Este domingo 6 de junio, es el Corpus Christi, día de la eucaristía y de la caridad ya que eucaristía y caridad son las dos caras de la misma moneda del amor de Dios

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El Corpus Christi (“Cuerpo de Cristo”) o solemnidad del Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo, antes llamada “Corpus Domini” (“Cuerpo del Señor”), es una fiesta de la Iglesia católica destinada a celebrar la eucaristía y desde ella y por ella la caridad. Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de los creyentes en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento, dándole públicamente el culto de adoración (latría) el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad, que a su vez tiene lugar el domingo siguiente a Pentecostés (es decir, el Corpus Christi se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección). Específicamente, el Corpus Christi es el jueves que sigue al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. En la mayoría de los países (en España, desde 1990) esta fiesta ha sido trasladada al domingo siguiente para adaptarse al calendario laboral. En algunos lugares, por arraigada tradición secular y popular, se celebra también el jueves previo.

Se trata de recordar la institución de la eucaristía, que tuvo lugar en el Jueves Santo, durante la última cena. En la mayoría de las diócesis y parroquias, las celebraciones del Corpus Christi incluyen procesiones en las calles y lugares públicos en las cuales, el cuerpo de Cristo, es exhibido y acompañado por multitudes de fieles. Este año, en razón de la pandemia, como ya aconteciera en 2020, las procesiones serán no en las calles, sino en el interior de los mismos templos, donde tiene lugar previamente la eucaristía.

En España, el Día del Corpus es el también el Día Nacional de Caridad, con colecta imperada para Cáritas.

 

Representación de la Última Cena, retablo mayor de la catedral de Sigüenza

 

El origen del Corpus Christi

 

El origen concreto de la festividad se remonta hasta el siglo XIII, en Bélgica, para ser precisos en la ciudad de Lieja, donde el obispo aceptó la solicitud de una religiosa, Juliana de Cornillon, que quería celebrar el Sacramento del cuerpo y la sangre de Cristo en una fecha ajena a la Semana Santa. Esta última, priora en el monasterio de Mont Cornillon, afirmaba que, desde su juventud, Dios le había instruido para que un día ella pudiera establecer la festividad del Cuerpo de Dios.

Así fue como el director espiritual de la santa, el canónigo John de Lausana, apoyado por numerosos teólogos, hicieron la petición al obispo, Roberto de Thorete, para celebrar la fiesta en honor al Corpus Christi. El visto bueno llegó en 1246, estableciéndose como fecha el primer jueves de la Octava de Pentecostés.

Posteriormente,  la extensión de la solemnidad a toda la Iglesia se remonta a los tiempos del Papa Urbano IV, con la bula “Transiturus Corpus Christi”, el 11 de agosto de 1264. El milagro eucarístico de Bolsena, una ciudad cercana a Roma, fue del año anterior. Aquí, un sacerdote, durante una peregrinación hacia Roma, tenía dudas sobre la veracidad de la Consagración mientras celebraba la Santa Misa. Tras partir la Sagrada Forma, salieron unas gotas de sangre que mancharon el corporal y algunas piedras del altar que aún se conservan hoy en la basílica de Santa Cristina.

Luego, según algunos historiadores, el Papa Urbano IV encargó un oficio -la liturgia de las horas- a san Buenaventura y a santo Tomás de Aquino. Cuando el Pontífice comenzó a leer en voz alta el oficio elaborado por santo Tomás, el “Adoro te devote”, san Buenaventura fue rompiendo el suyo en pedazos.

 

La eucaristía en el Catecismo de la Iglesia Católica

 

1.- Palabra Dios: Jesús dijo: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre [...] El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna [...] permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 51.54.56).

2.-Liturgia: La eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una vez por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia.

3.-Partes de la misa: La celebración eucarística comprende siempre: la proclamación de la Palabra de Dios, la acción de gracias a Dios Padre por todos sus beneficios, sobre todo por el don de su Hijo, la consagración del pan y del vino y la participación en el banquete litúrgico por la recepción del Cuerpo y de la Sangre del Señor: estos elementos constituyen un solo y mismo acto de culto.

