Por la Comunidad de la Madre Dios

(Monasterio de Buenafuente del Sistal)

 

 

Queridos hermanos en el Señor:

Qué grande es pertenecer a la Iglesia; no caminamos solos. Frente al individualismo imperante, nosotros somos Iglesia, Comunidad. Jesús llamó a cada uno de los discípulos de una forma concreta y particular, como lo ha hecho con nosotros, para caminar juntos, siguiéndole a Él.  Esta experiencia eclesial, es un don que vivimos en Buenafuente del Sistal. El pasado mes de octubre, este año, Mes Extraordinario Misionero, hemos compartido la Eucaristía y la oración con un grupo de misioneros hijos del Inmaculado Corazón de María, claretianos de todo el mundo, que nos hacían presente el mandato evangélico: “Id a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo” (Mt 28, 19). Al final del evangelio de san Mateo, Jesús no se dirige a unos pocos, sino a todos sus discípulos, y hemos de pensar que también a nosotros. La mayoría de los cristianos no abandonaremos nuestro hogar para ir a un país lejano a anunciar el Evangelio, pero tenemos la misión de proponer el seguimiento de Jesús, por medio de nuestro testimonio: a vecinos, familiares que han abandonado la fe, compañeros de estudios o de trabajo, incluso a quienes conviven con nosotros. Todos somos enviados y a la vez estamos necesitados de recibir el testimonio de nuestros hermanos en la fe. La Iglesia, que se concreta en nuestra parroquia o en el grupo de hermanos con quienes compartimos la fe, es la guía necesaria, la garantía de que seguimos a Jesús y no a nuestra idea de Jesús. Afirma un dicho popular: “Si quieres llegar rápido, ve solo; pero, si quieres llegar lejos, ve con otros”.   

El mes de octubre ha estado lleno de fiestas y memorias de santos, cada uno es un reflejo genuino de la santidad de Dios.  También nosotros estamos llamados a la santidad: “Sed santos, porque yo soy santo”  (1ª Pe 1, 16). De entre todos ellos, destacamos esta tarde el grito apasionado de san Juan Pablo II: “No tengáis miedo, abrid de par en par las puertas a Cristo”. Todos los santos lo han hecho, comenzando por la Virgen María, continuando con los que ha canonizado la Iglesia y terminando con los que cada uno ha conocido  particularmente. Respondamos esta tarde con el salmista: “Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad” (Sal 39).

 

Nuestro saludo agradecido, desde el Sistal

Por Cáritas Diocesana

 

 

Cáritas entiende la Educación para el Desarrollo como un proceso para generar conciencias críticas, hacer a cada persona responsable y activa con el fin de construir una sociedad civil comprometida con la solidaridad. Es por ello que Cáritas Diocesana Sigüenza-Guadalajara está llevando a cabo durante los años 2019 y 2020 el Proyecto de Sensibilización y Educación para el Desarrollo “Comprometidos con los ODS”, pretende promover la igualdad y la justicia mundial, y extender el respeto y la convivencia entre todas las personas a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), recogidos en la Agenda 2030, adoptada en la Asamblea General de la ONU.

Las acciones de este proyecto están dirigidas principalmente a la población joven, colectivo muy receptivo para poder trabajar los valores de solidaridad y responsabilidad, ya que representan el presente y el futuro de nuestra sociedad. se han llevado a cabo charlas de sensibilización destinadas a los alumnos y alumnas de 2º y 4º ESO de 4 centros educativos de la ciudad de Guadalajara: Colegio Santa Ana, Colegio Diocesano Santa Cruz, I.E.S. Aguas Vivas, I.E.S. José Luis Sampedro, en las que se ha podido conocer con mayor profundidad los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que inciden en 6 temas fundamentales: pobreza; salud y bienestar; educación, habilidades y trabajo; un mundo seguro y justo; sostenibilidad; medio ambiente.

El proyecto busca dar a conocer los Objetivos de Desarrollo Sostenible a la ciudadanía guadalajareña en general, a través de la Exposición Itinerante “Comprometidos con los ODS”, creada a partir de dibujos de alumnos que han participado en las charlas de sensibilización. La exposición itinerante irá viajando por los centros educativos que han participado en el proyecto, y por diversos lugares de interés de la ciudad de Guadalajara.

