Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencia Santa María, Guadalajara)

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Parece que ya ha llegado el tiempo. Hemos estado durante casi tres años, relacionándonos en contra de la filosofía de la mayoría de los grupos cristianos y muy en particular de los grupos de las Conferencias de San Vicente de Paúl: ¡Sin contacto personal!

Teníamos miedo de los contactos personales por la Pandemia y descubrimos la manera de no abandonar nuestros encuentros gracias a la utilización de los más modernos instrumentos que nos ofrecían las nuevas técnicas de internet: empezamos a vernos y a mantener nuestros contactos en pequeñas pantallas de teléfonos móviles o en “tabletas” donde parecía que acortábamos las distancias dando un buen uso a técnicas tantas veces mal usadas de formas torticeras. Aquello que estaba pensado para facilitar el encuentro entre personas físicamente alejadas, facilitaba el contacto entre personas de buena voluntad aquejadas del síndrome de la lejanía física o de la soledad.

Así, se mantuvo p.ej la ayuda a los más pobres, que sentían la cercanía posible de aquellos que les ayudaban o que simplemente compartían un poco de su soledad o les hacían llegar lo más imprescindible para poder vivir. Llamaba la atención ver a auténticos ancianos, esforzándose por aprender a “escribir” cartas de nuevo pero en lugar de papel y pluma o bolígrafo, en una pantalla de ordenador. Hay anécdotas jugosísimas de ancianos manejando teclados que jamás habían visto y haciéndolo muy bien. Al menos de una manera que era inteligible para el que los recibía feliz de tener noticias de amigos o parientes, dentro de las cuatro paredes entre las que están “resguardados” de no sé muy bien qué. Algún día, alguien estudiará cuántos condenamos a morir solos y abandonados sin mucha razón médica que lo justificara. ¿Cuántos se dejaron ir por no poder soportar la soledad impuesta?

Bien, aquello que nos dijeron que era necesario para protegernos y aun con dudas, lo aceptamos y tantos lo ofrecimos mientras pedíamos por los amigos que iban desapareciendo por unas causas o por otras, e intentando ayudar a los que quedaban solos.

Pero pasó y los mismos que nos prohibían salir, más tarde nos animaban a hacerlo y comenzamos a salir y volvernos a encontrar.  Pero algo de aquel mal del encierro, se nos quedó prendido en nuestras costumbres. Era cómodo ver a nuestros compañeros de apostolado, sin salir de casa y sin exponernos ni al frío en invierno ni al calor en verano. Al fin y al cabo, se decía que la Pandemia seguía viva. No era del todo verdad: una buena profilaxis, alguna distancia y una simple mascarilla, ya podía protegernos y así sigue haciéndolo.

Sin embargo, muchos grupos que se reunían cristianamente antes del dichoso virus, algunos también de las Conferencias, continuaron viéndose por aquellos medios que de alguna manera se justificaron por la pandemia, pero no después. No hoy. Al contrario, pueden hasta dañar la fraternidad que debe presidir a los grupos cristianos.

Tomemos cada uno y en grupo, las medidas que creamos convenientes para sentirnos protegidos. Pero, por favor, recuperemos el contacto entre nosotros, oigamos y veamos al otro, a aquel que trabaja por el Reino con nosotros, en persona y démosle el cariño y la confianza que necesita. No oficialicemos la frialdad. No nos dejemos paralizar por el miedo. “No olvidemos que ser cristianos es un camino, o mejor una peregrinación, un caminar junto a Jesucristo” [1]

Déjenme los miembros de las Conferencias de San Vicente que lean estas líneas, recordar algunas palabras escritas en 1968 por uno de nuestros presidentes generales: el francés Pierre Chouard: “El afecto mutuo, la igualdad fraternal en el seno de cada Conferencia como entre todas las Conferencias del mundo entero, hacen de la Sociedad de San Vicente de Paúl una verdadera familia, humana y espiritual, abierta a todos los que aspiran a su vocación propia” [2]

¿Cómo podremos ser una familia sin vernos, sin hablarnos, sin conocernos? ¿Cómo podremos elegir en el año 2023 a quien nos lidere y nos muestre un cierto novedoso camino para ir más allá y siempre sin abandonar el actual? ¡Sin abandonar a los que sufren!

Si no nos conocemos no será posible. No podremos proponer consocios que creamos adecuados pues no los conoceremos y podríamos elegir no al mejor.

