Jesús Montejano

(Delegación de Piedad Popular, Cofradías y Hermandades)

 

 

Hemos celebrado, un año más, las fiestas navideñas. Desde el nacimiento del Señor hasta la Epifanía hemos celebrado los primeros momentos de Jesús hecho hombre como nosotros, adorado por María y José, por la gente sencilla, como los pastores, por los hombres que buscan la verdad, como los magos de oriente. 

La piedad del pueblo ha hecho suya la alegría de estos día, que se ha manifestado en poner el belén, cantar villancicos, poner en el centro la familia, hacer regalos a las personas que queremos. 

La Piedad popular, como dice el Directorio de la Piedad Popular (n. 108), capta de modo intuitivo valores presentes en la navidad, que son muy importantes para nuestra vida: 

- el valor de la "espiritualidad del don", propia de la Navidad: "un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado" (Is 9,5), don que es expresión del amor infinito de Dios que "tanto amó al mundo que nos ha dado a su Hijo único" (Jn 3,16)

 - el mensaje de solidaridad que conlleva el acontecimiento de Navidad: solidaridad con el hombre pecador, por el cual, en Jesús, Dios se ha hecho hombre "por nosotros los hombres y por nuestra salvación"; solidaridad con los pobres, porque el Hijo de Dios "siendo rico se ha hecho pobre" para enriquecernos "por medio de su pobreza" (2 Cor 8,9);

- el valor sagrado de la vida y el acontecimiento maravilloso que se realiza en el parto de toda mujer, porque mediante el parto de María, el Verbo de la vida ha venido a los hombres y se ha hecho visible (cfr. 1 Jn 1,2); 

- el valor de la alegría y de la paz mesiánicas, aspiraciones profundas de los hombres de todos los tiempos: los Ángeles anuncian a los pastores que ha nacido el Salvador del mundo, el "Príncipe de la paz" (Is 9,5) y expresan el deseo de "paz en la tierra a los hombres que ama Dios" (Lc 2,14); 

- el clima de sencillez, y de pobreza, de humildad y de confianza en Dios, que envuelve los acontecimientos del nacimiento del niño Jesús.

 

Al retomar nuestros quehaceres ordinarios, hemos de ir haciendo realidad en nuestra vida y en la vida de nuestras cofradías y hermandades estos valores, que nos construyen como personas y auténticos cristianos.

 

Por Guada-Acoge

 

 

 

Pienso en las millones de personas que a lo largo de la historia han llevado al máximo sus capacidades  gracias a instalarse, tras un proceso migratorio, en un lugar con circunstancias y recursos más apropiados. No sólo me estoy refiriendo a los grandes personajes que han logrado el reconocimiento mundial por su trabajo (A. Einstein, A. Schwarzenegger, H. Houdini, L. van Beethoven, etc.) también las personas anónimas que han encontrado, fuera de su patria natal, una familia, un trabajo, un sueño, un negocio, una lucha. Pienso en ellos cuando pido que haya  lugar para la migración en el mundo actual. Porque si el movimiento se demuestra andando no puedo imaginar un mundo sin lo que la movilidad humana a aportado al progreso de la humanidad.

Veo las miles de personas que llegan a países destino de manera irregular y se ven avocados a los distintos tipos de pobreza y discriminación. Conozco a personas que no ven más salida que la delincuencia o la prostitución y a personas que siguen ese camino porque lo consideran más fácil. A menudo otras personas sacan provecho de su necesidad o su miedo. Es necesario, pues,  regular la migración,  que los que llegan lo hagan en las mejores condiciones posibles. Seguir tratando de  proveer a la sociedad de recursos más eficaces que ayuden a la integración efectiva y favorable.

No me puedo olvidar de las personas (con sus nombres, sus familias, sus pasados, su dignidad, sus proyectos, sus amigos, etc.) que mueren en su intento por llegar a "su tierra prometida". Pienso en sus familias y en sus seres queridos, que seguramente reunieron los ahorros de sus vidas para que pudiera viajar, pero  que tal vez nunca sepan si llegaron o no. Pido se promueva un desarrollo global sostenible que permita que ninguna persona se vea forzada a la migración. Que se reconozca y se haga posible el derecho a no emigrar.

