Por Ralph Middlecamp

(Presidente del Consejo Nacional de los Estados Unidos - Sociedad de San Vicente de Paúl)

 

 

 

Queridos amigos vicentinos,

Serviens in spe - Sirviendo con esperanza. Este es el lema de la Sociedad de San Vicente de Paúl en latín, y ha sido la expresión que utilizo para terminar mis cartas. La frase se encuentra dos veces en nuestra Regla. La primera instancia se encuentra en la descripción inicial del "Propósito y alcance de nuestro servicio". Leemos que “los miembros demuestran su compromiso a través del contacto de persona a persona. Los vicentinos sirven con esperanza ”. Sabemos que este contacto de persona a persona es muy difícil en este momento, pero la necesidad de que seamos personas de esperanza es más importante que nunca.

Estamos completando el tiempo litúrgico de Adviento. La temporada está marcada por la espera con esperanza. Es un tiempo en el que recordamos los eventos de la historia de Navidad y anticipamos la promesa de la Segunda Venida. Este ha sido un año de espera diferente a cualquier otro que haya experimentado. Gran parte de la forma en que hemos conducido nuestras vidas en el pasado está ahora en un estado de suspensión mientras esperamos.

Esperamos con la esperanza de una vacuna y tratamientos efectivos para el coronavirus, pero esperamos sabiendo que una vacuna no curará la pobreza, el hambre y la falta de vivienda. No curará las divisiones políticas y no curará el racismo. Una vez que el virus haya sido domesticado, estos males seguirán ahí. Los vicentinos deben trabajar para encontrar soluciones a sus causas fundamentales, y seguiremos profundamente involucrados en brindar alivio a sus efectos a través de nuestros esfuerzos caritativos.

Las lecturas de las Escrituras de Adviento nos animan a reflexionar sobre las esperanzas pasadas que se han cumplido en Cristo, así como nuestras esperanzas de un futuro aún más prometedor. Podemos hacer de este un período de renovación para nosotros personalmente si encontramos oportunidades en la temporada navideña para sentarnos en silencio en oración. Eso se puede hacer tarde en la noche con las luces del árbol de Navidad encendidas o en la oscuridad de la mañana antes de que otros se despierten. Si tiene actividades canceladas, ese tiempo puede usarse para orar con las lecturas de la Misa de ese día. Podemos aprovechar este tiempo de actividad suspendida y aprovechar al máximo el presente mientras miramos hacia atrás recordando bendiciones anteriores y confiando en la providencia de Dios.

Considere el estímulo que San Pablo ofreció a los primeros cristianos en Roma: “Estad gozosos en la esperanza, pacientes en la aflicción, fieles en la oración. Comparta con el pueblo del Señor que está en necesidad. Practica la hospitalidad. Bendice a los que te persiguen; bendice y no maldigas. Alégrate con los que se alegran; llorar con los que lloran. Vivir en armonía unos con otros."

Les ofrezco mi deseo de una Navidad muy bendecida. Que la temporada fortalezca su Fe y su compromiso con la práctica de la Caridad como miembro de nuestra Sociedad que sirve en Esperanza.

Serviens in spe,

Ralph Middlecamp

 

 

INGLÉS

 

Dear Vincentian Friends,

Serviens in spe – Serving in hope.  This is the motto of the Society of St. Vincent de Paul in Latin, and it has been the expression I use to end my letters to you. The phrase is found twice in our Rule. The first instance is in the opening description of the “Purpose and Scope of our Service.” We read that “Members show their commitment through person-to-person contact. Vincentians serve in hope.” We know that this person-to-person contact is very difficult right now, but the need for us to be people of hope is more important than ever.

We are completing the liturgical season of Advent. The season is marked by waiting in hope. It is a time in which we remember the events of the Christmas story and anticipate the promise of the Second Coming. This has been a year of waiting unlike any I have experienced. Much of how we have conducted our lives in the past is now in a state of suspension as we wait.

We wait in hope for a vaccine and effective treatments for the coronavirus, but we wait knowing that a vaccination will not cure poverty, hunger and homelessness. It will not heal political divisions, and it will not cure racism. After the virus has been tamed, these ills will still be there. Vincentians must work toward solutions to their root causes, and we will remain deeply involved in providing relief from their effects through our charitable efforts.

