Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

Gavillas de mies segada,

Con hoces, a sol de plano

Para extender en las eras

Treznales bien hacinados

 

Las mieses bien sazonadas,

de grano multiplicado,

de espigas bien remecidas,

recogidas y abrazados.

 

El trigo en costal de lienzo,

por bieldo bien aventado,

a la espera el molinero

en los trojes bien guardado,

 

Harina en flor, molida,

Cernida, bien amasada,

Conmovidas las entrañas,

en artesa es arropada.

 

Huele a fermento la masa,

Envuelta en manta y retor,

Hasta transportarse al horno,

Hecha hogaza de amor.

 

Se expande el olor del horno<

De romero y de retama,

Una vez cocido el pan,

Alegría de la casa.

 

Es la hora de partir

En manos del labrador

El pan amasado y tierno,

rezada la bendición.

 

El padre reparte el trozo

Con gesto serio y sagrado

No es posible despreciar,

el sudor de todo un año.

 

Los trabajos y desvelos,

en la mesa de los hijos,

se olvidaron de repente,

Pan de Dios, fruto bendito,

 

Y el trigo se vuelve ofrenda,

De pan tierno y repartido,

En las manos del Señor,

Hecho mesa y sacrificio.

 

Eucaristía en sus manos

Con el pan roto y partido,

entero al mismo tiempo,

Quien se nos da es Jesucristo.

 

(5 de septiembre, 2019)

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

 

 

No puedo acostumbrarme 
a la brisa de mañana en Galilea,
por veces que haya hecho
del mar la travesía. 

Esta vez quisiera, Señor, sellar
al alba mi alianza,
traer a mi memoria tu mirada,
aquella que prendió en mí de madrugada.


No quiero mirar hacia atrás,
ni tener como excusa mi torpeza.
Es mayor la luz que la tiniebla,
menor mi miedo que tu fuerza

Sigue arrebatando mis pisadas,
tras tus pasos decididos.
Si el ayer me trajo a esta cima,
confío en tu mano compañera

Quiero comenzar de nuevo.
Quiero abrir mi ser al horizonte,
a la luz más plena,
en el almuerzo amigo en Galilea

Que no se quede en apunte
mi templanza al alba.
Que no se quede solo en poesía
el beso en la mañana, en tu presencia.

Si Tú me has hecho llegar hasta estas canas,
surja de mí el signo de testigo,
de quien no puede ocultar la historia
de gracia abundante, remecida.

No quisiera olvidar este momento
de paz en tu presencia sobre el Lago.
No quisiera que pasara tan ligero
el instante colmado de embeleso

No quisiera terminara este abrazo
de luz transfigurada,
y que sellara mi alma para siempre

en alianza nueva.

Hoy, aquí, sobre las aguas serenas,

renuevo mi opción por ti, y para siempre.
Se Tú la razón de mi certeza
Y Tú quien amigo me sostengas.

 

                          Travesía del Lago, Julio, 2019

 

 Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

Después que todo se haya consumido,

después que todo se haya terminado,

después que todo paso se haya andado,

después que todo rastro haya seguido.

 

Luego a todo acceso antes caminado,

luego a toda hora que antes haya sido,

luego de todo espacio antes vivido,

luego de todo tiempo ya pasado. 

 

Más tarde a todo, a siempre, antes ya ido,

más tarde a todo, a todo consumado,

más tarde a todo cuanto háyase dado,

más tarde a todo en nada convertido.

 

Postrero a todo cuanto haya escuchado,

postrero a todo cuanto haya existido,

postrero a todo cuanto haya oído,

postrero a todo cuanto hube gustado,

 

de Dios quedará un canto de amor a vuestro lado,

si en vuestro corazón a Él queréis hacerle un nido.

 

 

Juan Pablo Mañueco 

http://www.aache.com/alcarrians/manueco.htm

 

Extraído de la novela "La sombra del sol" 

http://aache.com/tienda/638-la-sombra-del-sol.html

 

> Un artículo de Antonia del Olmo

> Delegación Diocesana de Migraciones

 

 

 

El tema de los negocios chinos en España es un tema que causa mucha polémica entre los ciudadanos debido a la cantidad de negocios chinos en el país y su rápida expansión. Circula el rumor de que los «los chinos no pagan impuestos» y se dice que la multiplicación de negocios regentados por la población china se debe a esto y a que reciben un trato de favor que les permite adquirir locales y montar restaurantes y tiendas.

