartir solidario.

 

Tres caminos para construir una paz duradera

 En este sentido, el Papa Francisco indica que, en cada época, la paz es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido. Existe, en efecto, una “arquitectura” de la paz, en la que intervienen las distintas instituciones de la sociedad, y existe un “artesanado” de la paz que nos involucra a cada uno de nosotros personalmente.

Por ello, el Papa propone tres caminos para construir una paz duradera. En primer lugar, el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos. En segundo lugar, la educación, como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo. Y, por último, el trabajo para una plena realización de la dignidad humana, un trabajo digno, justo y decente para todos. El trabajo es la base sobre la cual se construyen en toda comunidad la justicia y la solidaridad.

          

Lemas de las Jornadas Mundiales de la Paz, caminos para la paz

 

El solo enunciado de los lemas de las Jornadas Mundiales de la Paz son muestran inequívocamente el compromiso, las recomendaciones y los caminos para la paz propuestos por la Iglesia.

En las seis primeras ediciones de la Jornada Mundial de la Paz no hubo lemas. Era Papa Pablo VI, quién firmó su último mensaje para esta Jornada en 1978. Los mensajes para esta Jornada entre 1979 y 2005 son de Juan Pablo II; de 2006 a 2013, de Benedicto XVI; y los de 2014 a 2022, por ahora de Francisco. Estos los lemas. Hablan por sí solos.

 

Con Pablo VI

1.- “La paz también depende de ti”. (1974)

2.- “La reconciliación, camino hacia la paz”. (1975)

3.- “Las verdaderas armas de la paz”. (1976)

4.- “Si quieres la paz, defiende la vida”. (1977)

5.- “No a la violencia, sí a la paz”. (1978)

 

Con Juan Pablo II

6.- “Para lograr la paz, educar para la paz”. (1979)

7.- “La verdad, fuerza de la paz”. (1980)

8.- “Para servir la paz, respeta la libertad”. (1981)

9.- “La paz, don de Dios confiado a los hombres”. (1982)

10.- “El diálogo por la paz, una urgencia de nuestro tiempo”. (1983)

11.- “La paz nace de un corazón nuevo”. (1984)

12.- “La paz y los jóvenes caminan juntos”. (1985)

13.- “Norte-Sur, Este-Oeste: una sola paz”. (1986)

14.- “Desarrollo y solidaridad: claves para la paz”. (1987)

15.-”La libertad religiosa, condición para la pacífica convivencia”. (1988)

16.-”Para construir la paz, respeta a las minorías”. (1989)

17.-”Paz con Dios Creador, paz con toda la creación”. (1990)

18.-”Si quieres la paz, respeta la conciencia de cada hombre”. (1991)

19.-”Creyentes unidos en la construcción de la paz”. (1992)

20.-”Si quieres la paz, sal al encuentro del pobre”. (1993)

21.-”De la familia nace la paz de la familia humana”. (1994)

22.-”La mujer, educadora para la paz” (1995)

23.-”¡Demos a los niños un futuro de paz!”. (1996)

24.-”Ofrece el perdón, recibe la paz”. (1997)

25.-”De la justicia de cada uno nace la paz de todos”. (1998)

26.-”El secreto de la paz verdadera reside en el respeto a los derechos humanos”. (1999)

27.-”Paz a los hombres que ama el Señor”. (2000)

28.-”Diálogo entre las culturas para una civilización del amor”. (2001)

29.-”Sin justicia no hay paz, no hay justicia sin perdón”. (2002)

30.- “Pacem in terris": Una tarea permanente”. (2003)

31.- “Un compromiso siempre actual: Educar a la paz”. (2004)

32.- “No te dejes vencer por el mal, antes bien, vence al mal con el bien”. (2005)

 

Con Benedicto XVI

33.- “En la verdad, la paz”. (2006)

34.- “La persona humana: corazón de la paz”. (2007)

35.- “Familia humana, comunidad de paz”. (2008)

36.- “Combatir la pobreza, construir la paz”. (2009)

37.- “Si quieres promover la paz, protege la creación”. (2010)

38.- “La libertad religiosa, camino para la paz” (2011)

39.- “Educar a los jóvenes en la justicia y en la paz”. (2012)

40.- “Bienaventurados los que trabajan por la paz”. (2013)

 

Con Francisco

41.- “La fraternidad, fundamento y camino para la paz”. (2014)

42.- “No esclavos, sino hermanos”. (2015)

43.- “Vence la indiferencia y conquista la paz”. (2016)

44.- “La no violencia: un estilo de política para la paz”. (2017)

45.- “Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz”. (2018)

46.- “La buena política está al servicio de la paz”. (2019)

47.- “La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica”. (2020)

48.- “La cultura del cuidado como camino de paz”. (2021)

49.- “Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera”. (2022

 

 

 

PUBLICADO EN NUEVA ALCARRIA 30 DICIEMBRE 2021

Por Juan Pablo Mañueco

Escritor y periodista

 

 

 

 

Tras los días de tiniebla

se alza en corro un gran sol blanco

sobre el alcarreño cielo

con su reborde dorado.

 

También en misa mayor

un sol blanco se ha alzado,

desde un cáliz que contiene

a Dios en forma de rayos.

 

Y en las calles navideñas

entre tus seres amados

y los seres que te aman

formáis todos un sol albo.

 

 

Guadalajara a 27 de 12 de 2021

 

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