La fiesta de Todos los Santos nos trae, como naturalmente, a la memoria el recuerdo de nuestros difuntos. Así que, después de haber celebrado la Iglesia, en medio de gran regocijo la gloria de los Santos que constituyen la Iglesia del cielo, se conmemora tradicional y devotamente a todos los que ya pasaron por este mundo a nuestro lado.
En estos días cabe destacar esta diferenciación de las “tres Iglesias” la Iglesia de la tierra, que llamamos militante, es decir la que en este mundo trabaja por extender el Reino de Dios por todos los rincones de la tierra, la Iglesia triunfante, la del cielo, de la que ya hemos hablado y la Iglesia purgante, los difuntos que aún necesitan purificación: por estos rezamos y ofrecemos sufragios.
La Iglesia se interesa, por tanto, ante el Señor a favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe solo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha de pecado y asociados a los ciudadanos del cielo, pueda gozar de la vida eterna.
Las lecturas que hoy se proclaman en la liturgia son tomadas de las misas de difuntos. Nos invitan a la confianza en Dios y a descansar el Cristo, a quien en este día, de forma especial, reconocemos como resucitado de entre los muertos.
RESPONSO POR LOS DIFUNTOS
Antífona: ¡Dichoso el que ha muerto en el Señor! Que descanse ya de sus fatigas y que sus obras lo acompañen.
Preces
Pidamos por nuestro hermano (nuestra hermana) a Jesucristo, que ha dicho: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre”.
Tú que resucitaste a los muertos, concede la vida eterna a nuestro hermano (nuestra hermana).
R/. Te lo pedimos, Señor.
Tú que desde la cruz prometiste el paraíso al buen ladrón, acoge a nuestro hermano (nuestra hermana).
R/. Te lo pedimos, Señor.
Tú que experimentaste el dolor de la muerte y resucitaste gloriosamente del sepulcro, concede a nuestro hermano (nuestra hermana) la vida feliz de la resurrección.
R/. Te lo pedimos, Señor.
Tú que lloraste ante la tumba de tu amigo Lázaro, dígnate enjugar las lágrimas de quienes lloramos la muerte de nuestro hermano (nuestra hermana).
R/. Te lo pedimos, Señor.
Oración: Señor, nuestra vida es corta y frágil; la muerte que contemplamos hoy nos lo recuerda. Pero tú vives eternamente, y tu amor es más fuerte que la muerte. Llenos, pues, de confianza, ponemos en tus manos a nuestro hermano (nuestra hermana) N., que acaba de dejarnos. Perdónale sus faltas y acógelo (acógela) en tu reino, para que viva feliz en tu presencia por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Se puede continuar con las siguientes oraciones:
V/. Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.
V/. Cristo, ten piedad.
R/. Cristo, ten piedad.
V/. Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.
Padrenuestro
Oración: Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de tu siervo (sierva) N., para que no sufra castigo por sus pecados, pues deseó cumplir tu voluntad; y, ya que la verdadera fe lo (la) unió aquí, en la tierra, al pueblo fiel, que tu bondad ahora lo (la) una al coro de los ángeles y elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
V/. Señor, † dale el descanso eterno.
R/. Y brille sobre él (ella) la luz eterna.
V/. Descanse en paz.
R/. Amén.
V/. Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R/. Amén.
V/. Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.
INDULGENCIA
A los fieles que visiten devotamente el cementerio u oren solo mentalmente por los difuntos se les concede la indulgencia, aplicable solamente a las almas del purgatorio, del 1 al 8 de noviembre plenaria cada día, parcial en los demás días del año. El día de la conmemoración de los fieles difuntos, o con el consentimiento del Ordinario del domingo precedente o el siguiente, o en la fiesta de Todos los Santos, en todas las iglesias y oratorios se pueden lucrar de indulgencia plenaria.