Este viernes, 16 de abril, el Papa emérito cumple 94 años, 8 años y dos meses después de su renuncia al ministerio apostólico petrino y dedicado a la oración y al estudio en el monasterio 'Mater Ecclesiae', en los jardines vaticanos

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El 16 de abril de 1927 (aquel año, Sábado Santo), en Marktl am Inn, diócesis de Passau (Alemania), en Baviera, nació Joseph Aloysius Ratzinger, Papa Benedicto XVI desde el 19 de abril de 2005 al 28 de febrero de 2013, y desde entonces papa emérito, retirado y dedicado a la oración y al estudio, en el monasterio “Mater Ecclesiae”, creado por su antecesor, san Juan Pablo II, para que lo habitaran comunidades vida contemplativas y rezaran por el Papa y su ministerio, misión que Ratzinger desarrollado, acompañado de un arzobispo y de una comunidad de la laicas del Movimiento Comunión y Liberación.

 

Infancia, adolescencia y juventud

 

Ratzinger fue bautizado ese mismo día de su nacimiento, en la vigilia pascual, circunstancia, que según confesión propia, marcará su vida. Su padre, comisario de la gendarmería, provenía de una antigua familia de agricultores de la Baja Baviera, de condiciones económicas más bien modestas. Su madre era hija de artesanos de Rimsting, en el lago Chiem, y antes de casarse trabajó de cocinera en varios hoteles. Pasó su infancia y su adolescencia en Traunstein, una pequeña localidad cerca de la frontera con Austria, a treinta kilómetros de Salzburgo.

En ese marco, que él mismo ha definido “mozartiano”, mientras nacía y desarrollaba el horror del nazismo, recibió su formación cristiana, humana y cultural. Fueron tres hermanos: María y George, ambos ya fallecidos (este segundo, sacerdote y músico), y él, el pequeño.

Acabada ya la segunda guerra mundial, de 1946 a 1951 estudió filosofía y teología en la Escuela superior de filosofía y teología de Frisinga y en la universidad de Múnich, en Baviera. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1951. Un año después, inició su actividad como profesor en la Escuela superior de Frisinga.

 

Benedicto XVI anuncia su renuncia, 11 de febrero de 2013

 

 

El sacerdote y el teólogo

 

En el año 1953 se doctoró en teología con la tesis: “Pueblo y casa de Dios en la doctrina de la Iglesia en san Agustín”. Cuatro años más tarde, obtuvo la habilitación para la enseñanza con una disertación (como una segunda tesis doctoral) sobre: “La teología de la historia de san Buenaventura”.

Fue, sucesivamente, profesor de Teología en Frisinga, Bonn, Münster, Tubinga y finalmente Ratisbona, donde ocupó también el cargo de vicerrector de la Universidad.

De 1962 a 1965 hizo notables aportaciones al Concilio Vaticano II como “experto”; asistió como teólogo consultor del cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia. Su intensa actividad científica lo llevó a desempeñar importantes cargos al servicio de la Conferencia Episcopal Alemana y de la Comisión Teológica Internacional. Asimismo, se prodigó ya en publicaciones teológicas muy destacadas.

 

Arzobispo de Múnich

 

El 25 de marzo de 1977, el Papa Pablo VI lo nombró arzobispo de Múnich y Frisinga. El 28 de mayo recibió la ordenación episcopal. Escogió como lema episcopal: “Colaborador de la verdad” y él mismo lo explicó: “Por un lado, me parecía que expresaba la relación entre mi tarea previa como profesor y mi nueva misión. Aunque de diferentes modos, lo que estaba y seguía estando en juego era seguir la verdad, estar a su servicio. Y, por otro, escogí este lema porque en el mundo de hoy el tema de la verdad es acallado casi totalmente; pues se presenta como algo demasiado grande para el hombre y, sin embargo, si falta la verdad todo se desmorona”.

Pablo VI lo creó cardenal, con el título presbiteral de “Nuestra Señora de la Consolación en el Tiburtino”, en el consistorio del 27 de junio del mismo año.

En 1978, el Cardenal Ratzinger participó en el Cónclave, celebrado del 25 al 26 de agosto, que eligió a Juan Pablo I. En el mes de octubre del mismo año, participó también en el Cónclave que eligió a Juan Pablo II.