Estoy releyendo estos días, un magnífico libro que aconsejo a todos. Se titula: “Liderazgo Místico” es de un entregado consocio que ha dejado muchas horas de su vida para que podamos crecer con su pensamiento y consejos, muy entregado a los pobres habiendo fundado Conferencias[3] por todos los caminos por los que su profesión le ha obligado a recorrer.

Por ello, mi candidato será mi consocio Eduardo Marques Almeida en la próxima elección a la presidencia general, pidiendo a la Madre que le ampare. Así se lo he comunicado a cada consocio que me ha preguntado a lo largo de los últimos días y semanas, por mi opinión sobre el tema

Siempre a Cristo por y con María.

 

[1] “Mi legado espiritual” Benedicto XVI (Editorial San Pablo)

[2] Preámbulo al texto de la Regla de la Sociedad para el quinquenio 1968-1973 opusculo

[3] “Liderazgo místico” Eduardo Marques Almeida, (Editorial “La  Milagrosa” España)

José Ramón Díaz-Torremocha

(Conference of Santa María, Guadalajara - Spain)

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It seems that the time has come. We have been for almost three years now, interacting against the philosophy of most Christian groups and in particular the groups of the Conferences of St. Vincent de Paul: without any personal contact!

We were afraid of personal contacts because of the Pandemic and we discovered a way of not dropping our meetings thanks to the use of the most modern tools offered by the new internet techniques: we began to see each other and to keep our contacts on small mobile phone screens or on "tablets" where we seemed to shorten the distances by making good use of techniques that were so often used in a distorted way. What was designed to enable physically distant people to meet, made contact easier between people of good will suffering from the syndrome of physical distance or loneliness.

Thus, for example, help for the poorest of the poor was continued, who felt the possible closeness of those who helped them or who simply shared a little of their loneliness or provided them with the essentials of life. It was noteworthy to see truly old people, struggling to learn how to "write" letters again, but instead of paper and pen or pencil, on a computer screen. There are juicy anecdotes of old people operating keyboards they had never seen before and doing it very well. At least in a way that was comprehensible to the person who received them, happy to hear from friends or relatives, inside the four walls within which they are "sheltered" from I don't exactly know what. Someday, someone will study how many we condemned to die alone and abandoned without a good medical reason to justify it. How many let themselves go because they could not bear the enforced loneliness?

Well, we accepted what we were told was necessary to protect us, even with doubts, and so many of us offered it while we prayed for our friends who were disappearing for one reason or another, and tried to help those who were left alone.

But it happened and the same people who forbade us to go out, later encouraged us to do so and we began to go out and meet again.  But something of the illness of confinement remained in our habits. It was comfortable to see our fellow apostolates without leaving the house and without being exposed to the cold in winter or the heat in summer. After all, it was said that the Pandemic was still alive. It was not entirely true: a good preventive treatment, some distancing and a simple mask could protect us, and still does.

However, many groups that met with a Christian spirit before the virus, some also from the Conferences, kept on seeing each other through those means that were somehow justified by the pandemic, but not afterwards. Not today. On the contrary, they may even damage the fraternity that should prevail in Christian groups.

Let each of us, as a group, take whatever measures we think are necessary to feel protected. But, please, let us regain contact with each other, let us hear and see the other, the one who works for the Kingdom with us, in person, and let us give him the affection and trust he needs. Let us not make coldness official. Let us not be paralysed by fear. "Let us not forget that being a Christian is a journey, or rather a pilgrimage, a walking together with Jesus Christ".[1]

Let me remind the members of the Conferences of St. Vincent de Paul who read these lines, some words written in 1968 by one of our president generals: the Frenchman Pierre Chouard: "Mutual affection, fraternal equality within each Conference as among all the Conferences of the whole world, turn the Society of St. Vincent de Paul into a true family, human and spiritual, open to all those who seek their own vocation". [2]

How could we be a family without seeing each other, without talking to each other, without knowing each other? How could we choose in the year 2023 the person who will lead us and show us a somehow new way to go further and always without giving up the present one? Without abandoning those who suffer!

If we do not know each other, it will not be possible. We won't be able to propose the fellow members that we consider suitable because we won't know them and we might not elect the best one.

I am re-reading these days a wonderful book that I recommend to everyone. It is entitled "Mystical Leadership" by a devoted fellow member who has given many hours of his life so that we can grow with his thoughts and advice, very dedicated to the poor, having founded Conferences[3] along all the paths that his profession has obliged him to travel.

