Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

“AGNUS DEI”, DE ZURBARÁN,

para tacto pintado, Zurbarán.

 

Para tacto pintado, Zurbarán.

Para cordero blanco, que no mudo,

su “Agnus Dei”, ya anudado, aún lanudo,

que presenta salvífico su pan. 

 

Dios en prueba del solo capellán

que acude entero, límpido y desnudo

a ofrecernos verídico saludo

de inmolarse en su carne y dar la paz. 

 

El cordero es dulzura entre su faz.

Tal lo hallaréis pintado, en Zurbarán.

Cesa aquí, ya salvado, desde Adán

el pecado de muerte. Llega haz

 

a cuyo tacto pinta Zurbarán,

que se toca con vista… A Dios zaguán.

 

 

 

Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016.

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

"La Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad. En el centro está Jesús: su historia lleva al cumplimento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios" (Papa Francisco)

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El Papa Francisco instituyó el pasado año 2019 el Domingo de la Palabra de Dios, que se celebra cada año el III Domingo del Tiempo Ordinario. Este año coincide con el día 24 de enero, a su vez, memoria de san Francisco de Sales, obispo, doctor de la Iglesia, modelo de servidor de la Palabra de Dios y patrono de los periodistas y sobre cuya figura luego ofrecemos unas pinceladas esenciales.

El Domingo de la Palabra de Dios es una jornada para recordar a todos los fieles la importancia y el valor de la Sagrada Escritura para la vida cristiana también la relación entre la Palabra de Dios y la liturgia.

Para reavivar esta conciencia la Congregación para el Culto Divino emitió el pasado 17 de diciembre una Nota con algunas indicaciones para celebrar mejor este día, en particular, una invitación a leer los Praenotanda del Ordo Lectionum Missae (Notas previas y observaciones generales del orden de las lecturas de la misa), que aparece al inicio de los leccionarios, y que presentan una síntesis de los principios teológicos, celebrativos y pastorales sobre la Palabra de Dios proclamada en la misa y también en la celebración de los sacramentos, los sacramentales y la liturgia de las horas.

De estas indicaciones, la Nota destaca la importancia de la Palabra en la liturgia y, especialmente, del Evangelio, cuyo libro debe ser venerado de una forma particular. También expresa la necesidad de respetar las lecturas indicadas para cada día, así como el uso de los libros aprobados por la Iglesia. En cuanto al Salmo responsorial, se recomienda su canto, como respuesta de la Iglesia orante a la Palabra proclamada; se insiste en el cuidado de la homilía por parte de obispos, sacerdotes y diáconos, y en la importancia del silencio para acoger interiormente la Palabra.

La Nota dedica también un apartado al ministerio del lector, que requiere una específica preparación interior y exterior. Además, otro aspecto que pone de relieve es el del cuidado del ambón, desde donde se proclama la Palabra, que no debe ser usado para otras funciones.

Por último, propone a san Jerónimo, sobre quien, más adelante, ofrezco igualmente una síntesis biográfica, como ejemplo de amor a la Palabra de Dios, que poniéndose a la escucha se encontró a sí mismo en la Sagrada Escritura y también con Dios y con los hermanos.

 

¿Y qué es la Palabra de Dios? Voz, Rostro,…

"/El Papa Benedicto XVI convocó, en octubre de 2008, un sínodo de los obispos dedicado a la Palabra de Dios. En el mensaje, este sínodo presentó la Palabra de Dios como voz, rostro, casa y camino.

La Palabra de Dios es Voz. Ella resuena en los orígenes de la creación, quebrando el silencio de la nada y dando origen a las maravillas del universo. Es una Voz que penetra luego en la historia, herida por el pecado humano y atormentada por el dolor y la muerte. Ella ve también al Señor en marcha junto con la humanidad para ofrecer su gracia, su alianza, su salvación.

Además, como escribe san Juan, "la Palabra se hizo carne" (1, 14). Y aquí entonces aparece el Rostro. Es Jesucristo, que es Hijo del Dios eterno e infinito, pero también hombre mortal, ligado a una época histórica, a un pueblo y a una tierra. Él vive la existencia fatigosa de la humanidad hasta la muerte, pero resurge y vive para siempre. Él es quien hace que sea perfecto nuestro encuentro con la Palabra de Dios. 