Fue relator en la V Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, de 1980, sobre el tema: “Misión de la familia cristiana en el mundo contemporáneo”, y presidente delegado de la VI Asamblea general ordinaria, de 1983, sobre “La reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia”.

 

Cardenal de Curia y mano derecha de Juan Pablo II

 

Juan Pablo II lo nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y presidente de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional, el 25 de noviembre de 1981. El 5 de abril de 1993, lo elevó al orden cardenalicio de los obispos, asignándole la sede suburbicaria de Velletri-Segni.

Fue presidente de la Comisión para la preparación del Catecismo de la Iglesia católica, que, después de seis años de trabajo (1986-1992), presentó al Papa el nuevo Catecismo.

Juan Pablo II, el 6 de noviembre de 1998, aprobó la elección del cardenal Ratzinger como vicedecano del Colegio cardenalicio, realizada por los cardenales del orden de los obispos. Y el 30 de noviembre de 2002, aprobó su elección como decano; con dicho cargo le fue asignada, además, la sede suburbicaria de Ostia.

 

Papa del 19 de abril de 2005 al 11 de febrero de 2013

 

El 2 de abril falleció de 2005, próximo a los 85 años,  falleció el Papa Juan Pablo II. El 19 de abril, en el segundo día de Cónclave, el cardenal Joseph Ratzinger fue elegido Papa y tomó el nombre de Benedicto XVI.

El 11 de febrero de 2013 Benedicto XVI anunció su decisión de renuncia al pontificado con efecto a partir de las 20 horas del jueves 28 de febrero de 2013.

Tras permanecer en Castel Gandolfo, residencia veraniega de los papas, dos meses, donde siguió el Cónclave que eligió al Papa Francisco, cuya visita recibió días después de la elección, el 1 de mayo se instaló en el citado monasterio “Mater Ecclesiae”, dentro del Estado de la Ciudad del Vaticano. Su actual estado de salud es delicado, pero el propio de un varón de 94 años, con problemas serios de movilidad, pero con la mente muy lúcida.

 

Benedicto XVI, ya en Castel Gandolfo, se despide como Papa, 28 de febrero de 2013

 

 

Algunos datos de su ministerio apostólico

 

Benedicto XVI presidió 44 canonizaciones. De estos cuarenta y cuatro santos, canonizados por Benedicto XVI en ceremonias celebradas entre el 23 de octubre de 2005 y el 21 de octubre de 2012, cinco son españoles. Asimismo inscribió en el libro de los beatos a 544 españoles, incluidos los 498 mártires beatificados en Roma el 28 de octubre de 2007.

Realizó 24 viajes internacionales con destinos a su Alemania natal  (tres veces; 2005, 2006 y 2011), España (otras treces veces: 2006, 2010 y 2011), Polonia, Turquía, Brasil, Austria, Estados Unidos de América, Australia, Francia, Camerún y Angola, Jordania, Israel y Palestina, República Checa, Malta, Portugal, Chipre, Gran Bretaña, Croacia, Benín, México y Cuba y El Líbano. Recorrió, pues, países de los cinco continentes.

Dentro de Italia, hizo 21 visitas apostólicas, estando dos veces en Asís (2007 y 2011), la patria de san Francisco de Asís.

Presidió tres ediciones internacionales (fuera de Roma) de las Jornadas Mundiales de la Juventud (Colonia en 2005; Sídney en 2008; y Madrid en 2011, y dejó convocada de la Río de Janeiro de 2013). También presidió tres Encuentros Mundiales de Familias (Valencia, en 2006; Ciudad de México, en 2009; y Milán, en 2012, dejando ya convocatoria la edición de 2014 con destino en Filadelfia).

Convocó el Año Paulino 2008-2009, con ocasión del bimilenario del nacimiento del apóstol San Pablo; el  Año Sacerdotal 2009-2010, en el 150 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars; y el Año Santo de la Fe 2012-2013, en el cincuenta aniversario del Concilio Vaticano II.

Los principales documentos de mayor rango de su ministerio fueron tres encíclicas - Deus caritas est (enero 2006), Spe salvi (noviembre 2007) y Caritatis in veritate (junio 2009)- y dejó preparada a Francisco la encíclica Lumen fidei (junio 2013). También Benedicto XVI es autor de cuatro exhortaciones apostólicos postsinodales: Sacramentum caritatis (marzo 2007), Vebum Domini (septiembre de 2010), Africae munus (noviembre de 2011) y Ecclesia in Medio Oriente (septiembre de 2011). Nombró 90 cardenales, de ellos seis españoles, y presidió cinco Sínodos de los Obispos.