Por Juan Pablo Mañueco

(Escritor y periodista)

 

 

 

 

I. En Sigüenza un doncel lee

 

En Sigüenza un doncel lee

cosas de un hondo calado.

No otra cosa ya él desee

que meditar recostado

sobre un libro en el que cree,

pues  a él su vista ha bajado

Y medita a nuestro lado.

 

II. Con silenciosa lectura

 

Es sepulcro tan humano

que el doncel con armadura

sitúa aún al mismo plano

su recostada figura

-que se acoda en una mano-

y la levanta en altura

 

con su silente lectura.

 

III. En plateresca caverna

 

La pierna sobre otra pierna

complementa su contorno;

en esa postura eterna

toda la capilla entorno,

cual plateresca caverna

que le sirve como adorno.

 

Los ojos, como él, retorno.

 

IV. En el templo, contemplado

 

Martín Vázquez de Arce siente

nuestra presencia a su lado

y notamos que su frente

hacia nosotros ha alzado

y nos mira fijamente

sintiéndose contemplado.

 

En la capilla, observado.

 

V. Qué sueños sigue soñando

 Responde a nuestra pregunta

que casi estaba sonando,

con curiosidad que apunta

a lo que estaba encontrando

en tal lectura trasunta

sobre los siglos quedando.

 

Qué sueños viene soñando.

 

VI. El libro del interior

 

Martín Vázquez de Arce dice

que el libro que está leyendo,

es el libro que tamice

cuanto que se va sabiendo

y el valor que más priorice:

el que siempre siga siendo.

 

El espíritu encendiendo.

 

VII. Por leer sigue viviendo

 

Sigüenza, doncel que lee.

Con silenciosa lectura.

En plateresca caverna.

Una relectura eterna.

Seis siglos que ya dura.

Sin que el joven parpadee.

 

Por leer sigue viviendo.

 

 

 

 

 

 

 

Juan Pablo Mañueco

del libro "Los versos del cardenal y los septetos dobles" (2017)

 

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Jesús Francisco Andrés Andrés

(Delegación Pastoral de la Salud)

 

 

Hace unos días –del 16 al 18 de septiembre-, los delegados de Pastoral de la Salud de toda España éramos convocados en Madrid para celebrar nuestras 44 jornadas nacionales. 

Allí se nos ha hablado de una realidad que, aunque vivamos en un mundo tan globalizado y “comunicado” como el presente, afecta a millones de personas, de todos los países y de todas las edades: LA SOLEDAD. 

No es lo mismo estar solo que sentirse solo, y hoy, muchas personas están solas y se sienten solas, olvidadas, marginadas, “invisibles”.

Esta soledad la podemos encontrar en el mundo rural y en el mundo urbano. En nuestros pueblos pequeños y en un cuarto piso sin ascensor en la ciudad.

La podemos encontrar en el metro abarrotado, en los hogares, en los colegios, en los barrios, en los hospitales, en las residencias de ancianos.

El “sentirnos solos” nos hace vulnerables, nos debilita, nos deprime.

El rostro de la soledad no es único, puede tener el rostro de un niño, de un adolescente, de un joven, de alguien entrado en años o el rostro arrugado de un anciano… cada soledad “es un mundo”

Ahora que estamos dando los primeros pasos en nuestro camino sinodal miremos a nuestro alrededor porque, si el camino sinodal es un camino de comunidad  -que lo es-, podemos olvidarnos de muchos hermanos nuestros que se sienten solos y abandonados.

Santa Teresa de Calcuta decía: “la más terrible pobreza es la soledad y el sentimiento de no ser amado.

José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara -España-)

 

 

Llevo meses, en realidad más de tres años, disfrutando del honor de escribir dentro de una rica página web Diocesana, la de Sigüenza-Guadalajara, en la que no he encontrado para poder hacerlo, la menor directiva, ni la menor dificultad. Tampoco desde luego, la menor censura previa. Honor, además, por compartir espacio con auténticos maestros en tantas cosas y con muchos representantes del rico Presbiterio de nuestra Diócesis. 

Se oye con mucha frecuencia, hablar de la censura de los Obispos y otros responsables de las Diócesis en general, aduciendo a que se meten en todas partes y en todas las cosas. Pues bien, no creo que todos los artículos que he publicado, les hayan gustado y a lo mejor ni tan siquiera que los hayan leído. Y me refiero tanto a mi Obispo como a la primera autoridad diocesana después de él, que es como en todas las Diócesis, el Vicario General salvo la existencia de Obispo Auxiliar. Nunca me han dicho nada, aunque sólo fuera, que eso sí que tendría todo el sentido en mi caso: ¡por favor hágalo mejor! 

