Al hilo de esta frase, tomada de un poema de Gerardo Diego, he aquí, todavía en la octava de la Navidad, las actitudes, símbolos, lugares y gestos de la Navidad

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

En las tres últimas semanas, esta página de Religión de NUEVA ALCARRIA ha preparado la Navidad mediante la carta apostólica del Papa Francisco «Admirabile signum» (AS), escrita hace un año, sobre el sentido y valor del pesebre o del Belén. Glosábamos, el pasado 11 de diciembre, el triple simbolismo e interpelación del Belén y su potencialidad evangelizadora. El viernes 18 de diciembre nos detuvimos en el entorno natural, paisajístico y urbanístico del pesebre de Belén y de sus figuras menores, que suelen acompañar a nuestros Belenes. En las vísperas de la Navidad, nos deteníamos en el misterio central del Belén: Jesús, María y José, corazón palpitante del Belén; y, además, añadía unos apuntes, también de la mano del Papa Francisco y de ideas y reflexiones propias, sobre los magos de Oriente.

Hoy, como un apéndice y supuesto que seguimos en el tiempo de litúrgico de Navidad y de Epifanía, ofrece dos decálogos: uno sobre las actitudes cristianas para  la Navidad; el segundo sobre los símbolos, lugares y gestos de este tiempo precioso de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.

 

Actitudes cristianas de Navidad

1.- EL SILENCIO: Es tantas veces el lenguaje de Dios. Dios habla siempre en el silencio. «Mientras un silencio apacible lo envolvía todo, y en el preciso instante de la medianoche, tu omnipotente palabra, oh Señor, se lanzó desde los tronos del cielo», afirma el salmo 18.

Cuando en Greccio, como ya recordábamos, san Francisco de Asís se «inventó» el «Belén», hablaba del silencio de la Navidad. «¿Qué es la Navidad?», le preguntó el hermano León... Y Francisco le respondió, balbuceando: «Es Belén, es humildad, es paz, es intimidad, es gozo, es dulzura, es esperanza, es benignidad, es suavidad, es aurora, es bondad, es amor, es luz, es ternura, es amanecer... Es silencio». Y Dios vino esa noche.

2.-LA FE: La fe, a pesar de la debilidad de los signos de la salvación, nos descubrirá la grandeza, escondida en la pequeñez, la fortaleza, revestida de debilidad, de la Navidad.

3.-LA CONTEMPLACIÓN Y LA ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS, que anunciaba el misterio y lo desvelaba, porque se han cumplido las promesas, porque la Palabra se ha hecho carne, ha hablado y habla para siempre en los gemidos, susurros y balbuceos inenarrables y hasta inaudibles de un recién nacido.

4.-LA TERNURA, que es amor, ante Jesús, hermano nuestro, niño que entre pajas yace, tan débil, tan necesitado como un bebé.  «El amor no es amado», exclama Francisco de Asís, por los valles y caminos de Rietti, mientras anunciaba la Navidad, cuando proclamaba que «esta noche vendrá Dios». La ternura y el amor de la Navidad llaman a la ternura y al amor de toda nuestra vida.

5.- LA ALEGRÍA, HUMILDE Y BULLICIOSA, porque la gracia y la salvación de Dios nos han visitado, porque Dios se ha hecho uno de nosotros y si Dios se hace hombre, ser hombre es lo más grande que se puede ser para Dios. La Navidad es la fiesta del hombre. Por eso, Navidad es alegría, la alegría verdadera, sin edulcorantes y sin burbujas, la alegría de saber y de sentir a Dios con nosotros y para siempre.

6.- LA INTENSIFICACIÓN DE LAS RELACIONES FRATERNALES, porque Jesús, el Hijo de Dios y el hijo de mujer, al nacer y al vivir en la carne, se ha hecho hermano de todos para siempre. Nada humano le es ajeno. Comparte en todo nuestra condición humana menos en el pecado. Es hermano entre los hermanos. Navidad es fraternidad. Navidad es solidaridad. Navidad es caridad.

7.- LA ALABANZA: «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad». Alabanza traducida en cánticos y villancicos, alabanza a su inmensa grandeza abajada a nuestras categorías, alabanza a su infinita misericordia.

8.- LA ADORACIÓN, donde mejor contemplar y descubrir, entender y discernir el misterio y su llamada. Adoración que es oración y plegaria.

9.- LA ACCIÓN DE GRACIAS, porque Dios ha venido a nuestro valle, porque se ha manifestado su poder y su gloria, porque la historia humana es historia de Dios, porque la gratitud es única respuesta posible a tanto amor derramado por nosotros.

10.- LA CONVERSIÓN: La Navidad es la buena y definitiva noticia de la felicidad y de la salvación que tanto anhelamos. No podemos reducirla o constreñirla a unos días. Lleva en sí misma inscrita vocación de futuro, de eternidad. Porque, como escribe San Pablo, «ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, llevando ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo».