 

Diez trazos para un retrato

 

¿Y cómo, en realidad, fuera de falsas leyendas e interesadas interpretaciones este hombre, este papa? ¿Cuáles serían los trazos de este retrato? He aquí algunas pinceladas, diez, de este retrato:

(1)  Una sobresaliente y espléndida formación humanística, filosófica y sobre todo teológica.

(2) Un sello personal sencillo, humilde, familiar, tímido, reflexivo, inteligente, brillante.

(3) Suma delicadeza en su trato con las personas, su capacidad de escucha y el don de la acogida.

(4) Sin exhibicionismos de ningún tipo, Benedicto XVI posee también un talante de honda espiritualidad, bien anclada en la Palabra de Dios y en la Patrística; su piedad y su condición de hombre de oración, amante de la liturgia y buen conocedor de su esencia y sentido profundo.

(5) Sacerdote y teólogo, como las dos claves de su ADN personal y ministerial, ha sido el Papa de la palabra y de la verdad, el Papa humilde y sabio, el Papa vulnerable y fuerte, el Papa sereno y luminoso, el Papa apacible y firme.

(6) Desde los anteriores parámetros y desde su vida entera, Joseph Ratzinger-Benedicto XVI ha servido siempre al fomento y a la búsqueda del diálogo razón y fe, ciencia y religión, iglesia y cultura, ley natural y legislaciones positivas, fundamentos prepolíticos y democracia.

(7) Impagable y luminosa ha sido igualmente su contribución para una lectura adecuada del Concilio Vaticano II. Es la lectura de la hermenéutica de la continuidad, de la acogida creativa de la novedad en la continuidad y en la fidelidad.

(8) Y dígase lo mismo –esto es, continuidad, reactualización y profundización– de su aportación al magisterio de la Doctrina Social de la Iglesia.

(9) La vuelta a las raíces, a lo esencial, a centrar, en suma, la mirada en Jesucristo, el Señor de la Iglesia, el Señor del tiempo y de la historia, ha sido igualmente uno de los acentos y énfasis más reiterados durante estos años. Ello se ha traducido en un esfuerzo constante por hacer presente a Dios a un mundo que vive como si Dios no existiera y por mostrar cómo ni Dios ni su Iglesia son los enemigos de la humanidad, sino todo lo contrario. Y es que la vida del hombre tiene un origen, un camino y un destino, un pasado, un presente y un futuro en Cristo, en el Dios del Amor.

(10) La honestidad, la valentía, la fortaleza, la constancia, la humildad y la capacidad de perdón y superación para afrontar las crisis y las críticas: Y por supuesto, su último e histórico gesto de renuncia al ministerio petrino y su saber estar como papa emérito.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 16 de abril de 2021

Por Ralph Middlecamp

(Presidente del Consejo Nacional de los Estados Unidos - Sociedad de San Vicente de Paúl)

 

 

 

Nuevo artículo de nuestro consocio Ralph Middlecamp

Unimos un artículo de nuestro consocio de los Estados Unidos y con su permiso, que nos pareció especialmente interesante para los miembros de las Conferencias y para aquellos que no lo son.

New article from our fellow member Ralph Middlecamp

With his permission, we attach an article of our fellow member in the United States, which we found especially interesting both for the Conference members and for the non-members.

Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara

 

 

Queridos amigos vicentinos,

La Colecta, u oración de apertura para la Misa del Miércoles de Ceniza, dice así: “Concédenos, Señor, que podamos empezar con santo ayuno esta campaña de servicio cristiano, para que, al emprender la lucha contra los males espirituales, estemos provistos de las armas de la moderación.”

He llegado a valorar la Colecta, la cual es una oración que inicia cada Liturgia de la Palabra de Dios. Es una oración escrita para colocarnos en la posición de comprender la escritura del día. Observen que la oración de este Miércoles de Ceniza, que litúrgicamente abre la Cuaresma, denomina esta estación como una “campaña de servicio cristiano.”