Advent’s scripture readings provide us with encouragement to reflect on past hopes that have been fulfilled in Christ – as well as on our hopes for an even more-promising future. We can make this a period of renewal for ourselves personally if we find opportunities in the Christmas season to sit quietly in prayer. That could be done late at night with Christmas tree lights on or in the dark of the morning before others awake. If you have activities that are canceled, that time can be used to pray with that day’s Mass readings. We can use this time of suspended activity and make the most out of the present as we look backward remembering previous blessings and forward trusting in God’s providence.

Consider the encouragement St. Paul offered the early Christians in Rome: “Be joyful in hope, patient in affliction, faithful in prayer. Share with the Lord’s people who are in need. Practice hospitality. Bless those who persecute you; bless and do not curse. Rejoice with those who rejoice; mourn with those who mourn. Live in harmony with one another.” [1]

I offer you my wish for a very blessed Christmas. May the season strengthen your Faith and your commitment to the practice of Charity as a member of our Society serving in Hope.

Serviens in spe,

Ralph Middlecamp

 

[1] Romanos 12: 12-16

 

 

AUNQUE YA PASADAS LAS NAVIDADES, NOS GUSTO TANTO EL ARTÍCULO DE NUESTRO CONSOCIO Y PRESIDENTE DE LAS CONFERENCIAS EN LOS ESTADOS UNIDOS, QUE HEMOS OBTENIDO SU PERMISO, DADO CON TODA CORDIALIDAD, PARA PODER PONERLO A DISPOSICIÓN DE NUESTROS AMIGOS Y CONSOCIOS EN EL MUNDO.

GRACIAS RALPH MIDDLECAMP

"ALTHOUGH CHRISTMAS IS OVER, WE LIKED SO MUCH THE CHRISTMAS LETTER TO THE CONFERENCES WRITTEN BY OUR FELLOW MEMBER AND PRESIDENT OF THE CONFERENCES IN THE UNITED STATES THAT WE HAVE OBTAINED HIS PERMISSION, WHICH HE HAS KINDLY GIVEN, TO MAKE IT AVAILABLE TO OUR FRIENDS AND FELLOW MEMBERS THROUGHOUT THE WORLD.

THANK YOU RALPH MIDDLECAMP"

Conferencias San Vicente de Paúl en Guadalajara

La oración, el examen de conciencia y la escucha de la Palabra de Dios, tres ejes y claves irrenunciables para vivir la Cuaresma, máxime en pandamia

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

“Mirarán al que traspasaron” (Zacarías 12,10; Juan 19, 37); “Mira al Crucificado” (santa Teresa de Jesús); “Observa bien el Crucifijo: sus brazos abiertos para abrazarte, sus pies clavados para esperarte, sus manos clavadas para que sea tú la mano de Cristo, su Corazón traspasado para que puedas entrar en él sin miedo de ser desechado” (Papa Francisco). 

La Cuaresma es mirar al Crucificado y esperar y confiar en Él, que es también el Resucitado. Es fijar nuestra mirada, nuestro corazón y nuestra ante Él. Y aprender en su escuela santa: “¿Pero cómo, clavado, enseñas tanto?/ Debe ser que siempre estás abierto, / ¡Oh Cristo, Oh ciencia eterna, Oh libro santo!”, escribió el gran Lope de Vega.

 

Mesa con signos cuaresmales en San Pedro, Catedral de Sigüenza

 

Desde estos presupuestos y perspectiva, la página de Religión de NUEVA ALCARRIA ofrece hoy tres miradas cuaresmales y la próxima semana otras tres. Y es que, precisamente porque estamos en pandemia, la dimensión orante y contemplativa de la Cuaresma es más necesaria que nunca.

 

(1)Una mirada nueva desde la oración

 

La Cuaresma encuentra en la oración la más apropiada de sus atmósferas y de sus escuelas. La oración cuaresmal debe ser más frecuente y habitual. Su tonalidad propia es la humildad, la insistencia, la confianza. Es oración de súplica y de petición. La oración cristiana de la cuaresma debe intensificar sus dimensiones bíblica y litúrgica, de gran riqueza, variedad, matices y contenidos durante los cuarenta días de este tiempo. En este sentido, la oración litúrgica ha de ser más pausada, sencilla, cordial, humilde, pobre, seria y profunda.