 

Belén de la parroquia de San Pedro de Sigüenza, niño Jesús de marfil de la catedral y operación kilo para Cáritas

 

Símbolos, lugares y gestos de la Navidad

1.-El pesebre. Llamado también y más popularmente en España Belén. Es la escenificación del misterio del nacimiento de Jesucristo, que se pone en las iglesias, en los hogares y en otros lugares. El Belén en nuestros templos y en nuestras familias nos recuerda que Dios puso su tienda, su morada entre nosotros.

2.-El villancico. Arranca también de la devoción de San Francisco por el misterio de la Navidad y en su deseo de propagar los cánticos y cantos populares que suscitaba entre los fieles este misterio. La palabra villancico se define, en una de sus acepciones, como «canción popular, principalmente de asuntos religiosos que se canta en Navidad y otras festividades».

Son canciones del pueblo -como se deriva de su etimología- para expresar el gozo y la alabanza por la salvación en Dios hecho hombre. Son como evocaciones de aquella primera adoración de los pastores, canción de canciones, en definitiva, del pueblo humilde y sencillo, el primero en reconocer y adorar al Salvador.

3.-La Misa del Gallo. Es una de las cuatro Misas, de las cuatro Eucaristías, con que la Liturgia de la Iglesia honra el misterio de la Navidad y manifiesta su inagotable riqueza. Érase que se era, según narra una fábula, que fue un gallo el primero en presenciar el nacimiento de Jesucristo y de anunciarlo con su canto... Era el canto del gallo que anunciaba la aurora de los tiempos. La Misa del Gallo es, debe ser (este año la pandemia ha obligado a adelantar horarios), Misa de medianoche, cuando el silencio se rompió en la Palabra, cuando el pueblo que caminaba en tinieblas se vio envuelta en una luz grande y resplandeciente, cuando las estrellas palidecieron ante el alba de la luz tan esplendente.

4.- El árbol de Navidad. Sus orígenes se remontan a la noche de los tiempos, pretéritos períodos de la historia. El árbol expresa la fuerza fecundante de la naturaleza. Los rigores del otoño y del invierno no han podido con él, fuerte roble, árbol rey. Para suplir sus hojas caducas o heridas es preciso hacer pender objetos de adorno, cuajados de simbolismos: la luz, el obsequio, la sorpresa, el don de los dones, que es, en definitiva, el nacimiento de Dios en la carne. El árbol de Navidad habla de perennidad, de fecundidad, de inmortalidad, de fortaleza. Es imagen de Cristo luz del mundo, el árbol de la vida. En un árbol fue perdida la inocencia, en un árbol fue reparada y redimida la humanidad.

5.-Intercambio de dones, praxis quizás banalizada y exagerada en la actualidad, pero cuajada de simbolismo y de riqueza: Navidad es intercambio maravilloso. El hijo de Dios, al encarnarse, nos otorga participar de su divinidad. La encarnación es un misterio compartido. Nos dice la Liturgia de estos días: «¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen, y hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad».

6.-La Palabra, el saludo, la felicitación navideñas, como aquel entrañable «felices pascuas», especial y cordialmente pronunciados en la noche y en el día de la Navidad y que quizás esté desapareciendo en nuestros ambientes, aun cuando Navidad es también Pascua: el paso del Señor y su entrada en nuestra historia. Navidad es la Palabra. Es el tiempo oportuno para el diálogo, para el encuentro, para la reconciliación, para la amistad, para el deseo de la felicidad y de la dicha, para la paz, dones todos ellos traídos en prenda en la Navidad por la Palabra de Dios hecha carne, revelada, manifestada, desvelada en y para el amor.

7.- La luz. Navidad es la explosión de la luz. Jesucristo encarnado, sin dejar de ser hombre, es «Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero». El pueblo que caminaba en tinieblas fue envuelto en la luz sin ocaso de la encarnación.

8.- El pan. Es la expresión básica del alimento. Es signo de Jesucristo, Pan de la vida. En Navidad adoramos el cuerpo de Jesús, que se nos dará después en la Eucaristía. Durante décadas existió la tradición que durante la adoración al Niño, en la Misa del Gallo, los fieles -particularmente, las mujeres- ofrecían y depositaban cestos llenos de pan bendecido, el Pan de la Navidad, que era llevado después a los pobres y a los enfermos.

9.- La acogida, la hospitalidad, el hogar, la familia. En algunos países de la Europa central existe la tradición de poner una vela encendida en la ventana abierta del hogar durante la noche de Navidad, como señal de acogida y de bienvenida. También en algunos de estos lugares, en Navidad se dejaba la puerta de la entrada de la casa sin cerrar.