4.-Memorial de la Pascua de Jesucristo: La eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, es decir, de la obra de la salvación realizada por la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, obra que se hace presente por la acción litúrgica.

5.-Presencia real de Jesucristo: Es Cristo mismo, sumo sacerdote y eterno de la nueva Alianza, quien, por el ministerio de los sacerdotes, ofrece el sacrificio eucarístico. Y es también el mismo Cristo, realmente presente bajo las especies del pan y del vino, la ofrenda del sacrificio eucarístico.

6.-Ministerio exclusivamente sacerdotal: Solo los presbíteros válidamente ordenados pueden presidir la eucaristía y consagrar el pan y el vino para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre del Señor.

7.-Signos de la eucaristía: Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero pronuncia las palabras de la consagración dichas por Jesús en la última cena: "Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros [...] Este es el cáliz de mi Sangre...".

8.-Transubstanciación: Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (Concilio de Trento: DS 1640; 1651).

9.-Ofrenda y beneficios de la eucaristía: En cuanto sacrificio, la eucaristía es ofrecida también en reparación de los pecados de los vivos y los difuntos, y para obtener de Dios beneficios espirituales o temporales.

10.-Comunión eucarística: El que quiere recibir a Cristo en la comunión eucarística debe hallarse en estado de gracia. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la eucaristía sin haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia.

11.-Beneficios de la comunión eucarística: La Sagrada Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves. Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo son reforzados, la recepción de este sacramento fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.

12.-Recepción de la eucaristía: La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la sagrada comunión cuando participan en la celebración de la eucaristía; y les impone la obligación de hacerlo al menos una vez al año.

13.-Adoración eucarística: Puesto que Cristo mismo está presente en el Sacramento del Altar es preciso honrarlo con culto de adoración. "La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor".

14.-Prenda de salvación: Cristo, que pasó de este mundo al Padre, nos da en la eucaristía la prenda de la gloria que tendremos junto a Él: la participación en el Santo Sacrificio nos identifica con su Corazón, sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la Vida eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santa Virgen María y a todos los santos.

 

La caridad en el Catecismo de la Iglesia Católica

 

(1) Noción: La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.

(2) Mandamiento nuevo: Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (Juan 13, 34). Amando a los suyos “hasta el fin” (Juan 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: “Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor” (Juan 15, 9). Y también: “Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Juan 15, 12).

(3) Plenitud de la ley cristiana: Fruto del Espíritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: “Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor” (Juan 15, 9-10; Mateo 22, 40; Romanos 13, 8-10).

(4) Vinculo de perdón: Cristo murió por amor a nosotros cuando éramos todavía “enemigos” (Romanos 5, 10). El Señor nos pide que amemos como Él hasta a nuestros enemigos (Mateo 5, 44), que nos hagamos prójimos del más lejano  (Lucas 10, 27-37), que amemos a los niños (Marcos 9, 37) y a los pobres como a Él mismo  Mateo 25, 40.45).

(5) Himno a la caridad de san Pablo: El apóstol san Pablo ofrece una descripción incomparable de la caridad: ”La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta” (1 Corintios 13, 4-7).

(6) La caridad, la principal de las virtudes: Y añade san Pablo que “si no tengo caridad, nada soy...”. Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma... si no tengo caridad, “nada me aprovecha” (1 Corintios 13, 1-4). La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad” (1 Co 13,13).

(7) La caridad, alma de las virtudes: El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. Esta es “el vínculo de la perfección” (Colosenses 3, 14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino.

(8) Caridad y libertad: La práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, en el temor servil, ni como el mercenario en busca de un jornal, sino como un hijo que responde al amor del “que nos amó primero” (1 Juan 4,19):

(9) Frutos de la caridad: La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión: “La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos” (San Agustín).