Es saludable contemplar más a fondo el misterio pascual, por el que hemos recibido la misericordia de Dios. La experiencia de la misericordia, efectivamente, es posible solo en un «cara a cara» con el Señor crucificado y resucitado «que me amó y se entregó por mí» (Ga 2,20). Un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo. Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal. Más que un deber, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene. De hecho, el cristiano reza con la conciencia de ser amado sin merecerlo.

La oración puede asumir formas distintas, pero lo que verdaderamente cuenta a los ojos de Dios es que penetre dentro de nosotros, hasta llegar a tocar la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez más al Señor y a su voluntad.

El diálogo que Dios quiere entablar con todo hombre, mediante el misterio pascual de su Hijo, no es como el que se atribuye a los atenienses, los cuales «no se ocupaban en otra cosa que en decir o en oír la última novedad» (Hechos de los Apóstoles 17,21). Este tipo de charlatanería, dictado por una curiosidad vacía y superficial, caracteriza la mundanidad de todos los tiempos, y en nuestros días puede insinuarse también en un uso engañoso de los medios de comunicación” (Papa Francisco).

 

(2) Una mirada de introspección y examen de conciencia  

 

Esta mirada serena, exigente, continua y reconfortante es para el padre  san Pío de Pietrelcina clave esencial en la Cuaresma y consiste en estar en alerta permanente, en prestar atención, en tener encendido un despertador permanente y conocer mi corazón, mis motivaciones y mis preocupaciones: ¿por qué hago las cosas?, ¿qué busco?, ¿qué intereses me mueven?, ¿busco de verdad la gloria de Dios y hacer su voluntad?, ¿priorizo y estoy atento para buscar el bien de los hermanos y hacerlo desinteresadamente?, ¿siempre me estoy buscando preferentemente a mí mismo, busco ser apreciado como prioridad?, ¿cuál es mi relación con el sufrimiento de los demás: indiferencia, interés verdadero y efectivo, intentar quitarme el “marrón” de encima, hallar excusas para el no compromiso o el compromiso mínimo?

Esta clave cuaresmal del Padre Pío significa, en definitiva,  rectitud de intención y una actitud de desprendimiento, de entrega, de generosidad, de disponibilidad y de servicialidad desde el seguimiento lo más radical posible a Jesucristo: “Quién guarda su vida para sí mismo y para ganar el mundo, la perderá y quien pierde su vida por mí y el Evangelio, la ganará” (Mateo 10, 30 y varias citas más). Y ¿cómo es posible que si le hemos dado lo principal al Señor y a Él nos hayamos consagrado (todo cristiano por el bautismo es un consagrado, más aún si es sacerdote o consagrado) luego, a la hora de la verdad, juguemos a regatearle en las pequeñas renuncias de cada día, solo para que crezca, sin ton ni son –y menos aún ¡ya a estas alturas de nuestras vidas…!- nuestro ego?

 

(3) Una mirada acogedora de la Palabra de Dios

 

Una mirada más atenta, abierta y contemplativa a la Palabra de Dios es clave esencial e inexcusable de la Cuaresma. Escribió el Papa Francisco en su mensaje para la Cuaresma de 2020: “Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros. No dejemos pasar en vano este tiempo de gracia, con la ilusión presuntuosa de que somos nosotros los que decidimos el tiempo y el modo de nuestra conversión a Él”.

Y a este respecto, bueno será que nos preguntemos qué es la Palabra de Dios para mí, en lo concreto de mí mismo. Podemos correr el riesgo de mascullar una ensalada diaria de salmos y textos de la Palabra de Dios, incluso sabernos de memoria algunos fragmentos de ella, pero la Palabra de Dios no acaba de hacerse vida en nosotros. Como escribiera san Jerónimo, “ignorar las escrituras es ignorar a Jesucristo”; y es, añado yo, ignorar la vida y la misión de la Iglesia y de los cristianos. Pero no se trata de un conocimiento teórico (que siempre es bueno), sino sobre todo de un conocimiento sapiencial, experimental, vital: que la Palabra se haga vida en mí, que me diga algo, que me deje interpelar por ella, que me ilumine y guíe de verdad.

