Por José Ramón Díaz-Torremocha

(de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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Eran amigos de muchos años. Desde que se conocieron en su Conferencia y se hizo realidad entre ellos, el conseguir realmente ser miembros de una comunidad cristiana y vivir en una fraterna relación amical. Aspiración que debe tener todo consocio de Conferencia o simplemente, no existe Conferencia de San Vicente de Paúl (1).

Un día, uno de los dos amigos, el mayor, cayó enfermo y cuando los médicos investigaron, se encontraron con un cáncer que, en la consiguiente operación, ya estaba muy extendido, de manera que indicaron que no se podía hacer nada. Era a finales de los sesenta del siglo pasado y no se había logrado aún combatir la enfermedad con la eficacia que se ha logrado en estos últimos años.

Ambos amigos, eran conscientes de que el final de la existencia de uno de ellos, estaba próxima. Sin embargo y durante la poca mejoría que alcanzó el consocio mayor tras la operación, que sólo duró unos pocos meses, intensificaron su proximidad y la visita de ambos a Jesús Eucaristía. Siempre salían fortalecidos y alegres de esas visitas al Misericordioso. La enfermedad y sus señales, no eran temas frecuentes de conversación. Había temas más importantes, como el intentar vivir con más entrega que nunca en presencia de Dios con aquellos que sufrían.

Un día el consocio enfermo, cuando ya empezaba a sentir algunas molestias que anunciaban el próximo final, le comentó: “amigo, esto se acaba. Estoy llegando al final. Esto se acaba”. El consocio sano, no se dejó arrastrar por el dolor y la melancolía que sentía en su alma. Respondió rápido: No, amigo. No vamos a empezar a dudar ahora: esto no se acaba estás llegando al comienzo. Al comienzo de la Vida, de encontrarte con el Creador, de vivir con Él y en Él. Al comienzo de iniciar una nueva Vida pletórica y a la que el salmista no sabiendo cómo definir toda la grandeza de esa vida en la Gloria, la gloso así: “El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre” (2).

Callaron ambos y contemplaron el bonito atardecer que se anunciaba allá a lo lejos. Era el regalo que, quizás, el Creador había dispuesto para ellos dos solos. Para aquellos dos buenos amigos, consocios y creyentes. Para aquellos dos hermanos en la Fe compartida y vivida en la comunidad de la Conferencia y más allá.

Hablaron de lo que cada uno entendía que sería el Cielo de los hijos de Dios, mientras iban de una Visita a la siguiente que no dejaron nunca de realizar. Se divertían imaginando los mayores “disparates” que les facilitaría el Señor para hacerles felices. Sólo les faltaba imaginar que habría un “tiovivo”. Sabían que ellos no serían capaces de imaginar todas las bondades de aquel lugar. Pero en medio de su oración compartida, alejaban la melancolía.

La enfermedad avanzaba hasta hacerse ya patente en el aspecto físico del querido consocio. Ya no salía de casa y era el amigo quien le visitaba a diario y ambos, rezaban el rosario juntos.

Todo fue muy rápido. Una mañana, el hijo mayor de aquel consocio enfermo, llamó al amigo y consocio de su padre para contarle que éste, su padre, había empeorado durante la noche y había fallecido.

Le dijo emocionado, que su padre había dejado un recado para él en sus últimos momentos:

“Estoy en paz. Decidle a mi querido amigo que emprendo el viaje de vuelta a casa del que tanto hemos hablado. Allí nos veremos un día.”

Con alguna lágrima, el consocio más joven dijo en silencio al Creador: Trátalo con Tu Misericordia Señor, pues ha intentado vivir con alegre entrega a los que sufrían y “sirviendo en Esperanza”.

Con María, siempre a Cristo en y con María.

 

José Ramón Díaz-Torremocha

de las Conferencias de San Vicente

Guadalajara, España

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(1) “La aceptación del Plan de Dios, en cada uno, hace creer las semillas del amor, la generosidad, la reconciliación……. Los Vicentinos tienen el privilegio de animar estas señales de la presencia de Cristo resucitado en los pobres y entre ellos mismos” (Regla S.S.V.P. art. 1.11)

(2) Salmo 23

 

 

TO FINISH OR TO START

 

They had been friends for many years, since they met in their Conference and made a reality their dream of really being members of a Christian community and living in a fraternal and friendly relationship. Any fellow member of a Conference should have this aspiration; otherwise, there is no Conference of St. Vincent de Paul. (1)

One day, the eldest of the two friends fell ill. When the doctors examined him, they found a cancer that, as they saw in the ensuing surgery, was already quite widespread. Therefore, they said that nothing could be done. It was in the late sixties of last century, and the disease was not treated as effectively as in recent years.

Both friends were aware that one of them was close to the end of his existence. However, during the short improvement of the eldest fellow member after the surgery, which lasted only a few months, they intensified their closeness and their visit to Jesus Eucharist. They always left strengthened and joyful after these visits to the Merciful. The illness and its symptoms hardly came in their conversation. There were more important topics, such as trying to live with more dedication than ever, in God’s presence, to those who suffer.