Navidad es la gran acogida y la gran hospitalidad del Dios que, al hacerse hombre, al hacerse hogar y familia, nos abre las puertas de la divinidad, de la familia de Dios. Navidad fue la gran acogida y la gran hospitalidad de los pobres y de los pastores que cedieron su establo para que en él Dios pusiera su morada entre nosotros. Navidad fue la familia de Belén y de Nazaret. Navidad fue y es hogar. Y el hogar es el lugar de nuestra Navidad. Y es que Navidad es la fiesta de la familia. Es familia: Dios que se hace de nuestra familia, Dios que nace y vive en una familia, Dios que se prolonga en la familia de los hijos de Dios que es la Iglesia.

10.-La paz. Navidad es paz, el don de los dones del Señor que nace, del Dios que se encarna. «Porque un Niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva a su hombro el principado y es su nombre Maravilla de Consejero, Padre Perpetuo, Príncipe de la Paz. Para dilatar el principado con una paz sin límites... Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho desde ahora y por siempre».

¿Habrá algo que invite más a la paz, a la ternura y al amor que un niño recién nacido? La paz surge de la justicia y hace brotar el anticipo del cielo nuevo y de la tierra nueva, de la civilización del amor y de la paz a la que todos estamos llamados y que Jesucristo, con su nacimiento vino a instaurar. «¡Qué hermosos son, pues, sobre los montes -como nos dice, de nuevo, el profeta Isaías- los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena noticia de la paz!».

Navidad es noche, días, noches y días, de paz. ¡Señor, danos la paz! ¡Tú eres nuestra paz! La paz de un niño, tierno y débil, que entre pajas yace. La paz de un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. ¡Señor, danos la paz! ¡Tú eres nuestra paz!

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 30 de diciembre de 2020

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

 

¡Nochebuena!

 

Esta noche irrumpe

una extraña luz:

La realidad se transfigura.

Todo es acontecimiento.

 

La cueva es hogar.

El silencio es Palabra.

La pobreza, un tesoro.

Florece el invierno.

 

El llanto de un Niño

es Encarnación de Dios.

El pecho de una madre,

entrañas de la tierra al cielo.

 

La noche se torna claridad.

El frío es cálido,

La soledad se vuelve compañía.

El interior desborda de presencia.

 

El bosque bate palmas.

El cielo llueve estrellas.

La tierra de perlas se engalana.

El campo queda envuelto en papel de seda.

 

Un halo invisible acompaña los pasos.

La sombra se torna trasparecía.

Lo que existe es vestigio divino,

firma del Verbo anticipada.

 

Ya no hay profeta, ni mensajero.

Hoy se entrega el testigo irrevocable,

Dios envía a su Hijo

Él es la verdad más plena.

 

Ya no estoy solo

Ni es anónima mi vida

Todo gesto de amor

Tiene sentido, aunque sea discreto.

 

El universo recibe mi embeleso,

el cielo la plegaria,

el mundo se equilibra

y la humanidad se beneficia.

 

Y vibra el corazón,

se contienen las lágrimas.

La gratuidad divina

empapa la tierra.

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

I/ VILLANCICO DE USANOS.

ALEGRÍA, ALEGRÍA Y VENID

                                                   

Es la noche y en un portal sosegado

un Niño nacido luce como el fuego,

hará hablar al mudo, hará ver al ciego.

Dará en Amor su pecho en él abrasado.

 

Alegría, alegría y venid,

alegría, alegría y subid,

hasta Usanos que el Niño

bendito ha nacido aquí.

 

Será un buen pastor que pace su ganado,

elevará a su padre por el Hombre el ruego

de darle la paz, el reposo y el sosiego

al corazón inquieto y desvelado.

 

Alegría, alegría y venid,

alegría, alegría y subid

hasta Usanos que el Niño

bendito ha nacido aquí.

 

Jesús del nacimiento, amor amado,

Niño grosezuelo, rosa y risueño

que vienes a quedarte a nuestro lado. 

 

Alegría, alegría y venid.

Alegría, alegría y subid,

hasta Usanos que el Niño

bendito ha nacido aquí. 

 

Qué gloriosa ventura y qué risueño

destino el que nos traes en ti anunciado:

el cielo vienes a traernos en tu sueño.

 

Dadle en pago a quien rimó este eco

un dulce de Navidad

¿Su nombre? Juan Pablo Mañueco.

 

 

 

II/ VILLANCICO DE REYES EN GUADALAJARA

 

(que este año no podrá ser, habrá que esperar al 2021)

 

         

En este final del año
voy a cantar villancico,
con almirez lo acompaño.
iré a ver al Niño chico.

Anda, canta, anda,
cántate otra vez,
cántate hasta nueve
y luego hasta diez.