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 4 de junio de 2021

Este domingo 30 de mayo es la solemnidad de la Santísima Trinidad, el misterio central de la fe cristiana, del cual deriva el resto de los contenidos de la fe

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Pasado mañana, es domingo 30 de mayo, solemnidad de la Santísima Trinidad. Concluidos la cincuentena pascual, precedida a su vez de los 40 días de la Cuaresma y del Triduo Pascual, esto es, los misterios centrales de la fe cristiana, la liturgia de la Iglesia nos ofrece en este domingo, ya de tiempo ordinario, una solemnidad recapitulativa sobre la verdad y la belleza de Dios, del Dios de los cristianos.

La Santísima Trinidad significa que nuestro Dios es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, como reza el catecismo, tres personas, tres realidades personales, unidas en una única realidad divina: Dios que es amor.

Este Dios de los cristianos, el Dios del amor, es Padre creador, todopoderoso, providente y misericordioso. Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Dios es Hijo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, luz de luz, engendrado, no creado, de la misma naturaleza, que por nosotros y por nuestra salvación se hizo hombre, hermano, amigo, compañero, camino, verdad, vida, resurrección, consuelo y esperanza.

Dios es también Espíritu Santo, cuya fiesta grande celebrábamos la pasada semana, el domingo de Pentecostés. Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Espíritu Santo Dios que es el motor de la Iglesia, el oxígeno vital e imprescindible de los cristianos y quien hace todo sea bueno y grande en nosotros.

Y Dios, el Dios de los cristianos, es uno y trino: tres personas y un solo, en unidad y trinidad indivisibles. Un misterio de amor inagotable, un misterio que escapa a la inteligencia humana y para cuya comprensión, siquiera en atisbo, hemos de acudir a la fe y a la oración.

 

Pilar de la fe cristiana y católica

 

1.-La fe cristiana necesita y es inseparable del encuentro personal con Jesucristo. Es una fe esencialmente cristológica. Y Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Juan 4, 14).

2.-La fe cristiana en creer en Jesucristo, con Jesucristo y como Jesucristo, Dios y hombre verdaderos, en Dios Padre y en Dios Espíritu. La fe es, de este modo, una fe trinitaria. «Profesar la fe en la Trinidad  Santa –Padre, Hijo y Espíritu Santo –equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Juan 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; y el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor» (Benedicto XVI, Porta fidei).

Es creer en Dios uno y trino: en Dios Padre creador, providente y misericordioso; en Dios Hijo, hermano, hombre, salvador, redentor, buen pastor, amigo, camino, verdad y vida. Y en Dios Espíritu Santo, Señor y Dador de vida que con el Padre y el Hijo, de quienes procede, recibe una misma adoración y gloria. Para mayor abundamiento y glosa, Dios Padre es la Sabiduría, Dios Hijo es la Palabra y Dios Espíritu Santo es la acción, el motor incombustible. Y Dios Padre, Hijo y Espíritu en su unidad y trinidad (tres personas distintas y uno solo Dios verdadero) es el Amor.

3.-La fe cristiana completa su profesión y simbólico de cada una de las tres personas de la Santísima Trinidad con otro conjunto de verdades de fe, esenciales e inherentes también a la misma.

Estas verdades de fe la expresa del siguiente modo el Credo Apostólico (o Símbolo de los Apóstoles, el más antiguo símbolo bautismal): “Creo en la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna”. Y en el Credo Nicenoconstantinopolitano (siglo IV, tras los Concilios de Nicea, año 325, y de Constantinopla, el primero de ellos, del año 381) con la siguiente formulación: “Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos, y la vida del mundo futuro”.

 

Santísima Trinidad, parroquia de San Pedro - Catedral

 

 

Resumen de la Trinidad en el Catecismo de la Iglesia Católica (1992)

 

1.-El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Solo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

2.-La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es "de la misma naturaleza que el Padre", es decir, que es en Él y con Él el mismo y único Dios.