Esta Cuaresma, no tengo ganas de hacer mucho ayuno. Parece que ya haya estado en el desierto y haya dado mucho. ¿Así que cuál es el valor de aún más privación? Pero esta oración me invita a considerar el ayuno como algo que me fortalecería para una campaña de servicio. Nuestro compromiso vicentino con una vocación de servicio ya ha sido ciertamente puesto a prueba este año pasado. Así que quizá esta Cuaresma es el momento adecuado para repensar esa vocación y volver a comprometernos con ella. Es posible que poner un nuevo foco de atención en la moderación y el ayuno me ayude en este viaje.

Hace algunos años, el Papa Francisco sugería algunos ayunos cuaresmales que, incluso en este año de aislamiento y privación, podrían mejorar nuestra capacidad de servir al prójimo y de ser auténticos testigos del Reino de Dios. Nuestro Santo Padre nos pedía:

  • Ayunar de palabras ofensivas y hablar con palabras amables.
  • Ayunar de la tristeza y llenarnos de gratitud.
  • Ayunar de la ira y llenarnos de paciencia.
  • Ayunar del pesimismo y llenarnos de esperanza.
  • Ayunar de preocupaciones y tener confianza en Dios.
  • Ayunar de la queja y considerar la sencillez.
  • Ayunar de las presiones y estar en la oración.
  • Ayunar de la amargura y llenar nuestro corazón de júbilo.
  • Ayunar del egoísmo y ser compasivo.
  • Ayunar del rencor y reconciliarse.
  • Ayunar de las palabras y estar en el silencia para que podamos escuchar.

– Papa Francisco (Miércoles de Ceniza de 2017)

Utilicemos esta bendita estación para renovar y reforzar nuestra creencia en la redención y en la resurrección, a fin de que podamos ser signos de esperanza para aquellos que están llamados a servir.

 

Sirviendo en esperanza,

Ralph Middlecamp

 


 

Dear Vincentian Friends,

The Collect, or opening prayer, for Ash Wednesday Mass reads, “Grant, O Lord, that we may begin with holy fasting this campaign of Christian service, so that, as we take up battle against spiritual evils, we may be armed with weapons of self-restraint.”

I have come to value the Collect, which is a prayer that begins every Liturgy of the Word. It is a prayer written to position us to understand the scripture of the day. Notice that this Ash Wednesday prayer, which liturgically opens Lent, calls this season a “campaign of Christian service.”

This Lent, I am not in the mood to do much fasting. It seems I have already gone out into the desert and have given up a lot. So what value is there to even more deprivation? But this prayer invites me to consider fasting that would strengthen me for a campaign of service. Our Vincentian commitment to a vocation of service certainly has been tested this past year. So maybe this Lent is an appropriate time to rethink and recommit to that vocation. Maybe a new focus on self-restraint and fasting will help me on that journey.

Several years ago, Pope Francis suggested some Lenten fasts that even in this year of isolation and deprivation may improve our ability to serve our neighbors and be credible witnesses to the Kingdom of God. Our Holy Father asked us to:

  • Fast from hurtful words and speak kind words.
  • Fast from sadness and be filled with gratitude.
  • Fast from anger and be filled with patience.
  • Fast from pessimism and be filled with hope.
  • Fast from worries and have trust in God.
  • Fast from complaints and contemplate simplicity.
  • Fast from pressures and be prayerful.
  • Fast from bitterness and fill your heart with joy.
  • Fast from selfishness and be compassionate.
  • Fast from grudges and be reconciled.
  • Fast from words and be silent so you can listen.
    – Pope Francis (Ash Wednesday 2017)

Let’s all use this blessed season to renew and strengthen our belief in redemption and resurrection, so that we may be signs of hope to those we are called to serve.

 

Serviens in spe,

Ralph Middlecamp

En su mensaje <<Urbi et Orbi>> de Pascua 2021, el Papa Francisco recuerda que la Pascua no es magia, ni espejismo, sino verdad y esperanza para todos y siempre

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Como en otros años, el primer artículo de esta página de Religión de NUEVA ALCARRIA tras la Semana Santa se centra en el mensaje que el Papa ha dirigido a la ciudad y al mundo (de ahí, su nombre latino de mensaje «Urbi et Orbi») con ocasión de la fiesta de la Pascua del Señor, la fiesta más importante del año cristiano y de la misma historia de la humanidad.

