Por Gregoria Aguirre

(delegada de Catequesis e Infancia)

 

 

"/Queridos amigos catequistas y sacerdotes, desde el equipo de la Delegación de Infancia y Catequesis venimos pensando que, igual que se celebran días especiales, de la madre, del padre, de la mujer trabajadora, de los abuelos, profesores, monaguillos, sacerdotes y un largo etc... ¿por qué no celebrar el día del catequista?

Por este motivo hemos pensado en unirnos a lo que hacen ya en otras diócesis y celebrar el “Día del Catequista” el día 27 de enero, fiesta de San Enrique de Ossó, patrón de los catequistas españoles, sacerdote, catequista y pedagogo, fundó la Compañía de Santa Teresa y se destacó en la formación de niños y jóvenes.

Proponemos que se celebre para agradecer la tarea evangelizadora, a veces tan ardua y difícil, otras tan gratificante. Puede ser un momento de gracia para pedirle al Señor que “envíe obreros a su mies”. Y además en este año, en medio de las dificultades que la pandemia está creando también a la tarea de la catequesis, podemos encomendarnos a San Enrique para seguir con ánimo nuestra tarea, que interceda por nuestras necesidades y para que desde ahora y bajo su protección podamos vivir de una manera agradecida nuestra vocación de ser testigos del Señor para niños, jóvenes y adultos a través de la catequesis.

Desde la Delegación impulsamos esta fiesta y os animamos a que lo celebréis en vuestra parroquia, de una manera sencilla pero gozosa en la fe el día 27 de enero o en otra fecha cercana.

Somos conscientes de que San Enrique no es muy conocido entre nosotros por lo que ofrecemos algunas pistas sobre su vida y su obra...

  • Reseña biográfica:

https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=628http://es.catholic.net/op/articulos/34731/enrique-de-oss-y-cervell-santo.html

  • Frases de San Enrique:

       https://www.youtube.com/watch?v=CGep8ixaXFs

 

Oración de San Enrique de Ossó

 

Quiero conducir a tu presencia, Jesús,

a los que me has dado,

para que les hables al corazón,

les enamores de tu persona

y los cautives en tu amor.

Son la mayor parte corazones jóvenes,

que no pueden vivir sin amar.

Descúbreles quién eres, muéstrales tu rostro,

suene tu voz en lo más secreto de su espíritu.

Viniste al mundo, Jesús,

para meter fuego en la tierra de nuestros corazones

y no deseas otra cosa, sino que ardan en tu amor.

Éste es también mi deseo, y por eso te pido,

que me des, como a Pablo,

el evangelizar a todo el mundo

las insondables riquezas de tu amor. Amén.

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

"/“Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —dice al paralítico—: “Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”». Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos” (Mc 2, 1-12).

Ante la inclemencia de la ola de frío y de la pandemia, saltan las noticias de personas solidarias. Son muchos quienes de manera anónima, como dice el texto del Evangelio, ayudan a otros a soportar el peso de su enfermedad, de su aislamiento y despojo, de su quiebra y de su soledad.

Gracias a los camilleros voluntarios y creyentes, el paralítico de Cafarnaúm experimentó la curación espiritual y física. ¡Cómo necesitamos el gesto amable, atrevido, generoso, gratuito y oportuno de los que no pierden nunca la esperanza!

La tormenta, la pandemia, la misma existencia reclaman lo más noble de nosotros mismos. De no haber sido así, el paralítico nunca habría podido acercarse a quien le libró de su incapacidad. Y tantas personas no tendrían hoy la ayuda necesaria.

¡Cuántos gestos nobles se derraman cada día, sin ser noticia, sin saberse el nombre propio de quienes los realizan! Gracias a ellos la vida se hace soportable y es posible llevar el peso que sobrecarga los hombros de tantos, que de no tener quien les ayude, permanecerían en su postración.