3.-La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Juan 14,26) y por el Hijo "de junto al Padre" (Juan 15,26), revela que él es con ellos el mismo Dios único. "Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria".

4.-"El Espíritu Santo procede principalmente del Padre, y por concesión del Padre, sin intervalo de tiempo procede de los dos como de un principio común" (San Agustín, De Trinitate, 15, 26,47).

5.-Por la gracia del bautismo "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28, 19) somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. San Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios 9).

6.-"La fe católica es ésta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las Personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad" (Símbolo "Quicumque": DS, 75).

7.-Las tres Personas divinas, inseparables en su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.

 

Cinco frases en Twitter del Papa Francisco sobre la Trinidad

 

(1) La fiesta de la Santísima Trinidad nos renueva la misión de vivir la comunión con Dios y entre nosotros según el modelo de la comunión divina. (22-5-2016)

(2) La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a ser fermento de comunión, de consolación y de misericordia. (11-6-2017

(3) El misterio de la Trinidad nos invita a  vivir en la comunión, en el amor y en la fraternidad, seguros de que donde hay caridad, ahí está Dios. (27-5-2018)

(4) El misterio de la Santísima Trinidad nos dice que no tenemos un Dios solitario allá en el Cielo, distante; no, es el Padre que nos ha dado a su Hijo, hecho hombre como nosotros, y que para hacerse aún más cercano nos envía su Espíritu. (16-6-2019)

(5) La fiesta de la #SantísimaTrinidad nos invita a dejarnos fascinar por la belleza de Dios; belleza, bondad y verdad inagotable. Y también humilde, cercana, que se hizo carne para entrar en nuestra historia, para que cada hombre y mujer pudiera encontrarla y obtener la vida eterna. (7-6-2020)

 

Decálogo final

 

(1) Su fiesta es el domingo siguiente de Pentecostés, final del tiempo pascual, como culminación y recapitulación de la grandeza y belleza de nuestra fe.

(2) La Santísima Trinidad es la fiesta de Dios uno y trino, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

(3) La Santísima Trinidad es profesar nuestra fe en un solo Dios en tres personas distintas.

(4) La Santísima Trinidad es la fiesta de la renovación de nuestra fe, como expresa su síntesis, compendio y canon: el Credo.

(5) El Creo en Dios Padre, creador, misericordioso y providente.

(6) El Creo en Dios Hijo, hermano, amigo, redentor, salvador, camino, verdad y vida.

(7) El Creo en Dios Espíritu Santo, alma, fuerza, motor,  Señor y dador de vida.

(8) La Santísima Trinidad es la fiesta del Amor, de la Familia y de la Comunión en que Dios vive, se manifiesta y actúa.

(9) La Santísima Trinidad nos llama a nosotros a vivir, manifestarnos y actuar en ese amor, familia y comunión.

(10) La Santísima Trinidad supone también creer en la Iglesia, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.

 

 

Oración a la Santísima Trinidad, de santa Isabel de la Trinidad

 

«Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora».

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 28 de mayo de 2021

Por Ángel Moreno

(de Buenfuente)

 

 

Hoy se habla mucho de espiritualidad, que no es lo mismo que hacerlo del Espíritu Santo. El término “espiritualidad” tiene un significado amplio, un tanto líquido, como se dice ahora, porque incluye métodos de relajación, de meditación, ejercicios de silencio, días de desierto, prácticas de consciencia o llamadas a la atención; sin embargo, en general son expresiones un tanto egocéntricas, autorreferenciales, con deseos de autoconocimiento, de autoaceptación y con cierto narcisismo.

 

El Espíritu Santo es persona, ofrece y reclama una relación, un trato íntimo. Es la revelación suprema del amor de Dios y tiene como misión aconsejar, defender, consolar, fortalecer, inspirar, instruir, acompañar, acciones que implican un tú de referencia, que  no es solo un movimiento introspectivo, sino una relación interpersonal.