Sin duda en este año de elecciones nos harán llegar muchos análisis, propuestas, riesgos, ventajas, etc. conviene no perder de vista que sobre todo son personas las que entran en el juego, para no perder la perspectiva humana en las políticas que se van a llevar a cabo.

 

Por Javier Bravo

(Delegación de Medios de Comunicación Social)

 

 

Empezamos nuevo año, que no nuevo curso, y me gustaría tratar uno de los temas que están siempre en boga y viene bien tratarlo en cualquier momento, la educación.

Seguro que muchos ya la conocéis pero para aquellos que aún no, traigo a este artículo la web de la plataforma “Libres para educar a nuestros hijos”. Me ha parecido oportuno traerla hasta aquí ya que la diócesis de Sigüenza-Guadalajara es uno de los promotores de esta plataforma.  

Una iniciativa promovida por las diócesis de las cinco provincias eclesiásticas de Toledo: Albacete, Cuenca, Ciudad Real, Guadalajara y Toledo, e integrada por padres y madres, maestros y profesores: Tiene como finalidad dar a conocer a padres, profesores, alumnos y, en general, a toda la sociedad, las implicaciones derivadas del derecho fundamental a la educación consagrado en el artículo 27 de la Constitución española.

Los objetivos de la misma son dos:

De un lado, sensibilizar a todos los agentes implicados en la educación acerca de la necesidad de respetar la libertad de educación y los derechos que ésta conlleva, así como romper los prejuicios establecidos contra el ejercicio de este derecho desde la libertad de pensamiento, conciencia y religión;

De otro, animar a la construcción de un sistema educativo que respete la libertad de educación desde el compromiso personal y colectivo y la participación activa en el ámbito educativo. La campaña se articula en cinco ejes, coincidentes con los principales derechos incorporados en la libertad de educación.

En la web del obispado existe un enlace hacia la web de la plataforma http://www.libresparaeducar.com/. Ahí encontraréis mucha información muchos artículos de actualidad, los derechos que los padres tiene para elegir el modelo educativo para sus hijos, para que sus hijos cursen religión, para educar a sus hijos en la moral y también el derecho como padres de implicarse y alzar “su voz” en la labor o tarea educativa de sus hijos, no pueden permanecer al margen.

Una página sin duda muy interesante que puede ayudar a padres, educadores, y aquellos inmersos en el proceso educativo de niños y jóvenes. Desde la Delegación de Familia de la diócesis nos han pedido dar difusión de la plataforma: Ellos por su parte cada semana o quince días publican vía RRSS (redes sociales) Facebook, WhatsApp, … las novedades que de esta plataforma vayan surgiendo: Todas ellas están en la web.  Sería bueno, al mismo tiempo, que aunque ya existe un link en la web del obispado, si es posible, aquellos que dispongan de página web y lo crean oportuno, creen también un icono para dar mayor difusión.

Hasta una próxima ocasión. Feliz y bendecido Año 2019.

 

> Un artículo de María Adell y Concha Carrasco

> Delegación Diocesana de Migraciones

 

 

 

Somos 46,7 millones de residentes en España, de los cuales dos millones vivimos en Castilla-La Mancha y 250 000 en la provincia de Guadalajara. Desde el año 2010, los extranjeros en España han disminuido en un millón y en Guadalajara se ha producido un descenso de 10 000 en la población extranjera. Y, sin embargo, seguimos viviendo una situación alarmista sobre la llegada de inmigrantes, con noticias como: «Decenas de inmigrantes llegan a la playa de Zahora, en Cádiz» (ABC, 30 de julio de 2018); «La llegada por mar de inmigrantes a Cádiz se incrementa por cuatro en 2017» (Cadena Ser, 26 de febrero de 2018); «2018: año récord de llegadas de migrantes en patera a España, un 154% más que en 2017» (Europa Press, 17 de octubre de 2018). Palabras como llegada, acogida, avalancha o invasión; denominaciones como panchito, moro, negrito o sudaca, tienen de antemano una connotación negativa y suponen ya un prejuicio en la forma en la que percibimos la inmigración.  Pero, en realidad: ¿somos demasiados?