¿La realidad? Todas las personas de origen chino, o de cualquier otro origen, que permanezcan dentro del territorio español más de 185 días tienen la obligación de pagar sus impuestos aquí. Los ciudadanos asiáticos están obligados a tributar. Como el resto de los ciudadanos residentes en España que inicien una actividad empresarial y como cualquier persona que monte un negocio en España, están sometidos a las mismas obligaciones para con el IVA y el IRPF, además de estar obligados a dar de alta a sus trabajadores y a tributar como los demás.

La mayoría de personas de China que llegan a España lo hacen para iniciar actividades empresariales, lo que beneficia al país por la aportación vía impuestos o la creación de empleo. Casi todas las personas de origen chino que trabajan en nuestro país lo hacen como autónomos y suelen incluir a su cónyuge como autónomo colaborador, cotizando también a la Seguridad Social por ello. Además, hay que decir que estos también tienen que pagar otros gastos de agua, luz, etc. De las 97 664 personas chinas dadas de alta en la Seguridad Social, 50  344 eran personas por cuenta propia (junio de 2016). Además, el paro es prácticamente inexistente entre la comunidad china, por lo que apenas reciben prestaciones por desempleo.

Se dice también que los chinos obtienen beneficios fiscales porque cambian de negocio en un período corto de cinco años, lo cual es una verdad a medias, puesto que cualquier empresa obtiene bonificaciones los primeros cuatro años de funcionamiento en el Impuesto de Actividades Económicas, pero las empresas que están obligadas a pagarlo han de facturar más de un millón de euros al año, cosa que no suele suceder con la mayoría de los comercios chinos.

También existe un convenio entre China y España para evitar la doble imposición en materia de impuestos, pero dicho convenio también está firmado con otros 70 países de todo el mundo.

Es cierto que la comunidad asiática en España, salvo en raras ocasiones, acudirá al banco a pedir un crédito bancario. Esto se debe, al hecho de que los chinos tienen un mecanismo de préstamo entre amigos y parientes gracias al sistema «guanxi», un término que hace referencia a las redes de contacto e influencia de los chinos basadas en un principio de confianza y que les permite disponer de dinero.

Lo que sí es cierto es aquel dicho de «trabajar como los chinos» para referirse a alguien de vida laboral intensa. Los chinos son personas trabajadoras y emprendedoras, algo a lo que hay que unir que tienen muy presente la cultura del ahorro y que por ello gastan poco dinero en ocio. Todo se debe a su espíritu emprendedor, motivado por su creencia de que el riesgo trae consigo oportunidades.

La ciudadanía china representa una fuerza productiva de importancia para España, donde cada vez la población es más envejecida. Edad media de la población china en España es de 30,4 años y la edad media de la población española es de 43,4 años.

Suele, también, haber comentarios relativos al incumplimiento por parte del empresariado chino de los horarios laborales. Sin embargo, la libertad horaria es bastante generalizada ya en España y depende de las comunidades autónomas. Por ejemplo en Andalucía, cualquier comercio puede abrir un máximo de 90 horas a la semana en días laborables (15 horas al día de media) y 10 festivos al año. Además, los comercios que no formen parte de grandes grupos y tengan menos de 300 metros cuadrados tienen libertad horaria, así como los ubicados en zonas de gran afluencia turística.

Además, el dinamismo del tejido empresarial chino en nuestro país es elevado, pero no podemos olvidar las aportaciones sociales y culturales que son inherentes al fenómeno migratorio, y que suponen un enriquecimiento tanto para la sociedad de acogida como para las personas inmigrantes.

Por José Ramón Díaz-Torremocha

Conferencia de la Santa Cruz de Marchamalo, España

 

 

Es muy bueno encontrar una manifestación clara, diáfana, sin fisuras, en favor de la enorme labor de nuestros presbíteros, que hoy parecen estar en boca de muchos y no siempre para bien. No, verdadera y desgraciadamente parece que, con frecuencia, sólo para el mal y para la sospecha inicua y gratuita. Gracias al Buen Dios firmada nada menos que por el Obispo de Roma, los sacerdotes han recibido una preciosa carta. Gracias también a la bondad de algún amigo sacerdote, el mismo día 4 de agosto, recibí el texto completo de la carta de Francisco a los sacerdotes. A los presbíteros. ¡Magnífica! Pero magnífica desde su primer párrafo que ya justificaría, por sí sólo, el haberla escrito.