 

Es muy diferente hacer un ejercicio espiritual, que tener relación con el Espíritu Santo. A Él se le puede invocar y Él escucha, atiende y responde cuando lo llamamos de forma adecuada. Él viene en ayuda de nuestra debilidad, es el orante permanente de nuestro santuario interior; en tiempos de intemperie acude en nuestra defensa, y pone en nuestros labios las palabras adecuadas.

 

Gracias al Espíritu Santo siempre es posible comenzar de nuevo. Él nos ofrece el don de la misericordia, el perdón de los pecados, la regeneración de nuestras costumbres. Y también nos regala la sensibilidad para apreciar la belleza, gustar la poesía, extasiarnos ante el bien y la bondad; y sobre todo, nos enciende los deseos de amar, pues es el Amor de Dios.

 

Quien se abre a la relación con el Espíritu Santo experimenta el acompañamiento discreto, amigo, permanente, que toma diversas formas: se manifiesta en los acontecimientos, a través de personas que se cruzan en nuestra vida, en palabras oportunas en el momento adecuado; y sobre todo, a través de la Sagrada Escritura y de los Sacramentos.

 

Quien cree en el Espíritu Santo se sabe hijo de Dios, templo suyo, sacramento de Cristo, por haber sido ungido, crismado en el bautismo y en la confirmación, y puede tratar con Dios de manera familiar, confiada, porque sabe que está habitado y abrazado por el amor divino.

 

Es muy diferente, después de un ejercicio de silencio o de meditación, encontrarse con uno mimo, que encontrarse con Dios. El sosiego posible que se alcanza después de un ejercicio de gimnasia, de un tiempo de deporte, después de una hora de camino, y que sin duda repercute en bienestar, no alcanza a responder a las preguntas más esenciales: ¿Quién soy? ¿Por qué he nacido? ¿Para quién soy? ¿Cuál es mi destino? Preguntas que reclaman una dimensión trascendente y teologal, a las que un ejercicio físico o deportivo, o un ejercicio mental no pueden responder.

 

El Espíritu Santo, Señor y dador de vida, tiene poder para reanimar las fuerzas, renovar la creación, trascender la vida, inflamar el corazón de amor. No de manera automática ni especulativa, sino por la fe en Él, quien impulsa a abandonarse en sus manos, porque tiene designios de amor y no de aflicción. El creyente, aunque pase por la experiencia del límite, gracias al Espíritu, permanece confiado.

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

 

"/Atardecer, mes de mayo,

verde mayo que triguea

en campo que parpadea

bajo el viento: es su vasallo.

 

El cielo en nubes ojea

cómo va creciendo el tallo,

que viste con verde sayo

tierra que se balancea.

Se va la tarde en desmayo

de la luz que ya planea

al ocaso. Y que jadea

mientras ve el campo al soslayo.

 

Se retira la marea         

de luz, que aún atalayo;

se oye el trote de un caballo,

un balido, una berrea.

De pronto, el último rayo

del sol que ya se ladea

resplandece y tintinea

cuanta lumbre en tierra hallo.

 

El limón amarillea

bañando en luces a mayo,

que bebe el último rayo

de luz que ya titubea.

 

Y el asombro que detallo:

Hay una ciudad que ondea

al fondo del val que arquea,

cual un brillante sin fallo.

Guadalajara clarea

por estos fines de mayo.

Despide al sol, ciudad gallo:

La noche, sola, aletea.



Juan Pablo Mañueco.

Premio Cervantes-Cela-Buero Vallejo, 2016. Junta de Comunidades, 2016

 

La estrofa se llama "octava ola o copla alcarreña". Busque en internet quien quiera saber en qué consiste y ejemplos de ella; incluso hay un libro entero compuesto en esta estrofa. Pero advierto que la sonoridad de dicha estrofa es tan grande como ya se nota con esta sola poesía. La estrofa realza cuanto se escriba en ella.