La blanca Guadalajara
nevada está en cada calle,
aquel que mal la pisara
el suelo al resbalar raye.

Anda, canta, anda,
cántate otra vez,
que ya llevas dos
llegarás a diez.

Por la Calle Mayor Baja
se han escapado los pajes,
dicen que con ellos viajan
tres reyes con tres mensajes.

Anda, canta, anda,
cántate otra vez,
que con esta misma
has llegado a tres.

Al llegar hasta la Plaza
Mayor hay mucho colgante
y mucho adorno que abraza
subiendo todo adelante.

Anda, canta, anda,
cántate otra vez,
que ya llevas cuatro.
¿Pararás en diez?

Por Plaza del Jardinillo,
van subiendo los camellos,
las mulas y el borriquillo
peinándose los cabellos.

Anda, canta, anda,
cántate otra vez,
que ya llevas cinco,
casi estás en diez.

Cuando se estrecha la calle
un rey con otro se junta,
y que dónde el portal se halle,
Melchor a Gaspar pregunta.

Anda, canta, anda,
cántate otra vez,
que si llevas seis
pronto estás en diez.

Ya aparece San Ginés,
después de Santo Domingo,
Niño, María y José,
yo mismo ya los dintingo.

Anda, canta, anda,
cántate otra vez,
que llegando a siete
casi estás en diez.

Bajo el arco del santuario
ha ocurrido el natalicio,
el portal es escenario
del Infantil Gran Bullicio.

Anda, canta, anda,
cántate otra vez,
que pasamos de ocho,
sólo a dos de diez.

A los pies de este gran Niño
acabado de nacer,
zambomba, almirez, cariño,
ya los puedes ofrecer.

Anda, canta, anda,
cántate otra vez,
que ya estás en nueve,
casi das en diez.

Este blanco villancico
de Guadalajara es,
cuéntalo hasta cinco,
luego cuenta diez.

Y si aún queda hueco
y aún sabes contar,
Juan Pablo Mañueco
su autor puedes nombrar.

 

Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016.

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

El misterio central del Belén y las figuras y mensaje de los Magos de Oriente según el Papa Francisco, según su carta apostólica sobre el Belén y en el Año de San José

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Hace dos semanas esta página de Religión de NUEVA ALCARRIA comenzaba a preparar la Navidad mediante la carta apostólica del Papa Francisco «Admirabile signum» (AS), escrita hace un valor sobre el sentido y valor del pesebre o del Belén. Glosábamos, el pasado 11 de diciembre, el triple simbolismo e interpelación del Belén y su potencialidad evangelizadora. El viernes 18 de diciembre nos detuvimos en el entorno natural, paisajístico y urbanístico del pesebre de Belén y de sus figuras menores, que suelen acompañar a nuestros Belenes. Y, a su vez, os anunciaba que en la entrega de hoy, el mismo día de Navidad, nos centraríamos en el misterio central del Belén: Jesús, María y José.

Además, añado unos apuntes, también de la mano del Papa Francisco y de ideas y reflexiones propias, sobre los magos de Oriente.

 

María, la Madre

María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado. Ante el anuncio del ángel, que le pedía que fuera la madre de Dios, María respondió́ con obediencia plena y total. Sus palabras: «He aquí́ la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lucas 1,38), son para todos nosotros el testimonio del abandono en la fe a la voluntad de Dios. Con aquel “sí”, María se convertía en la madre del Hijo de Dios sin perder su virginidad, antes bien consagrándola gracias a Él.

Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo solo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica (cf. Juan 2,5).

MARÍA DE NAZARET, la Madre de Jesús. Es la Madre de Dios. Es Madre de Cristo total. Ella es la Mujer creyente que llevó a Jesús en su seno y lo dio a luz virginalmente y lo recostó entre pañales. Ella es figura de la comunidad de los creyentes, dando testimonio de Cristo en la historia y engendrando en su seno a los hombres de la nueva creación. El «sí» de María floreció en Belén en la Palabra; su «hágase» de la anunciación fue el fruto bendito de la natividad, mientras Ella, madre y modelo del pueblo creyente, seguía peregrinando en la fe y «conservando todas estas cosas y meditándolas en su corazón».

 

José, el custodio y padre adoptivo

Junto a María, en una actitud de protección del niño y de su madre, está san José́. Por lo general, se representa con el bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara. San José́ juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia. Cuando Dios le advirtió́ de la amenaza de Herodes, no dudó en ponerse en camino y emigrar a Egipto (cf. Mateo 2,13-15). Y una vez pasado el peligro, trajo a la familia de vuelta a Nazaret, donde fue el primer educador de Jesús niño y adolescente. José́ llevaba en su corazón el gran misterio que envolvía a Jesús y a María su esposa, y como hombre justo confió́ siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica.