Entre los camilleros, de la forma más anónima, están los orantes, los que desde la fe imploran al Señor por todos, para que pase la pandemia, consuele a los tristes, alivie la angostura de los que sufren, acontezca la providencia de la mano tendida, y dé descanso eterno a los que mueren.

Soy testigo de los camilleros espirituales, que de manera gratuita elevan sus manos para hacer soportable la prueba y para que la humanidad recobre su aliento, y hasta su fiesta. De manera personal soy beneficiario de tantos que estos días rezan por nosotros en horas recias ante el fallecimiento de mi hermana y de su marido.

¡Gracias amigos, camilleros físicos y espirituales, por lo que hacéis de manera anónima y gratuita! Tened la seguridad de que nada se pierde.

Por Ángel Moreno

(de Buenfuente)

 

 

Cuando uno está bien, en espacio confortable, con suministro de luz y de calor, abastecimiento suficiente de víveres, a pesar del confinamiento o precisamente por encontrarse en casa a resguardo, cabe el ocio de escribir sobre la inclemencia, el sufrimiento, la soledad, la estadística de afectados por la pandemia o por la ola de frío. 

No es malo tener pensamientos positivos, e incluso poéticos contemplando la nevada, la belleza del paisaje, y convertir la contrariedad en privilegio, al gustar el tiempo sereno y apacible. 

Pero siento pudor al leer de manera estética la circunstancia que a otros penaliza por estar en intemperie, aislados con penosidad, sin poder llegar a casa, con urgencias hospitalarias y acoso de noticias adversas. 

Hoy, sin embargo, tengo la autoridad del testigo, después de haber enterrado a mi hermana mayor, en condiciones adversas. Gracias a la solidaridad, no obstante el estado de la carretera, he podido desplazarme hasta mi pueblo, pero no he podido convivir con mi familia. Nos hemos limitado a rezar un responso en el cementerio con las sepulturas colmadas de nieve. 

Y en estas circunstancias, la Palabra de Dios, de manera providente proclama: “Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos, pues dice: Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Y también: En él pondré yo mi confianza. Y de nuevo: Aquí estoy yo con los hijos que Dios me dio.” (Hbr 2, 11-12) Si en momentos de duelo un gesto de afecto, una llamada, una presencia confortan, dar fe a que Jesucristo se confiesa hermano, compañero, sin protagonismo, pero con la seguridad de su presencia compasiva, ayuda y estremece. 

Los caminos están helados, la pandemia obliga al confinamiento, los enfermos están aislados en los hospitales, a los que mueren no se les puede acompañar piadosamente, todo podría desembocar en rebeldía. No me escandaliza ver cómo se rompen tantas personas por el dolor, al tocar el límite de sus fuerzas. 

En este momento, sin más autoridad que estar compartiendo soledad, aislamiento, despojo, dolor, ausencia, sin embargo, puedo afirmar la ayuda que concede la fe, y la certeza de que nada se pierde. El Hermano mayor, Jesucristo, se hace presente de manera especial es estos momentos y nos libra de ser poseídos por la tristeza, la melancolía, la desesperanza. En caso de que el duelo se apodere del ánimo, tanto la Madre de Dios, como su Hijo Jesús, se hacen presentes en silencio y se muestran compasivos, porque ellos han sufrido ya nuestro dolor.  Gracias también a tantos testimonios de amistad y de oración.

Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

Voy a sembrarme en esta húmeda lágrima doliente

para ver si crecen en mí espigas de armonía

mientras me encaramo al sol que baja lento

y me baño en la claridad que luce el día.

 

Voy a acercarme todo lo que pueda

desde mi realidad de incertidumbres,

a la ecuación sutil de lo infinito y sus difíciles incógnitas,

poner algo de luz a tanta confusión,

volver a mis antiguas creencias olvidadas.