Guadalajara se encuentra entre las ocho provincias de España más despobladas, con una densidad de 21 hab./km2. Si exceptuamos las cinco poblaciones que superan los 10 000 habitantes (Guadalajara, Azuqueca, Alovera, El Casar y Cabanillas), nos encontramos con que solo quedan 100 000 habitantes y una densidad que no llega a los 10 hab./km2. Ello supone un futuro incierto, habida cuenta del envejecimiento de la población y de la baja tasa de natalidad, al igual que en otras provincias del interior. Es lo que el escritor Sergio del Molino denomina «la España vacía». Aunque la inmigración no es la solución a este problema, sí que ha paliado alguno de sus efectos. La llegada de inmigrantes a nuestra provincia ha supuesto el incremento del número de escolares, facilitando la pervivencia de varios centros de enseñanza; el acceso a determinados puestos de trabajo para los que no se encontraba población nativa; el aumento de la población de la provincia y de la capital; y mayor número de personas inscritas en la Seguridad Social (porque… ¡sí!: la mayoría de los extranjeros cotiza a la Seguridad Social).

¡No habrá invasión, tranquilos! Porque la gran mayoría de los pobres no pueden salir de los países donde nacieron y a los que solicitan nuestro asilo y auxilio no les dejamos entrar. Tú y yo somos cómplices de estas situaciones de injusticia que se producen en la casa común que es nuestra tierra. Por ello, no olvidemos que fuimos, somos y podemos ser inmigrantes.

Por Alfonso Olmos

(director de la Oficina de Información)

 

 

El día 7 de enero de 1919 nació en el pueblo alcarreño de Copernal, Julia Simón Muñoz. Ha cumplido cien años y lo ha celebrado rodeado de su familia y amigos, dando gracias a Dios por todos los dones recibidos durante este siglo de vida. En su parroquia de San Nicolás de la capital provincial, con este motivo, se ha celebrado una misa de acción de gracias. He concelebrado la eucaristía con otros sacerdotes y durante la celebración, aunque se hacía referencia a su vida, a sus virtudes, a su dedicación a la Iglesia, a sus trabajos apostólicos, yo pensaba, sinceramente, que por alguna razón Julita no había podido asistir. 

En los primeros bancos estaban algunos de sus familiares y los que, a diario, llenan la concurrida misa del mediodía de la céntrica parroquia guadalajareña. Por más que miraba alrededor, mi vista no alcanzaba a encontrarla. Por fin a la hora de la comunión, me he dado cuenta de que la homenajeada estaba participando de la celebración, pero no en los primeros puestos donde yo pensaba encontrarla, sino donde a diario se sienta con el resto de las señoras que forman parte del coro parroquial, que anima esa misa matutina. Y desde allí, desde su banco, del brazo de una de las cantoras, se ha acercado a recibir al Señor. 

Hoy, una vez más, esta mujer nos ha demostrado cómo la sencillez es la mejor virtud de la gente importante. Julia Simón ha vivido cien años entregada a Dios, y ha hecho de su vida una entrega también a la promoción de las de su mismo sexo. La Iglesia y la sociedad guadalajareña, le debe mucho por sus avanzadas ideas y su tenacidad para desarrollarlas en distintos ámbitos, especialmente de la formación. 

Comprometida desde joven con la Acción Católica, fundó en Guadalajara, para la juventud femenina el llamado Colegio Rural, en el que jóvenes de los pueblos pudieran residir e iniciarse en la formación profesional. Este colegio pasó después a denominarse Colegio Profesional María Madre, que finalmente fue cedido a la diócesis. Además puso en marcha la Asociación Católica Internacional de Servicio a la Juventud Femenina que, a través de la Residencia Stella y la Escuela Castilla, ha ofrecido atención, formación y ayuda a la juventud. 

Por esa entrega incondicional a los demás, como expresión de su fe, Benedicto XVI, por petición del entonces obispo de la diócesis, le concedió la máxima distinción para los laicos, la medalla Pro Ecclesia et Pontifice. Se trata de una condecoración papal creada por León XIII el 17 de julio de 1888. Un premio de fidelidad a la Iglesia, por el servicio entregado a la comunidad eclesial. 

El alcalde de la ciudad ha participado en el emotivo homenaje a esta gran mujer que, en sus palabras de agradecimiento a los asistentes, ha reconocido con sencillez que nada ha sido obra suya, sino  que “Dios lo ha planeado todo y lo ha realizado todo”. La humildad ante todo. Un ejemplo del que deberíamos aprender.

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