Este mensaje, que también se produce el 25 de diciembre,  fiesta de la Natividad de Jesucristo, y que conlleva bendición papal especial con indulgencia plenaria, aborda el significado de la Pascua y lo proyecta sobre la realidad presente. Por ello, la pandemia global del coronavirus ha estado muy presente en las palabras del Papa Francisco, quien, en una segunda parte del mensaje, se ha referido a problemáticas en distintos países del mundo.

Además, en recuadro aparte, recogemos cuatro hermosísimos menajes en Twitter que el Santo ha escrito en la vigilia de esta Pascua 2021.

 

Cirio pascual e imagen de Cristo resucitado en San Pedro, catedral de Sigüenza

 

Texto íntegro mensaje papal «Urbi et Orbi»

 

«Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua! Una feliz, santa y serena Pascua. Hoy resuena en cada lugar del mundo el anuncio de la Iglesia: “Jesús, el crucificado, ha resucitado, como había dicho. Aleluya”.

El anuncio de la Pascua no muestra un espejismo, no revela una fórmula mágica ni indica una vía de escape frente a la difícil situación que estamos atravesando. La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialmente para los más pobres; y a pesar de todo —y es escandaloso— los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan. Y este es el escándalo de hoy.

Ante esto, o mejor, en medio a esta realidad compleja, el anuncio de Pascua recoge en pocas palabras un acontecimiento que da esperanza y no defrauda: “Jesús, el crucificado, ha resucitado”. No nos habla de ángeles o de fantasmas, sino de un hombre, un hombre de carne y hueso, con un rostro y un nombre: Jesús. El Evangelio atestigua que este Jesús, crucificado bajo el poder de Poncio Pilato por haber dicho que era el Cristo, el Hijo de Dios, al tercer día resucitó, según las Escrituras y como Él mismo había anunciado a sus discípulos.

El Crucificado, no otro, es el que ha resucitado. Dios Padre resucitó a su Hijo Jesús porque cumplió plenamente su voluntad de salvación: asumió nuestra debilidad, nuestras dolencias, nuestra misma muerte; sufrió nuestros dolores, llevó el peso de nuestras iniquidades. Por eso Dios Padre lo exaltó y ahora Jesucristo vive para siempre, y Él es el Señor.

Los testigos señalan un detalle importante: Jesús resucitado lleva las llagas impresas en sus manos, en sus pies y en su costado. Estas heridas son el sello perpetuo de su amor por nosotros. Todo el que sufre una dura prueba, en el cuerpo y en el espíritu, puede encontrar refugio en estas llagas y recibir a través de ellas la gracia de la esperanza que no defrauda.

Cristo resucitado es esperanza para todos los que aún sufren a causa de la pandemia, para los enfermos y para los que perdieron a un ser querido. Que el Señor dé consuelo y sostenga las fatigas de los médicos y enfermeros. Todas las personas, especialmente las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios. Esto es aún más evidente en este momento en que todos estamos llamados a combatir la pandemia, y las vacunas son una herramienta esencial en esta lucha.

Por lo tanto, en el espíritu de un “internacionalismo de las vacunas”, insto a toda la comunidad internacional a un compromiso común para superar los retrasos en su distribución y para promover su reparto, especialmente en los países más pobres.

El Crucificado Resucitado es consuelo para quienes han perdido el trabajo o atraviesan serias dificultades económicas y carecen de una protección social adecuada. Que el Señor inspire la acción de las autoridades públicas para que todos, especialmente las familias más necesitadas, reciban la ayuda imprescindible para un sustento adecuado. Desgraciadamente, la pandemia ha aumentado dramáticamente el número de pobres y la desesperación de miles de personas.

 

Mapamundi del dolor que más necesita la resurrección

 

“Es necesario que los pobres de todo tipo recuperen la esperanza”, decía san Juan Pablo II en su viaje a Haití. Y precisamente al querido pueblo haitiano se dirige en este día mi pensamiento y mi aliento, para que no se vea abrumado por las dificultades, sino que mire al futuro con confianza y esperanza. Y yo diría que mi pensamiento se dirige especialmente a vosotros, queridas hermanas y hermanos haitianos. Os tengo presentes, estoy cerca de vosotros y quisiera que vuestros problemas se resolvieran definitivamente. Rezo por esto, queridos hermanos y hermanas haitianas.