One day the sick fellow member, already feeling some discomfort that heralded the forthcoming end, said to him, “my friend, this is over; I am coming to the end. This is over”. The healthy fellow member was not swept away by the pain and the melancholy that his soul was feeling. He quickly replied, “No, my friend. We are not going to start doubting now: this is not over; you are getting to the beginning. To the beginning of Life, of meeting the Creator, of living with Him and in Him. You are at the beginning of starting a new thriving Life, which the Psalmist, not knowing how to define the greatness of this life in the Glory, described it thus: “The Lord is my shepherd, I shall not want. He makes me lie down in green pastures, he leads me beside the still water, he restores my soul and leads me in the paths of righteousness for his name’s sake”. (2)

Both kept silent and contemplated the beautiful sunset that could be seen far in the distance. That was the gift that, perhaps, the Creator had prepared only for them. For those two good friends, fellow members and believers. For those two brothers in the Faith shared and lived in the community of the Conference and beyond.

On their way from one Visit to the next, visits that they never stopped paying, they talked about what each understood to be the Heaven of God’s children. They had fun imagining the greatest “nonsensical things” that the Lord would provide to make them happy. They were only short of imagining that there would be a “merry-go-round”. They knew that they would not be able to imagine all the goodness of that place. But in the midst of their shared prayer, they kept the melancholy away.

The disease was progressing to become obvious in the physical aspect of that beloved fellow member. He no longer left home, his friend visited him every day and both said together the rosary.

Everything went very fast. One morning, the eldest son of that sick fellow member called his father’s friend and fellow member to tell him that his father had worsened during the night, and that he had died.

Overcome by emotion, he told him that his father, in his last moments, had left a message for him:

“I am at peace. Tell my dear friend that I set off on my trip back home, of which we have talked so often. We will meet there one day.”

With some tears, the younger fellow member silently said to the Creator, Lord, be merciful with him, for he has tried to live with a joyful dedication to those who suffer, and he has “served in Hope”.

With Mary, always towards Christ in and with Mary.

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conferences of Saint Vincent

Guadalajara, Spain

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(1) The acceptance of God’s Plan leads each one to nurture the seeds of love, generosity, reconciliation……. Vincentians are privileged to foster these signs of the presence of the Risen Christ in the poor and among themselves” (Rule S.S.V.P. art. 1.11)

(2) Psalm 23

 

 

FINIR OU COMMENCER

 

Ils étaient amis depuis de nombreuses années. Depuis qu’ils se sont rencontrés au sein de leur Conférence, devenir membres d’une communauté chrétienne et vivre dans une relation fraternelle amicale furent une réalité pour eux. Tout confrère de Conférence doit avoir cette aspiration ou, tout simplement, il n’y a pas de Conférence de Saint Vincent-de-Paul (1).

Un jour, l’aîné des deux amis est tombé malade et quand les médecins l’ont examiné, ils ont trouvé un cancer qui, lors de l’opération qui a suivi, s’était avéré être déjà très répandu. C’est pourquoi, ils ont communiqué qu’il n’y avait rien à faire. C’était à la fin des années soixante du siècle dernier et on n’avait pas encore réussi à combattre la maladie avec l’efficacité qui existe ces dernières années.

Les deux amis étaient conscients que la fin de l’existence de l’un d’eux était proche. Cependant, au cours de la légère amélioration du confrère plus âgé après l’opération, qui n’a duré que quelques mois, ils ont intensifié leur proximité et leur visite à Jésus Eucharistie. Ils sortaient toujours renforcés et joyeux de ces visites au Miséricordieux. La maladie et ses signes n’étaient pas des sujets fréquents de conversation. Il y avait des questions plus importantes, comme essayer de vivre avec plus de dévouement que jamais vers ceux qui souffrent, en présence de Dieu.

Un jour, le confrère malade, alors qu’il commençait déjà à ressentir un malaise qui annonçait une fin proche, lui dit : « Mon ami, c’est fini. J’arrive à la fin. C’est fini ». Le confrère sain ne s’est pas laissé emporter par la douleur et la mélancolie qu’il ressentait dans son âme. Il a répondu rapidement : Non, mon ami. Nous n’allons pas commencer à douter maintenant : ce n’est pas la fin, tu es en train d’arriver au début. Au début de la Vie, de la rencontre avec le Créateur, de vivre avec Lui et en Lui. Au début de commencer une nouvelle Vie pléthorique que le psalmiste, ne sachant pas définir toute la grandeur de cette vie dans la Gloire, la décrivit ainsi : « le Seigneur est mon berger ; je ne manquerai de rien. Il me fait reposer dans de verts pâturages, il me dirige près des eaux paisibles. Il me donne une nouvelle force et me conduit dans les sentiers de la justice, en honorant son nom » (2).

Les deux sont restés en silence et contemplaient le beau coucher de soleil qui s’annonçait au loin. C’était le don que le Créateur avait peut-être préparé pour eux seuls. Pour ces deux bons amis, confrères et croyants. Pour ces deux frères dans la foi partagée et vécue dans la communauté de la Conférence, et au-delà.

