Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

“Orgullosos de nuestra fe” es el lema de la jornada que llama a incrementar el sentido de pertenencia eclesial y contribuir al sostenimiento económico

 

 

 

 

Desde hace cerca de cuatro décadas, un domingo de noviembre (este año, pasado mañana, domingo día 12) es en España el Día de la Iglesia Diocesana. Se trata de una jornada destinada a incrementar la pertenencia y corresponsabilidad eclesial en y desde la diócesis. Esta corresponsabilidad se ha concretar asimismo en una mayor disponibilidad para colaborar en toda la actividad de la Iglesia y en su financiación y sostenimiento económico.

De este modo, el Día de la Iglesia conlleva colecta imperada. En 2018, esta colecta alcanzó en nuestra diócesis la cifra de 30.329 euros. En 2017 fue de 31.768,11 euros, trescientos euros menos que en 2016. Y en 2019, fue de 32.803,74 euros. Cifra que descendió en 2020, en plena pandemia, quedándose en 27.055,37 euros. Y en 2021 fue de 28.899,53 euros, casi dos mil euros más que en 2020; y en 2022, con claro crecimiento, 33.182,87 euros.

La cuenta de resultados económicos en la diócesis en 2022 quedó equilibrada en un total de 17.606.616,58 euros de ingresos y otros tantos de salidas. La campaña del Día de la Iglesia, unida a la de la declaración de la renta en primavera con la marca X (Por) Tantos, es divulgada con amplia difusión en los medios de comunicación de ámbito nacional y en las redes sociales. “Orgullosos de nuestra fe” es el lema de este año.

Una de las acciones de la campaña del Día de la Iglesia Diocesana es dar mejor a conocer la realidad concreta de cada diócesis. De ahí, que, a continuación, ofrezcamos, como en los pasados años, una descripción de cómo es hoy a día de hoy nuestra Iglesia diocesana de Sigüenza-Guadalajara.

 

 

Territorio y población

El Concilio Vaticano II define la diócesis como "una porción del pueblo santo de Dios, que se confía el obispo con la colaboración de los sacerdotes, de suerte, que adherida a su pastor y reunida por él, en el Espíritu Santo por medio del evangelio y de la eucaristía, constituya una Iglesia particular, en la que se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica”.

La diócesis de Sigüenza-Guadalajara, cuyos límites geográficos coinciden con los de la provincia civil de Guadalajara, ha vuelto a aumentar en su población: 268.386 habitantes. Se trata de un nuevo récord histórico, pero con contrapartida o con ambivalencia ya que solo crecen las ciudades y pueblos del Corredor del Henares, incluida, por supuesto, la capital provincial, mientras que la distribución de la población es muy alarmante y desde Torija y hasta El Pedregal, en línea recta, a la derecha y a la izquierda, nuestra diócesis es España vaciada pura y dura y cada vez más…

 

Relevo episcopal en la diócesis

El presente Día de la Iglesia Diocesana llega a Sigüenza-Guadalajara en reciente y pleno proceso de relevo episcopal. El 31 de octubre se hizo pública la renuncia, por razones de edad, tras dos años de prórroga, de don Atilano Rodríguez Martínez, de origen asturiano, que ha regido nuestra diócesis desde el 2 de abril de 2011. Ahora y hasta el próximo 23 de diciembre es el administrador apostólico de la diócesis.

El obispo electo es don Julián Ruiz Martorell, nacido en Cuenca, aunque criado en Zaragoza, el 19 de enero de 1957. Sacerdote desde el 24 de octubre de 1981, está licenciado en Teología dogmática y en Sagrada Escritura. El 5 de marzo de 2011 recibió la ordenación episcopal y desde entonces ha sido el obispo de las diócesis de Jaca y de Huesca.

Don Atilano pasará a ser obispo emérito de la diócesis el 23 de diciembre. Además, contamos también con un segundo obispo emérito: don José Sánchez González, que, con 89 años, vive en la Casa Sacerdotal de Salamanca.