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

 

El domingo, 23 de mayo, solemnidad de Pentecostés, es la fiesta de Dios Espíritu Santo y también la jornada eclesial del Apostolado Seglar y de la Acción Católica

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El 23 de mayo de 2021, octavo y último domingo de Pascua, es la solemnidad de Pentecostés, el día del Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad,  el paráclito, el abogado, el motor de la Iglesia, el don pascual por excelencia.

Este día de Pentecostés, este día del Espíritu Santo es también en la Iglesia católica en España el día, la jornada pastoral del Apostolado Seglar y de la Acción Católica. “Los sueños se construyen juntos” es el lema de esta jornada, inserta este año en una triple clave: el Congreso Nacional de Laicos Iglesia en salida de febrero de 2020,  la actual situación provocada por la pandemia del coronavirus y las perspectivas de su superación y la encíclica del Papa Francisco “Fratelli tutti”, de donde está tomado el citado lema. Esta triple clave se condensa en la necesidad de que la acción pastoral de nuestra Iglesia y la cada mayor implicación de su laicado  para que discurra por las sendas del discernimiento y de la sinodalidad

En nuestra diócesis, la fiesta de Pentecostés es tradicionalmente celebrada en la Virgen de la Hoz (el obispo preside la misa en este lugar en el mediodía del sábado 22 de mayo) y en Atienza con sus más de ocho veces centenaria Caballada. También es fiesta grande en Buenafuente del Sistal. Y, como es lógico a tenor de la anteriormente,  la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar anuncia para celebrar la fiesta de Pentecostés iniciativas presenciales y digitales.

Pero, ¿quién es el Espíritu Santo, qué es  Pentecostés? El Espíritu Santo es, como reza el Credo nicenoconstatinopolitano (el Credo largo),  Señor y dador de vida, el Espíritu Santo es Dios como el Padre y como el Hijo (Jesucristo de quienes procede), habló por los profetas y quien hace que todo sea grande y bueno en nosotros. Es el motor incombustible, el Invisible esencial, vital e imprescindible.

El Espíritu Santo es como el aire, el puro aire, como el oxígeno que no se nota, no se ve, pero sin cual no se puede vivir. Sin el cual, sin Espíritu Santo, no podemos vivir, servir, amar y evangelizar en la Iglesia.

Y para capar mejor la grandeza de la fiesta del Espíritu Santo, la fiesta de Pentecostés, he aquí seis decálogos aproximativos desde la Palabra de Dios y la tradición y magisterio de la Iglesia.

 

El Espíritu Santo, el don pascual de Jesucristo resucitado. Retablo mayor de la catedral de Sigüenza

 

 

(1) HACIA UNA DEFINICIÓN DESCRIPTIVA EN LOS TEXTOS LITÚRGICOS:

 

1.- Padre amoroso del pobre.

2.- Don, en sus dones espléndido.

3.- Luz, que penetra las almas.

4.- Fuente del mayor consuelo.

5.- Dulce huésped del alma.

6.- Divina luz que nos enriquece.

7.- Descanso de nuestro esfuerzo.

8.- Tregua en el duro trabajo.

9.- Brisa en las horas de fuego.

10.-Gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. 

 

(2) HACIA UNA DEFINICIÓN A TRAVÉS DE SUS OBRAS

 

1.- Es quien ayuda a la Iglesia, quien la mueve y la conduce, quien siempre está con ella. 

2.- Es el Espíritu de la verdad, entendida la verdad como la realidad liberadora vehiculada para la acción salvífica de Dios en la economía y en la historia de la salvación. 

3.- Es quien guía al pueblo de Dios, a sus pastores y a sus fieles, para que pueden entender y vivir toda la verdad. 

4.- Es quien hará que recordemos cuanto nos enseñó el Señor y nos lo explicará todo. Es el don pascual de Jesucristo Resucitado. 

5.- Es abogado. Su actuación abogacial consistirá en defendernos ante el mal. 

6.- Es quien da a todo el pueblo santo de Dios, especialmente a la jerarquía pero también a todos los miembros de la Iglesia, conciencia de su responsabilidad, impulsándolos al servicio de Cristo y de la nueva humanidad, prefigurada en su Iglesia. 

