Por Alfonso Olmos

(director de la Oficina de Información)

 

 

Tienen nombre, pero en muchas ocasiones pasan totalmente inadvertidos. Los vemos habitualmente, pero sin embargo son anónimos. Pasan junto a nosotros y no somos capaces de descubrirlos. No se esconden a nuestros ojos, pero no los vemos. Tienen rostro concreto, pero no aparece en ninguna estampa.

En su Exhortación Gaudete et Exultate, el papa Francisco, habla de “los santos de la puerta de al lado”, que son hombres y mujeres normales: “los padres que crían con tanto amor a sus hijos, los hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, los enfermos, las religiosas ancianas que siguen sonriendo (…) son aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios”.

Cada año celebramos en la Iglesia la solemnidad de Todos los Santos, y me pregunto si aún es posible la santidad en este momento histórico. Si a alguien le interesa ser santo, dichoso, bienaventurado, feliz. Y eso me lleva a plantearme dónde buscamos los que habitamos en este momento la tierra esa felicidad. Tenemos planes y proyectos, pero muchas veces no los hacemos coincidir con los planes y proyectos que Dios tiene para nosotros. Avivamos el júbilo, pero no escudriñamos hasta descubrir la felicidad completa.

La santidad es un don de Dios. De nosotros depende acoger el don o no. De nosotros depende, en gran parte, ser felices o no, ser dichosos y bienaventurados, ser santos o no. No se aprende doctrinalmente a ser santo, ni lo somos por nuestras solas fuerzas, por un ejercicio de nuestra propia voluntad. Lo seremos si acogemos el don de Dios, si vivimos los mandamientos, si nos dejamos guiar por las bienaventuranzas, si nuestro estilo de vida es la misericordia infinita.

A todos los santos conocidos, con nombre y rostro en estampa, y a los desconocidos, los de la puerta de al lado, que acogieron y siguen acogiendo el don de Dios y velan por nosotros, y buscan la felicidad en la entrega, les pedimos fortaleza para vencer las dificultades; tesón para no decaer en el seguimiento, ánimo para dar testimonio alegre de nuestra fe y un amor sincero a Dios que nos ofrece como regalo una dicha sin igual, que nos garantiza la felicidad terrena y la bienaventuranza para la vida eterna.

Jean Tirado

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

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CUESTIÓN DE CULTURA

 

Aquella tarde, vino Vicente a casa pues lo había invitado con el deseo de que me contara otra de sus experiencias en Las Conferencias, siempre llenas de enseñanzas.

Mientras servía un té blanco, hice hincapié en la importancia de conocer otras culturas e intentar comprenderlas, para enriquecerse personalmente de lo mejor que tenía cada una.

Fue cuando enseguida Vicente, a modo de ilustrar mi pensamiento, me contó lo siguiente:

"Aquel año, nuestra Sociedad de San Vicente de Paúl, había financiado la construcción de casas para mineros en las minas de cobre de Mufurila en el norte de Zambia y el Presidente General viajaba para inaugurar la obra.

Después de dicha inauguración, la Mesa Directiva del Consejo de Zambia invitó al Presidente General y a los responsables del proyecto a un almuerzo que facilitaría el intercambio de ideas. Recuerdo muy bien que fuimos 15 consocios al restaurante. Después de sentarnos y que nos sirvieran el primer plato de un menú tradicional, el Presidente General se percató de que sólo 14 consocios estaban comiendo. Discretamente, me preguntó quién faltaba. Una rápida mirada panorámica me permitió observar al fondo de la sala, uno de los miembros del Consejo que comía solo. Pregunté a mi vecino si aquel consocio era vegetariano y comía un menú especial, pero la respuesta fue sorprendente: comía con los dedos y le daba vergüenza comer con nosotros. Inmediatamente enterado el Presidente General me pidió que me acercara a la mesa de dicho consocio y lo invitara a sentarse con nosotros, alegando que el Presidente deseaba hablar con él. Una vez sentados aquel consocio y yo enfrente del Presidente, éste se dirigió al consocio demostrando interés acerca de la obra social. El consocio se relajó, conversó con el Presidente General que le trató con toda cortesía y con naturalidad siguió comiendo con los dedos.