Necesitamos el encuentro con la Palabra de Dios  en el día y en la hora de cada día y de cada hora porque siempre la Palabra nos dice algo nuevo, nos interpela de manera distinta, nos ha de resonar de otra manera, nos ha de ayudar a responder y a entender mejor los signos concretos de cada tiempo y de cada momento.  Basta con que sea una frase, una idea, una construcción, un tiempo verbal, un personaje, una sugerencia, una intuición que percibamos con ojos nuevos como una chispa de la gracia…

La Palabra de Dios es siempre un manantial de agua viva, fresca, purificadora, fecundadora y nueva. En ella, en la Palabra, es como si Dios, el Dios de los cristianos, estuviera mandándome y mandándonos un mensaje concreto y puntual, una ráfaga de luz, un suspiro de esperanza,  un bálsamo consolador,  un atisbo de certidumbre,  una respuesta a completar después y a llevar a mi vida, un hálito de fuerza para el aquí y el ahora.

Lámpara para mis pasos, luz en mi camino, más dulce que la miel de un panal, brisa suave en horas de bochorno, descanso en medio de cansancio y la fatiga, elocuente susurro en medio del silencio,  fuego y  martillo que golpea la peña,  agua que horada la piedra, lluvia que empapa la tierra, la fecunda y la hace germinar… Palabra viva y eficaz y más cortante que espada de doble filo, que penetra hasta la división entre alma y espíritu, articulaciones y médulas, y discierne pensamientos y sentimientos del corazón…

Manantial, sí, de agua siempre viva y nueva, que siempre me dice y nos dice algo nuevo y bueno, que siempre llega a mí con el esbozo de una respuesta, el motor de una buena acción y la misteriosa, consoladora y certera presencia de un Amigo, que me acoge, me alumbra, me ama y me quiere transformar para que me sepa dar más y mejor a los demás. Así debería ser nuestra relación con la Palabra de Dios.

Y propósito concreto para esta Cuaresma, os propongo que cojáis un cuaderno desde hoy y que al menos cada día, con su fecha y si ha habido alguna circunstancia especial la consignéis también, escribáis al menos una frase de la Palabra de Dios que os haya dicho algo nuevo, una ráfaga de luz, una brinza de consuelo y esperanza, en el aquí y ahora del cada día cotidiano y concreto de vuestra vida.

“La #Cuaresma es el tiempo adecuado para dejar espacio a la Palabra de Dios. Es tiempo de apagar la televisión y abrir la Biblia. Es el tiempo para desconectarnos del teléfono móvil y conectarnos al Evangelio”. (Papa Francisco, Twitter, 28-2-2020)

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 26 de febrero de 2021

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

DE FUERA ADENTRO DE SAN GINÉS
hasta llegar al incendio redentor del madero de Cristo

 

Aquel que tiene de mi gusto el trono
Que no otro templo de Arriaca lo iguale
Este es Ginés, aunque alguno señale
Lugar santo de muy parejo tono…
 
Quieta alta mole de la cual se sale
Un doble pilar blanco, como icono
En cumbre lateral de dual cono.
Tañer de campanas ambos escale.
 
Inicial arco en medio punto que abre,
En piedra blanca, puerta renaciente,
Noble en madera, al paso de la gente,
Entre la fachada, que su arte labre.
 
De pronto, en Altar Mayor, un Cristo,
En doble madero alto y anchuroso,
Muestra a Dios en supremo y amoroso
INCENDIO REDENTOR, ya desprovisto 
 
de todo... Salvo de habernos salvado,
con entrega y dolor en tanto extremo
como pueda llegar sudor supremo,
quedando en un tablero –ahí- clavado.

 

 

 

 

Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016.

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

 

Con fiebre de amor herido

siento que tiemblas Señor

¡y es por mí por quién te dueles!

 

Tiemblas porque te hago daño,

por esta traición cobarde

conque mi vida te hiere.