Cuando me sugirieron, que no ordenaron, esta modesta colaboración, me dio la impresión de que a aquél que me lo proponía, le preocupaba más que la página tocara temas interesantes y huir del aburrimiento, que otra cosa. Así empezó todo hace ya tres años aproximadamente y he tratado, aunque el lector juzgará si lo he conseguido, que la página comentara algún tema aunque fuera tangencialmente, de las Conferencias de San Vicente de Paúl a las que amo profundamente y en las que un día encontré mi sitio y servicio en y para la Santa Iglesia de los Pobres. Pobres en sentido genérico, no restrictivo y por lo tanto no limitado a la pobreza material. 

Pertenencia, en “Las Conferencias” en las que continuaré mientras el Buen Dios me permita poder seguir moviéndome y servir todavía un poco para algo, hasta que ya no pueda hacerlo y ascienda a ser sólo un miembro orante por carecer de fuerzas físicas. ¡He tenido tantos amigos a los que he acompañado en esta última etapa! Amigos que le han hecho tanto bien a la Sociedad de San Vicente “contactando” con el Buen Dios, desde su silla de ruedas o desde la cama en la que les postró la enfermedad, después de toda una vida de servicio. De servicio, primero a los propios consocios y también a los que sufrían de cualquier forma. 

En fin, las Conferencias, dentro del dolor que produce enfrentarse a él, tocarlo, palparlo, llevártelo contigo y a veces hasta estar al borde de caer en una pequeña desesperación cuando no puedes arreglarlo todo, cuando te olvidas de que tus pobres fuerzas son insuficientes salvo que seas instrumento inútil y te dejes llevar, las Conferencias, están llenas de personas felices. A veces, ¡qué difícil es lograr dejar de lado tu humanidad sabiendo y aceptando que la fuerza sólo te viene de Él! Que sin Él nada puedes hacer. ¡Que Él es el principio de todo bien! 

Pero basta pues, lo que realmente quería era dar las gracias y fíjense adonde he llegado. Por poco les cuento mi vida completa y para eso no me “contrató” la Diócesis con un buen sueldo asegurado. ¡O al menos eso espero! 

No. Sólo quería escribirles sobre la libertad que he encontrado en esta web diocesana. Libertad, hermosa palabra de la que hablamos en general mucho y mal y solemos utilizar peor. 

Cuando alguien me habla del respeto a la libertad por parte de Dios y de sus representantes entre nosotros, casi siempre para criticar, no tengo ni tan siquiera que presumir con altas exégesis a las que ni tan siquiera llegaría. No. Sólo les hablo de mi experiencia. Normalmente se toman un rato para pensarse la respuesta y hasta con frecuencia, responden hablando de “cuñas de la misma madera”, que no sé muy bien qué es lo que quieren decir. Aunque lo intuyo. 

Sin embargo, a veces, pocas, por la ignorancia que suele ser osada, he conocido experiencias cercanas en la que alguna publicación ha sido, si no vetada, sí impuesta a supervisión por personas con buena voluntad, pero escaso bagaje y menor conocimiento en temas eclesiales y culturales. Las excepciones que confirman la regla. 

¿Qué decir amigos míos? La libertad ese regalo de Dios hasta para alejarnos de Él, también para hacer el bien, fundamentalmente para hacer el bien, la he encontrado en mi Diócesis y en mi amplia Jerarquía Diocesana de servicio. Nadie ni me ha coartado ni lo ha pretendido. Suelo leer lo que mis compañeros de Página y siempre maestros en esto del escribir y pueden suponer, cuánto disfruto y cuánto aprendo.   

Lean amigos tanta sabiduría como me rodea y hasta a veces me asfixia de vergüenza por comparación. Lean, por favor, no dejen de hacerlo. Todos los que nos traen sus pensamientos, sus reflexiones, dejan lo mejor de sí mismos, de su experiencia de vida, de su servicio apostólico, que nos enriquece siempre.

 

Que enriquece nuestra libertad. 

Pues eso: ¡léanlos por favor! Les hará el bien.

 

Con María, siempre con María.

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