La moraleja de esta anécdota Vicente, - me comentó el Presidente - es que nadie debe avergonzarse de su cultura"

Estaba totalmente de acuerdo con Vicente y para ampliar nuestra reflexión sobre el tema, le pregunté si conocía una anécdota que ocurrió en un banquete que celebró la reina Victoria para 50 dignatarios procedentes de los cinco continentes, con la ocasión del Jubileo de oro de su reinado. Como Vicente no conocía la historia, me pidió que se la contara.

“Pues, dicho banquete comenzaba con diversos platos de mariscos, lo que obligaba cada comensal a utilizar los dedos para manipular los frutos de mar. Sin embargo, según la etiqueta, cada comensal tenía a la izquierda de su plato, un bonito tazón de cristal de Bohemia que contenía agua tibia y una rodaja de limón y que debía servir de “enjuagadedos”. No dio tiempo a ningún comensal a utilizarlo, ya que uno de los selectos invitados quien nunca había visto un aguamanil y a quien tampoco nadie le había explicado para lo que era, tomó el tazón con las dos manos y bebió el agua. No tardó ni un segundo la anfitriona, la reina Victoria, en imitar a su invitado y también bebió del aguamanil. La reina fue seguida por el resto de los comensales que hicieron lo mismo.

Así demostraron todos que, más allá de la etiqueta, lo importante era que aquel invitado no se sintiera avergonzado sino todo lo contrario: muy cómodo.

La moraleja en este caso es que tampoco hay que humillar a alguien por desconocer una cultura".

Vicente y yo coincidimos en que enriquecernos de lo mejor que tienen otras culturas hace más grandes nuestras almas y nuestros corazones. Debemos observar un gran respeto para con las otras culturas siempre y cuando éstas, no arruinan la dignidad del ser humano, quedando estancadas terca y tozudamente en costumbres arcaicas y, a veces, bárbaras. 

Antes de que se levantara Vicente y nos despidiéramos, le confesé que cada día me alegraba de haber nacido en Marruecos, precisamente en Casablanca, pues en esta ciudad cosmopolita, musulmanes, judíos y cristianos vivían en buena armonía e incluso compartían sus celebraciones familiares: comuniones, bodas, circuncisiones, entre tantas otras. Son estas enseñanzas de tolerancia las que siempre me han acompañado a lo largo de mi vida tal y como además recomienda nuestra Regla. (1)

A Cristo por y con María.

 

(1) Se recomienda leer el art. 3.3 de la Regla de la Sociedad de San Vicente de Paúl y su comentario.

 

Jean Tirado

de las Conferencias de San Vicente de Paúl

Guadalajara (España)

 

 

A QUESTION OF CULTURE

 

That evening, Vicente came home because I had invited him so that he told me another of his experiences in the Conferences, always full of teachings.

While serving a white tea, I emphasized the importance of knowing other cultures and trying to understand them, in order to be enriched with the best each one had.

To illustrate my thoughts, Vicente immediately told me the following:

"That year, our Society of St. Vincent de Paul had financed the construction of houses for miners in the Mufurila copper mines in northern Zambia and the President General was travelling to inaugurate the works.

After the inauguration, the Board of Zambia’s Council invited the President General and the project officials to a meal in order to exchange ideas. I remember very well that we were 15 fellow members that went to the restaurant. After we sat down and we were served the course of a traditional menu, the President General realized that only 14 fellow members were eating. Discreetly, he asked me who was missing. A quick panoramic glance allowed me to perceive at the back of the room, one of the members of the Council who was eating alone. I asked the person sitting next to me if that fellow member was a vegetarian and was having a special menu; but the answer was astonishing: he ate with his fingers and was ashamed to eat with us. As soon as the President General heard this answer, he asked me to go the table of this fellow member and invite him to sit down with us, claiming that the President wished to speak to him. Once that member and I were seated in front of the President, this addressed him showing his interest for the social work. The fellow member relaxed, talked to the President General who treated him with all courtesy and, as the most natural thing, continued eating with his fingers.