7.- Es quien dirige a los creyentes a la confesión de Jesucristo y quien permite, siguiendo el ejemplo y las enseñanzas del Señor Jesús, llamar a Dios, "Padre".

8.- Es quien renueva y plenifica a la Iglesia, a todos y cada uno de sus integrantes, y les llena de energía, de generosidad, de disponibilidad, de entrega, de dinamismo, de libertad auténtica, de savia evangelizadora, de fuerza apostólica. Quien cambia los ánimos pusilánimes por corazones nuevos. Quien transforma nuestra tristeza en una alegría que nadie nos podrá arrebatar. 

9.- Es quien nos visita con sus dones -sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios- y nos hace don para los demás. 

10.- Es el santificador, que prolonga para hasta la eternidad la creación del Padre y la redención del Hijo. Es quien nos permite caminar en el espíritu verdadero para desarrollar en nosotros la vida cristiana hasta su plenitud.

 

(3) HACIA UNA DEFINICIÓN A TRAVÉS DE SUS FUNCIONES Y ATRIBUTOS

 

1.- Congrega en la misma fe en Jesucristo a quienes el pecado había dividido. 

2.- Fortalece los corazones de los regenerados por la gracia del Señor. 

3.- Repuebla la faz de la tierra. Purifica, renueva, enciende y alegra las entrañas del mundo. 

4.- Infunde el conocimiento de Dios a todos los pueblos. 

5.- Es quien hace comprender la realidad de los misterios de la salvación y lleva al conocimiento pleno de la verdad revelada. Es quien nos hace capaces de Dios.

6.- Escruta e ilumina el corazón de los hombres y restablece la fe con la noticia gozosa del Señor Resucitado. 

7.- Obras maravillas como las de la predicación evangélica y las de la misión salvadora de la Iglesia. 

8.- Llena el corazón de los fieles y enciende en ellos el fuego de su amor. 

9.- Guía y santifica a la Iglesia y todos sus miembros, sobre los que se derrama a través de los sacramentos, particularmente del bautismo, la confirmación, la unción de enfermos y el orden sacerdotal. 

10.- "Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al tuerce el sendero, reparte sus siete dones, da al esfuerzo su mérito, salva al que busca salvarse y da el gozo eterno".

 

(4)  HACIA UNA DEFINICIÓN A TRAVÉS DE LO QUE NOS DONA  

 

1.- LUZ: "Ven, Espíritu Santo, manda un rayo de tu lumbre desde el cielo".

2.- DON: "Ven, oh Padre de los pobres, luz profunda en tus dones, don en tus dones espléndido. Da en los fieles que en Ti esperan tus sagrados siete dones y carismas". 

3.- CONSUELO: "No hay consuelo como el tuyo, dulce huésped del alma, mi descanso". 

4.- PAZ: "Suave tregua en la fatiga, brisa en las horas de fuego, paz en el llanto".

5.- HONDURA: "Luz sapientísima, penetra en las almas de tus fieles hasta el fondo y enriquécenos". 

6.- SOPLO: "¡Qué vacío hay en el hombre, qué dominio de la culpa sin tu soplo!".

7.- LLUVIA: "Lava el rastro de lo inmundo, riega tú nuestra sequía, ven y sánanos". 

8.- TERNURA: "Doma todo lo que es rígido; funde el témpano, encamina lo extraviado". 

9.- RECOMPENSA: "Dale al esfuerzo su mérito, salva al que busca salvarse". 

10.- ALEGRÍA: "Danos tu gozo eterno e inacabable alegría".