Ils ont parlé sur ce que chacun entendait par le Ciel des enfants de Dieu, quand ils allaient d’une visite à l’autre, visites qu’ils n’ont jamais cessé de rendre. Ils s’amusaient à imaginer les plus grands « non-sens » que le Seigneur fournirait pour les rendre heureux. Il ne leur manquait qu’imaginer qu’il y aurait un « manège ». Ils savaient qu’ils ne seraient pas capables d’imaginer toutes les bonnes choses de cet endroit. Mais en étant plongés dans leur prière commune, ils éloignaient la mélancolie.

La maladie progressait pour devenir évidente dans l’aspect physique du confrère bien-aimé. Il ne quittait plus la maison et c’est l’ami qui lui rendait visite tous les jours, pour réciter ensemble le chapelet.

Tout se passa très rapidement. Un matin, le fils aîné du confrère malade, appela l’ami et confrère de son père pour lui dire que celui-ci, son père, s’était aggravé pendant la nuit et était décédé.

Très ému, il lui dit que son père avait laissé un message pour lui dans ses derniers moments :

« Je suis en paix. Dis à mon cher ami que je commence le voyage de retour à la maison dont on a tant parlé. On se rencontrera là-bas un jour ».

Avec quelques larmes, le confrère plus jeune dit en silence au Créateur : Traitez-le avec Votre Miséricorde, Seigneur, car il a essayé de vivre avec un dévouement joyeux envers ceux qui souffraient et a « servi dans l’Espérance ».

Avec Marie, toujours vers le Christ en et avec Marie.

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conférences de Saint Vincent

Guadalajara, Espagne

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(1) « L’acceptation du Dessein de Dieu en chacun d’eux, les conduit à faire croître les germes d’amour, la générosité, la réconciliation……. Les Vincentiens ont le privilège d’encourager les signes de la présence du Christ ressuscité chez les pauvres et parmi eux » (Règle S.S.V.P. art. 1.11).

(2) Psaume 23

 

"La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo" escribió san Jerónimo, de cuya muerte se cumplen ahora 1.600 años y quien nos interpela a vivir de la Palabra de Dios

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El próximo miércoles, día 30 de septiembre, es la memoria litúrgica obligatoria de san Jerónimo, el gran difusor de la Palabra de Dios, como luego veremos. Se cumplirá ese día, además, el XVI centenario de su muerte. En medio de la pandemia, todavía más si cabe -¿quién no tiene una Biblia en su casa y hasta en el ordenador y el teléfono?- y siempre, la Iglesia ha de ser Iglesia de la Palabra, ha de vivir de la Palabra de Dios

En este artículo, vamos a recordar figura de san Jerónimo y facilitar una serie de materiales para que nuestras comunidades católicas y todos y cada uno de los católicos seamos Iglesia de la Palabra. Porque, como afirmó el santo, «la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo», y, por ello, ignorancia también de la identidad y misión de la Iglesia.

 

San Jerónimo, el santo de la Palabra de Dios

 

"/Padre de la Iglesia latina y doctor de la Iglesia, Eusebio Jerónimo de Estridón (por la localidad dálmata, en la actual Croacia, donde nació en el año 340), recibió el Papa  san Dámaso I, en el año 382, el encargo de traducir al latín la Biblia a partir de su versión original en griego y hebreo. Su traducción, conocida como la Vulgata de san Jerónimo, será normativa en toda la Iglesia durante cuatro siglos,  desde el año 1546, en el Concilio de Trento, y hasta el Concilio Vaticano II. Para poder este trabajo de traducción, se trasladó a vivir a Belén, donde falleció el 30 de septiembre del año 420. Fue ordenado sacerdote a los 40 años.

Junto a su estudio y trabajo de las Sagradas Escrituras, san Jerónimo llevó durante décadas una vida eremítica y ascética (pintores y artistas como GhirlandaioLeonardo da Vinci, El Bosco, Durero, Patinir, Caracci, El Greco, Velázquez, Alonso Cano, Martínez Montañés, Caravaggio, RiberaSalzillo, Torgiano,… legaron espléndidas obras de arte sobre él y su vida dedicada a la Palabra de Dios, a la oración y a la penitencia).

Desde el 30 de septiembre de 2019 al 30 de septiembre de 2020, la Orden Jerónima, celebra el XVI centenario de la muerte de san Jerónimo, el gran apóstol y difusor de Palabra de Dios (por cierto, que desde 2020, por decisión del Papa Francisco, quedó establecido en toda la Iglesia el Domingo de la Palabra de Dios, a celebrar el tercer domingo del tiempo ordinario, en 2020, el día 26 de enero; y en 2021, el día 24 de enero).

 

San Jerónimo y nuestra diócesis

 

Junto a santa Paula de Roma (347-404), promovió la creación de monasterios en Tierra Santa, germen de lo que después, desde el siglo XIV en el monasterio de San Bartolomé de Lupiana, en nuestra tierra, gracias al guadalajareño Pedro Fernández Pecha,  será la orden monástica jerónima u Orden de San Jerónimo, con ramas masculina y femenina.