Le aconsejo al amigo lector que la lea y la medite. (https://www.revistaecclesia.com/carta-del-papa-francisco-a-los-sacerdotes/) Escribe el Papa para comenzar la carta:

 

“Recordamos los 160 años de la muerte del santo Cura de Ars a quien Pío XI presentó como patrono para todos los párrocos del mundo. En su fiesta quiero escribirles esta carta, no sólo a los párrocos sino también a todos Ustedes hermanos presbíteros que sin hacer ruido “lo dejan todo” para estar empeñados en el día a día de vuestras comunidades. A Ustedes que, como el Cura de Ars, trabajan en la “trinchera”, llevan sobre sus espaldas el peso del día y del calor (cf. Mt

20,12) y, expuestos a un sinfín de situaciones, “dan la cara” cotidianamente y sin darse tanta importancia, a fin de que el Pueblo de Dios esté cuidado y acompañado. Me dirijo a cada uno de Ustedes que, tantas veces, de manera desapercibida y sacrificada, en el cansancio o la fatiga, la enfermedad o la desolación, asumen la misión como servicio a Dios y a su gente e, incluso con todas las dificultades del camino, escriben las páginas más hermosas de la vida sacerdotal”.

 

Como sin duda el amable lector compartirá, no hay la menor exageración en las afirmaciones de Francisco. Son todas verdad y de ellas deberíamos “empaparnos” para cuando a nuestro alrededor, alguien masculle de algún modo contra nuestros presbíteros defenderlos hasta con apasionamiento si el momento lo requiere. Empaparnos para, como hace el propio Papa, sin negar lo reprobable, dejarlo en sus justas proporciones del insignificante porcentaje que representan los malos y destacar todo el trabajo silencioso y entregado que humildemente, calladamente, tantos sacerdotes nos regalan con su entrega diaria. 

El valiente y constante ejemplo que recibimos de la mayoría de ellos, del que escribe Francisco en la carta indicada, en “regiones o situaciones tantas veces inhóspitas”, pueden muy bien estar ubicadas en tu Parroquia o en la mía. No es necesario pensar en el fin del mundo, lejos de nuestra cercanía. No, las regiones inhóspitas, donde los sacerdotes se encuentran tantas veces solos, abandonados a veces, pueden estar muy cercanas geográficamente de cualquiera de nosotros. 

Pienso en estos momentos, en tanto sacerdote encargado de varios pueblos pues no los hay en número suficiente, al menos en nuestra proximidad, en España, como para que sólo se ocupen de uno. De tanto sacerdote anciano, la mayoría jubilados y con la edad en la que la gran parte de los “civiles” hemos abandonado nuestros trabajos para nuestro “júbilo” y ellos siguen rodando por las carreteras, mejores o peores, como lo hacían treinta o cuarenta años atrás. A veces para que les llegue la Eucaristía a unos pocos ancianos, como ellos, que suelen ser los únicos vecinos de nuestros despoblados pueblos. 

Gracias Francisco. Gracias por parte del último de los fieles, pero que conoce y vive la entrega constante y a la vez el dolor, de tantos buenos presbíteros para los que me apropio de una parte de la Plegaria Eucarística, para afirmar que es “justo y necesario” defenderlos. Que es “justo y necesario”, que sientan al Pueblo fiel cercano y compartiendo con ellos estos tiempos de sufrimiento. Que no se sientan solos e indefensos ante el injusto y hasta siniestro ultraje de rebozarles a todos de la porquería de una insignificante porción. 

No les dejemos solos y cubrámosles con nuestra cercanía, afecto y colaboración en su sagrada misión. En su Ministerio. Que sientan que es verdad y nos urge, para acompañarles en su servicio, esa afirmación que con alguna frecuencia manifestamos los laicos que la “Iglesia somos todos”. 

Demostremos nuestro agradecimiento a tanto servidor callado del Evangelio y para el Pueblo de Dios. 

No dejemos de defenderles y no dejemos de pedir por ellos a María, primera servidora y seguidora de Cristo, como cada uno de ellos aspiran a ser a lo largo de toda su entregada vida. En ocasiones, no sabremos cómo hacerles llegar nuestra cercanía. Nuestro fraterno agradecimiento. Pero la intensidad y la fuerza de la oración, les llegará siempre. Recordemos el enorme poder de la oración para acompañar al que sufre y ampararle. 

Pues pongámosles con nuestra oración, en los maternales brazos de María.

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