Él – Jesús, rostro de la Palabra- es quien nos devela el "sentido pleno" y unitario de las Sagradas Escrituras por las que el Cristianismo es una religión que tiene en el centro una persona, Jesucristo, revelador del Padre. Él nos hace entender que también las Escrituras son "carne", es decir, palabras humanas que se deben comprender y estudiar en su modo de expresarse, pero que custodian en su interior la luz de la verdad divina que sólo con el Espíritu Santo podemos vivir y contemplar.

 

La Palabra de Dios es también Casa de cuatro columnas y Camino

Es este mismo Espíritu de Dios quien nos conduce al tercer punto cardinal de nuestro itinerario: la Casa de la palabra divina, es decir, la Iglesia que, como nos sugiere san Lucas  está sostenida por cuatro columnas ideales

La primera columna es  "la enseñanza", esto es, leer y comprender la Biblia en el anuncio hecho a todos, en la catequesis, en la homilía, la enseñanza de la religión. La segunda columna  es "la fracción del pan": la eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia. Como aconteció aquel día en Emaús, los fieles son invitados a nutrirse en la liturgia en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo.

Una tercera columna está constituida por las "oraciones" con "himnos y cánticos inspirados. Es la Liturgia de las Horas, oración de la Iglesia destinada a ritmar los días y los tiempos del año cristiano, una Liturgia de las Horas que ha de ser también Lectio divina, la lectura orante de la Palabra, capaz de conducirnos al encuentro con el Cristo, Palabra de Dios viviente.

Y, por último, la "comunión fraterna", que nos llevará a hacer vida de la Palabra y a compartirla con los demás mediante los caminos de la caridad, la reconciliación, el diálogo, la escucha, el servicio y el amor.

Asimismo, la Palabra de Dios  es Camino y debe correr por los caminos del mundo que hoy son también los caminos de los medios de comunicación.

La Biblia debe entrar en las familias para que padres e hijos la lean, con ella recen y sea para ellos una antorcha para sus pasos en el camino de la existencia. Las Sagradas Escrituras deben entrar también en las escuelas y en los ámbitos culturales porque, durante siglos, fue el punto de referencia capital del arte, de la literatura, de la música, del pensamiento y de la misma ética común. Su riqueza simbólica, poética y narrativa hace de ellas un estandarte de belleza sea para la fe que para la misma cultura, en un mundo con frecuencia marcado por la fealdad y por la indignidad.

La Biblia, asimismo, nos presenta también el soplo de dolor que sale de la tierra, sale al encuentro del grito de los oprimidos y del lamento de los infelices. Ella tiene la cruz en el vértice donde Cristo, solo y abandonado, vive la tragedia del sufrimiento más atroz y de la muerte. Precisamente por esta presencia del Hijo de Dios, la oscuridad del mal y de la muerte está irradiada por la luz pascual y por la esperanza de la gloria.

Pero sobre los caminos del mundo marchan con nosotros también los hermanos y hermanas de las otras Iglesias y comunidades cristianas que, aún en las separaciones, viven una real unidad aunque no sea plena, a través de la veneración y el amor por la Palabra de Dios.

A lo largo de los caminos del mundo encontramos con frecuencia hombres y mujeres de otras religiones que escuchan y practican fielmente los dictados de sus libros sagrados y que con nosotros pueden edificar un mundo de paz y de luz porque Dios quiere que "todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad".

 

24 de enero, san Francisco de Sales

San Francisco de Sales (1567-1622), de origen francés, vivió en el corazón de la reforma protestante como obispo católico en la calvinista Ginebra. Es destacado autor de espiritualidad y de vida cristiana y fundador e inspirador de Congregaciones Religiosas. Calificado como "uno de los más fieles trasuntos del Redentor",  de él dijo san Vicente de Paúl que fue "uno de los hombres que mejor imitó al Hijo de Dios en su vida mortal".

Escribió más de 30.000 cartas, con ágil y fresco estilo literario.  Se dirigía a los fieles mediante unas hojas u octavillas. Predicaba  constantemente y así nos consta, por ejemplo, que en un mes predicó 180 sermones.

Destacó por su hondura intelectual, calidad humana, profundidad religiosa, celo pastoral, exigencia espiritual y ascética y sentido práctico, realista y concreto. Es el santo del amor de Dios en las distintas circunstancias de la vida, de diálogo permanente y con todos, de la santificación a través de la vida cotidiana, de la sencillez, de la ternura, de la humildad, de la alegría, de la esperanza, de la paz interior. Su fiesta es el 24 de enero.

Es el fundador, junto a santa Juana Francisca Frémyot baronesa de Chantal, de la orden monástica de la Visitación de Nuestra Señora, comúnmente llamadas Monjas Visitandinas o Salesas.