JOSÉ DE NAZARET, el esposo de María, el padre adoptivo de Jesús. Siempre fiel, silente y obediente. Siempre abierto a la providencia de Dios y de los hombres. Siempre discreto y en segundo plano. Siempre necesario e imprescindible. Es el José que sube con su grávida esposa María hasta Belén; el José que acuna al niño; el José que recibe a los pastores y a los magos de Oriente; el José que se pone en marcha y en camino cuando Herodes buscaba al niño para hacerlo desaparecer. Navidad es tiempo también excepcional para escuchar, en el silencio y en la admiración, el «sí» de José.

 

Año de San José

La figura de san José ha de ser estas Navidades especialmente significativa para la comunidad católica en este año de 2020. Y es que, Con motivo de cumplirse el 150 aniversario de la proclamación de san José como patrono de la Iglesia Universal, el Papa ha querido que se celebre en toda la Iglesia un Año Santo de San José, que va desde el pasado 8 de diciembre hasta el 8 de diciembre de 2021. Además, ha reglado a la Iglesia una hermosa carta apostólica, titulada «Patras Carde» («Con corazón de padre»), en la que va desgranando algunas reflexiones personales sobre san José, presentándolo como padre amado, tierno, obediente, acogedor, valiente, trabajador y escondido.

Y el Papa Francisco ha escrito igualmente una hermosa nueva oración a san José: La Salve de San José, que dice así: «Salve, custodio del Redentor/ y esposo de la Virgen María./ A ti Dios confió a su Hijo,/ en ti María depositó su confianza,/ contigo Cristo se forjó como hombre./ ¡Oh, bienaventurado José,/ muéstrate padre también a nosotros/ y guíanos en el camino de la vida!/ Concédenos gracia, misericordia y valentía/ y defiéndenos de todo mal. Amén».

Asimismo  ha pedido a la Penitenciaría Apostólica que emanara un secreto, con fecha 8 de diciembre de 2020, por el que se conceden indulgencias especiales con ocasión de este año especial.

Por ello, la Penitenciaría Apostólica ha establecido las siguientes ocasiones en las que los fieles pueden recibir la indulgencia plenaria, que puede una de las siguientes y cada día de este año santo: la meditación durante 30 minutos del Padre Nuestro; la realización de un retiro espiritual de un día, que incluya una meditación sobre san José; ejercicio de una obra de misericordia, corporal o espiritual; el rezo del santo rosario en familia o los novios entre ellos y en parroquia; confiar el trabajo diario a san José u orar por quienes buscan trabajo y por la dignidad del trabajo; y el rezo de la letanía de san José en favor de la Iglesia y de los cristianos perseguidos. Además, también se concede indulgencia plenaria a los fieles que recen cualquier oración en honor a San José, especialmente el 19 de marzo y el 1 de mayo, y también el día 19 de cada mes y cada miércoles, día de la semana tradicionalmente dedicado a su memoria.

Para la obtención de estas indulgencias se requiere, como en otras ocasiones, el cumplimiento de las tres condiciones habituales establecidas por la Iglesia (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre) y un espíritu de desprendimiento hacia cualquier pecado.

 

El Niño Jesús

El corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen del Niño Jesús. Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así́: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos.

JESÚS, el hijo de Dios, el hijo de mujer.  Es niño recién nacido, envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. Es niño anunciado por los ángeles, adorado por los pastores, buscado, adorado u obsequiado por los magos, odiado y perseguido con sangre inocente por Herodes, tomado en brazos y reconocido por los ancianos Simeón y Ana. Es el hijo de Dios hecho carne. Es el hijo de María, alumbrado de sus purísimas entrañas y acostado por ella, acompañada y servida siempre por José, en el pesebre. Es la gran gloria de Dios en la mayor de las precariedades humanas. «Lo esperaban poderoso y un pesebre fue su cuna; lo esperaban rey de reyes y servir fue su reinar».

 

Los Reyes Magos

Cuando se acerca la fiesta de la Epifanía, se colocan en el Nacimiento las tres figuras de los (Reyes Magos. Observando la estrella, aquellos sabios y ricos señores de Oriente se habían puesto en camino hacia Belén para conocer a Jesús y ofrecerle dones: oro, incienso y mirra. También estos regalos tienen un significado alegórico: el oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa humanidad que conocerá́ la muerte y la sepultura.

Contemplando esta escena en el belén, estamos llamados a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene de ser evangelizador. Cada uno de nosotros se hace portador de la Buena Noticia con los que encuentra, testimoniando con acciones concretas de misericordia la alegría de haber encontrado a Jesús y su amor.