Jesús resucitado es esperanza también para tantos jóvenes que se han visto obligados a pasar largas temporadas sin asistir a la escuela o a la universidad, y sin poder compartir el tiempo con los amigos. Todos necesitamos experimentar relaciones humanas reales y no sólo virtuales, especialmente en la edad en que se forman el carácter y la personalidad. Lo hemos escuchado el pasado viernes en el Vía Crucis de los niños.  Me siento cercano a los jóvenes de todo el mundo y, en este momento, de modo particular a los de Myanmar, que están comprometidos con la democracia, haciendo oír su voz de forma pacífica, sabiendo que el odio solo puede disiparse con el amor.

Que la luz del Señor resucitado sea fuente de renacimiento para los emigrantes que huyen de la guerra y la miseria. En sus rostros reconocemos el rostro desfigurado y sufriente del Señor que camina hacia el Calvario. Que no les falten signos concretos de solidaridad y fraternidad humana, garantía de la victoria de la vida sobre la muerte que celebramos en este día. Agradezco a los países que acogen con generosidad a las personas que sufren y que buscan refugio, especialmente al Líbano y a Jordania, que reciben a tantos refugiados que han huido del conflicto sirio.

Que el pueblo libanés, que atraviesa un período de dificultades e incertidumbres, experimente el consuelo del Señor resucitado y sea apoyado por la comunidad internacional en su vocación de ser una tierra de encuentro, convivencia y pluralismo.

Que Cristo, nuestra paz, silencie finalmente el clamor de las armas en la querida y atormentada Siria, donde millones de personas viven actualmente en condiciones inhumanas, así como en Yemen, cuyas vicisitudes están rodeadas de un silencio ensordecedor y escandaloso, y en Libia, donde finalmente se vislumbra la salida a una década de contiendas y enfrentamientos sangrientos. Que todas las partes implicadas se comprometan de forma efectiva a poner fin a los conflictos y permitir que los pueblos devastados por la guerra vivan en paz y pongan en marcha la reconstrucción de sus respectivos países.

La Resurrección nos remite naturalmente a Jerusalén; imploremos al Señor que le conceda paz y seguridad (cf. Salmo 122), para que responda a la llamada a ser un lugar de encuentro donde todos puedan sentirse hermanos, y donde israelíes y palestinos vuelvan a encontrar la fuerza del diálogo para alcanzar una solución estable, que permita la convivencia de dos Estados en paz y prosperidad.

En este día de fiesta, mi pensamiento se dirige también a Irak, que tuve la alegría de visitar el mes pasado, y que pido pueda continuar por el camino de pacificación que ha emprendido, para que se realice el sueño de Dios de una familia humana hospitalaria y acogedora para todos sus hijos.

Que la fuerza del Señor resucitado sostenga a los pueblos de África que ven su futuro amenazado por la violencia interna y el terrorismo internacional, especialmente en el Sahel y en Nigeria, así como en la región de Tigray y Cabo Delgado. Que continúen los esfuerzos para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos, en el respeto de los derechos humanos y la sacralidad de la vida, mediante un diálogo fraterno y constructivo, en un espíritu de reconciliación y solidaridad activa.

¡Todavía hay demasiadas guerras y demasiadas violencias en el mundo! Que el Señor, que es nuestra paz, nos ayude a vencer la mentalidad de la guerra. Que conceda a cuantos son prisioneros en los conflictos, especialmente en Ucrania oriental y en Nagorno-Karabaj, que puedan volver sanos y salvos con sus familias, e inspire a los líderes de todo el mundo para que se frene la carrera armamentista.

Hoy, 4 de abril, se celebra el Día Mundial contra las minas antipersona, artefactos arteros y horribles que matan o mutilan a muchos inocentes cada año e impiden «que los hombres caminen juntos por los senderos de la vida, sin temer las asechanzas de destrucción y muerte». ¡Cuánto mejor sería un mundo sin esos instrumentos de muerte!