The moral of this anecdote, the President told me - is that no one should be ashamed of his culture"

I fully agreed with Vicente and to broaden our reflection on the subject, I asked him if he knew an anecdote that occurred at a banquet held by Queen Victoria for 50 dignitaries from the five continents, on the occasion of the Golden Jubilee of her reign. Vicente did not know the story, so he asked me to tell it to him.

"Well, this banquet began with various seafood dishes, which obliged each guest to use their fingers to manipulate the seafood. However, according to the etiquette, each diner had to the left of their plate, a nice bowl of Bohemian glass containing warm water and a slice of lemon meant to serve as "finger bowl". None of the diners had time to use it, since one of the exclusive guests who had never seen a finger bowl and who had never been explained its use, took the bowl with both hands and drank the water. The hostess, Queen Victoria, did not wait a second and, imitating her guest, she also drank from the finger bowl. The queen was followed by the rest of the diners who did the same.

Thus, they all showed that, beyond the etiquette, the important thing was that this guest did not feel embarrassed but quite the opposite: very much at ease.

The moral in this case is that you do not have to humiliate anyone for not knowing a culture either."

Vicente and I agree that enriching ourselves from the best of other cultures makes our souls and hearts greater. We must observe great respect for other cultures as long as they do not destroy the dignity of the human being, remaining stubbornly and obstinately stuck in archaic and sometimes barbaric customs.

Before Vicente got up and we said goodbye, I confessed to him that I was glad every day to have been born in Morocco, precisely in Casablanca, because in this cosmopolitan city, Muslims, Jews and Christians lived in good harmony and even shared their family celebrations: communions, weddings, circumcisions, among many others. It is these teachings of tolerance that have always accompanied me throughout my life, and they are also recommended by our Rule. (1)

To Christ through and with Mary.

 

(1) I recommend to read Art. 3.3 of the Rule of Saint Vincent de Paul, as well as its commentary

 

Jean Tirado

Conferences of Saint Vincent de Paul

Guadalajara (Spain)

 

 

QUESTION DE CULTURE

 

Cette après-midi là, Vincent se présenta à la maison car je l’avais invité, à vrai dire, afin qu’il me raconte de nouvelles anecdotes vëcues au sein des Conférences, expériences toujours pleines d’enseignements.

Pendant que je servais un thé blanc, j’évoquais l’importance de connaître et de comprendre d’autres cultures, pour s’enrichir personnellement des meilleurs aspects de chacune.

Comme pour illustrer ma pensée, Vincent instantanément me raconta ce qui suit:

“Cette année là notre Société de Saint Vincent de Paul venait de financer la construction d’un ensemble de maisonettes pour les travailleurs de Mufurila, mine de cuivre au nord de la Zambie, et le Prèsident s’y rendait pour l’inauguration.

L’inauguration terminée, le Bureau du Conseil de Zambie invita le Président Général et tous les responsables du projet à un déjeuner qui faciliterait l’échange d’opinions. Je me souviens très bien que nous étions 15 confrères à nous diriger vers le restaurant, mais après avoir pris place et une fois servi le premier plat d’un menu traditionnel, le Président Général réalisa que seuls 14 confrères ètaient attablés. Il me demanda alors discrètement, qui manquait. Un rapide coup d’oeil panoramique me permit d’entrevoir au fond de la salle un des membres du Conseil qui mangeait tout seul. Je m’inquiétais alors auprès de mon voisin si ce confrère était végétarien  et si un menu spécial lui ètait servi à part, mais la réponse fut pour le moins surprenante : il mangeait avec les doigts et avait honte d’être à notre table. Mis au courant immédiatement, le Président Général me pria d’aller voir ce confrère pour l’inviter à se joindre à nous, avec l’excuse que le Président désirait lui parler. Ainsi le confrère et moi même nous nous trouvâmes rapidement assis face au Président qui démontra un grand intérêt au sujet de l’oeuvre sociale. Le confrère qui se sentit en confiance, se tranquilisa et conversa avec le Président  Général qui le traitait avec une courtoisie toute naturelle, et continua à manger avec les doigts.