 

Adoración de los Magos, retablo mayor de la catedral de Sigüenza, fotografía de Antonio López Negredo

 

Los Magos ensenan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo. Son hombres ricos, sabios extranjeros, sedientos de lo infinito, que parten para un largo y peligroso viaje que los lleva hasta Belén (cf. Mt 2,1-12). Una gran alegría los invade ante el Nino Rey. No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo. Ante El comprenden que Dios, igual que regula con soberana sabiduría el curso de las estrellas, guía el curso de la historia, abajando a los poderosos y exaltando a los humildes. Y ciertamente, llegados a su país, habrán contado este encuentro sorprendente con el Mesías, inaugurando el viaje del Evangelio entre las gentes.

De los magos sabemos poco, pero lo suficiente. Que eran de Oriente y que miraban y observaban los cielos esperando y escrutando los signos de Dios. Vieron salir una estrella que brillaba con especial fulgor y resplandor. Y fueron siguiendo su rastro. Era la estrella que anunciaba el nacimiento del Rey de los Judíos. Se entrevistaron con Herodes como gesto de cortesía y éste quiso engañarlos. Continuaron su camino hasta que la estrella se posó encima de donde estaba el niño. «Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes se marcharon a su tierra por otro camino». El «personaje» navideño de los Magos está lleno de simbolismo y de interpelación sobre el sentido y el reto de la Navidad: la atenta observación y escucha de los signos de Dios y de los hombres, la búsqueda de la verdad y del saber ponerse en camino, la perseverancia hasta llegar a la meta y los sentimientos y actitudes de alegría, de adoración y de ofrenda ante Dios. En y con ellos se complementa la gran Manifestación, que es luz para todos los hombres: los pastores en la Natividad, los magos en la Epifanía, los de cerca y los de lejos, los pobres e ignorantes y los poderosos y sabios. Para todos y por todos nace Dios.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 23 de diciembre de 2020

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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"Queridos amigos:  sobre un buen amigo y consocio muy querido,  Michael Thio con el que servimos durante la XV presidencia general de las Conferencias de San Vicente de Paúl que él ostentó, nos llega la triste noticia de que su esposa, nuestra amiga Rosalind, se encuentra muy gravemente enferma y con paliativos en casa.

Rogamos oraciones por los dos: por Rosalind para que, si es la disposición del Señor como le pedimos, la sane según Su Voluntad,  y por Michael para que le llene de  Esperanza ".

Para todos, nuestro agradecimiento por las oraciones, y el abrazo fraterno de Jean Tirado y José Ramón Díaz-Torremocha

Que María cuide siempre a nuestras Conferencias”

 

 

ALEGRIA Y CELEBRACIÓN

 

Estamos a las puertas de volver a reunirnos para celebrar la venida del Hijo del Hombre que acampó entre nosotros. Hemos dejado atrás el Adviento y hemos llegado al Tiempo de Navidad.

Estamos, no lo olvidemos, un año más, celebrando el nacimiento del Hijo de Dios que se hizo hombre para darnos la Salvación. Ya me perdonarán los queridos lectores, que no me refiera a la Navidad que engloba todo ello. Hemos repetido tanto y tan poco honor hemos hecho con frecuencia de los valores que representa, - la Navidad - que parece que la hemos vaciado un tanto de contenido y debemos repetir y hacer hincapié en lo que debería ser obvio.

Desafortunadamente, para tantos, ¿qué significa Navidad más allá de compras compulsivas y regalos para dar o recibir? De comidas o cenas ya sea de amigos o familiares, a las que tantos van forzados y a disgusto. ¡Un periodo en el que aumentan las disputas familiares e incluso los divorcios! ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Cómo hemos llegado a esta situación los cristianos? ¿Somos conscientes de que estamos celebrando que el Hijo de Dios vino a nosotros, se entregó y nos regaló la Salvación?

¿Es esa venida, ese regalo, lo que celebramos los cristianos? Sinceramente creo que sí. Aunque solo sea por intentar ver la botella “medio llena”. Aunque solo sea por mí, afortunado, continuo, optimismo por el que doy permanentemente gracias al Buen Dios que me lo regaló.

La alegría del nacimiento del Hijo de Dios debe curtirnos el alma al pensar, incluso en términos puramente humanos, ¿qué va a ser de Él? ¡Que vamos a hacer los hombres con Él! Con quien vino a hablarnos del Perdón y del Amor, sabiendo que sólo venía a sembrar y a sufrir.

Pero ese sufrimiento, ese dolor inmenso, todavía va a tardar en llegar. En alcanzarnos su conmemoración. Hoy toca la alegría de celebrar aquel “fiat” sin el que nada hubiera sido posible. De celebrar que aquella jovencísima muchacha, de la edad de mi nieta, limpia, transparente en su goce, en su alegría que va a compartir con su prima que también ha sido bendecida, le dijera sí al Señor que va a hacer “en ella maravillas”, como nos recuerda Lucas en el Magníficat (Lc 1,46-55).  