Therefore, my candidate will be my fellow member Eduardo Marques Almeida in the next election for the general presidency, asking our Mother to protect him. This is what I have communicated to every member who has asked me over the last few days and weeks about my opinion on the subject.

Always to Christ through and with Mary.

 

[1] “Mi spiritual legacy” Benedict XVI (Saint Paul Publishing House)

[2] Preamble to the text of the Rule of the Society for the five-year period 1968-1973, opuscule

[3] “Mystical leadership” Eduardo Marques Almeida, (Publishing House “La Milagrosa”, Spain)

Este sábado 15 de octubre es santa Teresa de Jesús, de cuya canonización se cumplen cuatro siglos y cuya figura y lugares celebran doble año santo jubilar

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Mañana, sábado 15 de octubre, es la festividad litúrgica de Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, popular, universal y devotamente conocido como santa Teresa de Jesús (1515-1582) o santa Teresa de Ávila. Ha sido y es uno de los personajes más extraordinarios de toda la historia no solo de la Iglesia, sino también de la entera humanidad.

Además, la fiesta de esta ocasión de santa Teresa se sitúa dentro de un doble año jubilar teresiano, que se extiende desde el 12 de marzo de 2022 al 15 de octubre de 2023. La razón es también doble. De un lado, con motivo del cuarto centenario de la canonización de la Santa (12 de marzo de 1622) el Papa Francisco concedió un año jubilar extraordinario. Y, por otro lado, también Francisco, a raíz del quinientos aniversario del nacido de santa Teresa dispuso año jubilar teresiano cada vez que su fiesta litúrgica coincidiera con domingo, lo cual sucedió ya en 2017 y volverá a acontecer en 2013, fecha de clausura de este doble año jubilar.

 

Homenaje floral en Ávila

 

Y entre las acciones ya llevadas a cabo dentro de estas celebraciones, la casa natal de la Santa en Ávila, iglesia y convento de carmelitas descalzos, ha sido elevada al rango de basílica menor pontificia. Así lo es ya desde el pasado 27 de agosto.

Desde este marco jubilar y en la víspera de la fiesta de la fiesta de este extraordinario personaje, la página de hoy de NUEVA ALCARRIA está dedicada a santa Teresa de Jesús.

 

67 intensos y tan fecundos años de vida    

   

Adelantada a su tiempo, mujer de una pieza, cristiana cabal y admirable, mística y andariega, fémina e inquieta, Teresa de Jesús, cinco siglos después, no ha pasado de moda y su ejemplo sigue siendo válido y necesario para los creyentes de hoy y de todos los tiempos como orgullo de lo mejor de nuestra tierra y de nuestra Iglesia, como fuente inagotable de virtud y crisol luminoso de verdadera sabiduría.

Fue el jueves 4 de octubre de 1582."Quedó su rostro hermosísimo cuando murió y sin ninguna arruga, aunque solía tener tantas... De todo el cuerpo salía un olor muy suave". Eran las nueve de la noche del 4 de octubre de 1582.

Aquella noche día la reforma gregoriana del calendario y, por ello, su memoria litúrgica se estableció el 15 de octubre. Era al atardecer, en Alba, de Alba de Tormes, donde se puso el sol -que escribiera Lope de Vega- y amaneció para siempre su resplandor, siempre resplandor de Cristo, su esposo, su amado: el Jesús de Teresa de Teresa de Jesús.

 

Santa Teresa en Alba de Tormes

 

“En tiempos recios, amigos fuertes de Dios”

 

En tiempos recios y turbulentos transcurrió su vida entre 1515 y 1582. Dos años después de nacer Teresa, la cristiandad se desangraría, de nuevo, ahora en el corazón de Europa, con la irrupción de la llamada reforma luterana. Mientras tanto tampoco la sede romana hilaba fino y era incapaz de contener la sangría. La Iglesia necesitaba autenticidad, reciedumbre, vigor y savia nueva.

Con Teresa amanecía una generación, una pléyade de cristianos que hicieron la verdadera reforma de la Iglesia y de cuyo herencia y legado seguimos y seguiremos viviendo: Juan de Dios, Pedro de Alcántara, Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Francisco de Borja, Juan de Ávila, la misma Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Pedro Canisio, Carlos Borromeo, Tomás de Villanueva, Juan de Ribera, José de Calasanz,

La historia, maestra de la vida, nos enseña con fehaciente y esperanzadora certeza que solo los santos son capaces de superar las crisis, que cuando los vientos azotan la barquilla de su Iglesia surgen hombres y mujeres extraordinarios, que enderezan su rumbo, cosen sus velas rotas y toman el timón con energías y bríos renovados. Así aconteció en la cristiandad primera con los mártires que fueron semilla de vida cristiana; así ocurrió en el Renacimiento que nos ocupa; así sucedió en el siglo XIX.