 

Y hoy siento aquel dolor tuyo

que también a mí duele

porque a ti te está doliendo,

¡a ti que tanto me quieres!

 

A ti que viniste a este mundo

con tu pasión y tu entrega

a líbrame de la mía

cautivo de amor y muerte.

 

A ti que tanto nos amas,

que estás pendiente de todos

y a todos como padre llamas,

¡es por mí por quien te dueles!

 

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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ZOILO, ANTONIO Y SANTIAGO

 

Tuve la suerte, mejor el regalo y la caricia del Misericordioso, de vivir el principio de la aventura. Allá hace muchos años, las Conferencias españolas quisieron iniciar el Proceso de Canonización de quien, también muchos más años atrás, exactamente en Madrid el 11 de noviembre de 1849, había fundado y traído a España desde Paris junto con el Padre Lobo (1), las Conferencias de San Vicente de Paúl. Me refiero a Don Santiago Masarnau Fernández.

Hará tan solo unas semanas cuando se publiquen estas líneas, qué la Santa Sede comunicaba que través del oportuno Decreto, el Santo Padre ha reconocido que Don Santiago, había vivido las Virtudes cristianas en grado heroico. Por lo tanto y desde ese Decreto, las Conferencias de San Vicente de Paúl en el mundo y en España, cuentan con un Venerable más.

Recuerdo bien aquellos días de tan intensas emociones pues, a pesar de la seguridad que tenían los responsables en aquel momento de las Conferencias españolas, no se les ocultaba la dificultad de iniciar un Proceso de Canonización histórico pues nadie de los que conocieron al hoy Venerable, continuaba con vida.

Al comienzo del Proceso y por lo que me contaban, una de las ilusiones de aquellos consocios, era trasladar con la mayor dignidad los restos de Don Santiago al Templo Nacional de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Madrid, situado en la calle Verónica. Finalmente lograron las oportunas autorizaciones civiles y eclesiásticas

Entre todos aquellos que de una manera u otras participaron en aquel “prologo”, no puedo olvidar a tres de ellos cuyos nombres sirven de título a estas líneas: Zoilo, Antonio y Santiago. Dos de ellos, Zoilo y Antonio, es posible que nadie en el fututo los vincule o los recuerde unidos a ese acontecimiento.

Zoilo, simpático siempre, era un amigo que vivía en la Casa Nª Srª del Amparo para enfermos de sida. Antonio, consocio bueno y siempre con un punto de broma en su hablar, era miembro de la Conferencia que tutelaba la Casa del Amparo como siempre nos referíamos a ella. Una de las dificultades, sin duda estribaba en buscar el arcón que recibiera sus restos.

En aquella Casa de Nª Srª del Amparo, había un taller de carpintería para que los muchachos que vivían en ella pudieran desahogar toda su adrenalina y aprendieran un oficio. Los consocios tutelaban el Taller y muy en particular el bendito Antonio. Enterados de la necesidad del arcón que guardaría los restos de Don Santiago, propusieron confeccionarla en el Taller de Carpintería.

Para ello, compraron la mejor madera noble que pudieron encontrar y con ella confeccionaron el arca que sería después pulida y barnizada con todo esmero hasta quedar verdaderamente útil para el servicio al que iba a ser destinado. Me contaban, que compraron el mejor lino para forrar el arcón y recoger sus restos. Finalmente, conociendo la fecha en la que iba a producirse el traslado de los restos, prepararon la correspondiente placa.

Llegado el día del traslado del hoy Venerable, mientras el arcón con los restos de Santiago Masarnau entraba en el Templo hoy dedicado al Beato Federico Ozanam y recibían sepultura, había que ver a aquellos hombres, con tan distintos pasados como Zoilo y Antonio, llorar como niños. Alguien al entrar el arca en el atrio del Templo musito: “Bienvenido a casa, querido consocio”. En su Casa siguen.

No sé si en el Cielo estará admitido el lloro, pero si fuera así, el Venerable Santiago Masarnau Fernández, aquel que cedía su abrigo los días de frío si encontraba a alguien en la calle que lo necesitara, lloraría de alegría al ver los restos de su cuerpo llevados por un amigo en necesidad al que acompañaba otro amigo y consocio.