Nuestra diócesis cuenta con un monasterio de monjas jerónimas, el de Nuestra Señora de los Remedios, en Yunquera de Henares, y de origen, en el siglo XVI, en Brihuega. En 2021 se cumplirán 50 años de la presencia jerónima en Yunquera.

 

Diez definiciones de la Palabra de Dios

 

A la luz del Sínodo de los Obispos de 2008 dedicado a la Palabra de Dios, he aquí diez definiciones de la Palabra de Dios.

 

1/«La Biblia es el libro de un pueblo y para un pueblo».

2/«El amor es las plenitud de las Escrituras Santas».

3/«La Palabra de Dios es una brújula que indica el camino a seguir»,

4/«La escucha amorosa de la Palabra de Dios lleva al servicio desinteresado hacia los demás».

5/«La escucha auténtica de la Palabra de Dios es obedecer y actuar, es hacer florecer en la vida la justicia y el amor».

6/«La Biblia nos presenta el soplo del dolor, sale al encuentro del grito de los oprimidos y del lamento de los infelices».

7/«Mediante el amor y la veneración a la Palabra de Dios, las Iglesias y comunidad«es cristianas viven una unidad real, aunque imperfecta».

8/«La Sagrada Escritura se ha convertido en una especia de inmenso vocabulario… Es el atlas iconográfico… El Evangelio fue la lengua materna de Europa…La Biblia es el gran código de la cultura universal».

9/«La Sagrada Escritura tiene pasajes adecuados para consolar todas las condiciones humanas».

10/«Es necesario traducir a gestos de amor la Palabra de Dios escuchada y orada, porque solo así se convierte en creíble el anuncio del Evangelio».

 

La dulce y amorosa voz de Dios en la Biblia

 

La Palabra de Dios, la Biblia, está es el libro más traducido –en más de 2.450 lenguas distintas- y más vendido –unos veinte millones de ejemplares al año- de toda la historia y también del presente.

«La Palabra de Dios –dice el libro santo del Deuteronomio- está muy cerca de ti. Está en tu boca y en tu corazón para que la cumplas».

En el prólogo de su evangelio, el cuarto, el apóstol San Juan nos habla de que la Palabra existía desde el principio, que estaba con Dios, que era Dios, y que, en la plenitud de los tiempos, la Palabra de hizo carne y puso su morada entre nosotros.

También el Nuevo Testamento, el autor de la Carta a los Hebreos, nos recuerda que la Palabra de Dios, es viva, enérgica y eficaz. Es más cortante que espada de doble filo. «Penetra hasta las fronteras del alma y del espíritu, hasta las articulaciones y médulas y escruta los sentimientos y los pensamientos del corazón».

La Palabra de Dios, de este modo, es la biblioteca viva de un pueblo –el Pueblo de Dios- reunida, celebrada, anunciada y vivida en el transcurso de miles de años. No es un libro de historia. No es un código cerrado de leyes o un curso de moral o de religión. Es un libro de vida y para la vida.

Contienen, sí, preceptos legales, enseñanzas morales y contenidos catequéticos. Pero no reduce a Dios a una fórmula única, a un pensamiento único.

Es una carta. Una carta de amor y de salvación. La Palabra de Dios es susurro, propuesta, invitación,  frescor, novedad. Es un libro para todos. No está reservado a iniciados, a expertos o a creyentes. Es el libro de todos y para todos.

El escritor y poeta Paul Claudel, que se convirtió al catolicismo el 25 de diciembre de 1886 oyendo los cánticos de Navidad, murió el año 1955 y dejó sobre su mesa de trabajo, junto a sus gafas y su pluma, un pliego de papel con estas palabras: «Amo la Biblia». Y es que, «en la Biblia –había escrito Claudel con anterioridad-, oí por primera vez la voz dulce y amable de Dios, que ya nunca se extinguiría. En verdad, Dios me amaba». 

Emma Dessewfy, otra conversa conocida en Hungría por su vida social y caritativa, quebrantada física y espiritualmente y sumida en la soledad, encontró en la Biblia consuelo y refugio: «Ante mis ojos -confiesa- se manifestó el Evangelio de Jesús como un milagro».

 

Decálogo de claves para leer la Palabra de Dios

 

1.-Lee el texto lenta y atentamente, con el corazón y la inteligencia abiertos, estando pendiente a las palabras que más repiten, a los que hacen y cómo reaccionan los personajes.

2.-Mira el contexto. Aquello que precede y aquello que sigue en la Biblia, y a hacia dónde nos quiere dirigir.

3.-Pregúntate de qué género se trata: una narración, una historia, un texto legal, una relato épico, una oración, un canto, una parábola, una enseñanza catequética, una reflexión sapiencial, un anuncio profético…

4.-Trata de situar el texto en la historia bíblica. Para ello, mira las notas o introducciones de las distintas ediciones de la Biblia. Y relaciónalo con otros textos bíblicos conocidos.

5.-Recrea el marco y el contexto de la sociedad concreta para la que fue escrito originariamente el texto y cómo reaccionó ante él.

6.-Confronta e interpela el texto ante tu vida y ante el mundo que te rodea. Mira a ver qué te dice y qué le dice a nuestro mundo.