 

Sacerdotes, seminaristas y misioneros

 En la actualidad, el número de sacerdotes diocesanos se sitúa ya por debajo de los 180, incluidos cerca de dos decenas de sacerdotes, que, aunque, aunque incardinados en nuestra diócesis, sirven a otras diócesis. Ello significa que son algo menos de 160 los sacerdotes diocesanos residentes en el territorio diocesanos, más de un tercio ya jubilados y más de la mitad de este total sacerdotal vive en la ciudad de Guadalajara. Colaboran directamente con la pastoral diocesana unas tres decenas sacerdotes, la mayoría de ellos extranjeros. El número de parroquias en la diócesis asciende a 469.

Hay un diácono, que será próximamente ordenado presbítero.  La diócesis cuenta, asimismo, con cinco laicos aspirantes al diaconado permanente. En los años 2022 y 2023 se registraron una ordenación sacerdotal en cada uno de estos años. La diócesis tiene con dos seminaristas (uno ya diácono), que estudian en la Facultad de Teología de San Dámaso de Madrid.

Hay ahora tan solo 3 sacerdotes diocesanos en misiones, en otros tantos países de América Latina.  Además, oriundos de la diócesis hay otros 42 misioneros, religiosas, religiosos y seglares (en concreto, cinco familias en misión).

 

 Vida Consagrada y nuevas formas de consagración

Hay también unas 35 comunidades de vida consagrada: 9 monasterios contemplativos, 15 casas de religiosas, 7 de religiosos, 2 institutos seculares, 1 familia eclesial, 1 orden de las vírgenes y 2 asociaciones privadas de fieles. En total, los consagrados presentes en la diócesis se sitúa en 211 según los últimos datos, a los hay que añadir 82 monjas contemplativas. En total, suman 293 consagrados y consagradas.

Las congregaciones religiosas presentes en los monasterios contemplativos de la diócesis son nueve: Clarisas (en Sigüenza), Carmelitas Descalzas (en Guadalajara y en Iriépal), Jerónimas (en Yunquera de Henares), Benedictinas (en Valfermoso de las Monjas), Cistercienses (en Buenafuente del Sistal), Ursulinas (en Sigüenza), y Franciscanas Concepcionistas (en Pastrana y en Guadalajara)

Las comunidades de religiosos presentes son Josefinos (en Sigüenza y en Azuqueca), Maristas, Salesianos y Agustinos Recoletos (en Guadalajara) y Hermanos de la Sagrada Familia (en Sigüenza). Las religiosas pertenecen a las Adoratrices (en Guadalajara), Carmelitas del Sagrado Corazón (en Guadalajara y en Humanes), Dominicas (en Azuqueca), Doroteas (en Azuqueca), Hermanas de la Caridad de Santa Ana (en Guadalajara), Hermanitas de los Ancianos Desamparados (en Sigüenza y en Guadalajara) Reparadoras del Sagrado Corazón (en Guadalajara), Scalabrinianas (en Guadalajara) y Ursulinas (en Guadalajara).

La Obra de la Iglesia, los Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios y la Asociación Papa Juan XXIII en Guadalajara, la Comunidad de la Sagrada Familia (en Trillo), el Orden de las Vírgenes (en Cabanillas del Campo) y la Comunidad Betania (en Brihuega) son otras presencias, con sus correspondientes servicios, de vida consagrada, en distintas y nuevas formas, en la diócesis. También hay en la diócesis mujeres consagradas pertenecientes a los institutos seculares Alianza en Jesús por María y Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote.

 

 

Acción sacramental, catequesis y laicado

En el último año registrado (2022), se administraron 1.080 bautizos, 1.248 primeras comuniones, 892 confirmaciones, 292 bodas canónicas, y una ordenación sacerdotal. Estos registros son mejores que en 2020 y 2011, los años principales de la pandemia, pero ligeramente inferiores a antes de ésta.

El número de catequistas en la diócesis se sitúa en los 489, que forman a unos 6.000 niños, adolescentes y jóvenes.

El laicado diocesano organizado se agrupa en torno a veintiuna instituciones: Acción Católica General, Adoración Nocturna Española, Adoración Nocturna Femenina, Asociación Católica de Servicio a la Juventud Femenina, Asociación Cristiana de Viudas, Asociación María Auxiliadora, Asociación Salesianos Cooperadores, Centros de Cultura Popular, Comunidades Fe y Luz, Comunidades Neocatecumenales, Conferencias de San Vicente de Paúl, Cursillos de Cristiandad, Encuentro Matrimonial, Hermandades de Trabajo, HOAC, Manos Unidas, Movimiento Scout Católico, Orden Franciscana Seglar, Renovación Carismática Católica, Sociedad de San Vicente de Paúl, Talleres de Oración y  Vida Ascendente.