 

Puede que así alcance a transformar mi vida,

a calmar mis soledades en la amistad que de Dios emana,

a despedir tantas presencias disfrazadas

en esta continua devoción al yo que me atenaza;

 

puede entonces que deje de vivir con estas dudas

que asesinan los incendios de mi alma,

que intimidan mi vocación de cada día.

 

Al igual que ha acontecido con toda la humanidad, la pandemia del coronavirus COVID-19 ha condicionado y marcado en su práctica totalidad la agenda papal

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Si en España, la fecha que determinó un antes y un después en 2020, a causa de la causa del COVID 19, fue el domingo 15 de marzo, en Italia, y en consecuencia en el Estado de la Ciudad del Vaticano, fue doce días antes. Y ya el domingo 8 de marzo, el Papa Francisco no apareció en el balcón de los palacios apostólicos para rezar el ángelus dominical, sino que lo hizo desde la biblioteca de dichos palacios. "Es un poco extraña esta oración del ángelus de hoy, con el Papa 'enjaulado' en la Biblioteca, pero yo os veo y os estoy cercano", afirmó Francisco, al inicio de la conexión televisada.

Desde entonces y hasta el viernes 27 de marzo, en una tarde lluviosa, el Papa no volvió a aparecer en la Plaza de San Pedro de Roma, eso sí desierta y desolada. El 27 de marzo de 2020 era viernes de Cuaresma. A través de los medios de comunicación conectados con Roma, se transmitió para todo el mundo una impresionante vigilia de oración en tiempos de pandemia como invitación a la humanidad a no tener miedo y a encomendarse al Señor: "Tenemos una esperanza: en la Cruz de Cristo, hemos sido sanados y abrazados para que nada ni nadie nos separe de su amor redentor".

 

Francisco, más mediático que nunca

Aquella vigilia de oración concluyó con adoración eucarística y  con una extraordinaria bendición “urbi et orbi” (para la ciudad y para el mundo). Mientras seguía lloviendo sobre Roma y la humanidad entera tiritaba de dolor y de incertidumbre ante la tan abrupta y letal aparición de un virus invisible y descontrolado.

La Biblioteca Apostólica Vaticana volvió a acoger las dos citas habituales semanales de los papas: la audiencia general de los miércoles y el rezo y alocución del ángelus los domingos.

 

El Papa reza ante el Cristo de Peste de Roma

 

Y la oración y la emergencia sanitaria protagonizaron también en las catequesis de las audiencias generales de 2020: en la primera, de hecho, el Papa dedica un ciclo entero que comienza el 6 de mayo y se reanuda el 7 de octubre. Sobre el tema "Sanar el mundo", el Pontífice reflexiona a partir de agosto, recordando en particular, el miércoles 19, la importancia del acceso universal a las vacunas. Un tercer ciclo de catequesis, de enero a finales de abril, estuvo dedicado a las Bienaventuranzas.

En 2020, fiel a la cita de los miércoles hábiles, ha habido un total de 46 audiencias generales año y 58 veces el Papa recitó el ángelus (en Pascua, el Regina Caeli). Y, además, Francisco quiso que su misa diaria de las 7 de la mañana, en la capilla de la Residencia Santa Marta, donde vive, fue televisada en directo desde el 9 de marzo hasta el 18 de mayo, centenario del nacimiento de san Juan Pablo II.

Por otro lado, las celebraciones de la Semana Santa en la basílica de San Pedro fueron muy restringidas de fieles, especialmente la Semana Santa, al igual que en toda la Iglesia.

Y el pasado 6 de marzo y hasta mitad de mayo, y después en distintas ocasiones, todos los días el Papa Francisco escribió al menos un mensaje en Twitter para contribuir a frenar la pandemia del coronavirus. Fueron, en total, más de  centenar largo de mensajes en Twitter con el hashtag (etiqueta) #OremosJuntos. En NUEVA ALCARRIA, nos hicimos eco de cerca de setenta de estos mensajes, en las páginas de Religión de los viernes 22 de mayo  y 5 de junio.