La morale de cette anecdote, Vincent - me commenta le Président Général - c’est que personne ne doit avoir honte de sa culture.”

J’étais totalement d’accord avec Vincent et pour étoffer un peu plus notre réflexion sur ce thème, je lui demandai s’il connaissait une fameuse anecdote survenue au cours d’un dîner offert par la reine Victoria à l’occasion du Jubilée d’or de son règne, auquel participaient 50 personnalités venues de tous les continents. Comme il n’en avait jamais entendu parler, il me demanda de la lui raconter.

“Pour commencer ce fameux dîner, le menu se composait de divers plats de fruits de mer, ce qui impérativement conduisait les invités à utiliser leurs doigts pour manipuler crustacés et coquillages. Cependant, selon l’ètiquette, chaque hôte avait à gauche de son assiette une jolie coupe en cristal de Bohème, qui contenait de l’eau tiède et une tranche de citron, afin de servir de rince-doigts. Aucun invité n’eut le temps de l’utiliser car un des convives qui n’avait sans doute jamais vu un rince-doigts, ou à qui personne n’avait expliqué à quoi cela servait, prit la coupe à deux mains et but d’un coup l’insipide liquide. En moins d’une seconde, l’amphytryon, la reine Victoria, imita l’inexpérimenté convive et but également le contenu du rince-doigts. Tous les invités en firent alors de même imitant la reine.

Tous démontrèrent ainsi que bien au-delà du respect de l’étiquette, le plus important était que cet hôte non seulement n’ait pas honte devant tout le monde, mais au contraire se sente très à l’aise.

La moral dans ce cas, est qu’il ne faut jamais humilier quelqu’un sous prétexte qu’il ignore certains usages d’une autre culture.”

Finalement, nous arrivions à la conclusion Vincent et moi, que partager les meilleurs aspects d’une autre culture sert toujours à façonner un peu plus nos coeurs et nos âmes. C’est pourquoi nous nous devons de respecter les autres cultures, sous réserve bien sûr que leurs coutumes ne compromettent en aucun cas la dignité de l’être humain, par des pratiques obstinément et fortement enracinées parfois dans des traditions archaïques, voire barbares.

Avant que Vincent ne se lève et que nous nous séparions, je reconnaissais qu’être né au Maroc - dans ce Casablanca cosmopolite de l’époque - me permit pendant toute mon enfance et mon adolescence, de faire l’apprentissage d’un échange permanent de cultures, car il était habituel que musulmans, juifs et chrétiens, partagent leurs célébrations familiales : circoncisions, mariages, baptèmes, entre autres. Ce sont ces leçons de tolérance qui, comme le recommande notre Règle (1), m’ont toujours accompagné tout au long de ma vie.

En Christ et par l’intercession de Marie.

 

(1) Lire l’article 3.3 de la Règle de Saint Vincent de Paul, ainsi que ses commentaires.

 

Jean Tirado

des Conférences de Saint Vincent de Paul

Guadalajara (Espagne)

 

Este año, por la pandemia y junto a recomendaciones de prudencia y alerta acerca los cementerios, la Santa Sede concede indulgencia plenaria durante todo noviembre

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Pasado mañana, domingo 1 de noviembre, es la solemnidad litúrgica de Todos los Santos. Se trata de una fiesta que, al evocar a quienes nos han precedido en el camino de la fe y de la vida, gozan ya de la eterna bienaventuranza, son ya -por así decirlo- ciudadanos de pleno derecho del cielo, la patria común de toda la humanidad de todos los tiempos.

En el día de Todos los Santos, celebramos a todos aquellos cristianos que ya gozan de la visión de Dios, que ya están en el cielo, hayan sido o no declarados santos o beatos por la Iglesia. De ahí, su nombre: el día de Todos los Santos. Y a buen seguro, que entre legión de legiones de santos se hallan fallecidos durante estos diez meses de pandemia del coronavirus.