 

Exuberante decoración floral en el cirio pascual de San Gil de Molina de Aragón

 

Cristianos perseguidos y mensajes finales

 

Queridos hermanos y hermanas: También este año, en diversos lugares, muchos cristianos han celebrado la Pascua con graves limitaciones y, en algunos casos, sin poder siquiera asistir a las celebraciones litúrgicas. Recemos para que estas restricciones, al igual que todas las restricciones a la libertad de culto y de religión en el mundo, sean eliminadas y que cada uno pueda rezar y alabar a Dios libremente.

En medio de las numerosas dificultades que atravesamos, no olvidemos nunca que somos curados por las llagas de Cristo (cf. 1 Pedro 2,24). A la luz del Señor resucitado, nuestros sufrimientos se transfiguran. Donde había muerte ahora hay vida; donde había luto ahora hay consuelo.

Al abrazar la Cruz, Jesús ha dado sentido a nuestros sufrimientos. Y ahora recemos para que los efectos beneficiosos de esta curación se extiendan a todo el mundo. ¡Feliz, santa y serena Pascua!».

 

 


 

Cuatro mensajes del Papa Francisco en Twitter para la Pascua 2021

(1) Este es el primer anuncio de #Pascua que quisiera ofreceros: siempre es posible volver a empezar, porque existe una vida nueva que Dios es capaz de reiniciar en nosotros más allá de todos nuestros fracasos. (3-4-2021)

(2) Luego, el segundo anuncio de #Pascua: la fe no es un repertorio del pasado, Jesús no es un personaje obsoleto. Él está vivo, aquí y ahora. Camina contigo cada día, en la situación que te toca vivir, en la prueba que estás atravesando, en los sueños que llevas dentro. (3-4-2021)

(3) Y el tercer anuncio de #Pascua: Jesús, el Resucitado, nos ama sin límites y visita todas las situaciones de nuestra vida. Él nos invita a superar los prejuicios, a acercarnos a quienes están junto a nosotros cada día, para redescubrir la gracia de la cotidianidad. (3-4-2021.

(4) Hermano, hermana, si en esta noche tu corazón atraviesa una hora oscura, un día que aún no ha amanecido, una luz sepultada, un sueño destrozado, abre tu corazón con asombro al anuncio de la #Pascua: “¡No tengas miedo, resucitó!” (3-4-2021)

 


 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 9 de abril de 2021

Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

 

Yo sé que pequé

y sé que me arrepentí

y al poco volví a pecar,

 

y sé que me perdonaste

y que sabías que volvería a pecar,

y volverías a perdonarme.

 

Gracias por ser tú mi salvación,

gracias porque me sustentas

cada vez que mi vida cae,

que mi corazón se equivoca.

Por Alfonso Olmos

(director de la Oficina de Información)

 

 

Me encanta esa canción de Los Secretos que comienza con las palabras con las que titulo este comentario pascual: “He muerto y he resucitado”. La melodía es pegadiza y la letra, de tanto oírla y cantarla, al menos los que son de mi generación la conoce de memoria. Como muchas canciones de grupos de pop rock la letra habla de amores, de recuerdos vividos, de ilusiones truncadas, pero también de esperanza. La canción de la que hablo, A tu lado, fue compuesta en un momento difícil e incierto para el grupo, tras el fallecimiento de uno de los componentes del mismo.

Me ha venido a la cabeza este título y esta letra porque me parecen muy de Pascua de Resurrección. Acabamos de celebrar la Semana Santa y el Triduo Pascual. Hemos considerado los misterios de la pasión del Señor y su muerte. Con la celebración de la Pascua comienza algo nuevo. Estamos llamados a ser diferentes y, renovados interiormente, dar frutos de vida a nuestro alrededor. La Pascua, además, viene a disipar las sombras de la tristeza y de las penas en nuestra propia existencia. Siempre buscando a Jesús, con el deseo de estar a su lado: soñar con otra vida a su lado.

Al volver la mirada al Viernes Santo, al ver al crucificado, me doy cuenta de que en el Calvario no se terminó todo, de que ya no persigo sueños rotos, sino que sigo a un hombre vivo, Jesucristo resucitado, que se nos presenta a diario con el saludo pascual: “Paz a vosotros”. Esa paz hay que compartirla, hacerla experiencia vital y contagiarla a todos con el deseo de ayudar y con el convencimiento de que, eso mismo, nos ayuda a nosotros y nos hace crecer. Es un mensaje de esperanza también para este tiempo de pandemia, que tanta tristeza está causando a la humanidad.

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