 

Acción educativa y cultural

Los colegios de matriz religiosa presentes en la diócesis son 10, tres diocesanos y siete de congregaciones religiosas. Nuestros colegios católicos concertados educan a 6.978 alumnos y emplean a cerca de 800 trabajadores (415 docentes y 361 no decentes).

Estos colegios son de titularidad diocesana tres (Sagrada Familia-Ursulinas de Sigüenza, Cardenal Cisneros de Guadalajara y Santa Cruz de Guadalajara) y de congregaciones religiosas, siete: los Salesianos, los Agustinos Recoletos (dos colegios), los Maristas, las Adoratrices y las Hermanas de Santa Ana, todos en Guadalajara, además colegio de las Doroteas en Azuqueca de Henares.

La diócesis cuenta con siete museos: tres de la parroquia de Atienza, otro de la parroquia-colegiata de Pastrana, uno más en Mondéjar y otro en Sigüenza, el Museo Diocesano, además del de la catedral seguntina. La catedral de Sigüenza, la décima mejor catedral de España, recibió en 2022 más de 55.000 visitantes.

La diócesis cuenta con 39 templos eclesiásticos declarados bienes de interés cultural (BIC). Y en 2022, hubo 55 proyectos y realizaciones de construcción y de rehabilitación y 69 fiestas religiosas de interés turístico provincial y regional.

 

Formación y espiritualidad

Junto al Seminario, la diócesis cuenta con cuatro escuelas Diocesanas de formación: Teología, Formación Misionera, Pastoral Obrera y Hermandades y Cofradías. En la actualidad, hay unas 135 cofradías en la diócesis con estatutos actualizados a tenor del CIC de 1983. Hay también tres santuarios diocesanos y varios cientos de ermitas.

En Guadalajara, se hallan la Casa Sacerdotal, la Cada Diocesana de Pastoral, el Centro de Acción Social Casa Nazaret, el Centro Juvenil Juan Pablo II, el Centro Diocesano de Orientación Familiar (COF) y el Centro de Escucha San Camilo.

Nuestra diócesis cuenta asimismo con cinco casas de espiritualidad: la Casa María Madre de Guadalajara, la Casa de Oración de los Hermanos de la Sagrada Familia “El Bosque” de Sigüenza, las Casas de Oración de los monasterios de Valfermoso de las Monjas (Benedictinas) y de Buenafuente del Sistal (Cistercienses) y el Centro de Espiritualidad y de Pastoral “San Francisco de Asís” de Trillo.

 

Acción caritativa y social

En total, en 2022, la diócesis atendió a 17.651 personas necesitadas y vulnerables, en 68 centros distintos. Así, hay un centro por cada uno de estos servicios: para la asistencia a migrantes y refugiados, otro para la defensa de la vida y de la persona y un tercero para la promoción de la mujer y para víctimas de la violencia, qua atendieron a 2.015, 29 y a 21 personas, respectivamente. Hubo dos proyectos de cooperación al desarrollo en el mundo, con 1.085 personas beneficiadas; y otros dos centros para promover el trabajo, con 750 personas atendidas.

Cáritas Diocesana acompañó y ayudó a 26.690 personas; y Manos Unidas, a 8.615. El número de voluntarios respectivamente estas organizaciones eclesiales diocesanas son de 480 y de 10, respectivamente.

14.343 personas fueron atendidas en 58 centros diocesanos para mitigar la pobreza. Igualmente, hay en la diócesis 5 casas para ancianos, enfermos crónicos y personas con discapacidad, que suman 494 beneficiarios.

 

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 10 de noviembre de 2023

Por Alfonso Olmos Embid

(Director de la Oficina de Información)

 

 

 

 

 

 

Desde Protógenes en el siglo VI, la Iglesia que camina en lo que ahora es la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, se cuentan casi un centenar de nombres de los que son sucesores de los apóstoles, los obispos.