7.-Intenta sintetizar el mensaje del texto, desde sus contenidos y personajes. E incluso piensa que título le podría poner si con él tuvieras que hacer un comentario, una información.

8.-Empieza a orar. ¿Qué rostro de Dios se descubre en este texto? Contempla y alaba ese rostro, esa voz, esa presencia de Dios en su Palabra.

9.-Sumérgete en la espuma de las olas de esta oración, llena tus oídos de su música, tu mente de sus palabras, tu corazón de sus sentimientos. Descansa y reza con paz con todo ello.

10.-Una vez bien impregnado del texto y de todas estas sensaciones, intenta extraer algunas conclusiones prácticas para tu vida y busca llevarlas a la vida. 

 

Cinco criterios de Benedicto XVI para leer la Palabra de Dios

 

(1) Hay que leer la Sagrada Escritura en su unidad e integridad. Cada una de sus partes lo es de un camino único y sólo viéndolas en su integridad como un camino único, en el que una parte explica la otra, podemos comprender el todo y las partes.

(2) La lectura de la Sagrada Escritura debe ser siempre una lectura a la luz de Cristo. La Sagrada Escritura es un camino con una dirección: Jesucristo. Quien conoce el punto de destino, puede también, una vez más, volver sobre sus pasos y aprender de manera más profunda el misterio del Señor.

(3) Desde su unidad e integridad, desde su unidireccionalidad hacia Jesús, la Sagrada Escritura nos muestra su tercera gran riqueza: la eclesialidad. Estos caminos, estos pasos del camino que nos va mostrando y vamos recorriendo en la lectura de la Palabra de Dios,  sin pasos de un pueblo. Es el Pueblo de Dios que sigue adelante. El propietario auténtico de la Palabra es siempre el Pueblo de Dios, guiado por el Espíritu Santo. Para leer bien la Escritura, para percibir y recibir su belleza y su riqueza, hay que caminar dentro de ese sujeto vivo que es el Pueblo de Dios, en y desde la Tradición de la Iglesia.

(4) La liturgia -ámbito celebrativo propio de la lectura común y orante de la Palabra y «espacio" permanente del Pueblo de Dios en camino- es el lugar privilegiado para la comprensión de la Palabra, precisamente también porque en ella la lectura se convierte en oración y se une a la oración de Cristo en la plegaria eucarística.

(5) Por fin, la Palabra de Dios requiere de otras dos actitudes básicas: la humilde perseverancia y la sabiduría de saber llenarse progresivamente de ella.

«La Palabra de Dios sigue siendo mucho más grande -escribía San Efrén- de lo que podemos pensar y entender». La Palabra de Dios es siempre más grande que cualquier comentario exegético por brillante que sea, que cualquier percepción nuestra. Es un tesoro inagotable, siempre superior a nosotros, siempre más grande. Es la fuente del agua viva y cada uno debe beber de ella según su capacidad y su necesidad y volver a ella siempre, especialmente cuando más lo necesite desde las dimensiones y actitudes glosadas en este comentario.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 25 de septiembre de 2020

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

Confinados nuevamente

parques de Guadalajara

-dejando silueta rara-

aunque no completamente.

Vivir es, seguramente,

la cuestión más insegura.

La muerte no tiene cura

y la vida realmente

nadie, en verdad, te asegura.

Mientras vives, vida (es) dura.



De manera que, viviente,

tener fe en vida procura

que, siguiendo esta postura,

a más vida brindas puente.

Vida de más vida es fuente.

Otra vida es su criatura,

si querer vida se apura.

Creencia en vida, almenara

tuya es, creciéndose al ara

de más vida, hoy y futura.



Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016. 

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Vídeo autor: 

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

Por Rafael Amo

(Director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas | Delegación de Ecumenismo de la Diócesis)

 

 

 

Sobre la base de la parábola del Buen Samaritano, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado el día 22 de septiembre una Carta titulada Samaritanus Bonus sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida, para “reafirmar el mensaje del Evangelio y sus expresiones como fundamentos doctrinales propuestos por el Magisterio” y “proporcionar pautas pastorales precisas y concretas, de tal manera que a nivel local se puedan afrontar y gestionar estas situaciones complejas”.

El Documento tiene un dulce sabor evangélico. Utiliza la parábola del Buen Samaritano y la de contemplación de Cristo en la Cruz para tratar temas especialmente delicados y complejos, vital y técnicamente hablando, como los del final de la vida. Esta orientación bíblica es lo que sitúa a la carta en su justa dimensión: se trata de dar un mensaje de esperanza a la oscuridad del dolor y de la muerte. Pero con una preciosa definición de esperanza alejada del ingenuo todo saldrá bien: “La esperanza no es solo esperar un futuro mejor, es una mirada sobre el presente que lo llena de significado”. 

Lo mejor de la carta son sus elementos éticos, antropológicos, espirituales y magisteriales, sobre la base de un análisis realista de la cultura.  

