Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

La muchachita se puso en camino. Iba llena de alegría, -sus motivos tenía-. Viajaba para saludar a una anciana pariente… 

A algunos, siendo muy jóvenes, no nos parecería suficiente motivo para alegrarnos, el ir a visitar a una anciana señora, aunque sea pariente nuestra. Si fuese para visitar a un amigo…, sería diferente. 

Seguro que el lector, al igual que yo, ha oído a veces decir a algunas personas, que se encuentran más a gusto con los amigos que con los parientes. La familia nos viene impuesta, a los amigos los podemos elegir. 

Hoy en día, en nuestra sociedad, donde la tecnología nos ahorra esfuerzos, donde podemos llegar a cualquier parte del mundo sin gastar la suela de nuestros zapatos, en la gran era de las comunicaciones…, nos cuesta dedicar tiempo a nuestros mayores. 

El concepto de “familia” se ha ido desvirtuando, el encuentro entre los de nuestra propia sangre, se ha ido a veces haciendo más “light” y olvidamos a nuestros antecesores viviendo, su día a día, con la ausencia de aquellos por los que lo han dado todo. 

¿Tenemos entre nosotros algún familiar anciano y al que hace tiempo que no vemos? ¿Tenemos algún amigo también en esas circunstancias? ¿Además está solo? ¿Hay algún familiar al que no vemos desde hace meses o incluso años? 

Sí es así, si esos parientes, mayores o no, existen y no hemos tomado contacto con ellos en largo tiempo, déjeme el querido lector hacerle llegar una propuesta para este tiempo. Tomemos como una buena y urgente misión en esta época, hacerles una visita en familia. ¡Rompamos, aunque sólo sea por unas horas su soledad! Dejemos, si son mayores, que se aturdan un poco con nuestros comentarios y risas. Si hay niños y la “bulla” es un tanto fuerte, pues mejor, siempre que tengamos la prudencia de no someterles a una tortura inacabable y sí a un juego y encuentro medido. Ese aturdimiento, será para ellos, un recuerdo maravilloso cuando vuelvan a esa especie de soledad, de grisura, incluso soledad en compañía, a la que se llega con la introspección que nos trae casi siempre la vejez. 

Veamos, como un pequeño ejemplo, la visita a algún sacerdote anciano al que hemos visto servir y nos ha servido eclesialmente durante años desde el Altar. En la ancianidad, suelen estar especialmente solos. ¡Rompamos, aunque solo sea por unas horas su soledad! 

Que este encuentro, nos lleve a otros que les traiga la alegría en sus últimos años en tantos casos. 

A María – la joven muchacha- no le importó todo lo que tendría que caminar[i] para encontrarse con su anciana prima, Isabel: ¡¡¡144 Km!!! en el Siglo I. 

Se puso en camino. No dejó que el cansancio de sus pies limitara el encuentro con su querida prima. ¿Cuántos días estaría en marcha hasta llegar a su destino? 

Isabel, sobrecogida por el milagro que se estaba realizando en ella. María, sobrecogida también por el superior que se estaba operando en su propio cuerpo. ¡Nada menos que la formación del Hijo de Dios cuyo nacimiento vamos a celebrar en unas fechas! 

María e Isabel se fundieron en un abrazo, unidas ambas, en el asombro de la inmensidad y la Misericordia de Dios para con ellas. Asombro que subsiste también para cada uno de nosotros hoy, ante el regalo que significa celebrar el inicio de la Redención que había de traernos aquel Niño, cuyo nacimiento celebramos. 

¡¡¡¡Feliz Navidad!!!!! a tantos amigos que tienen la caridad de leer, mes a mes, estas pobres líneas. 

¡María, siempre en y con María!

 

 

 

[i] Entre Nazaret, entonces residencia de  María y José y Ein Karem, según la tradición, residencia de Isabel y Zacarías, hay alrededor de 144 Km según el camino que se elija

Por la Comunidad de la Madre de Dios

(Monasterio de Buenafuente del Sistal)

 

 

Muy queridos Amigos en el Señor:

Vamos avanzando en el Adviento, estamos en la semana grande, del 17 al 23 de diciembre. En estos siete días que preceden al gran acontecimiento del nacimiento del Hijo de Dios, la Iglesia nos invita a caminar de la mano de santa María. Las Antífonas de la Oh, de la tradición monástica, introducen el cántico del Magnificat dándole mayor solemnidad, invitándonos a todos los que rezamos el Oficio Divino a la reflexión y a orar con nuestra Madre. Desde hace bastantes años, José Alegre Vilas, monje de Poblet, publica un precioso comentario a estas antífonas. Reflexiones que a nosotras nos acompañan y preparan nuestro corazón para el más sublime Misterio, la encarnación del Hijo de Dios. En los últimos años, estas admirables reflexiones se pueden adquirir en las librerías gracias a la editorial PPC. Como muestra, transcribimos un pequeño comentario del P. Alegre en el Adviento de 2018: “Hay una criatura que le dio el corazón, que respira con el Amor, y le ha abierto las puertas de la humanidad para que esta relación de vida y de amor continúe. Es santa María. En ella, Dios ha tomado nuestra carne débil para abrirnos el camino a la fortaleza y a la plenitud de vida.”  Aprovechamos este momento para agradecer al P. Alegre y a la Comunidad de Santa María de Poblet su generosidad  por compartir estas meditaciones. 

Transcurrido el Adviento, sólo nos queda abandonarnos en la contemplación de la pequeñez y de la grandeza del Niño Dios y celebrarlo según nuestras circunstancias. ¡Que no pase de largo el comienzo de nuestra redención!

Para felicitar esta Navidad, nuestra Comunidad ha escogido una frase del Apocalipsis que se canta en las Vísperas de todos los Domingos, menos en Cuaresma: “La Salvación y la Gloria y el Poder son de nuestro DIOS. ¡Aleluya!” (Ap 19, 1). Con ella nos recordamos a nosotras mismas  lo que dice el evangelista san Lucas en una de sus parábolas y que tanto bien nos hace: “Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lc 17, 10). 

Nos despedimos con las palabras del Papa Francisco en su carta apostólica del 1 de diciembre, Admirabile signum sobre el significado y el valor del belén: “Nuestro “gracias” a Dios, que ha querido compartir todo con nosotros para no dejarnos nunca solos”. La Carta es una gran ayuda en nuestro testimonio y para explicarlo a otros. Se encuentra en este enlace: http://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_letters/documents/papa-francesco-lettera-ap_20191201_admirabile-signum.html

Feliz y Santa Navidad, vuestras hermanas de Buenafuente del Sistal

Por Javier Bravo

(Delegación de Medios de Comunicación Social)

 

 

Sin queremos darnos cuenta el año ha pasado y estamos ya celebrando el Adviento, camino de preparación al Nacimiento de Jesús. Vienen a mis recuerdos los años en los que los buzones se llenaban de felicitaciones navideñas. Esta costumbre incluía la elección de la tarjeta perfecta, los llamados 'christmas' -por el nombre de la Navidad en inglés-, o su fabricación casera, generalmente llevada a cabo por los más pequeños de la casa. Las figuras del belén o el árbol navideño, para más tarde dar paso a Papá Noel, los renos… eran las ilustraciones más demandadas para felicitar a familiares y amigos unas celebraciones de lo más entrañables.

Pero llegó el móvil y, con él, el envío instantáneo de información a una gran cantidad de receptores. Se iniciaron las cadenas de SMS. Aquellos breves mensajes de texto que aparecían en forma de sobre en las pantallas en blanco y negro de los primitivos dispositivos acaban de cumplir, este mes de diciembre, un cuarto de siglo, ahora desbancados por las aplicaciones gratuitas de mensajería.

Antes de la aparición de los emoticonos, cada vez más evolucionados, los signos de puntuación representaban las piezas con las que construir imágenes navideñas capaces de sacarle una sonrisa a quienes las recibían. A lo largo de una década, este método ha ido perfeccionándose gracias a las mejoras tecnológicas que fueron incorporando estos dispositivos: el salto a las pantallas en color o al envío de imágenes a través de los MMS o mensajes multimedia.

Con la irrupción de internet entre las aplicaciones que incluían los móviles y la aparición de Whatsapp o Telegram, entre otras 'apps' gratuitas, los SMS cedieron su trono hace más de un lustro, arrebatado unos años antes a las postales, a las cadenas reenviadas de un grupo a otro y de un chat a otro. Aunque existen aplicaciones que en un clic te hacen la tarjeta de felicitación, estaría bien que, al menos, diseñáramos nosotros mismos nuestras propias felicitaciones, aunque el modo de enviarlas haya cambiado, gracias a las nuevas tecnologías; y nosotros, como cristianos, habríamos de seguir eligiendo como imagen principal la del belén, la de la familia de Nazaret, que es lo que verdaderamente representan las fiestas que celebramos.