El territorio provincial, que ahora se identifica también con el diocesano, con todos sus pueblos y ciudades, ha sufrido a lo largo de la historia un vaivén de cambio de límites. Ahora, unificado administrativamente y también eclesiásticamente, recibe al que en esa lista de nombres ocupa el número 97, nuestro obispo electo Julián.

A los obispos, por la ordenación episcopal, se les ha transmitido la misión y la potestad de los apóstoles, y eso garantiza la comunión de fe y de vida de la comunidad diocesana, con los orígenes de la fe apostólica y con los que fueron elegidos por Cristo y configurados con él, para ser pescadores de hombre y apacentar a su pueblo. En pura teoría, habría que pensar que en el origen de esa sucesión por la ordenación, veinte siglos atrás, habría un apóstol al que los obispos “sucedieron al ser ordenados en su lugar”, como asevera Firmiliano de Cesarea, alma de los concilios celebrados en Antioquía entre los años 264 y 268.

Hace décadas, en nuestras parroquias, al recibir la visita pastoral de un obispo, los feligreses exhibían carteles o pancartas en las que se podían leer las palabras que recogen algunos evangelistas al narrar la entrada de Jesús en Jerusalén: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. También estas palabras resuenan en las sedes episcopales al recibir a un nuevo obispo en ocasiones, como el mismo Cristo, montado a lomos de un pollino. Y es que así llega cada prelado a su diócesis y a sus parroquias, en el nombre del Señor.

La memoria es limitada, pero todos podemos recordar los nombres de los obispos que, a lo largo de nuestra historia, hemos ido conociendo. Laureano, Jesús, José, Atilano y Julián, son de los que yo guardo memoria; y más atrás las gentes de Guadalajara recuerdan otros nombres de los pastores que rigieron las distintas comarcas de nuestra provincia que, hace décadas, pertenecían a distintos obispados.

Más allá de la historia, que siempre conviene recordar y reconocer, habrá que esforzarse por vivir el presente, que nos encamina hacia un futuro en el que, de la mano de nuestro obispo, la Iglesia debe vivir, como en los orígenes los apóstoles, con espíritu evangelizador y misionero.

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

El próximo martes 6 de noviembre es la memoria litúrgica de los mártires de España del siglo XX, a los que se añadirán 20 nuevos beatos el 18 de noviembre

 

 

 

 

Este próximo martes, día 6 de noviembre, es la memoria litúrgica de los Mártires de España del siglo XX, con especial recuerdo en nuestra diócesis al sacerdote Saturnino Ortega, de Brihuega,  y a los franciscanos Julián Navío, de Mazarete, y Ángel Remigio Hernández, de Pastrana, los tres beatificados en 2007, y a los nueve beatificados en Tarragona, el 13 de octubre de 2013:  Gumersindo Sanz Sanz, Manuel Sanz Domínguez, Victoriano Calvo Lozano, José María Ruiz Cano, Ireneo Rodríguez González, Gregorio Cermeño Barceló, Vicente Vilumbrales Fuente, Narciso Pascual Pascual y Gabriel Barriopedro Tejedor.

Son ya algo más dos mil los mártires de este periodo histórico reciente en los altares (2.108 exactamente, más 20 que serán beatificados en Sevilla el próximo 18 de noviembre). Entre 1931 y 1939 hubo en España unos diez mil mártires. El número de mártires diocesanos en los altares es de 20, más otros cinco, que sirvieron ministerialmente en ella poco antes de recibir el martirio.

 

11 santos y 2.117 beatos

Tras la beatificación de Sevilla del sábado 18 de noviembre, que constituye el tema central de este artículo, los 2.128 mártires del siglo XX en España en los altares se desglosan de este modo: 9 son obispos, 390 sacerdotes seculares o diocesanos, 1.557 religiosos (incluidos religiosos sacerdotes, religiosos no sacerdotes y religiosas), 1 diácono y 1 subdiácono seculares y 173 seglares, incluidos 20 seminaristas y 21 mujeres.

         Con san Pedro Poveda, canonizado por Juan Pablo II en Madrid el 4 de mayo de 2003, el último canonizado hasta ahora, son once los mártires españoles de este período histórico ya canonizados. Uno, el ya citado, es sacerdote diocesano, otro sacerdote religioso y los nueve restantes hermanos religiosos, todos ellos de La Salle, entre ellos, san Marciano José, natural de El Pedregal.