 

Fratelli tutti”, “Querida Amazonia” y Palabra de Dios

2020 ha sido también el año de la tercera encíclica del Papa. Así, el domingo 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís y en texto firmado la tarde de antes ante la tumba de este santo universal, se publicó "Fratelli tutti" (“Todos somos hermanos”), en la que el Pontífice indica la fraternidad y la amistad social como formas primarias para construir un mundo mejor.

Con anterioridad, el 2 de febrero, se hizo pública la exhortación apostólica postsinodal "Querida Amazonia", fruto del Sínodo Especial para la Región Panamazónica, sínodo celebrado en Roma en octubre de 2019. El texto representa el deseo de Francisco de una Iglesia con rostro amazónico y traza nuevos caminos de evangelización y cuidado del medio ambiente.

Por otro lado, con fecha 30 de septiembre de 2020, el Santo Padre escribió la carta apostólica  “Scripturae Sacrae affectus” sobre el afecto a la Sagrada Escritura con ocasión del XVI centenario de la muerte de san Jerónimo, el gran difusor y traductor de la Biblia. En este contexto, ya en 2019, instituyó el Domingo de la Palabra, fijando su celebración para el tercer domingo del tiempo ordinario, que en 2020 fue el 26 de enero y este año será el día 24.

 

Años de la ecología integral, la familia y san José

El 24 de mayo se cumplieron cinco años de la segunda encíclica de Francisco, la encíclica sobre la ecología integral y el cuidado de la casa común. Y con este motivo,  se lanzó un especial "Año de la Laudato si`".

Y en las postrimerías de 2020, el Papa anunció que, del 19 de marzo de 2021 al 26 de junio de 2022, fecha de clausura del 10º Encuentro Mundial de las Familias, previsto en Roma, será el Año de la “Amoris laetitia”, su exhortación apostólica postsinodal sobre el matrimonio y la familia, también para conmemorar su quinto aniversario.

Y entre ambos años especiales, un tercero: el Año de San José entre el 8 de diciembre de 2020 y el 8 de diciembre de 2021 para  celebrar el 150 aniversario de la proclamación, por parte del Papa beato Pío IX, de san José como patrono universal de la Iglesia. Al afecto, Francisco ha escrito una breve y preciosa carta apostólica, "Patris corde" (“Padre de corazón”), y, además, con indulgencias plenarias especiales durante todo este año santo.

 

La reforma que no cesa

En marzo, Francisco promulgó la ley CCCLI sobre el sistema judicial del Estado de la Ciudad del Vaticano, que sustituyó a la que estaba en vigor desde 1987, dando mayor independencia a los magistrados. El 1 de junio le  promulgó "Normas de transparencia, control y competencia en los contratos públicos de la Santa Sede y la Ciudad del Vaticano", seguido, el 5 de diciembre, por el nuevo Estatuto de la Autoridad de Información Financiera, que se convierte así en la Autoridad de Supervisión e Información Financiera. Por último, el 28 de diciembre, con un decreto "Relativo a algunas competencias en materia económico-financiera", se transfirió al Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica la gestión de los fondos y propiedades de la Secretaría de Estado, incluido el Óbolo de San Pedro. Al mismo tiempo, se refuerza la función de supervisión de la Secretaría de Economía, que tendrá la función de Secretaría Papal de asuntos económicos y financieros.

Por otro lado, en 2020 han proseguido los trabajos para la reforma de la Curia Romana y también para sanar, erradicar y prevenir los abusos a menores.

 

Nuevos cardenales

En la tarde del 28 de noviembre, víspera de Adviento, Francisco presidió su séptimo consistorio de creación de nuevos cardenales, con trece nuevos purpurados.  Brunei y Ruanda  han pasado a formar parte de la "geografía" del colegio cardenalicio por primera vez.