Así pasó también en el desolador siglo XX, cuando al odio a la fe de los totalitarismos, los cristianos respondieron con el martirio; ¿y así también -siquiera me pregunto y espero- nos estará ocurriendo ahora cuando, junto a la apostasía silenciosa de unos y el neototalitarismo laicista de otros, vemos florecer cristianos de nuestros tiempo contemporáneo, santos tan excepcionales, como Juan XXIII, Pío de Pietrelcina, Josemaría Escrivá, Teresa de Calcuta, Pablo VI, Óscar Romero, fray Leopoldo, Juan Pablo II,…?

Y es que, unos y otros, en unas épocas u otros, a los tiempos recios supieron responder, con palabras de Teresa, siendo “amigos fuertes de Dios”.

 

La humanísima humanidad de Jesucristo

 

Monja desde los 18 años, habría de pasar otros 21 años hasta que, ante una minúscula imagen de un Cristo muy llagado, Teresa de Jesús comenzará el tiempo de su definitiva conversión. Sacando fuerzas de flaquezas, Teresa se unirá esponsalmente a Jesucristo, reformará la orden carmelitana, fundará nuevos conventos, describirá como nadie las etapas y los estadios del alma y de su camino de perfección, alcanzará la séptima morada del castillo interior y será para siempre maestra de vida y de oración.

La clave de Teresa no fue ni el feminismo, ni la rebeldía, ni la enajenación. Fue su amor apasionado por Jesucristo, cuya humanísima y sacratísima humanidad adoraba en la Encarnación, en el huerto de los olivos y en la cruz. Y hasta tal punto llegó su amor por Jesús -magníficamente representado por el gran Bernini en la escultura sin par de la Transverberación- que Él, que Jesucristo le otorgó gracias y visiones tan extraordinarias que ella misma, en sus soliloquios de amor con su Amado y su Esposo, ya no sabía si ella misma era Teresa de Jesús o Jesús de Teresa.

Y es que estar con Jesús, hablar con Jesús, tratar de amistad con El, que sabemos nos ama, aun estando muchas veces a solas, eso es oración. De este modo, Teresa de Jesús nos muestra además del camino de la oración y de la perseverancia en él –“suceda lo que sucediere, murmure quien murmurare”-, el camino de la humildad –“la humildad es andar en la verdad”-, el camino de la cruz –“en la cruz está la vida y el consuelo y ella sola es el camino hacia el cielo”- y el camino de la alegría.

 

Transverberación de santa Teresa de Jesús, de Bernini

 

“¿Qué mandáis hacer de mí?”

 

Fiel hija de la Iglesia, en cuyo anhelaba vivir y morir, inflamada desde la infancia por ardores misioneros, Teresa de Jesús es un testimonio admirable de la sublime grandeza e inefable consuelo de Dios -"Solo Dios basta"- y de la verdad de la fe desde el enamoramiento y la contemplación: "Veisme aquí, mi dulce Amor; amor dulce, veisme aquí, ¿qué mandáis hacer de mi? Yo lo pongo en vuestra palma mi cuerpo, mi vida, mi alma, mis entrañas y aflicción, pues por vuestra me ofrecí, ¿qué mandáis hacer de mí? Dame muerte, dame vida, dad salud o enfermedad, honra o deshonra me da, dadme guerra o paz cumplida, flaqueza o fuerza a mi vida, que todo diré que sí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar, si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando. ¿Qué mandáis hacer de mí?"

Cantábamos en 1982, año del IV centenario de su muerte: “El hogar se nos apaga. Vacía está nuestra mesa”. Nuestra Iglesia te necesita, vuelve Teresa. Ahóndanos la fe, contágianos tu amor, consérvanos la paz, devuélvenos la alegría. Vuelve, Teresa, y con tu brío, con tu humanidad y con tu transverberado amor a Jesucristo y a su Iglesia muéstranos que Solo Dios basta y enséñanos a cantar eternamente las misericordias del Señor. Y todos lo podemos lograr con ese "poquito que hay en mí y yo puedo".