 

San Jerónimo, el gran difusor de la Palabra de Dios

Padre de la Iglesia latina y doctor de la Iglesia, Eusebio Jerónimo de Estridón (por la localidad dálmata, en la actual Croacia, donde nació en el año 340), recibió el Papa  san Dámaso I, en el año 382, el encargo de traducir al latín la Biblia a partir de su versión original en griego y hebreo. Su traducción, conocida como la Vulgata de san Jerónimo, será normativa en toda la Iglesia durante cuatro siglos,  desde el año 1546, en el Concilio de Trento, y hasta el Concilio Vaticano II. Para poder este trabajo de traducción, se trasladó a vivir a Belén, donde falleció el 30 de septiembre del año 420. Fue ordenado sacerdote a los 40 años.

Junto a su estudio y trabajo de las Sagradas Escrituras, san Jerónimo llevó durante décadas una vida eremítica y ascética (pintores y artistas como GhirlandaioLeonardo da Vinci, El Bosco, Durero, Patinir, Caracci, El Greco, Velázquez, Alonso Cano, Martínez Montañés, Caravaggio, RiberaSalzillo, Torgiano,… legaron espléndidas obras de arte sobre él y su vida dedicada a la Palabra de Dios, a la oración y a la penitencia).

Con  santa Paula de Roma (347-404), promovió la creación de monasterios en Tierra Santa, germen de lo que después, desde el siglo XIV en el monasterio de San Bartolomé de Lupiana, será la orden monástica jerónima u Orden de San Jerónimo, con ramas masculina y femenina. El guadalajareño Pedro Fernández Pecha, a finales del siglo XIV, fue el restaurador, en Lupiana, como queda dicho, de la rama masculina de la Orden Jerónima. Y otro paisano nuestro, fray José de Sigüenza (1544-1606), prior del entonces jerónimo monasterio de San Lorenzo de El Escorial, escribió en seis libros una “Vida de San Gerónimo” (1595).

Por otro lado, Nuestra diócesis cuenta con un monasterio de monjas jerónimas, el de Nuestra Señora de los Remedios, en Yunquera de Henares, y de origen, en el siglo XVI, en Brihuega. En 2021 se cumplirán 50 años de la presencia jerónima en Yunquera.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 22 de enero de 2021

Agustín Bugeda

(vicario general)

 

 

Cuando se empezó a realizar esta sección de colaboraciones en nuestra página web, el director de la misma me pidió un día concreto del mes para que pudiera escribir, e inmediatamente elegí el día 19 por la relación con San José, debido a la protección y cercanía que siempre experimento de él. Por diversos motivos y sobre todo por la acumulación de ocupaciones, deje de realizar esta colaboración, pero en este año especial de San José siento el impulso y la necesidad de retomar esta sencilla tarea, encomendándome de nuevo a su intersección y a la paciencia de los lectores.

Siguiendo al Papa Francisco en su cata sobre San José, “Patris Corde”, quisiera fijarme en este enero de 2021 en esas personas con las que convivimos cada día y que siempre, pero especialmente en este tiempo de pandemia, han hecho posible, no solamente que nuestra vida fuera más agradable, sino incluso que fuera vida… “ellos están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras,  cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo” (Papa Francisco). A todos ellos en primer lugar nuestro agradecimiento y nuestra oración por sus personas y necesidades.

Ellos, nosotros, son los “san josés” de nuestro tiempo, custodios de lo más sagrado, encargados de velar por el bien de todos, por ello, les invito y me invito a que vivan con las mismas actitudes de San José.

Una primera actitud sería que lo hagamos todo con la alegría de estar cumpliendo la voluntad de Dios. S. José tuvo que cambiar sus planes cada día y cada momento para ir adaptándose a las novedades de la nueva situación viéndolas en clave providencial. Así hemos de vivir en la sencillez de cada día, las nuevas situaciones que puedan surgir, buscando la voluntad de Dios, para nosotros y para los demás. Este momento de pandemia con tantas necesidades y tantos cambios, hemos de ver esta situación como un reto, una oportunidad para ser fieles a la vocación recibida. Un momento de la historia para volver a comenzar, para mirar a cada persona de forma nueva, con la cercanía y el afecto que solo Dios puede dar en el corazón.