¿Y qué es ser santo, quién un santo, cómo se puede ser santo?  Santo es aquel cristiano que, concluida su existencia terrena, está ya en la presencia de Dios, ha recibido –con palabras de San Pablo- “la corona de la gloria que no se marchita”.  El santo, los santos son siempre reflejos de la gloria y de la santidad de Dios. Son modelos para la vida de los cristianos e intercesores de modo que a los santos se pide su ayuda y su intercesión. Son así dignos y merecedores de culto de veneración.

El día de Todos los Santos incluye en su celebración y contenido a los santos populares y conocidos, extraordinarios cristianos a quienes la Iglesia dedica en especial un día al año. Pero el día de Todos los Santos es, sobre todo, el día de los santos anónimos, tantos de ellos miembros de nuestras familias, lugares y comunidades.

 

Todos podemos y debemos ser santos

 

El día de Todos los Santos es igualmente una oportunidad para recordar la llamada universal a la santidad presente en todos los cristianos desde el bautismo. Es ocasión para hacer realidad en nosotros la llamada del Señor a que seamos perfectos- santos- como Dios, nuestro Padre celestial, es perfecto, es santo.

Se trata de una llamada apremiante a que todos vivamos nuestra vocación a la santidad según nuestros propios estados de vida, de consagración y de servicio, como luego veremos. Y es que la santidad no es patrimonio de algunos pocos privilegiados. Es el destino de todos, como fue, como lo ha sido para esa multitud de santos anónimos a quienes celebramos el 1 de noviembre.

La santidad cristiana consiste en vivir y cumplir los mandamientos.  “El santo no es un ángel, es hombre en carne y hueso que sabe levantarse y volver a caminar. El santo no se olvida del llanto de su hermano, ni piensa que es más bueno subiéndose a un altar. Santo es el que vive su fe con alegría y lucha cada día pues vive para amar”. (Canción de Cesáreo Gabaraín).

El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del prójimo”. (Benedicto XVI)

 

Sentido de la vida y de la muerte

 

Por fin, el día de Todos los Santos nos habla de que la vida humana no termina con la muerte, sino que abre a la luminosa vida de eternidad con Dios. El día de Todos los Santos es la catequesis y celebración de los misterios de nuestra fe relativos al final de la vida, los llamados “novísimos”: muerte, juicio, eternidad.

Y por ello, al día siguiente a la fiesta de Todos los Santos,  el 2 de noviembre, celebramos, conmemoramos a los difuntos. Es día de oración y de recuerdo hacia ellos. Es día para saber vivir la vida según el plan de Dios. Es día, como el día de hoy, en el que la piedad de nuestro pueblo fiel visita los cementerios.

 

Indulgencia plenaria todos los días de noviembre

 

Y este año, a causa de pandemia, las visitas a los cementerios han de hacerse de modo escalonado, sin celebraciones religiosas públicas en los cementerios y evitando cualquier concentración de personas u otro hipotético riesgo

Todo el mes de noviembre está dedicado especialmente a los difuntos y a las ánimas del Purgatorio. Y, al efecto, en medio de la actual emergencia sanitaria grave, la Santa Sede amplia a todo el mes de noviembre la tradicional indulgencia plenaria que se concedía el día 2 para aquellas personas que con las debidas condiciones –confesión y comunión sacramentales, oración por las intenciones del Papa y del Credo- rezan por los difuntos.

 

Exterior de la capilla del cementerio interparroquial de Sigüenza

 

Concilio Vaticano II

 

La constitución  pastoral “Gaudium et spes” (frase latina que significa gozo y esperanza y que se conoce con las siglas GS) del Concilio Vaticano II (1965), sobre la Iglesia en el mundo actual, y que es el documento más emblemático del Vaticano II, nos dice:

“Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?

Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse. Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro. Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre” (GS, n. 10).

 

Papa Francisco

 

Ya antes y, sobre todo, tras la publicación de la exhortación apostólica, “Gaudete et exsultate” -Alegraos y regocijaos (Mt 5, 12)-, en la primavera del año 2018, plasmó con ejemplos concretos cómo vivir la vocación cristiana universal a la santidad.