Desde el punto de vista de la ética, Samaritanus Bonus, ofrece una articulación de principios éticos que sientan las bases de una ética del cuidado. El punto de partida de la Carta de la Congregación es el mismo que el de la Declaración de Barcelona, la vulnerabilidad humana, la finitud y el límite. Este es el fundamento de una ética del cuidado entendida “como solicitud, premura, coparticipación y responsabilidad hacia las mujeres y hombres que se nos han confiado porque están necesitados de atención física y espiritual”. A su vez, el cuidado es el gozne entre la vulnerabilidad y la justicia.

La Carta maneja una antropología integral en la que el ser humano no es solo cuerpo físico lleno de enfermedades y llamado a la muerte, sino un ser corpóreo y espiritual -al mismo tiempo- que debe afrontar la aventura del sentido de la vida.

Son especialmente brillantes las páginas dedicadas a la espiritualidad del sufrimiento en la que hace una contemplación de Cristo en la Cruz, que “parece tan semejante, en su carga simbólica, a aquellas enfermedades que clavan a una cama”. Dibuja la escena completa e incluye en la contemplación a aquellas que estaban junto a la Cruz de Jesús que son el prototipo de las personas que “están” con el enfermo.

La Carta ofrece un buen elenco clarificador del Magisterio anterior sobre las diversas situaciones del final de la vida: eutanasia, suicidio asistido, ensañamiento terapéutico, cuidados básicos, cuidados paliativos, terapias analgésicas, etc. 

El Documento no tiene el tono de una Bula de excomunión, no insiste en la condena de nada ni de nadie. El Documento, en línea con el Magisterio precedente recuerda que la eliminación directa e intencionada de la vida humana en su fase terminal no responde a la exigencia de la dignidad de la persona humana que ha recibido el don de la vida. A mi juicio, en este capítulo quinto, lo mejor del documento es la claridad con la que afronta los temas y los avisos a navegantes para que el ambiente cultural no nuble la vista del cristiano.

La carta tiene tono evangélico y un trasfondo teológico: “El misterio de la Redención del hombre está enraizado de una manera sorprendente en el compromiso amoroso de Dios con el sufrimiento humano. Por eso podemos fiarnos de Dios y trasmitir esta certeza en la fe al hombre sufriente y asustado por el dolor y la muerte”. Este es su mensaje profundo.

 

Publicado en Religión Digital: enlace al artículo

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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LA PARTIDA DE MUS

 

Este mes, propongo un buen artículo que me gustó mucho de mi amiga y consocia Pilar Arnas y que estoy bien seguro, también gustara a muchos amigos y consocios del mundo.

 

Hoy Jacinto rememora la "no partida de mus" que en su día nos mantuvo en acción.

Jacinto y José miembros de una misma conferencia venían acompañando a dos compinches de avanzada edad que, siendo vecinos, habían adquirido la sana costumbre de reunirse, todos los viernes por la tarde, a fumarse un puro habano acompañado de un buen café.

El segundo viernes de cada mes, ambos consocios, se acercaban al lujoso barrio de Salamanca, aquí en Madrid, donde vivían sus amigos de buen vivir y jugaban unas partidas de mus

Un gélido viernes del mes de febrero, de los años noventa, Jacinto necesitaba un nuevo compañero de juego pues no podía contar con José que se encontraba afectado de un buen resfriado.

Ningún problema se presentaba. Parecía evidente que yo iba a ser el idóneo ayudante. Jacinto me decía que los venerables ancianos no podían quedarse sin su partida del viernes que llevaban años disfrutando.

Cuando el miércoles me comunicó que necesariamente tenía que acompañarle a lo que él llamaba "nuestra partidita", se apoderó de mi una más que notable preocupación. Yo no había jugado nunca al mus y creí que al decírselo a Jacinto me iba a liberar de este "servicio".

Jacinto, que mantenía la calma, no advertía ningún impedimento para poder divertirnos este viernes. Intentaba animarme con la maravillosa clase de mus que me impartiría el jueves.

Yo empezaba a pensar si mi buen amigo estaba en su juicio o si aquello era una broma.

A las ocho de la tarde del jueves, después de nuestros respectivos trabajos, me reuní con mi amigo esperando compartir unas risas con la dichosa bromita.

Ahora ...sólo recuerdo un jueves de auténtica pesadilla. No podía creer lo que estaba pasando.

Jacinto venia provisto de todo un muestrario de muecas y contorsiones faciales que me hacía emular. Eso sí, todas ellas plenamente justificadas por el honorífico juego del mus.

Yo, al borde del enfado, intentaba que el buen juicio imperase.

¡Imposible lograrlo!. Mí sonriente amigo no me escuchaba y parecía no estar en sus cabales.

A las seis de la tarde del viernes, bien trajeados, nos acercamos a la parroquia de "Los doce apóstoles " para solicitar la intercesión que tanto necesitábamos ante nuestra próxima visita

Pocos minutos después, me presentaban a los amables amigos que todos los meses esperaban la ansiada partida de mus. 

Me mostré amable pero por dentro me parecía vivir un mal sueño. Recuerdo que elevé una súplica pidiendo algo de cordura.

Nos sentamos en torno a la mesa del mus. Nos agasajaron con unas buenas pastas de té y un café al tiempo que nos invitaban a deleitarnos con un estupendo habano.