Y hacerlo con valentía, sin miedo. Levantarnos sin miedo, como San Jose, coger a María y a Jesús, y encaminarnos a la nueva tierra, a la nueva oportunidad. Hoy hay tantas periferias, tantos rincones en cada persona que se pueden acompañar, atender. No tener miedo a afrontar cada situación con entrega, con creatividad, con ilusión… sabiendo que todo es posible en manos de Dios, que Él lo hace todo y es posible la esperanza.

Seamos pues extraordinarios en lo ordinario de la vida, hagamos, como San José, de lo sencillo de cada día algo grande. Si lo hacemos cumpliendo la voluntad de Dios seremos felices y santos.

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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CARGOS, CARGAS Y SERVICIOS

 

Hablaba en cierta ocasión con uno de mis maestros en las Conferencias, mi consocio Luis, (al que supongo felizmente gozando de la paz del Padre allá en su Reino), le pedía su consejo, sobre como contestar a una llamada que había recibido de un consocio, en la que éste pedía mi voto para alcanzar un servicio determinado, dentro de las Conferencias. Aquella petición, que venía acompañada de persona que quería hacerse muy popular, me dejo un tanto descolocado. Era la primera vez que me ocurría. También fue la primera vez que oí llamar con insistencia “cargo” al servicio al que al parecer aspiraba el consocio. Hasta entonces había oído hablar de servicio, incluso de “cargas” dentro de las Conferencias. Felizmente poco de cargos. Estos, los cargos, no tienen razón de ser en una Comunidad de Fe, Oración y Amor/Acción, como deben ser las Conferencias. Tienen poco sentido en la propia Santa Iglesia, donde el Vicario de Dios, el Santo Padre, se define como “Siervo de los siervos de Dios”

A las Conferencias y desde luego a cualquier institución eclesial y cristiana, se viene a servir a aquellos que sufren y no a disputar “cargos” y “enchufes”, como si fuéramos un Partido político o algo peor. El espíritu de humildad que debe regir nuestra entrega en las Conferencias, como nos recuerda un documento de los años de nuestra fundación y consolidación allá por 1835 del que copio a la letra: “Este mismo espíritu (de humildad) nos debe hacer desear, y hasta ver con júbilo, que los cargos de la Sociedad recaigan en otras personas mejor que en nosotros mismos”. (1)

Recuerdo perfectamente el consejo de mi amigo Luis que he seguido a lo largo de mi vida al pie de la letra: “Por supuesto no votes por él, salvo que creas firmemente en su valía y piedad y aun así………venir a una Institución cristiana a buscar cargos y no cargas…….”

He seguido esa norma a lo largo de mi pequeño servicio a la Santa Iglesia, a todo lo largo de mi vida. No lo he lamentado nunca. Aunque si me ha costado alguna incomprensión. Pero me he resistido siempre a amparar a quien solicitaba “cargos” o los buscaba y con frecuencia de cierto relumbrón. No es que abunden en las Conferencias, gracias a Dios, pero hemos de estar muy atentos como en todas las obras de servicio que son las únicas qué, en mi criterio, deben existir en la Santa Iglesia: servicio al Altar, servicio a los pobres, servicio a la catequesis, servicio siempre servicio. No tiene

Me entusiasman aquellos que “conozco solo de vista” por el humilde servicio que prestan sin aspirar a mayores premios que el que recogerán en su día de la mano del Padre: aquellos anónimos que se ofrecen para las lecturas en las Eucaristías dominicales, los que pasan la cesta de las ofrendas, los que se ocupan de arreglar el altar y dejarlo adecuado para que en él pueda reposar con dignidad el cuerpo y la sangre de Cristo, los que dirigen el Rosario, los que llevan las cuentas de la parroquia, los catequistas, los servidores del coro, de las retrasmisiones para servicio a los enfermos y ancianos, en fin todos aquellos miembros del Pueblo de Dios, que limitan su entrega dentro del anonimato en tantos y tan necesarios pequeños oficios eclesiales.

Cuando veo a estos “pequeños” que no aspiran más que a servir, no puedo evitar acordarme de Mateo cuando nos recuerda: “Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis” (Mateo 10-8)

Con María, siempre a Cristo por María

 

José Ramón Díaz-Torremocha

De las Conferencias de San Vicente

Guadalajara (España)

 

(1)  Prólogo al Reglamento de la Sociedad de San Vicente de Paúl de 1835

 

 

POSITIONS, CHORES AND SERVICES

 