Nada hubiera sido posible sin Ella. Cuando esta Navidad, nos sentemos alrededor de la mesa de la celebración familiar o amical, no olvidemos qué si todo partió de un regalo del Misericordioso para nuestra salvación, nada hubiera sido posible sin el “sí” de aquella muchachita en cuyo vientre Él quiso refugiarse y venir a nosotros. Necesitó su “permiso” pues Él siempre respeta nuestra libertad.

Cuando ella canta, cuando ella visita a su prima para compartir su alegría, cuando escucha en el Templo la dura predicción del anciano Simeón (Lc 2, 21-35), es consciente de que el camino que le ha pedido recorrer el Buen Dios, no va a ser fácil. Pero, seguramente sin ser plenamente consciente de toda su importancia, la intuye y la recorre apurando con el Hijo hasta la última gota del dolor materno.

Cuando nos juntemos para celebrar la Pascua, el paso del Señor, no olvidemos que Él llego gracias a la veneración y respeto de María hacia la misión que le encomienda el Creador.

¡Qué bueno será que se lo enseñemos así, aunque sea en medio de los regalos, a nuestros hijos y nietos!

Que Ella nos ayude a dejar en los que nos sucedan, el recuerdo de una verdadera Nochebuena en la que sintamos a María con nuestras familias.

¡¡María, siempre María!!

 

José Ramón Díaz-Torremocha

de las Conferencias de San Vicente de Paúl

Guadalajara (España)

 

 

“Dear friends: our good friend and beloved Brother Michael Thio, with whom we have worked closely during his term as XV president general of the Conferences of Saint Vincent de Paul, shared with us the sad news that his spouse, our friend Rosalind, is seriously sick and on palliative cares at home.

We beg everyone to pray for both: for Rosalind, so that the Lord hearing our plea give her strength and peace, and for Michael so he may find some Hope.”

To everyone, our gratitude for your prayers and a fraternal hug from Jean Tirado and José Ramón Díaz-Torremocha.

May Mary keep always our Conferences alive.

 

 

JOY AND CELEBRATION

 

We are about to meet again to celebrate the coming of the Son of Man who was among us. We have left Advent behind and reached Christmas Time.

Let us not forget that, one more year, we are celebrating the birth of the Son of God who became man to bring us the Salvation. My dear readers will forgive me for not referring to Christmas, which encompasses all of this. Christmas, we have repeated it so much and we have honoured so little the values it represents, that somehow, we seem to have emptied it of its content and we must repeat and emphasize what should be obvious.

Unfortunately, what does Christmas mean for so many beyond compulsive shopping and gifts to give and receive? Beyond meals or dinners either from friends or family, to which so many feel obliged and not at ease. A period in which family disputes and even divorces increase! How did we get to this situation? How we, Christians, have come to this situation? Are we aware that we are celebrating that the Son of God came to us, gave himself to us, and offered us the Salvation?

Is it this coming, this gift, what we Christians celebrate? I honestly think so. If only for trying to see the bottle "half full". If only for my fortunate continuous optimism for which I permanently thank the Good Lord who gave it to me.

The joy of the birth of God’s Son should harden our souls as we think, even in purely human terms, what will become of Him? What are we going to do, we human beings, with Him! With who came to tell us about Forgiveness and Love, knowing that he only came to sow and suffer.

But that suffering, that immense pain, is still going to take long time to come, long time to reach us for its commemoration. Today we have the joy of celebrating that "fiat" without which nothing would have been possible. To celebrate that this very young girl, the age of my granddaughter, clean, transparent in her joy, in her bliss to share with her cousin who has also been blessed, would say yes to the Lord that will do "great things for her", as Luke reminds us in the Magnificat (Lk 1:46-55).

Nothing would have been possible without Her. When this Christmas, we sit around the celebration table with family or friends, let us not forget that if all started with the gift of the Merciful for our salvation, nothing would have been possible without the "yes" of that young girl in whose womb He wanted to take refuge and come to us. He needed her "permission" because He always respects our freedom.

When she sings, when she visits her cousin to share her joy, when she hears in the Temple the harsh prediction of the elder Simeon (Lk 2:21-35), she is aware that the path that God has asked her to walk is not going to be easy. But, surely without being fully aware of all her importance, she senses it and lives with the Son up to the last drop of maternal pain.

When we come together to celebrate Easter, the passage of the Lord, let us not forget that He came thanks to Mary's veneration and respect for the mission entrusted to her by the Creator.

How good it will be that, even surrounded by presents, we teach it this way to our children and grandchildren!

May she help us to leave in those who come after us the memory of a true Christmas Eve on which we feel Mary with our families.

Mary, always Mary!!