 

CRONOLOGÍA BÁSICA DE SU VIDA Y OBRA

 

1515: El 28 de marzo, miércoles de pasión, nace en Ávila.

1522: Con su hermano Rodrigo huye de casa para ir a misiones. En las puertas de la ciudad amurallada de Ávila se ve obligada a regresar a su hogar.

1531: Ingresa en el monasterio de Santa María de Gracia de Ávila, de monjas agustinas.

1534: Huye al convento abulense de la Encarnación, donde hace la profesión carmelitana.

1554: El miércoles de ceniza, orando ante una imagen de Cristo muy llagado, recibe el don de la conversión.

1556: Comienzan los fenómenos místicos.

1562: Termina el "Libro de la vida" e inaugura el convento de San José, del que es elegida priora en 1563.

1567: Recibe la autorización para fundar conventos de la reforma carmelitana, tanto masculinos como femeninos. Lo hará, entre 1562 y 1582, en Ávila, Medina del Campo (Valladolid), Malagón (Ciudad Real), Toledo, Valladolid, Pastrana (Guadalajara), Salamanca, Alba de Tormes (Salamanca), Segovia, Beas de Segura (Jaén), Sevilla, Caravaca de la Cruz (Murcia), Villanueva de la Jara (Cuenca), Palencia, Soria, Granada y Burgos. Estas diecisiete fundaciones se hallan actualmente en cuatro comunidades autónomas españolas distintas: Castilla y León, Castilla-La Mancha, Murcia y Andalucía.

1573: Escribe y concluye "Camino de Perfección" y comienza "Las Fundaciones".

1577: Firma "Las Moradas".

1582: Muere en Alba de Tormes.

1614: El 14 de abril es beatificada por el Papa Paulo V.

1622: El 12 de marzo de 1622 es canonizada por el Papa Gregorio XV.

1970: El 27 de septiembre es proclamada por el Papa Pablo VI doctora de la Iglesia.

1982: El Papa Juan Pablo II visita Ávila y Alba de Tormes para clausurar el cuarto centenario de su muerte.

2017: El Papa Francisco establece que cada vez que el 15 de octubre sea domingo habrá un año jubilar dedicado a la santa y eleva su natal al rango de basílica menor pontificia.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 14 de octubre de 2022

Miguel Paganos Ruiz

Miembro de la Delegación de Infancia y Catequesis

 

 

 

Me viene enseguida a la mente una canción que aprendemos en los campamentos: “El camino que hicimos juntos, no se podrá borrar, pues si juntos lo comenzamos ya no tendrá final…”

Con ese espíritu, también los más pequeños de la diócesis quieren aportar su pequeño “pasito” en este caminar juntos, en este proceso sinodal que estamos recorriendo.

Y es que, aunque la palabra “SINODALIDAD” pueda parecer muy grande, se construye y se concreta con pequeños pasos.

Por eso, desde la Delegación de Infancia y Catequesis, hemos elaborado una catequesis para animar el próximo Encuentro Sinodal de Infancia, que tendrá lugar el sábado 5 de noviembre en la Concatedral de Santa María de Guadalajara

Pretendemos que, nuestro niños y niñas, desde los grupos de catequesis de las parroquias y desde los diferentes grupos de infancia, también conozcan, hablen, reflexionen… sobre el ser y sentir de nuestra iglesia diocesana según su realidad de ser pequeños, dando la oportunidad de que expresen lo que saben de la Iglesia, cómo la sienten, y así crezcan en el conocimiento y la alegría de que forman parte de una gran familia, y que, como en toda familia, todos los miembros son importantes.

¡Ojalá esta actividad, junto con las muchas otras que ya se están realizando, sirvan para que la petición del papa Francisco y de nuestro obispo Atilano de caminar juntos en la Iglesia se haga realidad!

¡Os animamos a todos a participar!

¡Quedamos a vuestra disposición y… buen camino sinodal!

Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

 

Dejaré que mi fuerza se haga entrega

con esta luz que regala la mañana.

 

Dejaré evaporarse todas mis angustias

por este cielo que amanece cada día

para llenar de su verdad mi vida.

 

Dejaré que entre hasta mi alma

la palabra sin sombras que ahora escucho,

 

que se ahoguen en mis arterias los rigores

de un vivir cansado de egoísmo

y renazca en una prometedora nueva infancia.

 

Una infancia que busca su acogida

en aquella casa segura y protectora

que es la Iglesia que Jesús nos dio a los hombres.

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