On one occasion, I spoke to one of my teachers in the Conferences, my fellow member Luis, (who is, I suppose, happily enjoying the peace of the Father’s Kingdom). I asked for his advice on how to answer a call I had received from a fellow member asking my vote in order to obtain a particular service within the Conferences. That request from a person who wanted to become very popular, left me somewhat taken aback. It was the first time that this happened to me. It was also the first time I heard someone call insistently “position” the service, to which the fellow member apparently aspired. Until then I had heard service, even "chores" within the Conferences, fortunately scarcely “positions”. These, the positions, have no rationale in a Community of Faith, Prayer, and Love/Action, as the Conferences should be. They make little sense in the Holy Church itself, where the Vicar of God, the Holy Father, defines himself as "Servant of the Servants of God"

One goes to the Conferences, and certainly to any ecclesial and Christian institution, to serve those who suffer and not to dispute “positions" and "personal connections to pull the strings", as if we were a political party or worse. The spirit of humility should govern our dedication in the Conferences, as a document of the years of our foundation and consolidation reminds us back in 1835, from which we quote: "This same spirit (of humility) must make us desire, and even see with joy, that the positions of the Society fall to others rather than to ourselves." (1)

I remember perfectly well the advice of my friend Luis, which I have followed throughout my life to the letter: "Of course do not vote for him, unless you firmly believe in his worth and devotion and yet...... coming to a Christian institution to seek positions and not chores......."

I have followed this norm throughout my small service to the Holy Church, throughout my life. I have never regretted it. Although it has brought me some misunderstanding. However, I have always tried not to support those who requested positions, who had often a certain shine.

I feel full of enthusiasm by the humble service provided by those whom "I know by sight", without aiming for greater prizes other than the one they will receive, in due time, from the Father’s hand. Those anonymous people who volunteer for the readings in the Sunday Eucharist. Those who pass around the collection basket. Those who take care of the altar so that it be worthy of holding the body and blood of Christ. Those who lead the Rosary. Those who keep the accounts of the parish, the catechists, those who collaborate in the choir, in the broadcasting for serving the sick and the elderly, and all those members of God’s People, who offer their dedication within the anonymity in so many necessary small ecclesial tasks.

When I see these "little ones" who aspire only to serve, I cannot help remembering Matthew when he reminds us: "What you have received for free, give it for free" (Matthew 10-8)

With Mary, always toward Christ through Mary

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conferences of Saint Vincent

Guadalajara (Spain)

 

(1)  Prologue to the 1835 Regulations of the Society of St. Vincent de Paul.

 

 

POSTES, CHARGES ET SERVICES

 

À une occasion, je parlais avec l’un de mes professeurs aux Conférences, mon confrère Luis, (que je suppose heureux, en jouissant de la paix dans le Royaume du Père). Je lui demandais conseil sur la façon de répondre à un appel que j’avais reçu d’un confrère qui demandait mon vote pour obtenir un service particulier au sein des Conférences. Cette demande, qui venait d’une personne qui voulait devenir très populaire, me laissa quelque peu déconcerté. C’était la première fois que cela m’arrivait. C’était aussi la première fois que j’entendais instamment appeler « poste » le service que le confrère apparemment souhaitait. Jusqu’alors, j’avais entendu parler de service, même de « charges » au sein des Conférences. Heureusement, rarement de postes. Ces derniers, les postes, n’ont aucune raison d’être dans une Communauté de Foi, de Prière et d’Amour/Action, comme doivent être les Conférences. Ils ont peu de sens dans la Sainte Église elle-même, où le Vicaire de Dieu, le Saint-Père, se définit comme « Serviteur des Serviteurs de Dieu »

On arrive aux Conférences et certainement à toute institution ecclésiale et chrétienne, pour servir ceux qui souffrent et non pas pour disputer les « postes » et les « pistons », comme si nous étions un parti politique ou pire. L’esprit d’humilité doit régir notre dévouement dans les Conférences, comme nous le rappelle un document des années de notre fondation et consolidation en 1835, dont nous citons : « Ce même esprit (d’humilité) doit nous faire souhaiter, et même voir avec joie, que les postes de la Société reviennent à d’autres plutôt qu’à nous-mêmes. » (1)

Je me souviens parfaitement des conseils de mon ami Luis que j’ai suivis tout au long de ma vie à la lettre : « Bien sûr, ne vote pas pour lui, à moins que tu croies fermement en sa valeur et sa pitié et malgré tout ...... venir à une institution chrétienne pour chercher des postes et non des charges .......

J’ai suivi cette norme tout au long de mon mince service à la Sainte Église, tout au long de ma vie. Je ne l’ai jamais regretté. Même si cela m’a coûté quelques incompréhensions. Mais j’ai toujours résisté à soutenir ceux qui demandaient des postes, souvent quelque peu clinquants.