Una pregunta dejo en el aire ¿Cómo serán las felicitaciones navideñas en un futuro no muy lejano? ¡Feliz Navidad! Nos encontramos en 2020, que espero venga cargado de las bendiciones del Señor.

Por Cáritas Diocesana Sigüenza-Guadalajara

 

 

 

«Todos tenemos un ángel, especialmente en Navidad»

Bajo el sugerente lema “Todos tenemos un ángel, especialmente en Navidad”, Cáritas Diocesana Sigüenza-Guadalajara lanza su Campaña de Navidad 2019 con el objetivo de movilizar a las comunidades cristianas y a toda la ciudadanía a actuar ante las circunstancias de precariedad y soledad de las personas más vulnerables, siendo capaces de despertar a ese ángel que todos llevamos dentro, capaz de conmoverse y sentir el dolor y el sufrimiento de los demás.

Ángeles que se movilizan y colaboran

Esta llamada a la acción concreta a ser ángeles que se movilizan para proteger, servir, amar y defender la dignidad de los más pobres y vulnerables pretende, además, ampliar la base social de donantes de Cáritas. Para ello, la Campaña de Navidad invita a sumarse a la legión de mensajeros de solidaridad que, bien como donantes o como voluntarios, sostienen las acciones que lleva a cabo Cáritas a través de la acogida, atención, acompañamiento y promoción.

Los nuevos pesebres olvidados

En este tiempo de Navidad, Cáritas pone el foco en la vigencia del pasaje evangélico de la Natividad que se encarna en aquellos que siguen naciendo en pesebres olvidados en todos los rincones del mundo, de nuestras propias parroquias, de cada barrio, y de todos los pueblos. La nuestra es una sociedad siempre necesitada de escucha, de ternura, de acompañamiento. Cada uno hemos sentido alguna vez cerca a alguien especial, que en un momento difícil o decisivo de su vida le ha hecho sentir comprendido o acompañado. Y todos hemos tenido un ángel, que nos ha ayudado a recuperar la esperanza, a disipar las incertidumbres y a permitirnos traspasar nuestros límites y fronteras. Todos llevamos dentro ese ángel capaz de conmoverse, de sentir el dolor y el sufrimiento de los demás, de acercarse a aquellos entre los que eligió nacer Jesús en un establo de Belén: los más pobres, los descartados, los que viven en los márgenes de los caminos. Son estas personas frágiles y vulnerables, excluidas de todos los modelos sociales que han recorrido la historia, los preferidos de Dios para anunciar la salvación. Hablamos de las familias desahuciadas, las mujeres, maltratadas, las personas sin hogar, los inmigrantes que están lejos de sus países de origen, las víctimas de la trata de personas, los ancianos solos, los enfermos más débiles y dependientes, los desempleados y los trabajadores pobres, los niños desprotegidos o los jóvenes sin expectativas de futuro. Ellos y ellas nos exhortan a ser ángeles acogedores y sensibles al amor, ese ingrediente que es capaz de transformar el corazón y cambiar esos modelos de vida que los deshumanizan y los expulsan.

Ángeles para revertir la «sociedad desvinculada»

En un escenario social caracterizado, como alerta el VIII Informe FOESSA presentado en junio pasado, por una sociedad cada vez más desvinculada y aquejada de cierta “fatiga de la solidaridad”, la propuesta de activar ese ángel individual que llevamos dentro puede ayudar a conseguir que las personas, inmersas en un mundo que promueve el individualismo, se conviertan en una comunidad auténticamente acogedora que facilite el pleno acceso y la participación de los más vulnerables.

Ángeles que «miran la realidad con profundidad»
Comprometerse en la acción de Cáritas significa, también, en este tiempo de Adviento, “volver a Jesús, portador de Buena Noticia para un mundo que desespera. Porque la invitación de Cáritas a ser ángeles “nos convoca proféticamente a saber mirar la realidad con profundidad, con ojos de fe y corazón afectado”. Y es que si todos tenemos un ángel, especialmente en Navidad, en nuestras manos está responder a la llamada a “sembrar esperanza, ofreciendo caminos nuevos de vida, empujando e iluminando, en medio de tantas oscuridades”. Ese ángel está tanto “en muchos gestos de personas samaritanas” como “en la capacidad de alegría, de resistencia y de solidaridad de tantos empobrecidos que luchan día a día con dignidad, y en nosotros cuando vamos descubriendo su rostro desfigurado por el dolor en el hermano, dejándonos afectar y sacando lo mejor de nosotros mismos”. Cáritas Diocesana Sigüenza-Guadalajara les desea una Feliz y Fraterna Navidad

Por la Delegación de Piedad Popular, Cofradías y Hermandades

 

 

La Iglesia, como decía San Pablo VI, existe para evangelizar, también valiéndose de la manera como el pueblo contempla y celebra el misterio de Dios. Es decir, de la religiosidad popular. Las Cofradías y Hermandades, que se enmarcan dentro de la antedicha, ayudan al creyente a conocer y vivir el Evangelio de Jesucristo, utilizando aquellos medios que mejor pueden conectar con la idiosincrasia de un pueblo, de una cultura. 