A María, siempre a Cristo por María

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conferencia de Santa María la Mayor

Guadalajara, España

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(1) Este Padre Lobo, fue Secretario de San Antonio María Claret. En algún momento seguro que alguien escribirá sobre la relación de los Claretianos en los primeros años de las Conferencias en España.

 

 

 

ZOILO, ANTONIO AND SANTIAGO

 

I was fortunate, or rather I had the Merciful’s gift and caress, to live the beginning of the adventure. Many years ago, the Spanish Conferences decided to start the Canonization Process of who, many more years ago, exactly on 11th November 1849, had founded and brought to Spain from Paris, together with father Lobo (1), the Conferences of St. Vincent de Paul. I mean Mr. Santiago Masarnau Fernández.

Just a few weeks before publishing these lines, the Holy See informed that through the due Decree, the Holy Father has recognized that Santiago, had lived the Christian Virtues to a heroic degree. Therefore, since that Decree, the Conferences of St. Vincent de Paul in the world and in Spain, have one more Venerable.

I remember well those days of such intense emotions because, despite the faith of the then leaders of the Spanish Conferences, they did not ignore the difficulty of starting a historical Canonization Process since no one of those who had known the now Venerable, was still alive.

At the beginning of the Process and according to what I was told, one of the hopes of those fellow members, was to transfer with the greatest dignity the remains of Santiago to the National Temple of the Conferences of St. Vincent de Paul in Madrid, located in Veronica Street. They finally obtained the necessary civil and ecclesiastical authorizations

Among all those who in one way or another participated in that "prologue", I cannot forget three of them whose names serve as a title to these lines: Zoilo, Antonio and Santiago. Two of them, Zoilo and Antonio, may not be remembered by anyone in the future as linked to that event.

Zoilo, always nice, was a friend who lived in Our Lady of Refuge’s Home for AIDS sufferers. Antonio, a good fellow member who always had a joking point in his speaking, was a member of the Conference that sponsored the ‘Casa del Amparo’ [House of Refuge] as we always referred to it. One of the difficulties was undoubtedly to look for a coffin suitable for his remains.

In that Home of Our Lady of Amparo, there was a carpentry workshop so that the boys who lived in it could vent all their adrenaline and learn a trade. The fellow members, and in particular that blessed Antonio, organized the workshop. Aware of the need for a coffin that would keep the remains of Santiago, they proposed to make it in the Carpentry Workshop.

To do this, they bought the best hardwood they could find and with it they made the coffin that would then be carefully polished and varnished until it was ready for the service it would be given. I was told that they bought the best linen to line the coffin and receive his remains. Finally, knowing the date on which the transfer of his remains was going to take place, they prepared the pertinent plaque.

On the day of the transfer of who is now Venerable, when the coffin with the remains of Santiago Masarnau entered the Temple currently dedicated to Blessed Frederic Ozanam and received burial, those men with such different pasts as Zoilo and Antonio, cried like children. Someone, when the coffin arrived at the portico of the Temple, murmured: "Welcome home, dear fellow member". He is still there.

I do not know if in Heaven crying is allowed, but if so, the Venerable Santiago Masarnau Fernández, the one who offered his coat to someone in the street who needed it on cold days, would cry with joy at seeing the remains of his body carried by a friend in need and another friend and fellow member.

To Mary, always towards Christ through Mary

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conference of Santa María la Mayor

Guadalajara, Spain

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(1)  Father Lobo, was the Secretary of St. Antonio Maria Claret. I am sure that, some day, somebody will write about the participation of the Claretians in the first years of the Conferences in Spain.

 

 

 

ZOILO, ANTONIO ET SANTIAGO

 

J’ai eu la chance, ou plutôt le cadeau et la caresse du Miséricordieux, de vivre le début de l’aventure. Il y a de nombreuses années, les Conférences espagnoles voulaient lancer le Processus de Canonisation de celui qui, beaucoup d’années avant, exactement à Madrid le 11 Novembre 1849, avait fondé et amené en Espagne de Paris, avec le Père Lobo (1), les Conférences de Saint Vincent-de-Paul. Je parle de M. Santiago Masarnau Fernández.