Je suis rempli d’enthousiasme par le humble service prêté par ceux que « je connais de vue », et qui ne visent pas d’autres prix, si ce n’est celui qu’ils recevront, le jour venu, de la main du Père. Ces personnes anonymes qui s’offrent pour les lectures dominicales de l’Eucharistie, ceux qui font circuler le panier des offrandes, ceux qui prennent soin de préparer l’autel afin de pouvoir y mettre dignement le corps et le sang du Christ, ceux qui dirigent le Rosaire, ceux qui tiennent les comptes de la paroisse, les catéchistes, les serviteurs de la chorale, ceux qui font les retransmissions pour le service aux malades et personnes âgées. Enfin, tous ces membres du Peuple de Dieu, qui limitent leur dévouement dans l’anonymat dans tant de petites tâches ecclésiales nécessaires.

Quand je vois ces « petits » qui n’aspirent qu’à servir, je me souviens de Matthieu lorsqu’il nous rappelle : « Ce que vous avez reçu gratuitement, donnez-le gratuitement » (Matthieu 10-8)

Avec Marie, toujours vers le Christ à travers Marie

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conférences de Saint Vincent

Guadalajara (Espagne)

 

(1)  Prologue au Règlement de la Société de Saint Vincent-de-Paul de 1835

 

Laura Lara y María Lara

(Profesoras de la UDIMA, Escritoras, Premio Algaba y Académicas de la Academia de la Televisión)

 

 

 

¿Nos estamos volviendo realmente más vulnerables? Se fue 2020 y soñamos con un 2021 donde acabara la pandemia. Llegó 2021 y, no por enfermedad, sino por la nevada, volvimos a estar confinados. Llevábamos décadas en que el avance tecnológico había conquistado esferas de confortabilidad. Sin embargo, al inicio de los años 20 del siglo XXI, deseamos que estos lustros sean realmente felices, más que locos.
 
El temporal ha sido llamado Filomena. Aunque no se trata de un nombre muy habitual, el oírlo nos recuerda la obra "Filomena Marturano", la pieza teatral del napolitano Eduardo De Filippo. Este drama neorrealista fue estrenado en 1946, al finalizar la Segunda Guerra Mundial.  
 

"/El papel ha sido interpretado por Concha Velasco, magnífica actriz con quien las Hermanas Lara hemos tenido el honor de compartir pantalla en Cine de barrio, hablando sobre nuestro "Breviario de Historia de España". 

Y el mapa del tiempo de enero nos conduce a pensar en santa Filomena, un enigmático personaje redescubierto en las catacumbas de Roma en la centuria decimonónica. Filomena significa"Hija de la Luz" y debió de ponerse de moda en aquella época. Porque, curiosamente, cuando el Padre Damián (ya santo) llegó a Molokai construyó una iglesia y la dedicó a santa Filomena.
 
Ella era la patrona de bebés, niños y jóvenes. Él comenzaba a ser el apóstol de los leprosos.
 
El Padre Damián no sabía que fallecería en acto de servicio por su abnegación con los enfermos olvidados, sería enterrado en 1889 al pie del árbol contiguo a ese templo en la isla proscrita, tornada por el imperialismo en el lazareto del mundo. Del 14 de abril de ese año data su última fotografía, en la que José de Veuster aparece irreconocible. ¿Dónde quedó su juventud? ¿Mereció la pena? Stevenson, Tolstoi y Gandhi lo admiraron. Y el 1 de diciembre de 2005 fue declarado como el "belga más universal".
 
El 31 de diciembre de 2020, de forma previa a las campanadas, Nacho Cano interpretaba al piano uno de sus temas para que la Puerta del Sol no se viera sola. Las fuentes aseguraban que no recibía remuneración alguna. Unos medios lo captaron, para otros la actuación pasó casi desapercibida.
 
Y, después de la cena, hablando con Laura, me decía: "Es que esto no se hace por dinero, se hace por algo que va más allá". Resultó que, en los días siguientes, se dio a conocer que llevaba el crucifijo de uno de los confesores que habían estado luchando en primera fila durante la pandemia.
 
La trascendencia de los hechos se acompaña hoy de otra acepción de ese sustantivo. Desde la meteorología a la medicina pasando por la pedagogía, vivimos una coyuntura compleja en que prácticamente cada paso individual conforma un trascender metafísico no sólo para la aldea, sino para el planeta.
 

 

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