 

Ahora, 20 mártires andaluces

El sábado 18 de noviembre la catedral de Sevilla, desde las 11 horas, acogerá la solemne celebración del martirio de veinte mártires más. Son diez sacerdotes diocesanos y diez laicos (incluidos un seminarista y una laica). En nombre del Papa Francisco, presidirá la celebración el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. La eucaristía será transmitida en directo por TRECE TV.

Habrá tres actos previos preparatorios. Dos el viernes 10 de noviembre: a las 7 de la tarde, en el palacio arzobispo, una conferencia a cargo de monseñor Teodoro

León, obispo auxiliar de Sevilla, y de José Leonardo Ruiz, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla. A continuación, en la catedral hispalense, habrá una vigilia de oración. Y en la víspera de las beatificaciones, una nueva vigilia de oración en la capilla del seminario metropolitano de Sevilla, a las 20 horas. Posteriormente, entre los días 19 y 26 de noviembre, serán las misas de acción de gracias en las parroquias de los nuevos beatos.

 

Lema y cartel

Ofrecí mi vida al Señor y Él la ha aceptado” es la frase elegida como lema. Y el cartel es una preciosa pintura, en la que la patrona de la diócesis de Sevilla, la Virgen de los Reyes aparece en el centro arropando y acogiendo a los nuevos veinte beatos mártires rodeados de la palma del martirio, que parte de las manos de un sacerdote y de un laico, y, en el fondo superior derecha, la Giralda de Sevilla. En el fondo superior izquierda, aparece el logo de la celebración, que es el logo común de las causas de los mártires del siglo XX en España con el añadido específico de esta beatificación, su lugar y su fecha, datos estos que también aparece al pie del cartel en horizontal.

El cartel quiere expresar el triunfo sobre el mal y la muerte. Los mártires, al aceptar perder la vida por amor y fidelidad a Jesucristo, perdonando a sus verdugos, como el mismo Señor hizo en la cruz, son testigos de que la muerte ha sido vencida y que esta vida es la preparación para la vida eterna en el cielo, como queda manifestado en el lema del cartel: “Ofrecí mi vida al Señor y Él la ha aceptado”.

Su testimonio martirial alienta a los cristianos de hoy a que seamos fieles a la llamada que recibimos en nuestro bautismo, a mantener la esperanza y a vivir en la confianza en un Dios padre providente que nos ha creado y nos ama personalmente.

Cromáticamente, predominan los tonos ocres y amarillos, que sugieren el color dorado, símbolo de la luz de Dios. El color rojo, que aparece en la casulla del sacerdote, la beca del seminarista y la silueta de la Giralda, es el color propio de los mártires y simboliza su sangre derramada por seguir a Jesucristo el Señor.

El autor del cartel y de dos tapices que descubrirán en la beatificación, Juan Palomo Reina, es un pintor nacido en Cantillana (Sevilla), en 1965.

 

Entre los 19 años de un seminarista y los 68 años una viuda sacristana

Estos veinte nuevos beatos proceden de las provincias de Sevilla, Granada, Cádiz y Huelva, aunque todos recibieron el martirio en tierras sevillanas. El más joven, Enrique Palacios Monrabá, tenía 19 años y era seminarista. Fue fusilado junto a su padre, Manuel Palacios Rodríguez. Ambos fueron martirizados en la cárcel de Cazalla de la Sierra, el epicentro principal de estos martirios.

La persona de mayor edad es María Dolores Sobrino Cabrera, con 68 años. Era la sacristana de la parroquia de Constantina. Unos días antes fue asesinado su esposo.

 

Diez sacerdotes

 El grupo de los nuevos beatos mártires es encabezado por Manuel González-Serna Rodríguez, de 56 años, que fue martirizado en la sacristía de la parroquia de Constantina, de la que era titular.

Francisco de Asís Arias Rivas, de 61 años, y Juan María Coca Saavedra, de 51 años, fueron martirizados juntos el 1 de agosto de 1936. Eran el párroco y el coadjutor de Lora del Río. Otros tres sacerdotes con servicio de coadjutores parroquiales martirizados fueron Rafael Machuca Juárez de Negrón, de 55 años, Miguel Borrero Picón, de 62 años, y Manuel Caballero Rubio, de 40 años, con destinos respectivos en Estepa, Utrera y Huelva.