Centrémonos en el pensamiento que proclama el Papa Francisco con respecto a la Religiosidad Popular, Cofradías y Hermandades para conocer mejor su finalidad. 

No podemos reducir la religiosidad popular a las cofradías, pero tampoco podemos entenderla sin ellas. La labor de las hermandades en su faceta pastoral, catequética, caritativa y social es fundamental para poder descubrir sus fines. Ahora bien, igual que se recurre al ocultamiento de las creencias religiosas bajo el pretexto de considerarlas asunto absolutamente privado, también podría ocurrir que se acudiera a la hermandad como si esa pertenencia, por sí sola, eximiera de todas las demás obligaciones y compromisos religiosos y morales que comporta el ser auténtico cristiano. 

Según el Código Canónico, una cofradía es una asociación pública de fieles que pretende promover el culto, practicar la caridad cristiana y la evangelización, en particular la de sus propios miembros. Existe, pues, la cofradía y hermandad como un medio para ayudarse a vivir como cristianos, haciendo realidad, en obras y en palabras, el Evangelio de Jesucristo. 

La cofradía ha nacido con una finalidad religiosa y caritativa; ha sido aprobada por la Iglesia con la garantía de que había de cumplir sus objetivos fundacionales; los hermanos que se unen a ella lo deben hacer buscando una vida cristiana repleta de autenticidad y que se manifiesta en múltiples acciones culturales propias y en una eficaz labor caritativa. 

Corren las cofradías y hermandades el peligro de encerrarse en sí mismas, mirarse constantemente en su propio espejo. Pero la cofradía es de Cristo y habla de Cristo; es de la Iglesia y camina con la Iglesia; es del pueblo y siente con el pueblo; es de la hermandad y asume la vida de hermandad; es de la familia y ayuda a la familia. La cofradía, como tal, es una forma de vivir en cristiano, de seguir a Jesucristo, de estar en la Iglesia, de caminar como ciudadanos de este mundo, de sentir el calor de la propia familia. Una hermandad no es solamente una agrupación a la que se pertenece, ni siquiera una serie de actividades religiosas en torno a unas imágenes veneradas. La hermandad es un espíritu, una vida, una fe, un patrimonio espiritual. 

Por todo cuanto antecede, las hermandades son un camino, una ayuda para vivir mejor en cristiano. La hermandad ofrece los medios que el cristiano necesita: palabra, sacramentos y caridad. La hermandad es de Cristo y habla de Cristo. Vive el amor fraterno. 

En la vida de una hermandad no pueden faltar las actitudes, disposiciones y actividades siguientes: fidelidad a los orígenes, transmisión de la fe, testimonio cristiano, comunión interna, formación cristiana, gobierno como servicio, participación, espiritualidad propia, afianzamiento de la pertenencia a la Iglesia, acercamiento a la familia, consolidación del voluntariado, primacía del culto auténtico, caridad fraterna, conocimiento de la propia historia y finalidad, atención a los grupos de jóvenes, cuidar el itinerario para la protestación de la fe, preparación espiritual y sacramental para la estación de penitencia, justa y evangélica utilización de los bienes, custodia del patrimonio artístico y cultural y la formación de sus órganos directivos. 

El fin debe ser el principio fundamental.

Información

Obispado en Guadalajara
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Teléf. 949231370
Móvil. 620081816
Fax. 949235268

Obispado en Sigüenza
C/Villaviciosa, 7
19250 Sigüenza
Teléf. y Fax: 949391911

Oficina de Información
Alfonso Olmos Embid
Director
Obispado
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Tfno. 949 23 13 70
Fax: 949 23 52 68
info@siguenza-guadalajara.org

 

BIZUM: 07010

CANAL DE COMUNICACIÓN

Mapa de situación


Mapa de sede en Guadalajara


Mapa de sede en Sigüenza

Si pincha en los mapas, podrá encontrarnos con Google Maps