El capuchino navarro, con nacionalidad también chilena, Celestino Aós Braco (1945), arzobispo de Santiago de Chile, fue uno de los nuevos trece cardenales, entre los que halla también el asimismo capuchino y muy conocido Rainiero Cantalamessa (1934), predicador de la Casa Pontificia.

 

Un año sin viajes apostólicos y en 2021, Irak

Cuando irrumpió la pandemia, la Santa Sede tenía ya confirmados tres viajes papales: uno dentro de Italia (a Acerra, el 24 de mayo, en Campania, junto a Nápoles, para celebrar el quinto aniversario de la ya citada encíclica de Francisco sobre el cuidado de la casa común) y dos internacionales (el 31 de mayo a Malta; y, del 2 al 9 de septiembre, con destino previsto a Indonesia, Timor Oriental y Papúa Nueva Guinea).

Antes de la pandemia, el Papa, el 23 de febrero, fue a Bari, en el sur de Italia,  para un encuentro intercristiano de oración, reflexión, fraternidad y espiritualidad  con el Mediterráneo y las causas de la paz, la unidad de los cristianos, la justicia y la acogida a migrantes y refugiados como epicentros. Y el sábado 3 de octubre,  como ya se dijo, Francisco fue a Asís, en visita privada, y allí, en la tumba del santo poverello, firmó la encíclica "Fratelli tutti.

Y de cara a 2021, y respetando todos los protocolos sanitarios y de seguridad y a tenor de la evolución de la pandemia, del 5 al 8 de marzo próximo, Francisco visitará Irak, en el corazón, siempre atribulado de Oriente Medio.

 

Vídeomensajes de proximidad y nuevas letanías

Durante estos 12 meses, el Pontífice ha grabado numerosos mensajes de video, incluyendo los del 25 de septiembre y el 10 de diciembre. En el primero, Francisco se dirige a la 75ª Asamblea General de las Naciones Unidas y lanza una enérgica advertencia a la comunidad internacional para que ponga fin a la carrera de armamentos, proteja los derechos de los migrantes y reconsidere los sistemas económicos y financieros. También condenó enérgicamente el aborto como un servicio humanitario "esencial".

El segundo mensaje, en el día de 72º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue un vídeo dirigido a los participantes en la reunión, promovida en línea por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, sobre la crisis en Siria e Irak. "Es necesario asegurar," subraya Francisco, "que la presencia cristiana, en estas tierras, siga siendo lo que siempre ha sido: un signo de paz, progreso, desarrollo y reconciliación.

En el final de la primera ola de la pandemia, con fecha 20 de junio, y como gesto también de proximidad en medio de tanto dolor, se produjo una disposición mediante la cual el Papa Francisco incluye tres nuevas advocaciones marianas a las letanías lauretanas: “Mater misericordiae” (Madre de Misericordia), “Mater spei” (Madre de la Esperanza) y  “Solacium migrantium” (Consuelo, Solaz, Alivio o Ayuda a los migrantes). La primera invocación se colocará después de “Mater Ecclesiae” (Madre de la Iglesia); la segunda después de “Mater divinae gratiae” (Madre de la Divina Gracia); y la tercera después de “Refugium peccatorum” (Refugio de los pecadores).

 

Ninguna canonización

La pandemia ha obligado a no programar canonizaciones en 2020. En octubre de 2020, estaba previsto que fuera canonizado el beato Charles de Foucauld, además de otros beatos. Es de esperar que sea posible en 2021.

Y las beatificaciones, en las que el Papa delega la presidencia de la celebración al cardenal prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos,  han sido también muy escasas, aunque citaremos dos de las celebradas. Así, en Asís, el 10 de octubre, fue beatificado el adolescente italiano, nacido en Gran Bretaña, Carlo Acutis, de 15 años; y, en Barcelona, el 7 de noviembre, en Barcelona, Joan Roig Diggle, joven laico barcelonés de 19 años, martirizado en 1936.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 8 de enero de 2021

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