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conferences of Saint Vincent de Paul

Guadalajara (Spain)

 

 

“Chers amis. Notre bon ami et très cher confrère Michael Thio, avec qui nous avons travaillé pendant son mandat en tant que XVème président général des Conférences de Saint Vincent de Paul, nous a appris la triste nouvelle que son épouse, notre amie Rosalind, se trouve dans un état grave et en soins palliatifs à la maison.

Nous implorons vos prières pour tous les deux : pour Rosalind, afin que si le Seigneur veut bien exaucer nos prières et selon sa Volonté, IL lui redonne la santé, et pour Michael afin qu’il retrouve l’Espérance”.

A tous, nos remerciements pour vos prières, et les sentiments fraternels de Jean Tirado et José Ramón Díaz-Torremocha.

Que Marie protège toujours nos Conférences.

 

 

JOIE ET CÉLÉBRATIOÓN

 

Nous sommes proches de nous réunir à nouveau pour célébrer la venue du Fils de l’Homme qui a vécu parmi nous. Nous avons laissé l’Avent derrière nous et avons atteint le temps de Noël.

Nous célébrons une année de plus, ne l’oublions pas, la naissance du Fils de Dieu qui est devenu homme pour nous donner le Salut. Mes chers lecteurs me pardonneront de ne pas parler de Noël qui englobe tout cela. Noël, nous avons tellement répété ce mot et nous avons si peu honoré les valeurs qu’il représente, qu’il semble que nous l’avons un peu vidé de contenu et nous devons répéter et souligner ce qui devrait être évident.

Malheureusement, que signifie Noël pour beaucoup au-delà des achats compulsifs et des cadeaux à donner ou à recevoir ? Des repas ou des dîners d’amis ou de famille, auxquels tant de gens vont obligés et à contrecœur. Une période où les conflits familiaux et même les divorces augmentent ! Comment sommes-nous arrivés à cette situation ? Comment les chrétiens en sont-ils arrivés à cette situation ? Sommes-nous conscients de célébrer que le Fils de Dieu est venu à nous, s’est donné à nous, et nous a offert le salut ?

Est-ce cette venue, ce cadeau ce que nous, chrétiens, célébrons ? Honnêtement, je le pense. Ne serait-ce que pour essayer de voir la bouteille « à moitié pleine ». Ne serait-ce que pour mon heureux et permanent optimisme pour lequel je remercie constamment le Bon Dieu qui me l’a offert.

La joie de la naissance du Fils de Dieu doit aguerrir nos âmes quand nous pensons, même en termes purement humains, qu’adviendra-t-il de Lui ? Qu’allons-nous faire avec Lui ! Avec celui qui il est venu nous parler du Pardon et de l’Amour, sachant qu’il ne venait que pour semer et souffrir.

Mais cette souffrance, cette immense douleur, va encore prendre du temps à venir, à nous apporter sa commémoration. Aujourd’hui, c’est le moment de célébrer la joie de ce « fiat » sans lequel rien n’aurait été possible. Pour célébrer que cette très jeune fille, de l’âge de ma petite-fille, propre, transparente dans sa jouissance, dans sa joie qu’elle va partager avec sa cousine qui a également été bénie, dise oui au Seigneur qui va faire « pour elle de grandes choses », comme Luc nous le rappelle dans le Magnificat (Lc 1, 46-55).

Rien n’aurait été possible sans elle. Quand ce Noël, nous nous assoirons autour de la table de la célébration familiale ou amicale, n’oublions pas que si tout a commencé avec un don du Miséricordieux pour notre salut, rien n’aurait été possible sans le « oui » de cette jeune fille dans le ventre de laquelle Il a voulu se réfugier et venir à nous. Il avait besoin de sa " permission " parce qu’Il respecte toujours notre liberté.

Quand elle chante, quand elle rend visite à sa cousine pour partager sa joie, quand elle entend dans le Temple la dure prédiction de l’ancien Siméon (Lc 2:21-35), elle est consciente que le chemin que le Bon Dieu lui a demandé de parcourir ne va pas être facile. Mais sûrement, sans être pleinement consciente de toute son importance, elle la pressent et vit avec le Fils jusqu’à la dernière goutte de douleur maternelle.

Lorsque nous nous réunirons pour célébrer Pâques, le passage du Seigneur, n’oublions pas qu’Il est venu grâce à la vénération et au respect de Marie pour la mission que lui a été confiée par le Créateur.

Comme il sera bon que, même entourés de cadeau, nous l’apprenions de cette façon à nos enfants et petits-enfants !

Qu’elle nous aide à laisser dans ceux qui nous succèdent, le souvenir d’un vrai Réveillon de Noël où nous puissions sentir Marie à côté de nos familles.

 

Marie, toujours Marie !

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conférences de Saint Vincent-de-Paul

Guadalajara (Espagne)

 

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