¡Había surgido un imprevisto que imposibilitaba el disfrute de "nuestra partidita"!

Se disculparon por no habernos podido comunicar a tiempo la incidencia y nos entregaron "nuestro sobre", para nuestra depauperada Conferencia, ejemplo puro de comunicación cristiana de bienes.

En tan sólo media hora, en esta ocasión, nos tuvimos que despedir de aquella simpática e interesante compañía y yo respiraba tranquilo

Ya en la calle se me explicaba el contenido del sobre. "Nuestros venerables amigos contribuyen a su manera, al bien de los desfavorecidos. Forman una Conferencia un poco “sui generis”. Se reúnen todas las semanas, con toda seriedad, compartiendo buenas y profundas meditaciones. Hacen sus colectas que siempre destinan a otras Conferencias más pobres como es la nuestra. Tienen sus gracias: no deben fumar y su delicioso habano exige una reparación. El segundo habano la exige el doble. Cualquier enfado les conduce a una dádiva ejemplarizante..."

Habían establecido un férreo código de conducta cuyo incumplimiento exigía penalización. La importancia de compartir los bienes con algo que realmente nos cuesta se hacía evidente.

Aquel inquietante día motivó nuestro agradecimiento al Buen Dios y esperando podernos encontrar en una ocasión próxima con nuestros peculiares consocios, nos despedimos con nuestro habitual "que Dios te bendiga y María te acompañe siempre".

 

Espero que el artículo os haya gustado tanto como a mí.

Con María, a Cristo por María.

 

José Ramón Díaz-Torremocha

de las Conferencias de San Vicente

Guadalajara, España

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THE GAME OF MUS (1)

 

This month, I propose a good article I really liked of my friend and fellow sister Pilar Arnas. I am sure that many friends and fellow members all over the world will also like it.

 

Today Jacinto recalls the "no-game of mus" that once kept us in action.

Jacinto and José, members of the same conference, used to join two elderly mates who, being neighbours, had taken the healthy habit of getting together every Friday afternoon, to smoke a cigar and drink a good coffee.

On the second Friday of the month, both fellow members went to the luxurious Salamanca neighbourhood, here in Madrid, where their good-living friends resided, and they played a few games of ‘mus’.

On a freezing Friday of February, in the 1990s, Jacinto needed a new playmate because he could not count on José who had caught a strong cold.

There was no problem. It seemed obvious that I was going to be the ideal playmate. Jacinto was telling me that those venerable elders could not be left without their Friday card game, which they had enjoyed for years.

When, the Wednesday before, he informed me that I necessarily had to accompany him to what he called "our little game," I was caught by a huge concern. I had never played ‘mus’ before and I expected that by telling it to Jacinto I was going to get rid of this "service".

Jacinto, who kept calm, did not see any obstacle to having fun that Friday. He tried to encourage me with the wonderful lesson of ‘mus’ he would teach me on Thursday.

I began to wonder whether my good friend was in his right mind or that this was a joke

At 8 o'clock on Thursday evening, after our respective jobs, I met my friend hoping to share some laughter about the joke.

Now... I only remember a Thursday of real nightmare. I could not believe what was going on.

Jacinto came equipped with a full range of grimaces and facial contortions that I had to imitate. Of course, all of them were fully justified by that glorious game of ‘mus’.

On the verge of anger, I tried to make good judgment prevail. Impossible task! My smiling friend would not listen to me and seemed not to be in his right mind.

At six o'clock on Friday evening, well dressed, we got into the parish church "The Twelve Apostles" to pray for the intercession that we needed so much before our next visit.

A few minutes later, I was introduced to the kind friends who, every month, were looking forward to the long-awaited game of ‘mus’.

I behaved kindly, but inside I had the impression of experiencing a bad dream. I remember that I said a prayer begging for some sanity.

We sat around the ‘mus’ table. They treated us with good tea cookies and a coffee while inviting us to enjoy a fantastic Havana cigar.

An unforeseen event had arisen that made it impossible to enjoy "our little game"!

They apologized for not informing us about the incident in time and they gave us "our envelope" for our impoverished Conference, a pure example of Christian sharing of goods.

In just half an hour, on that occasion, we had to say goodbye to that nice and interesting company and I was breathing relieved.

Once in the street, I was explained the contents of the envelope. "Our venerable friends contribute in their own way, to the good of the disadvantaged. They form a somehow "special" Conference. They meet every week, in all seriousness, sharing good and deep meditations.    They hold collections that they always dedicate to poorer Conferences such as ours. It is somewhat funny: they should not smoke and their delicious Havana cigar requires reparation. The second cigar demands twice as much. Any anger leads them to an exemplary gift......."

They had established a strict code of conduct whose non-compliance implied a penalty. What was evident was the importance of sharing goods through something really important to us.

That disturbing day motivated our gratitude to the Good Lord and hoping to get together with our peculiar fellow members on another occasion, we departed with our usual "May God bless you and Mary be always with you".

 

I hope that you have enjoyed the article as much as I did.

With Mary, towards Christ through Mary

 

(1) “Mus”: Spanish card game where the players communicate through grimaces.