1.- Los santos son personas que pertenecen totalmente a Dios. No tienen miedo a ser despreciados, incomprendidos o marginados. (7-11-2013)

2.- No nos contentemos con una vida cristiana mediocre. Caminen con decisión hacia la santidad. (7-5-2013)

3.- En la vida cristiana son esenciales: la oración, la humildad, el amor a todos. Éste es el camino hacia la santidad. (16-7-2013)

4.- Los santos no son superhombres. Son personas que tienen el Amor de Dios en su corazón y comunican esta alegría a los demás. (19-11-2013)

5.- Santidad no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en hacer las ordinarias con amor y con fe. (5-12-2013)

6.- Ser santos no es privilegio de unos pocos, sino una vocación para todos. (21-11-2013)

7.- La santidad exige cada día la entrega con sacrificio; por eso el matrimonio es un camino para ser santos. (9-5-2014)

8.- San José Vaz, enséñanos a crecer en santidad y a vivir el mensaje de misericordia del Evangelio. (14-1-2015)

9.- Este es el tiempo para nuevos mensajeros, más generosos, más alegres, más santos. (30-11-2015)

10.- Los santos no son superhombres, ni nacieron perfectos. Cuando conocieron el amor de Dios, le siguieron, al servicio de los demás. (5-6-2016)

11.- Un impetuoso viento de santidad recorra el Jubileo extraordinario de la Misericordia en todas las Américas. (27-8-2016)

12.-Imitemos a la Madre Teresa que ha hecho de las obras de misericordia la guía de su vida y el camino a la santidad. (3-9-2016)

13.- El Rosario es la oración que acompaña siempre mi vida; también es la oración de los sencillos y de los santos… es la oración de mi corazón. (7-10-2016)

14.- ¡Avancemos con valentía por el camino hacia la santidad!​ (16-10-2016)

15.- Santidad es vivir con amor y ofrecer un testimonio cristiano en las situaciones cotidianas. (19-10-2016)

16.- Los santos han descubierto el secreto de la verdadera felicidad, que reside en el fondo del alma y tiene su fuente en el amor de Dios. (1-11-2016)

17.- La Iglesia necesita santos de todos los días: los de la vida ordinaria llevada adelante con coherencia. (7-6-2017)

18.- Como los santos, mostremos la alegría y la belleza del Evangelio con el testimonio de nuestra vida. (15-10-2017)

19.- Queridos amigos, el mundo necesita santos, y todos nosotros, sin excepción, estamos llamados a la santidad. ¡No tengan miedo! (1-11-2017)

20.- Quiero hacer resonar una vez más el llamado a la santidad: «Alegraos y regocijaos» (9-4-2018)

21.- El Señor nos llama a todos a la santidad, también a ti. #Santidad (9-4-2018)

22.- ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. #SantosHoy (9-4-2018)

23.- ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. #GaudeteetExsultate (9-4-2018)

24.- ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. #Santidad (9-4-2018)

25.- ¿Eres padre, madre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. #SantosHoy (9-4-2018)

26.- ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales. #GaudeteetExsultate (9-4-2018)

27.- Ser pobre en el corazón, reaccionar con humilde mansedumbre, saber llorar con los demás, buscar la justicia con hambre y sed, mirar y actuar con misericordia: esto es santidad. #SantosHoy (9-4-2018)

28.- Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, sembrar paz a nuestro alrededor, aceptar cada día el camino del Evangelio aunque nos traiga problemas, esto es santidad. #SantosHoy (10-4-2018)

29.-  La palabra «feliz» o «bienaventurado» es sinónimo de «santo», porque la persona fiel a Dios alcanza, en la entrega de sí, la verdadera felicidad. #GaudeteetExsultate (11-4-2018)

30.- La santidad es el rostro más bello de la Iglesia. #SantosHoy (11-4-2018)

31.- El santo es una persona con espíritu orante, que necesita comunicarse con Dios. No hay santidad sin oración. #Santidad (12-4-2018)

32.- La santidad a la que el Señor te llama crece mediante pequeños gestos buenos en la vida cotidiana. #GaudeteetExsultate (13-4-2018)