Pablo Carballo Corrales, de 49 años, era párroco de Guadalcanal; Antonio Jesús Díaz Ramos, de 39 años, párroco en Cazalla de la Sierra; Salvador Lobato Pérez, de 34 años, párroco de El Saucejo (también fue martirizado y ahora será canonizado su hermano Rafael, carpintero, de 31 años); y el más joven de los sacerdotes nuevos mártires y el primero en ser martirizado, el 17 de julio de 1936, José Vigil Cabrerizo, de 29 años, era capellán de San Jerónimo de Sevilla.

 

Abogados, recadero de monjas, farmacéutico, carpintero

 En este grupo hay dos abogados: Agustín Alcalá Henke, de 44 años, fallecido en Alcalá de Guadaira, el 18 de julio de 1936, tras un día de agonía, después de ser tiroteado; y José María Rojas Lobo, de 25 años, martirizado en Marchena, lugar del martirio también de Manuel Luque Ramos, de 43 años, el recadero y sacristán de las monjas Clarisas de esta localidad sevillana, en cuya iglesia, mientras se celebraba la misa, fue asesinado.

En la cárcel de Cazalla de la Sierra padeció el martirio el farmacéutico de esta localidad Cristóbal Pérez Pascual. Tenía 48 años. Asimismo, naturales de Cazalla de la Sierra y martirizados en esta villa fueron los hermanos Mariano y Gabriel López-Cepero Muru. El primero tenía 53, estaba casado y dejó nueve hijos, y el segundo, 61 años, casado y con seis hijos.

 

Tres significativas singularidades

 

Al mártir Agustín Alcalá Henke, por su quehacer en las Conferencias de San Vicente de Paúl de Alcalá de Guadaira, se le conocía como el padre de los pobres. Su muerte fue muy sentida en todos los sectores sociales de su ciudad, en particular por los obreros. La Hermandad Sacramental de San Sebastián, de la que era hermano mayor, le concedió sepultura en la Capilla del Sagrario. El recuerdo de su figura quedó plasmado en actos públicos celebrados en el aniversario de su muerte; se rotuló con su nombre una vía céntrica; en su casa natal fue colocada una lápida a su memoria; se consagró una parroquia a San Agustín y se dio el mismo nombre a todo el barrio; la Hermandad de Nuestro Padre Jesús colocó una imagen de San Agustín en el Sagrario de Santiago.

También sobresalió por la caridad, incluso estando encarcelado (su celda fue llamada “la botica”), el farmacéutico de Cazalla, de origen granadino, Cristóbal Pérez Pascual.

E igualmente en Cazalla de la Sierra, llamaban “La Capilla” a la celda en la que estaban los dos hermanos López-Cepero y Muru pues en ella, junto al sacerdote coadjutor Antonio Jesús Díaz Ramos y otros reclusos, se rezaba diariamente el Rosario

 

Rasgos comunes de los nuevos beatos mártires

Entre los rasgos comunes de estos martirios, todos carecieron de un juicio regular y en su mayoría fueron encarcelados antes de su muerte violenta por odio a la fe cristina. Muchos de ellos oraron, se animaron, se confesaron y expresaron palabras de perdón para los verdugos. La mayoría de los lacios pertenecían a la Adoración Nocturna, Conferencias de San Vicente de Paúl, Acción Católica.

Consta que todos ellos invocaron filialmente a la Virgen con el rezo del Santo Rosario y que, en la cárcel confortaron a sus compañeros, al tiempo que nunca renegaron de su condición de sacerdotes o laicos fervientes. Sufrieron con fortaleza vejaciones y torturas sin cuento y murieron perdonando a sus verdugos y orando por ellos. Vivieron los instantes finales de su vida con serenidad y alegría admirables, alabando a Dios y proclamando que Jesucristo era el único Rey y Señor de sus vidas.