 

(5)  HACIA UNA DEFINICIÓN A TRAVÉS DE SUS APELATIVOS: 

 

1.- El Paráclito. (Evangelio de san Juan 14, 16.26; 15, 26; 16, 7)

2.- El Abogado. (Evangelio de san Juan 14, 16.26; 15, 26; 16, 7)

3.- El Consolador. (I Carta de san Juan 2, 1)

4.- Espíritu de verdad. (Evangelio de san Juan 6, 13)

5.- Espíritu de la promesa. (Carta de san Pablo a los Gálatas 3, 14; Ef. 1, 13)

6.- Espíritu de adopción. (Cartas de san Pablo a los Romanos 8, 15 y a los Gálatas 4, 6)

7.- Espíritu de Cristo. (Carta de san Pablo a los Romanos 8, 11)

8.- Espíritu del Señor. (2ª Carta de san Pablo a los Corintios 3, 17)

9.- Espíritu de Dios. (Carta de san Pablo a los Romanos 8, 9.14; 15, 19)

10.-Espíritu de gloria. (1ª Carta de san Pedro 4, 14)

Pentecostés de Semini, nave de la epístola de la catedral de Sigüenza

 

 

(6) HACIA UNA DEFINICIÓN A TRAVÉS DE SUS SÍMBOLOS 

 

1.- EL AGUA: Significada en el bautismo. Signo eficaz del nuevo nacimiento. Del mismo modo que la gestación de nuestro primer nacimiento se hace en el agua, así el agua bautismal significa el nacimiento a la vida divina, que se nos da en el Espíritu Santo. 

2.- LA UNCIÓN: El simbolismo de la unción es también significativo del Espíritu Santo. Evoca la unción primera del Espíritu sobre Jesucristo, el Ungido.

3.- EL FUEGO: Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la vida dada en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu. Es la "llama de amor viva" de San Juan de la Cruz. 

4.- LA NUBE Y LA LUZ: Estos dos símbolos son inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo, desde las teofanías del Antiguo Testamento hasta las del Nuevo. La nube es el lugar donde habita la divinidad, refulgente de luz. Es el misterio y su relevación.

5.- EL SELLO: Es símbolo cercano al de unción. Es Cristo quien nos marca con su sello (Juan 6, 27) y el mismo Dios quien también con él (II Corintios 1, 22; Efesios 1, 13). Indica el carácter indeleble e imborrable de la unción del Espíritu Santo en los sacramentos del bautismo, la confirmación y el orden. 

6.- LA MANO: Imponiendo las manos Jesús cura a los enfermos, sana a los niños. En su nombre, los apóstoles harán lo mismo. Mediante la imposición de manos de los apóstoles nos es dado el Espíritu Santo. La Iglesia conserva en sus epíclesis sacramentales este signo de la imposición de manos como efusión todopoderosa del Espíritu Santo.

7.- EL DEDO: Jesús expulsaba demonios "por el dedo de Dios". El Espíritu Santo es, según el himno litúrgico del "Veni, Creator", el dedo de la diestra del padre ("digitus paternae dexterae"). 

8.- LA PALOMA: Al final del diluvio (cuyo simbolismo se refiere al bautismo), la paloma soltada por Noé vuelve con una rama tierna de olivo en pico, signo de que la tierra es habitable de nuevo. Cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa sobre él. 

9.- EL AIRE, EL VIENTO: Es el origen etimológico de la palabra hebrea "ruah": soplo, viento, aire. Jesús emplea la imagen sensible del viento en su conversación con Nicodemo (Juan 3, 5-8). "Al cumplirse el día de Pentecostés -se escribe en los Hechos de los Apóstoles, 2, 1-, estando todos juntos en un lugar, se produjo de repente un ruido proveniente del cielo como el de un viento que sopla impetuosamente, que invadió toda la casa en que residían". 

10.-LENGUAS NUEVAS Y EXTRAÑAS (DON DE LENGUAS): "Aparecieron, como divididas, lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según que el Espíritu les otorgaba expresarse" (Hechos 2, 3-4). Es el simbolismo de la transformación, de la misión y de la universalidad de Pentecostés, el don pascual de Jesucristo, la hora de la Iglesia, su sacramento universal de salvación.    

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 21 de mayo de 2021

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