33.- Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y  ofreciendo nuestro testimonio en las ocupaciones de cada día. #GaudeteetExsultate (14-4-2018)

34.- La santidad no concierne solo al espíritu, sino también a los pies que nos llevan a los hermanos y a las manos con las que les ayudamos. (29-7-2018)

35.- Hacer siempre el bien requiere esfuerzo… ¡El camino de la santidad no es para los perezosos! (17-9-2018)

36.- Jesús nos ha dado un programa simple para caminar hacia la santidad: el mandamiento del amor a Dios y al prójimo. (27-9-2018)

37.- El mundo necesita santos, y todos nosotros, sin excepción, estamos llamados a la santidad. ¡No tengamos miedo! (14-10-2018)

38.- ¡Que la compañía de los santos nos ayude a reconocer que Dios nunca nos abandona, para que podamos vivir y testimoniar la esperanza en esta tierra! (22-10-2018)

39.- Hoy celebramos la fiesta de la santidad. Reforcemos los lazos de amor y de comunión con todos los santos que ya han llegado a la presencia de Dios. (1-11-2018)

40.- Veamos a los "santos de al lado" que, con sencillez, responden al mal con el bien, tienen el valor de amar a los enemigos y orar por ellos. (3-8-2020)

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 30 de octubre de 2020

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

Querido “Amigo de Buenafuente”:

Retorna el nubarrón, amenaza de nuevo el pedrisco del confinamiento, y duele el recelo de perder el esfuerzo mantenido durante tantos meses.

La pandemia se alarga, la alarma se establece, el virus avanza, se instaura el toque de queda, aumenta el miedo por riesgo de contagio. Se trazan fronteras, se vigilan los senderos clandestinos y las actividades nocturnas.

Resurge el pensamiento: ¿Qué hacer ante el acoso de la quiebra íntima y social en tanto aislamiento? Amenaza el paro, el hambre vergonzante, salta el pensamiento negativo.

¿Dónde queda la fiesta, la cita del reencuentro? Se avanza desventura, se presiente de nuevo la medida del encerramiento. Salta la violencia, se debilita la resistencia ante el desconcierto ciudadano.

"/Y, al mismo tiempo, en medio del silencio, en el desierto humano se vive cada día el amor y la ofrenda. Luce la candela, se alzan el canto y la plegaria, se cruzan las horas de ocio y de trabajo sin tanto sobresalto.

El claustro se descubre un recinto sabio, el modo de vivir el hoy con luz de profecía, a ritmo de melismas gregorianos. Al alba la alabanza; de tarde, la acción de gracias. El trabajo de mañana, y ya sin luz se canta la Salve, coronada por el toque de campana, que llama a la última oración, abandonados en las manos providentes y entrañables de Dios y de la Virgen María.

Cada día es nuevo, se reinicia en el trato interior. Las jornadas traen su peso y también sus esperanzas. En el altar del corazón se elevan las ofrendas invisibles, para que no quiebre el sujeto del hombre que combate en la refriega contra el virus, y por tantos que ya nos preceden, oración más sentida en este tiempo en el que hacemos memoria de los nuestros.

Y resurge la ilusión, anclada en la esperanza de que pase la tormenta, escampe el agua torrencial, huyan los nubarrones y amanezca para todos un tiempo nuevo, por haber sentido el límite tan cerca.

En Buenafuente seguimos las consignas sociales, que afectan al programa previsto, aunque en principio sigue abierta la casa de acogida para un número limitado de huéspedes. Nos encomendamos.

Por Rafael García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

 

 

 

 

Yo soy feliz porque estás tú.

Si tu felicidad es darnos

de lo mucho que tú tienes,

yo te entrego todo lo que tengo

y me parece bien lo que dispongas.

No quiero en mí rincones, cuevas, pozos

o secretas lagunas desecadas

donde pueda estancarse tu agua limpia:

donde está tu vida está la mía,

bastante es que me quieras todavía.

En mis ojos quisiera que estuviesen

los tuyos de paz en cuanto miro,

tuyas son mis verdades más secretas,

tuya es la luz que me ilumina.

 

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