Quelques semaines avant la publication de ces lignes, le Saint-Siège informait, à travers un Décret, que le Saint-Père a reconnu que Santiago avait vécu héroïquement les vertus chrétiennes. Par conséquent et à partir de ce Décret, les Conférences de Saint Vincent-de-Paul dans le monde et en Espagne, ont un Vénérable de plus.

Je me souviens bien de ces jours d’émotions si intenses car, malgré la confiance des responsables des Conférences espagnoles à ce moment-là, ils n’ignoraient pas la difficulté d’entamer un Processus de Canonisation historique, puisqu’aucun de ceux qui avaient connu celui qui est aujourd’hui Vénérable, vivait encore.

Au début du Processus et d’après ce qu’ils me racontaient, l’un des espoirs de ces confrères était de transférer avec la plus grande dignité les restes de Santiago au Temple National des Conférences de Saint Vincent-de-Paul à Madrid, situé rue Verónica. Ils ont finalement obtenu les autorisations civiles et ecclésiastiques nécessaires.

Parmi tous ceux qui, d’une manière ou d’une autre, ont participé à ce « prologue », je ne peux pas oublier trois d’entre eux dont les noms servent de titre à ces lignes: Zoilo, Antonio et Santiago. Il est possible que, dans le futur, personne ne se souvienne de deux d’entre eux, Zoilo et Antonio, comme liés à cet événement.

Zoilo, toujours sympathique, était un ami qui vivait à la Maison Notre Dame de l’Amparo [Protection/refuge] pour les malades du sida. Antonio, un bon confrère qui mettait toujours un point de plaisanterie dans son discours, était un membre de la Conférence qui s’occupait de la Casa d’Amparo [la Maison du Refuge] comme nous l’avons toujours appelée. L’une des difficultés était sans aucun doute de chercher le cercueil qui puisse recevoir ses restes.

Dans cette Maison de Notre Dame de l’Amparo, il y avait un atelier de menuiserie pour que les garçons qui y vivaient puissent défouler toute leur adrénaline et apprendre un métier. Les confrères, et en particulier ce sacré Antonio, dirigeaient l’Atelier. Conscients du besoin d’un cercueil pour garder les restes de Santiago, ils ont proposé de le construire à l’atelier de menuiserie.

Pour ce faire, ils ont acheté le meilleur bois noble qu’ils ont pu trouver et avec lui, ils ont fait le cercueil qui serait ensuite soigneusement poli et vernis jusqu’à ce qu’il soit vraiment utile pour le service auquel il était destiné. Ils m’ont dit qu’ils avaient acheté le meilleur lin pour tapisser l’intérieur et accueillir ses restes. Enfin, connaissant la date où le transfert de ses restes devait avoir lieu, ils ont préparé la plaque correspondante.

Le jour du transfert de celui qui est aujourd’hui Vénérable, lorsque le cercueil avec les restes de Santiago Masarnau entrait dans le Temple aujourd’hui dédié au Bienheureux Frédéric Ozanam et était placé dans sa sépulture, il aurait fallu voir ces hommes, avec des passé si différents comme ceux de Zoilo et Antonio, pleurer comme des enfants. Quelqu’un, quand le cercueil est arrivé sur le parvis du Temple, murmura: « Bienvenue à la maison, cher confrère ». Il est toujours chez lui.

Je ne sais pas si les pleurs sont tolérés au Ciel, mais si c’est le cas, le Vénérable Santiago Masarnau Fernández, celui qui offrait son manteau par temps froid s’il trouvait quelqu’un dans la rue qui en avait besoin, pleurerait de joie de voir les restes de son corps portés par un ami dans le besoin accompagné d’un autre ami et confrère.

À Marie, toujours vers le Christ à travers Marie

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conférence de Santa María la Mayor

Guadalajara, Espagne

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(1) Le Père Lobo, fut le Secrétaire de Saint Antonio María Claret. Je suis sûr que, à un moment donné, quelqu’un écrira sur la participation des Clarétains dans les premières années des Conférences en Espagne.

 

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