Por todo ello, cuando la Iglesia reconoce el martirio y procede a la beatificación de los mártires no juzga a sus verdugos, sino que reconoce y ensalza el valor y el mérito de quienes dieron su vida por mantener y defender su fe. Las beatificaciones de los mártires no reabren heridas, sino que las cierra mediante el testimonio de fidelidad, amor y perdón de quienes fueron asesinados por odio a la fe. Los mártires cristianos son, de este modo, servidores de reconciliación y de paz.

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 3 de noviembre de 2023

Victor Martell

Conferencia Radio Paz

Miami, Estados Unidos

 

 

ATENCION: Al finalizar el artículo que sigue en español, está su traducción al inglés.

YOUR ATTENTION: At the end of the following article in Spanish, there is a translation into English.

 

Jesús resucita el domingo y su primer encuentro es con María Magdalena; pero cuidado, no es la prostituta que limpia sus pies,  ni María la hermana de Lázaro, que también limpia sus pies,  es María Magdalena, mujer acaudalada que seguía a Jesús y le ayudaba a él y a los apóstoles con su dinero (Lc 8, 1-3), mucho ojo, porque para seguir a Jesús debemos de despojarnos de muchas cosas y entre ellas el amor al dinero y con él,  ayudar a nuestra iglesia y a los que nada tienen y le ordena, que les avise a sus hermanos. Es precisamente a esta mujer, la que se refiere san Juan en una narración bellísima y delicada de la aparición de Jesús después de resucitar (Jn 20, 11-18).

Y María corre a buscar a sus hermanos y le cuenta a Pedro y a Juan que ha visto a Jesús, esta es la resurrección, este hecho real, es el que nos hace diferentes a las otras religiones porque nuestro Dios es un Dios vivo, no un creador de una filosofía o religión, que está muerto, el creador del cristianismo, de nuestra iglesia católica, está vivo, está con nosotros y somos tan dichosos, los que ayudan al pobre, que pueden ver su rostro, en cada uno, de los que visitan.

Por esto, los vicentinos, los que dan limosnas, los que visitan las cárceles, los que visitan los hospitales, los que visitan los asilos repletos de ancianos olvidados por sus parientes, sólo tendremos la experiencia de ver al Señor y anunciárselo a los pobres, cuando nos vaciemos de los elementos caducos de la percepción humana y penetremos en nuestro interior, para descubrir a Jesús resucitado, porque primero tiene que resucitar en nuestro corazón para después poderlo comunicar a todos.

Pidamos en silencio ante la tumba y la cruz vacía, que Jesús, nos de fuerza para seguir sus huellas y que nunca dejemos al necesitado, porque esa será la única forma, de un día no muy lejano, estar a su lado para siempre. Amén.

 

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THE RESURRECTION OF JESUS FOR A VINCENTIAN

                                                                                                                    

Jesus is resurrected on Sunday and his first encounter is with Mary Magdalene; but be careful, it is not the prostitute who cleans his feet, nor Mary the sister of Lazarus, who also cleans his feet, it is Mary Magdalene, a wealthy woman who followed Jesus and helped him and the apostles with their money (Lk 8, 1-3), be very careful, because to follow Jesus we must strip ourselves of many things and among them the love of money and with it, help our church and those who have nothing and orders him to notify his brothers. It is precisely this woman who Saint John refers to in a beautiful and delicate narration of the appearance of Jesus after rising from the dead (Jn 20, 11-18).

And Mary runs to look for her brothers and tells Peter and John that she has seen Jesus, this is the resurrection, this real fact, it is what makes us different from other religions because our God is a living God, not a creator of a philosophy or religion, who is dead, the creator of Christianity, of our Catholic Church, is alive, he is with us and we are so happy, those who help the poor, that we can see his face, in each one of the who visit

For this reason, the Vincentians, those who give alms, those who visit prisons, those who visit hospitals, those who visit nursing homes full of elderly people forgotten by their relatives, will only have the experience of seeing the Lord and announcing him to the poor, when we empty ourselves of the obsolete elements of human perception and penetrate within ourselves, to discover the risen Jesus, because first he has to rise again in our hearts so that we can then communicate him to everyone.

Let us ask in silence before the tomb and the empty cross, that Jesus give us the strength to follow in his footsteps and that we never leave the needy, because that will be the only way, one day not too far off, to be by his side forever. Amen.

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