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conferences of Saint Vincent de Paul

Guadalajara, Spain

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LA PARTIE DE MUS (1)

 

Ce mois-ci, je propose un bon article que j’ai vraiment aimé de mon amie et consœur Pilar Arnas. Je suis sûr que mes amis et confrères de tout le monde l’aimeront aussi.

Aujourd’hui, Jacinto se souvient de la « non partie de mus » qui un jour nous a maintenus en action.

 

Jacinto et José, membres de la même conférence, accompagnaient régulièrement deux confrères d’âge avancé qui, étant voisins, avaient acquis la saine habitude de se réunir, tous les vendredis après-midi, pour fumer un cigare accompagné d’un bon café.

Le deuxième vendredi de chaque mois, les deux confrères, se rendaient au luxueux quartier de Salamanca, ici à Madrid, où leurs amis bons vivants habitaient et jouaient quelques manches de mus.

Par un vendredi glacial du mois de février, dans les années 1990, Jacinto avait besoin d’un nouveau compagnon de jeu car il ne pouvait pas compter sur José qui souffrait d’un énorme rhume.

Pas de problème. Il semblait évident que j’allais être l’assistant idéal. Jacinto me dit que les vénérables vieillards ne pouvaient rester sans leur partie du vendredi, dont ils jouissaient depuis des années

Quand il m’a informé mercredi que je devais nécessairement l’accompagner à ce qu’il appelait « notre petite partie », j’ai été saisi par une plus que grande inquiétude. Je n’avais jamais joué au ‘mus’ et je pensais qu’en l’avouant à Jacinto j’allais me libérer de ce « service ».

Jacinto, qui restait calme, n’a vu aucun obstacle à pouvoir nous amuser ce vendredi. Il essayait de me remonter le moral avec le merveilleux cours de mus qu’il aller me donner jeudi.

Je commençais à me demander si mon bon ami avait toute sa tête, ou s’il s’agissait d’une blague.

Jeudi, à huit heures du soir, après nos journées de travail, j’ai rencontré mon ami dans l’espoir de partager quelques rires sur la sacrée plaisanterie.

Aujourd’hui... Je me souviens seulement d’un jeudi cauchemardesque. Je n’arrivais pas à croire ce qui se passait.

Jacinto arrivait équipé de toute une gamme de grimaces et de contorsions faciales qu’il me faisait imiter. Mais, ça oui, toutes pleinement justifiées par l’honorable jeu du mus.

Moi, au bord de la colère, j’essayais de faire prévaloir le bon sens.

Impossible d’y parvenir ! Mon souriant ami ne voulait pas m’écouter et semblait ne pas avoir tous ses esprits.

Vendredi, à six heures du soir, bien habillés, nous nous sommes rendus à la paroisse des « Douze Apôtres » pour demander l’intercession dont nous avions tant besoin avant notre prochaine visite.

Quelques minutes plus tard, j’ai été présenté aux aimables amis qui attendaient chaque mois la partie de mus tant attendue.

Je me suis montré aimable, mais à l’intérieur, je pensais vivre un mauvais rêve. Je me souviens que j’ai prié pour un peu de bon sens.

Nous nous sommes assis autour de la table de jeu. Ils nous ont offert des gâteaux secs et du café tout en nous invitant à prendre le plaisir d’un cigare de qualité.

Un événement imprévu s’était produit qui rendait impossible de profiter de « notre petite partie » !

Ils se sont excusés de ne pas avoir pu communiquer l’incident à temps et nous ont remis « notre enveloppe », pour notre Conférence appauvrie, un pur exemple de communication chrétienne de dons.

À cette occasion, en seulement une demi-heure, nous avons dû dire au revoir à cette belle et intéressante compagnie et je respirais soulagé.

Une fois dans la rue, on m’expliquait le contenu de l’enveloppe. « Nos vénérables amis contribuent à leur manière, au bien des démunis. Ils forment une conférence un peu « sui generis ». Ils se rencontrent chaque semaine, très sérieusement, pour partager de bonnes et profondes méditations. Ils font leurs collectes qu’ils affectent toujours à d’autres Conférences plus pauvres comme la nôtre. Ils ont leur côté amusant : ils ne doivent pas fumer et leur délicieux cigare exige une réparation. Le deuxième cigare exige deux fois plus. Toute colère les conduit à un don exemplaire... »

Ils avaient établi un code de conduite très strict dont le non-respect entraînait une sanction. L’importance de partager des biens avec quelque chose à laquelle nous tenons vraiment est devenue évidente.

Ce jour troublant a motivé notre gratitude au Bon Dieu et espérant nous réunir prochainement avec nos curieux confrères, nous avons dit au revoir avec notre habituel « Que Dieu te bénisse et que Marie soit toujours avec toi ».

 

J’espère que vous avez aimé l’article autant que moi.

Avec Marie, vers le Christ à travers Marie

 

(1) « Mus » : Jeu de cartes espagnol où les joueurs se communiquent en faisant des grimaces.

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conférences de Saint Vincent-de-Paul

Guadalajara, Espagne

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